Imagen: El País / Lina Morgan |
Ramón Martínez | Cáscara Amarga, 2015-08-22
http://www.cascaraamarga.es/opinion/68-opinion/11974-muerte-y-visibilidad-un-adios-activista-para-lina-morgan.html
Me ha costado decidirme a escribir sobre el fallecimiento de Lina Morgan porque, al igual que sucedió al morir Amparo Baró y a pesar de que los rumores sobre la orientación sexual de ambas han llegado a ser atronadores, suele ser muy mal recibido mencionar ese posible aspecto de sus vidas una vez nos han dejado. No obstante cuando muere una persona notoriamente heterosexual o un activista realmente visible, como sucedió cuando perdimos a Pedro Zerolo, ha llegado a ser tan habitual hablar de sus parejas que para los medios más rosas supone ya prácticamente una obligación y, así, desvelan la sexualidad del fallecido, diversa o no, condenando al silencio la "memoria sexual" de aquellas personas que vivieron en la nebulosa de la ambigüedad. Sólo algunos periódicos se atreven, como sucedió en un obituario de Gregorio Peces Barba al mencionar a "su compañero", a ofrecer al público general una información que se entiende aún siempre como privada, por mucho que desde el activismo insistamos en que hay determinadas partes de lo personal, si no todas, que son eminentemente públicas.
¿Y qué hacemos con los rumores sobre tantas y tantas personas que se nos van sin habernos querido contar un aspecto tan importante de su identidad como es su orientación sexual? Suponer su heterosexualidad es un error de principiante y relevar esa parte de su forma de existir a lo privado es un error de estudios avanzados. Las personas que dedicamos parte de nuestro tiempo a la defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales insistimos constantemente en la necesidad de hablar de cómo somos, de ser visibles y convertirnos así en referentes para otras personas; pero es esperable y debe ser respetable que no todo el mundo acepte vivir según nos parece más correcto. El problema nace cuando mueren esas personas que se apartan de nuestro discurso, sean o no heterosexuales. ¿Debemos imponer nuestra necesidad de referentes a la forma en que decidieron vivir? Y, en ese caso, ¿cómo hablamos de tantos personajes históricos que compartieron nuestra forma de desear pero que únicamente la expresaron en sus obras de arte y no la hicieron notoriamente pública en su vida cotidiana? ¿Silenciamos también a Lorca, a Cernuda, a Gloria Fuertes?
De la vida "privada" de Lina Morgan no sabemos nada. Conocemos el rumor de su lesbianismo y también algún comentario sobre que vivió muchos años enamorada en secreto de un hombre de teatro cuyo nombre nunca mencionó. Su teatro es fruto de una época: una actriz con un solo registro que no cantaba bien pero bailaba muy correctamente y supo construir un personaje que una y otra vez hacía las delicias de mayores, que reconocían en sus caracteres los rasgos de un teatro que desapareció hace décadas y con el que más a gusto se encontraban, y de muchas personas que aprendimos a reír con sus muecas y movimientos. Como activistas hemos de entender que su vida sexual también es fruto de esa misma época: fue una mujer sola educada en la "discreción" sobre lo íntimo. Valorar su forma de actuar en su marco implica también reconocer que vivió adecuada a su contexto, incluso años después de que esa situación social cambiase. Lina llevó a escena de manera recurrente papeles de solterona virginal que hacía bromas de contenido erótico.
Sólo una vez, en uno de los números musicales que acompañaban a sus representaciones y en que cantaba un tango, apareció de otro modo. Vestida de varón una potentísima Lina Morgan bailaba con hombres y mujeres, llevándolas o dejándose llevar indistintamente. Que ese número pueda comprenderse como el cómico "Soy maricón" con el que Millán Salcedo, el integrante de Martes y 13, quiso transmitirnos mucho más que humor es algo que hay que dejar abierto a la interpretación.
Descansa, Lina. Gracias por tantas risas compartidas por todas las generaciones que disfrutaron de tu talento en el marco de un teatro que ya casi no existe. Gracias por una vida coherente con un contexto que ya nos queda lejano pero que fue el tuyo. Fueras como fueras, lo que importa es que nos reímos juntos. Gracias por venir.
¿Y qué hacemos con los rumores sobre tantas y tantas personas que se nos van sin habernos querido contar un aspecto tan importante de su identidad como es su orientación sexual? Suponer su heterosexualidad es un error de principiante y relevar esa parte de su forma de existir a lo privado es un error de estudios avanzados. Las personas que dedicamos parte de nuestro tiempo a la defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales insistimos constantemente en la necesidad de hablar de cómo somos, de ser visibles y convertirnos así en referentes para otras personas; pero es esperable y debe ser respetable que no todo el mundo acepte vivir según nos parece más correcto. El problema nace cuando mueren esas personas que se apartan de nuestro discurso, sean o no heterosexuales. ¿Debemos imponer nuestra necesidad de referentes a la forma en que decidieron vivir? Y, en ese caso, ¿cómo hablamos de tantos personajes históricos que compartieron nuestra forma de desear pero que únicamente la expresaron en sus obras de arte y no la hicieron notoriamente pública en su vida cotidiana? ¿Silenciamos también a Lorca, a Cernuda, a Gloria Fuertes?
De la vida "privada" de Lina Morgan no sabemos nada. Conocemos el rumor de su lesbianismo y también algún comentario sobre que vivió muchos años enamorada en secreto de un hombre de teatro cuyo nombre nunca mencionó. Su teatro es fruto de una época: una actriz con un solo registro que no cantaba bien pero bailaba muy correctamente y supo construir un personaje que una y otra vez hacía las delicias de mayores, que reconocían en sus caracteres los rasgos de un teatro que desapareció hace décadas y con el que más a gusto se encontraban, y de muchas personas que aprendimos a reír con sus muecas y movimientos. Como activistas hemos de entender que su vida sexual también es fruto de esa misma época: fue una mujer sola educada en la "discreción" sobre lo íntimo. Valorar su forma de actuar en su marco implica también reconocer que vivió adecuada a su contexto, incluso años después de que esa situación social cambiase. Lina llevó a escena de manera recurrente papeles de solterona virginal que hacía bromas de contenido erótico.
Sólo una vez, en uno de los números musicales que acompañaban a sus representaciones y en que cantaba un tango, apareció de otro modo. Vestida de varón una potentísima Lina Morgan bailaba con hombres y mujeres, llevándolas o dejándose llevar indistintamente. Que ese número pueda comprenderse como el cómico "Soy maricón" con el que Millán Salcedo, el integrante de Martes y 13, quiso transmitirnos mucho más que humor es algo que hay que dejar abierto a la interpretación.
Descansa, Lina. Gracias por tantas risas compartidas por todas las generaciones que disfrutaron de tu talento en el marco de un teatro que ya casi no existe. Gracias por una vida coherente con un contexto que ya nos queda lejano pero que fue el tuyo. Fueras como fueras, lo que importa es que nos reímos juntos. Gracias por venir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.