En las reuniones se consume mefedrona, una droga muy adictiva. «Puedes estar varios días practicando sexo sin parar».
Lucas de la Cal | El Mundo, 2015-11-04
http://www.elmundo.es/madrid/2015/11/03/56393728ca4741b8788b462e.html
Cinco hombres, cinco gramos de mefedrona y un fin de semana por delante. Empieza la chemsex en Chueca. Lo más importante de esta fiesta sexual siempre es la recena, pero lo primero que hacen es ir a un local de ambiente a tomarse la primera copa. La segunda hay que aliñarla con un poquito de polvo blanco. La tercera y las cinco siguientes aliñadas se toman en una discoteca. Ya es de día, y es hora de recenar. Los cinco hombres se suben a un apartamento en la calle de Fuencarral que se convierte en una improvisada sala de música electrónica. Esnifan unas rayas y empieza el maratón de dos días de sexo, sin comer ni dormir.
A esto lo llaman chemsex, un término cada vez más conocido en el colectivo gay. Son fiestas en pisos privados donde varios hombres se reúnen para consumir drogas y mantener relaciones sexuales. En Madrid cada vez son más famosas y la mefedrona, una droga sintética en forma de polvo blanco cristalizado, es la anfitriona más solicitada. Aunque a Miguel Ángel le gusta llamarla «comida para cactus». A este informático de 31 años no le importa dar su nombre, pero no quiere que le hagamos ninguna foto. «Llevo dos días sin dormir y no tengo la mejor cara», dice. Tiene las pupilas dilatas, las manos sudorosas y está eufórico. Cada mes y medio hace una compra en internet de 10 gramos de mefedrona por 100 euros, que luego reparte entre sus amigos. Aunque en 2011 esta droga se declaró ilegal en España, se puede encontrar como fertilizante en varias páginas web. También se puede comprar en la calle, a un precio más barato que la cocaína o el éxtasis.
El camello que vende mefedrona y metanfetaminas en una de las estrechas callejuelas del barrio de Chueca nos confirma que cada vez tiene más clientes que le compran para este tipo de fiestas. También lo atestiguan las organizaciones de ayuda a la drogodependencia. «En los últimos años hemos notado un aumento de la mefedrona en las calles. La fiscalización del 2011 no fue muy eficiente para retirarla del mercado. Es una sustancia muy buscada para las fiestas sexuales porque te facilita la práctica del sexo más extremo durante más tiempo y con más de una persona», afirma Núria Calzada, coordinadora de Energy Control, un proyecto de reducción de riesgos en el consumo de drogas de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). En su laboratorio en el barrio de Tetuán analizan las drogas que les entregan los consumidores que quieren saber lo que se están metiendo. «Nos hemos encontrado la mefedrona adulterada en éxtasis y cocaína. Se puede esnifar o tomar por vía oral. Tiene efectos estimulantes como la cocaína y otros empatógenos y emocionales del MDMA. Es muy adictiva», explica Núria.
Circuitos sexuales
Miguel Ángel lleva un año organizando las chemsex con mefedrona. Su casa forma parte de los circuitos sexuales que se organizan una vez a la semana por varias viviendas desde Chueca hasta La Latina. La herramienta más usada para buscar gente es el Grindr, la aplicación móvil enfocada a la comunidad gay masculina con más de siete millones de usuarios. «Al mes nos pegamos una o dos chemsex. Cada vez veo a más hombres que quieren probar esta experiencia. Es alucinante la tremenda excitación que se siente y la mefedrona además te da insomnio y más energía de lo normal, por lo que puedes estar varios días practicando sexo sin parar», afirma eufórico.
Cada gramo que pilla le da para cinco dosis que se mete vía oral o esnifada. «Últimamente también hay gente que se inyecta mefedrona por vía intravenosa durante las relaciones sexuales, mezclado además con viagra, y eso es más peligroso», cuenta Miguel Ángel, refiriéndose a las fiestas slamming, una moda que llega de Inglaterra y que Apoyo Positivo, una asociación dedicada a ayudar a los enfermos de sida, alerta del peligro de estas fiestas a la hora de contraer enfermedades de transmisión sexual. «Hace un año y medio notamos que se empezaron a disparar los casos de VIH relacionados con el consumo de alguna sustancia antes del sexo», cuenta Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo. «La cultura del chemsex se ha ido instalando en grandes ciudades como Madrid y tiene un doble peligro: la práctica sexual sin protección y el uso de drogas como la mefedrona que son muy adictivas y se conoce poco de su efecto a largo plazo».
Las entidades que trabajan para la prevención del VIH llevan un tiempo denunciando estas prácticas de riesgo. «Nos hemos encontrado casos de paranoia, pérdida de memoria y psicosis. Hay dos perfiles de consumidores de estas fiestas. Chicos de 18 a 25 años que están empezando a salir por Chueca y otro grupo de hasta 40 años que llevan ya bastante tiempo consumiendo», explica Jorge.
En los últimos años ha habido una explosión de nuevas drogas sintéticas en el mercado. Algunas como la mefedrona o la flakka -que se dio a conocer en Magaluf este verano- forman parte de las catinonas, una familia de sustancias estimulantes que proceden de la planta del Khat, un arbusto natural de Etiopía que su hoja se usaba tradicionalmente para mascarla al final del día y quitar la fatiga. Pero debido a las guerras y al desempleo, muchos consumidores la utilizan durante todo el día.
Aquí, en Madrid, estas drogas han cambiado la percepción de fiesta de muchos hombres. Ya no vale salir a una discoteca y al cerrar irse a casa a descansar. Ahora la oferta de las chemsex está de moda. Drogas estimulantes y sexo.
A esto lo llaman chemsex, un término cada vez más conocido en el colectivo gay. Son fiestas en pisos privados donde varios hombres se reúnen para consumir drogas y mantener relaciones sexuales. En Madrid cada vez son más famosas y la mefedrona, una droga sintética en forma de polvo blanco cristalizado, es la anfitriona más solicitada. Aunque a Miguel Ángel le gusta llamarla «comida para cactus». A este informático de 31 años no le importa dar su nombre, pero no quiere que le hagamos ninguna foto. «Llevo dos días sin dormir y no tengo la mejor cara», dice. Tiene las pupilas dilatas, las manos sudorosas y está eufórico. Cada mes y medio hace una compra en internet de 10 gramos de mefedrona por 100 euros, que luego reparte entre sus amigos. Aunque en 2011 esta droga se declaró ilegal en España, se puede encontrar como fertilizante en varias páginas web. También se puede comprar en la calle, a un precio más barato que la cocaína o el éxtasis.
El camello que vende mefedrona y metanfetaminas en una de las estrechas callejuelas del barrio de Chueca nos confirma que cada vez tiene más clientes que le compran para este tipo de fiestas. También lo atestiguan las organizaciones de ayuda a la drogodependencia. «En los últimos años hemos notado un aumento de la mefedrona en las calles. La fiscalización del 2011 no fue muy eficiente para retirarla del mercado. Es una sustancia muy buscada para las fiestas sexuales porque te facilita la práctica del sexo más extremo durante más tiempo y con más de una persona», afirma Núria Calzada, coordinadora de Energy Control, un proyecto de reducción de riesgos en el consumo de drogas de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). En su laboratorio en el barrio de Tetuán analizan las drogas que les entregan los consumidores que quieren saber lo que se están metiendo. «Nos hemos encontrado la mefedrona adulterada en éxtasis y cocaína. Se puede esnifar o tomar por vía oral. Tiene efectos estimulantes como la cocaína y otros empatógenos y emocionales del MDMA. Es muy adictiva», explica Núria.
Circuitos sexuales
Miguel Ángel lleva un año organizando las chemsex con mefedrona. Su casa forma parte de los circuitos sexuales que se organizan una vez a la semana por varias viviendas desde Chueca hasta La Latina. La herramienta más usada para buscar gente es el Grindr, la aplicación móvil enfocada a la comunidad gay masculina con más de siete millones de usuarios. «Al mes nos pegamos una o dos chemsex. Cada vez veo a más hombres que quieren probar esta experiencia. Es alucinante la tremenda excitación que se siente y la mefedrona además te da insomnio y más energía de lo normal, por lo que puedes estar varios días practicando sexo sin parar», afirma eufórico.
Cada gramo que pilla le da para cinco dosis que se mete vía oral o esnifada. «Últimamente también hay gente que se inyecta mefedrona por vía intravenosa durante las relaciones sexuales, mezclado además con viagra, y eso es más peligroso», cuenta Miguel Ángel, refiriéndose a las fiestas slamming, una moda que llega de Inglaterra y que Apoyo Positivo, una asociación dedicada a ayudar a los enfermos de sida, alerta del peligro de estas fiestas a la hora de contraer enfermedades de transmisión sexual. «Hace un año y medio notamos que se empezaron a disparar los casos de VIH relacionados con el consumo de alguna sustancia antes del sexo», cuenta Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo. «La cultura del chemsex se ha ido instalando en grandes ciudades como Madrid y tiene un doble peligro: la práctica sexual sin protección y el uso de drogas como la mefedrona que son muy adictivas y se conoce poco de su efecto a largo plazo».
Las entidades que trabajan para la prevención del VIH llevan un tiempo denunciando estas prácticas de riesgo. «Nos hemos encontrado casos de paranoia, pérdida de memoria y psicosis. Hay dos perfiles de consumidores de estas fiestas. Chicos de 18 a 25 años que están empezando a salir por Chueca y otro grupo de hasta 40 años que llevan ya bastante tiempo consumiendo», explica Jorge.
En los últimos años ha habido una explosión de nuevas drogas sintéticas en el mercado. Algunas como la mefedrona o la flakka -que se dio a conocer en Magaluf este verano- forman parte de las catinonas, una familia de sustancias estimulantes que proceden de la planta del Khat, un arbusto natural de Etiopía que su hoja se usaba tradicionalmente para mascarla al final del día y quitar la fatiga. Pero debido a las guerras y al desempleo, muchos consumidores la utilizan durante todo el día.
Aquí, en Madrid, estas drogas han cambiado la percepción de fiesta de muchos hombres. Ya no vale salir a una discoteca y al cerrar irse a casa a descansar. Ahora la oferta de las chemsex está de moda. Drogas estimulantes y sexo.
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