martes, 7 de junio de 2016

#hemeroteca #testimonios | Omar Sharif Jr.: "Los gays en Egipto viven con miedo"

Imagen: El Mundo / Omar Sharif Jr.
Omar Sharif Jr.: "Los gays en Egipto viven con miedo".
"La Primavera Árabe no ha fracasado, es sólo que no estábamos preparados. Hubo cambios positivos: hacer oír nuestra voz"
Rosa Meneses | El Mundo, 2016-06-07
http://www.elmundo.es/internacional/2016/06/07/5755a126468aeb1b1d8b466c.html

Ha heredado la belleza, la elegancia, el carisma y el nombre de su abuelo, el aclamado actor Omar Sharif. Y su pasión por la escena. Actor y modelo, Omar Sharif Jr. es sencillo, humano, cercano y se confiesa amante de España, donde rodará película próximamente. Pero esta no es una entrevista para hablar de cine, sino de su activismo. Sharif participó recientemente en el Oslo Freedom Forum (Foro de las Libertades de Oslo) porque es un defensor de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (que se designan a sí mismos con las siglas LGBT).

En 2012 reveló que era gay y las reacciones contra él le obligaron a abandonar Egipto para exiliarse en Estados Unidos. Su pasaporte egipcio fue revocado durante el régimen de los Hermanos Musulmanes, con Mohamed Mursi como presidente. Y después de la caída de los islamistas, la llegada del mariscal Al Sisi no ha hecho sino aumentar la represión contra los homosexuales en el país de los faraones, lo que hace imposible que Sharif pueda poner fin a su exilio. Pero eso no impide que este joven de 32 años sea lo suficientemente optimista como para tener la visión de un mundo mejor y usar la cultura y los medios para promover sociedades libres y abiertas en Oriente Próximo, como expresa en esta entrevista con El Mundo.

¿Por qué decidió ser activista por los derechos de la comunidad LGBT?

Porque soy una persona conocida gracias a que la mía es la familia favorita de Egipto y decidí usar esa plataforma para hablar sobre ello. Cuando llegó el cambio social, me di cuenta de que tenía una voz y decidí utilizarla. Fue una cuestión de responsabilidad. No era una cuestión de hablar de cosas que me preocupaba a mí, sino a todos los egipcios. Por ejemplo, mi abuela [la gran actriz egipcia Faten Hamama] era muy sensible a los derechos de las mujeres; a mi abuelo le preocupaban las minorías religiosas; y a mí, los problemas de los gays. Entonces nos encontramos en el proceso de definir una nueva constitución, una que incluyera a todos los grupos, así que hablé de mi realidad. Pero nunca esperé que tuviera reacciones tan negativas. Mi mensaje era positivo, optimista, el de un Egipto en el que todos estuviéramos incluidos. Pero desafortunadamente, no fue tomado así. Me convertí en activista de forma accidental.

Ahora que ya no gobierna el partido islamista de los Hermanos Musulmanes, ¿puede volver a su país?

No creo que hoy lo tenga prohibido. Durante el gobierno de los Hermanos Musulmanes, no lo permitieron. Cuando fueron los funerales de mi abuelo [en julio de 2015] no me atreví a volver, porque mucha gente de mi entorno había sido detenida acusadas de "incitar al libertinaje", que es como tratan de criminalizar a la comunidad LGBT. Así que, habiendo visibilizado los derechos LGBT, temí que me acusaran de "incitar al libertinaje" y pensé que no valía la pena ponerme en riesgo.

En 2011, un movimiento social consiguió derrocar la dictadura de Hosni Mubarak, pero el camino de la transición se torció poco después, con un retroceso de las libertades primero con los Hermanos Musulmanes y luego, tras el golpe de 2014 en el que Al Sisi derrocó a Mursi, en el que se ha revertido la 'revolución'. ¿Piensa que la Primavera Árabe ha fracasado?

No ha fracasado. Sólo es que no estábamos preparados. Nadie vio llegar la Primavera Árabe. Los procesos democráticos suelen durar siglos; sería simple pensar que íbamos a lograr un cambio así de la noche a la mañana. Yo creo que no estábamos preparados, pero que fue un ejercicio de aprendizaje. No lo llamaría un fracaso, porque se aprende de las experiencias. Y aun así, llegaron buenas cosas a partir de ahí: socialmente, se dio voz a millones de personas que vieron que tenían algo que decir y se dio auge a una nueva manera de hacer política para toda una nueva generación. Fue un nuevo modo de hacer oír nuestra voz, la de gente silenciada y represaliada y que ahora es parte de la comunidad global.

¿Hay algún cambio positivo que perdure desde aquella explosión social?

Sí, veo muchos cambios políticos y sociales pero sobre todo en el nivel individual. Por ejemplo, en la comunidad LGBT, los jóvenes no tenían visibilidad y ahora pueden vivir de forma más abierta y auténtica y que los medios les reflejan de forma positiva. Creo que es importante que las personas tengan modelos a seguir en los que se vean reflejados y que les ayuden a pensar que no están solos, que no son diferentes y que hay una comunidad ahí fuera que les apoya.

¿Qué dificultades atraviesa día a día la comunidad LGBT en Egipto?

Llevo tres años fuera de Egipto, pero mis amigos me cuentan cuál es la situación. Viven con miedo, asustados de mostrarse como son de forma abierta, siempre mirando por detrás de su hombro, temiendo que en cuanto salgan, su casa puede ser registrada, o que ellos pueden ser agredidos por la policía, detenidos y encarcelados. Algunos de mis amigos han sido detenidos, lo cual es terrible. En prisión sufren violencia y exámenes médicos invasivos de su intimidad [se refiere a exámenes anales] No sólo los condenan por crímenes que no son tales, sino que su reputación queda destruida socialmente.

En otros países árabes, como en Túnez, los jóvenes gays también se enfrentan a esto. ¿Influye en ello la religión?

Yo no culparía a la religión. Creo de verdad que hay demasiados problemas sociales y se usa a la comunidad LGBT como cabeza de turco, para desviar los problemas reales de la sociedad. Es fácil para los políticos y los líderes desviar esos problemas hacia "cuestiones morales". No sé si es cuestión de religión, pero sí tiene que ver con el fanatismo del rechazo social.

Hablamos de Egipto, pero la situación global de la comunidad LGBT no es ideal en ningún lugar del mundo. Incluso en países donde no se les persigue sigue habiendo discriminación, rechazo social... ¿Qué se debería hacer globalmente para mejorar sus derechos?

En EEUU, donde vivo, cuando me preguntan cómo es ser gay en Egipto, en Irak o en la India, les digo que ser negro en Mississippi o Alabama no es mucho mejor. Que tienen los mismos problemas. Lo que necesitamos hacer es dejar de centrarnos en la igualdad. Pienso que hemos invertido demasiada energía y recursos en luchar por conseguir la igualdad legal, que al final, es una protección, pero no da la igualdad total. Lo que hay que conseguir es la aceptación. Se pueden hacer leyes, mandatos constitucionales, pero al final lo importante es que todos aceptemos unos a otros. Creo que debemos abrir corazones y mentes compartiendo nuestras historias. El nivel de aceptación de la comunidad LGBT ha subido en los últimos años. Una razón es que todo el mundo conoce a alguien que es gay. Otra, por los medios, que han hecho mucho: dejar que nos presentemos a nosotros mismos, que nos conozcan, mostrar que no somos números ni estadísticas, sino seres humanos, hermanos, vecinos, compañeros de trabajo... Y los medios amplifican esta visión. En EEUU, todo va más rápido, porque tienen una experiencia de 30 años trabajando por conseguir que la gente sepa quiénes somos, que estamos entre ellos. En Oriente Próximo es más difícil y peligroso salir a la luz. Así que el proceso llevará mucho tiempo.

¿Qué le aconsejaría a los jóvenes que luchan por su identidad?

Primero, que se mantengan seguros. Que no hagan nada que les ponga en peligro. Segundo, que no se presten atención a la conversación a su alrededor, sino que se centren en su conversación interior, sobre lo que ocurre en sus corazones y en sus mentes. Que sean abiertos y auténticos para ellos mismos, no para otros.

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