lunes, 11 de mayo de 2020

#hemeroteca #inmemoriam | Little Richard, «el marica rico» que revolucionó el rock y terminó condenando la homosexualidad

Imagen: ABC / Little Richard
Little Richard, «el marica rico» que revolucionó el rock y terminó condenando la homosexualidad.
El título de «padrino del glam» le va como anillo al dedo al cantante y pianista, cuya vida estuvo repleta de anécdotas que reflejan la transgresión que su personaje trajo a la música popular.
Nacho Serrano | ABC, 2020-05-11
https://www.abc.es/cultura/musica/abci-little-richard-marica-rico-revoluciono-concepto-estrella-rock-y-termino-condenando-homosexualidad-202005111333_noticia.html

Cuando Little Richard decía que era el «King and Queen of Rock'n'roll» (rey y reina del rock'n'roll) no sólo estaba jugando al despiste con su sexualidad. También estaba haciendo un guiño a las mujeres del género, que ayudaron igual que los hombres a construirlo. De hecho, fue Sister Rosetta Tharpe quien le dio a Richard su primera gran oportunidad, contratándolo como telonero en 1947, cuando sólo era un muchacho que interpretaba gospel con un estilo especial.

En cualquier caso, no hay duda de que Little Richard fue, además de uno de los mejores intérpretes de la historia (Hendrix, que formó parte de su banda cuando daba sus primeros pasos, dijo que quería hacer con la guitarra lo que él hacía con la voz) una de las personalidades más volcánicas y esperpénticas del rock de primera (o segunda, según se valore) hornada, lo que le ha valido el título de «padrino del glam» y un memorable historial de anécdotas que reflejan la transgresión que su personaje trajo a la música popular.

Richard siempre jugó con los límites de lo políticamente correcto. Su mayor éxito, «Tutti Frutti», no hablaba de macedonias sino de su relación a dos bandas con sendas novias, Daisy y Sue. La letra original, no obstante, nunca se publicó: su sello la vio demasiado atrevida y cambió el estribillo «Tutti Frutti, good, booty / If it don't fit, don't force it / You can grease it, make it easy» («Tutti Frutti, buen culito / Si no entra, no lo fuerces / puedes engrasarlo, para facilitarlo») por «Tutti frutti, aw rooty (que en la jerga callejera de la época significaba algo así como «¡qué bien!), a-wop-bop-a-loon-bop-a-boom-bam-boom».

Su imagen llamó la atención muchísimo en la época: un negro maquillado, con las cejas depiladas y un pelo cuidadosamente peinado al milímetro era demasiado coqueto para lo acostumbrado por entonces, lo que provocó que surgieran rumores sobre su homosexualidad. Y él mismo acabó reconociéndolo tácitamente: «Podéis llamarme 'marica', adelante. Pero aseguraos de que me llamáis 'marica rico'», dijo en una de sus entrevistas más memorables en la década de los ochenta. Muchos años después afirmaría: «Todos somos masculinos y femeninos a al vez. El sexo es para mí como un bufé. Si algo me tira, voy por ello. ¿Que cuál es mi sexualidad? ¡Soy pansexual!». Ese juego de androginia y sus camaleónicas vestimentas lo convirtieron, efectivamente, en la primera gran referencia del futuro glam-rock.

Cuando empezó a hacerse famoso, Richard dijo que su look estaba pensado «para que los hombres blancos en el público no pensaran que iba a por sus chicas blancas. Eso me hacía las cosas más fáciles», pero el caso es que dio infinidad de bandazos en la auto-aceptación de su por entonces exótica identidad sexual (a la que probablemente se refería el concepto «Tutti Frutti» en realidad) y eso acabó trayéndole problemas. Algunos promotores blancos lo vetaron, y en 1957, él mismo se fustigaba tanto por sus inclinaciones que acabó perdiendo la chaveta: durante un vuelo en avión en una gira australiana, una «epifanía» le ordenó abandonar el mundo de lujuria del rock'n'roll. Al aterrizar, se quitó los cuatro anillos de diamantes que llevaba y los tiró a un río. Ingresó en una universidad cristiana en Alabama para estudiar teología y recorrió Estados Unidos de arriba a abajo durante tres años como ministro pentecostal. Sin embargo, su instinto animal para el rock'roll lo devolvió a los escenarios y en 1962 fue detenido durante una gira, acusado de espiar a unos hombres en los urinarios de una estación de autobuses de Long Beach (California).

Ese mismo año conoció a unos fans muy especiales durante una gira por Europa, los Beatles, pero tras un breve encuentro dijo que pensaba que no triunfarían: «Quizá sí lo consiga Paul, si se lo monta por su cuenta».

A mediados de los sesenta cayó en una fuerte adicción al alcohol y la marihuana, y el descenso de su popularidad hizo que acabara pasando toda una década malviviendo y lidiando con todo tipo de tragedias personales. En 1977, la muerte de su hermano le abrió los ojos y volvió a dejar el rock y las drogas, y no volvió al candelero hasta 1984.

«Dios me ha dado la victoria. Ya no soy gay, pero lo he sido durante toda mi vida. Además creo que fui uno de los primeros en salir. Pero el Señor me ha hecho saber que hizo a Adán con Eva, no con Steve», dijo a su regreso. Su aparición en algunas series y películas le devolvió la fama perdida, e incluso se convirtió en el oficiante de bodas de celebridades como Tom Petty, Steve Van Zandt, Cyndi Lauper o la pareja que en su momento formaban Bruce Willis y Demi Moore, quien recordó al artista el día de su muerte con un mensaje en Twitter: «Hoy recordamos a Little Richard... Bruce y yo tuvimos la suerte y el honor de que fuera él quien oficiara nuestra boda en 1987: muchas gracias por todos aquellos recuerdos. Descansa en paz».

Los años noventa y el nuevo siglo fueron benévolos con Little Richard, que pudo mantener un ritmo de giras equilibrado para su nombre y su salud. Pero su personaje daría una última vuelta de tuerca. A pesar de ser recordado como un adalid de la libertad sexual y abuelo del glam, en su última entrevista, realizada en 2017, condenó la homosexualidad y la transexualidad: «Son sentimientos antinaturales que van contra los designios de Dios».

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