La UNAM otorga el grado de doctor 'Honoris Causa' a la nigeriana Koso-Thomas
Marina Gómez-Robledo | El País, 2015-08-07
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/07/actualidad/1438918595_172786.html
La ablación del clítoris es una práctica que afecta a 30 millones de mujeres en 28 países africanos. Con esta abrumadora cifra la doctora Olayinka Aina Koso-Thomas inició la conferencia que impartió este miércoles en la Universidad Autónoma de México (UNAM). “Una mujer que sufre una mutilación genital jamás regresará a la normalidad”, puntualizó esta ginecóloga nigeriana, de 78 años, la cual está en México para recibir el grado de doctor Honoris Causa por dicha institución.
“Es imposible describir el horror de esta práctica”, dice Koso-Thomas, aun así intenta poner en palabras el ritual que destruye la adolescencia de cualquier mujer: “Se llevan a las niñas que serán iniciadas –expresión para hablar del ritual- a un lugar apartado junto al río. Las obligan a acostarse en el agua helada con la mitad del cuerpo descubierto. Las detienen fuertemente con las piernas abiertas y entonces la persona encargada de hacer la circuncisión corta el clítoris y los labios menores. El grito de dolor es cada vez más fuerte. No hay una escala de crueldad para medir la agonía”.
Koso-Thomas nació en una familia de religión anglicana y eso, según ella, fue lo que la salvó de ser mutilada. Estudió medicina en Leeds Medical School en Inglaterra y un posgrado en la Universidad de Berkley. Viajó a Freetown, capital de Sierra Leona, donde fue testigo del sufrimiento físico y psicológico que padecen las mujeres que han sido víctimas de la ablación. Y así emprendió el camino de lucha para erradicar esta práctica cruel de carácter “tradicional, no religioso”, según lo define.
La doctora fundó el Grupo para la Abolición de Mutilaciones Sexuales. Su estrategia es acercarse a las comunidades como médica y una vez que está a solas con las jóvenes hablar de la ablación. Koso-Thomas está convencida de que solo con educación se podrá conseguir un cambio, pero una educación que vaya dirigida a hombres y mujeres. Asimismo, esta ginecóloga destaca la urgente necesidad de ejercer más presión a los Gobiernos nacionales para que aprueben leyes que protejan los derechos de las mujeres y entablar debates sobre el tema.
Existen distintos tipos de mutilación genital femenina. La primera consiste en la escisión del clítoris, la segunda añade la amputación de los labios menores y la tercera supone además el sellado de labios mayores dejando un pequeño orificio para la menstruación. La circuncisión se efectúa con el agua fría como única anestesia y con pocas o nulas precauciones higiénicas. “En ocasiones, si la persona que realiza el corte no tiene el cuchillo especial para llevarlo a cabo utiliza algún pedazo de vidrio o cuchilla para afeitar”, puntualizó la también Premio Príncipe de Asturias (1998).
Las consecuencias que sufre una mujer tras la ablación son variadas y pueden ser fatales. Koso-Thomas las enumera: dolor, sangrado incontrolable, infecciones, molestias al orinar, menstruar o al tener relaciones sexuales; ruptura de útero, fístulas o incluso la muerte. Aunadas a estas, están los efectos emocionales y psicológicos. “Si se crean fístulas, la mujer tendrá muchos problemas para dar a luz. Puede llegar a tardar hasta 48 horas y en la vagina hay poco oxígeno por lo que el bebé corre el alto riesgo de morir, al igual que la madre”, detalla la nigeriana.
El hombre es el que manda en la mayoría de las comunidades africanas y la mutilación genital femenina encuentra su injustificada justificación en que la mujer debe llegar virgen al matrimonio y permanecer fiel sin tener derecho al placer sexual. Las madres de familia creen que no conseguirán casar a sus hijas si no las someten al ritual de la ablación. Es un mecanismo para mantenerlas domesticadas. Ana Buquet Corleto, directora del Programa Universitario de Estudios de Género afirma en relación con esto al inicio de la conferencia: “Esto no significa que en los países donde no se practique la ablación no existan otras formas más sutiles pero enfocadas al mismo fin: el control de la sexualidad de las mujeres uno de tantos mecanismo de subordinación femenina”.
“Es imposible describir el horror de esta práctica”, dice Koso-Thomas, aun así intenta poner en palabras el ritual que destruye la adolescencia de cualquier mujer: “Se llevan a las niñas que serán iniciadas –expresión para hablar del ritual- a un lugar apartado junto al río. Las obligan a acostarse en el agua helada con la mitad del cuerpo descubierto. Las detienen fuertemente con las piernas abiertas y entonces la persona encargada de hacer la circuncisión corta el clítoris y los labios menores. El grito de dolor es cada vez más fuerte. No hay una escala de crueldad para medir la agonía”.
Koso-Thomas nació en una familia de religión anglicana y eso, según ella, fue lo que la salvó de ser mutilada. Estudió medicina en Leeds Medical School en Inglaterra y un posgrado en la Universidad de Berkley. Viajó a Freetown, capital de Sierra Leona, donde fue testigo del sufrimiento físico y psicológico que padecen las mujeres que han sido víctimas de la ablación. Y así emprendió el camino de lucha para erradicar esta práctica cruel de carácter “tradicional, no religioso”, según lo define.
La doctora fundó el Grupo para la Abolición de Mutilaciones Sexuales. Su estrategia es acercarse a las comunidades como médica y una vez que está a solas con las jóvenes hablar de la ablación. Koso-Thomas está convencida de que solo con educación se podrá conseguir un cambio, pero una educación que vaya dirigida a hombres y mujeres. Asimismo, esta ginecóloga destaca la urgente necesidad de ejercer más presión a los Gobiernos nacionales para que aprueben leyes que protejan los derechos de las mujeres y entablar debates sobre el tema.
Existen distintos tipos de mutilación genital femenina. La primera consiste en la escisión del clítoris, la segunda añade la amputación de los labios menores y la tercera supone además el sellado de labios mayores dejando un pequeño orificio para la menstruación. La circuncisión se efectúa con el agua fría como única anestesia y con pocas o nulas precauciones higiénicas. “En ocasiones, si la persona que realiza el corte no tiene el cuchillo especial para llevarlo a cabo utiliza algún pedazo de vidrio o cuchilla para afeitar”, puntualizó la también Premio Príncipe de Asturias (1998).
Las consecuencias que sufre una mujer tras la ablación son variadas y pueden ser fatales. Koso-Thomas las enumera: dolor, sangrado incontrolable, infecciones, molestias al orinar, menstruar o al tener relaciones sexuales; ruptura de útero, fístulas o incluso la muerte. Aunadas a estas, están los efectos emocionales y psicológicos. “Si se crean fístulas, la mujer tendrá muchos problemas para dar a luz. Puede llegar a tardar hasta 48 horas y en la vagina hay poco oxígeno por lo que el bebé corre el alto riesgo de morir, al igual que la madre”, detalla la nigeriana.
El hombre es el que manda en la mayoría de las comunidades africanas y la mutilación genital femenina encuentra su injustificada justificación en que la mujer debe llegar virgen al matrimonio y permanecer fiel sin tener derecho al placer sexual. Las madres de familia creen que no conseguirán casar a sus hijas si no las someten al ritual de la ablación. Es un mecanismo para mantenerlas domesticadas. Ana Buquet Corleto, directora del Programa Universitario de Estudios de Género afirma en relación con esto al inicio de la conferencia: “Esto no significa que en los países donde no se practique la ablación no existan otras formas más sutiles pero enfocadas al mismo fin: el control de la sexualidad de las mujeres uno de tantos mecanismo de subordinación femenina”.
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