Imagen: BBC / Manifestación del Orgullo LGTBI en Costa Rica, 2019 |
La fuerte tradición católica no ha podido frenar la legalización del matrimonio igualitario en Costa Rica, un avance que lo ha convertido en el primer país centroamericano en reconocer ese derecho y en un referente para toda la región.
Asier Vera Santamaría 1 Naiz, 200-05-31
https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2020-05-31/hemeroteca_articles/el-matrimonio-igualitario-de-costa-rica-objetivo-para-toda-centroamerica
Nicolás Rodríguez y José García ya no viajarán desde El Salvador a Ámsterdam para contraer matrimonio, tal como tenían previsto después de tres años de relación. Desde el pasado martes, podrán hacerlo mucho más cerca, en Costa Rica, después de que este país se haya convertido en el primero de Centroamérica en aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, ambos quieren esperar ahora a que El Salvador siga los pasos de su vecino, aunque su presidente, Nayib Bukele, ha dejado claro que «como concepto, no apoyo el matrimonio gay, porque el matrimonio es la definición del casamiento entre un hombre y una mujer». Al igual que en Costa Rica, donde un fallo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia derogó en 2018 la disposición del Código de Familia que prohibía el matrimonio igualitario, en El Salvador también aguardan la inminente respuesta de la Sala de lo Constitucional a dos demandas aceptadas el pasado año para modificar los artículos del Código de Familia que hablan del matrimonio entre hombre y mujer.
«Con lo sucedido en Costa Rica pueden abrirse, de alguna manera, las puertas porque supone una esperanza», confía José García, integrante de “El Salvador G”, un periódico digital sobre diversidad sexual, fundado por su pareja, Nicolás Rodríguez. No obstante, García recuerda que, en El Salvador, la prioridad de la comunidad LGBTI es aprobar la Ley de Identidad de Género, que es una «lucha que ha abanderado desde siempre el colectivo transexual», aunque no tiene demasiadas esperanzas de que se vaya a lograr teniendo en cuenta que «la mayoría de diputados tienen una tendencia muy religiosa».
En el vecino país, Guatemala, Aldo Dávila es el único diputado que se declara abiertamente homosexual y comparte espacio en el Congreso con posiciones tan antagónicas como la del también diputado Aníbal Rojas, quien defiende que «el matrimonio debe ser únicamente entre hombre y mujer, como lo es el diseño original y natural». Así, Dávila recalca que Costa Rica «nos está dando una lección de derechos humanos a toda Centroamérica, pero sabiendo que siempre ha ido un paso por delante de los demás países de la región atendiendo a las altas inversiones en educación y salud».
Mientras, denuncia que, en Guatemala, «se legisla más con la Biblia que con la Constitución» y, por ello, «siendo honestos, la perspectiva de que suceda algo similar a Costa Rica no es a corto plazo, porque sigue habiendo más diputados antiderechos que diputados que busquen las mejoras para la ciudadanía». Dávila recuerda, además, que el Observatorio de Muertes Violentas por Orientación Sexual e Identidad de Género muestra un alto número de homicidios debido al «estigma y la discriminación», hasta alcanzar la cifra de 26 crímenes en Guatemala entre 2014 y 2019.
Proteger la vida
«El matrimonio igualitario es importante para la diversidad sexual de Guatemala, pero en este momento se pide al Congreso y a las instituciones del Estado que protejan la vida y la dignidad de la población LGBTI porque es de vital importancia que nos dejen de asesinar y perseguir», remarca Dávila. Así, augura que a medio o largo plazo se conseguirá el matrimonio igualitario, pero, en su opinión, primero va la Ley de Identidad de Género con la que «no pedimos derechos nuevos, sino únicamente la equiparación de derechos que gozan el resto de ciudadanos».
Mientras, en Costa Rica, Enma A. Chacón Alvarado, coordinadora de la Colectiva Lésbica Feminista Irreversibles celebra el «avance» registrado en su país, si bien precisa que «no es que adquirimos un derecho nuevo, sino que es un derecho que existía, pero que no lo reconocía el Estado». A este respecto, recuerda que el Código de Familia tenía un inciso que prohibía el matrimonio entre personas del mismo sexo y que fue declarado inconstitucional después de una lucha de «más de cuatro décadas».
Chacón es optimista respecto al resto de países de Centroamérica, que «tarde o temprano –asegura– también lo van a conseguir, porque esto es un avance que no se detiene en el mundo». No obstante, es consciente de la «dificultad» para lograrlo, dado que «algunos sectores súper conservadores de iglesias fundamentalistas lograron imponer en algunos de estos países centroamericanos que sus respectivas constituciones políticas recogieran que el matrimonio es entre hombre y mujer así nacidos».
Augura, además, que en los próximos días medio centenar de parejas del mismo sexo regularizarán su situación en Costa Rica, 33 de las cuales se habían casado ya en el extranjero y otras 17 estaban casadas ante notario a la espera de poder inscribir su matrimonio.
Sin embargo, ambos quieren esperar ahora a que El Salvador siga los pasos de su vecino, aunque su presidente, Nayib Bukele, ha dejado claro que «como concepto, no apoyo el matrimonio gay, porque el matrimonio es la definición del casamiento entre un hombre y una mujer». Al igual que en Costa Rica, donde un fallo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia derogó en 2018 la disposición del Código de Familia que prohibía el matrimonio igualitario, en El Salvador también aguardan la inminente respuesta de la Sala de lo Constitucional a dos demandas aceptadas el pasado año para modificar los artículos del Código de Familia que hablan del matrimonio entre hombre y mujer.
«Con lo sucedido en Costa Rica pueden abrirse, de alguna manera, las puertas porque supone una esperanza», confía José García, integrante de “El Salvador G”, un periódico digital sobre diversidad sexual, fundado por su pareja, Nicolás Rodríguez. No obstante, García recuerda que, en El Salvador, la prioridad de la comunidad LGBTI es aprobar la Ley de Identidad de Género, que es una «lucha que ha abanderado desde siempre el colectivo transexual», aunque no tiene demasiadas esperanzas de que se vaya a lograr teniendo en cuenta que «la mayoría de diputados tienen una tendencia muy religiosa».
En el vecino país, Guatemala, Aldo Dávila es el único diputado que se declara abiertamente homosexual y comparte espacio en el Congreso con posiciones tan antagónicas como la del también diputado Aníbal Rojas, quien defiende que «el matrimonio debe ser únicamente entre hombre y mujer, como lo es el diseño original y natural». Así, Dávila recalca que Costa Rica «nos está dando una lección de derechos humanos a toda Centroamérica, pero sabiendo que siempre ha ido un paso por delante de los demás países de la región atendiendo a las altas inversiones en educación y salud».
Mientras, denuncia que, en Guatemala, «se legisla más con la Biblia que con la Constitución» y, por ello, «siendo honestos, la perspectiva de que suceda algo similar a Costa Rica no es a corto plazo, porque sigue habiendo más diputados antiderechos que diputados que busquen las mejoras para la ciudadanía». Dávila recuerda, además, que el Observatorio de Muertes Violentas por Orientación Sexual e Identidad de Género muestra un alto número de homicidios debido al «estigma y la discriminación», hasta alcanzar la cifra de 26 crímenes en Guatemala entre 2014 y 2019.
Proteger la vida
«El matrimonio igualitario es importante para la diversidad sexual de Guatemala, pero en este momento se pide al Congreso y a las instituciones del Estado que protejan la vida y la dignidad de la población LGBTI porque es de vital importancia que nos dejen de asesinar y perseguir», remarca Dávila. Así, augura que a medio o largo plazo se conseguirá el matrimonio igualitario, pero, en su opinión, primero va la Ley de Identidad de Género con la que «no pedimos derechos nuevos, sino únicamente la equiparación de derechos que gozan el resto de ciudadanos».
Mientras, en Costa Rica, Enma A. Chacón Alvarado, coordinadora de la Colectiva Lésbica Feminista Irreversibles celebra el «avance» registrado en su país, si bien precisa que «no es que adquirimos un derecho nuevo, sino que es un derecho que existía, pero que no lo reconocía el Estado». A este respecto, recuerda que el Código de Familia tenía un inciso que prohibía el matrimonio entre personas del mismo sexo y que fue declarado inconstitucional después de una lucha de «más de cuatro décadas».
Chacón es optimista respecto al resto de países de Centroamérica, que «tarde o temprano –asegura– también lo van a conseguir, porque esto es un avance que no se detiene en el mundo». No obstante, es consciente de la «dificultad» para lograrlo, dado que «algunos sectores súper conservadores de iglesias fundamentalistas lograron imponer en algunos de estos países centroamericanos que sus respectivas constituciones políticas recogieran que el matrimonio es entre hombre y mujer así nacidos».
Augura, además, que en los próximos días medio centenar de parejas del mismo sexo regularizarán su situación en Costa Rica, 33 de las cuales se habían casado ya en el extranjero y otras 17 estaban casadas ante notario a la espera de poder inscribir su matrimonio.
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