Imagen: Diario de Fuerteventura / Natalia y Daniel |
Eloy Vera | Diario de Fuerteventura, 2016-11-16
http://diariodefuerteventura.es/noticia/natalia-la-bloguera-que-ayuda-padres-y-madres-de-ni%C3%B1os-transexuales
Natalia Medina se sentó un día detrás del ordenador y decidió abrir un blog. Su intención no era convertirse en una bloguera que marcara tendencias ni empezar a sumar seguidores. La finalidad era dar a conocer su historia y la de su hijo Daniel, un niño transexual de 10 años de edad. El objetivo: “ayudar a otras familias a no verse tan perdidas como me vi cuando me dijeron que mi hijo era transexual”.
La historia del blog “A mi querido Daniel” comenzó en septiembre de este año. La de Natalia y Daniel hace algo más de diez años, justo en el momento en el que ella se enteró de que estaba embarazada de su segundo hijo. El embarazo fue, desde el principio, distinto al de su hija Irene. “Sentía que era un niño, pero el ginecólogo me dijo, finalmente, que no”, recuerda.
El 30 de enero de 2006 nació una niña, pero siempre fue un niño. Natalia explica cómo al principio todo iba bien hasta que “empezó a crecer y hablar y veo que no era feliz”. El pequeño era hiperactivo, vivía malhumorado y lloraba por cualquier motivo. La situación terminaría desbordando a Natalia, que llegó a recurrir a ayuda psicológica cansada de plantearse si “era una mala madre”.
Con tres años Daniel acudió a una fiesta en el colegio con el traje típico masculino canario. Días antes, le había dicho a su madre “que quería uno como el de papi”. Natalia se lo compró y, a partir de ahí, el pequeño empezó a vestirse con prendas masculinas, algo que llegaría a generar comentarios en su entorno. Ella hizo oídos sordos y solo quería ver feliz a un hijo que cuando le crecía el pelo no dudaba en coger unas tijeras y hacerse el corte que realmente deseaba.
En una ocasión, Daniel viajó una semana a Gran Canaria para ver a su abuela. Durante su estancia el niño acudió, junto a su abuela, a una boda con un vestido. Poco después, Natalia vio la foto y no tardó en preguntarle el motivo por el que había decidido ponerse esa ropa. La contestación fue: “para hacer feliz a abuela”.
Un día Natalia llegó a su puesto de trabajo. Allí, su sobrina Cahora la llamó a su mesa para mostrarle en Internet el documental emitido la noche antes en televisión y donde varias mujeres contaban su experiencia como madres de hijos transexuales.
Natalia se envalentonó y decidió llamar al teléfono que aparecía en pantalla. Al otro lado, se oyó un “hola”. Ella no pudo seguir hablando y fue su sobrina quien terminaría contando la historia a los miembros de la Asociación de Familias con Menores Transexuales Chrysallis.
Al principio, Natalia creía que se iba a volver loca. “No sabía realmente lo que era la transexualidad. Lo asocias a lo que hasta ahora conoces y no puedes creer que un niño de ocho años lo sea”, explica.
Tras el impacto inicial, esta madre empezó a sacar coraje y comenzó a buscar información, leer libros sobre la transexualidad, ver documentales sobre el tema y a marchas forzadas incorporar a su léxico términos como sexo sentido, sexo registral o disforia de género, que es el término médico para designar la transexualidad de su hijo. Sin darse cuenta había iniciado un máster en la materia.
El 20 de noviembre de 2014 Natalia mantuvo una conversación con Daniel. Tal vez, el nerviosismo de aquel día le impida recordar hoy de qué se habló exactamente aquella fecha en la que su hijo decidió llamarse Daniel. Dos días después, el niño aprovechó una reunión familiar para decir a los asistentes “hasta hoy me han conocido como Isabel. A partir de ahora me gustaría que me llamaran Daniel”, recuerda su madre.
Daniel celebró el 30 de enero su noveno cumpleaños. Ese día fue especial para el pequeño que no paró de recibir regalos. Entre ellos, uno muy especial. Dos amigos le obsequiaron con una camisa del Real Madrid con el número 9 impreso en su espalda y donde también se podía leer el nombre de Daniel.
La primera batalla estaba ganada. A partir de ahí, Natalia y su hijo inician una carrera de fondo cuya meta es que Daniel tenga los mismos derechos que cualquier niño de su edad. En la carrera les acompaña la Asociación Chrysallis, en su delegación canaria y su presidenta Eva Pascual, madre de un niño transexual y una de las activistas más importantes de esta organización que en el archipiélago aglutina a unas 30 familias, tres de ellas majoreras, asesora a otras 30 y atiende como mínimo a una nueva familia cada semana.
Eva Pascual explica desde Gran Canaria el trabajo de esta organización creada en el archipiélago en junio de 2015. “Prestamos asesoramiento y acompañamiento a familias, colegios, centros sanitarios…en definitiva a todos aquellos que nos lo solicitan y están vinculados al entorno de los menores. Debemos ser su primer abrazo”.
El 5 de mayo de 2015 entró en vigor en las islas la Ley 8/2014 de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales. Canarias fue después de Cataluña y Andalucía la tercera comunidad autónoma en aprobar esta ley, gracias al esfuerzo, en gran parte, de los colectivos LGTBI.
Sin embargo, en ella se sigue reconociendo como una patología mental la transexualidad. Chrysallis Canarias, junto a otras asociaciones LGTBI, trabaja para despatologizar la transexualidad y que no sean unos informes médicos los que verifiquen si una persona es o no transexual.
La lucha personal de Eva Pascual, junto al equipo humano de Tarjeta Sanitaria en Las Palmas, ha permitido que, en la actualidad, todos los niños transexuales de Canarias tengan una nueva tarjeta sanitaria con el nombre sentido por el menor y que evita, entre otras cuestiones, la humillación que supone para el pequeño que el pediatra lo llame a consulta por su nombre anterior.
Cómo evitar "microviolencias diarias"
Otra de las luchas que ha iniciado Chrysallis es que aparezca el nombre sentido por el menor en su Documento Nacional de Identidad. La Ley de Identidad de Género, aprobada en 2007, no reconoce a los niños transexuales y solo permite el cambio de nombre en el DNI a las personas transexuales mayores de 18 y que lleven dos años hormonándose.
Eva lamenta esta situación, ya que supone “un sinfín de microviolencias diarias a nuestros menores”, pero se niega a tirar la toalla. El esfuerzo del secretario estatal de la asociación, Javier Maldonado, un padre y profesor universitario de Derecho, ha permitido a más de 50 menores, algunos desde los cuatro años, modificar su nombre sentido en el DNI. Este especialista en abogacía ha buscado el resquicio legal para pedir que se cambie el nombre por uso habitual y causa justa de estos menores en los registros civiles españoles.
Natalia trabaja desde hace algún tiempo para conseguir que Daniel también pueda sustituir su nombre en el DNI. Ha tenido que presentar informes del colegio, médicos y del fiscal. La última decisión la tendrá el juez. Ese día será muy importante para ella y su familia “más que nada porque no tendrás que dar más explicaciones a nadie”, argumenta.
Daniel es hoy un niño feliz, un gran conversador que no para de lanzar frases cargadas de madurez y reflexión y que sueña con hacer la Primera Comunión el próximo año. Quizá se convierta en el primer menor transexual de Canarias en hacer la Primera Comunión acorde a su sexo sentido.
A su madre aún le quedan dos objetivos por ver cumplidos. El primero es que su hijo se coma las uvas este 31 de diciembre con su nuevo DNI. El otro que Daniel crezca y “sea lo más feliz posible en este mundo”. Mientras tanto, el blog “Mi querido Daniel” en www.nataliamedinaartiles.es suma ya más de 6.900 entradas.
La historia del blog “A mi querido Daniel” comenzó en septiembre de este año. La de Natalia y Daniel hace algo más de diez años, justo en el momento en el que ella se enteró de que estaba embarazada de su segundo hijo. El embarazo fue, desde el principio, distinto al de su hija Irene. “Sentía que era un niño, pero el ginecólogo me dijo, finalmente, que no”, recuerda.
El 30 de enero de 2006 nació una niña, pero siempre fue un niño. Natalia explica cómo al principio todo iba bien hasta que “empezó a crecer y hablar y veo que no era feliz”. El pequeño era hiperactivo, vivía malhumorado y lloraba por cualquier motivo. La situación terminaría desbordando a Natalia, que llegó a recurrir a ayuda psicológica cansada de plantearse si “era una mala madre”.
Con tres años Daniel acudió a una fiesta en el colegio con el traje típico masculino canario. Días antes, le había dicho a su madre “que quería uno como el de papi”. Natalia se lo compró y, a partir de ahí, el pequeño empezó a vestirse con prendas masculinas, algo que llegaría a generar comentarios en su entorno. Ella hizo oídos sordos y solo quería ver feliz a un hijo que cuando le crecía el pelo no dudaba en coger unas tijeras y hacerse el corte que realmente deseaba.
En una ocasión, Daniel viajó una semana a Gran Canaria para ver a su abuela. Durante su estancia el niño acudió, junto a su abuela, a una boda con un vestido. Poco después, Natalia vio la foto y no tardó en preguntarle el motivo por el que había decidido ponerse esa ropa. La contestación fue: “para hacer feliz a abuela”.
Un día Natalia llegó a su puesto de trabajo. Allí, su sobrina Cahora la llamó a su mesa para mostrarle en Internet el documental emitido la noche antes en televisión y donde varias mujeres contaban su experiencia como madres de hijos transexuales.
Natalia se envalentonó y decidió llamar al teléfono que aparecía en pantalla. Al otro lado, se oyó un “hola”. Ella no pudo seguir hablando y fue su sobrina quien terminaría contando la historia a los miembros de la Asociación de Familias con Menores Transexuales Chrysallis.
Al principio, Natalia creía que se iba a volver loca. “No sabía realmente lo que era la transexualidad. Lo asocias a lo que hasta ahora conoces y no puedes creer que un niño de ocho años lo sea”, explica.
Tras el impacto inicial, esta madre empezó a sacar coraje y comenzó a buscar información, leer libros sobre la transexualidad, ver documentales sobre el tema y a marchas forzadas incorporar a su léxico términos como sexo sentido, sexo registral o disforia de género, que es el término médico para designar la transexualidad de su hijo. Sin darse cuenta había iniciado un máster en la materia.
El 20 de noviembre de 2014 Natalia mantuvo una conversación con Daniel. Tal vez, el nerviosismo de aquel día le impida recordar hoy de qué se habló exactamente aquella fecha en la que su hijo decidió llamarse Daniel. Dos días después, el niño aprovechó una reunión familiar para decir a los asistentes “hasta hoy me han conocido como Isabel. A partir de ahora me gustaría que me llamaran Daniel”, recuerda su madre.
Daniel celebró el 30 de enero su noveno cumpleaños. Ese día fue especial para el pequeño que no paró de recibir regalos. Entre ellos, uno muy especial. Dos amigos le obsequiaron con una camisa del Real Madrid con el número 9 impreso en su espalda y donde también se podía leer el nombre de Daniel.
La primera batalla estaba ganada. A partir de ahí, Natalia y su hijo inician una carrera de fondo cuya meta es que Daniel tenga los mismos derechos que cualquier niño de su edad. En la carrera les acompaña la Asociación Chrysallis, en su delegación canaria y su presidenta Eva Pascual, madre de un niño transexual y una de las activistas más importantes de esta organización que en el archipiélago aglutina a unas 30 familias, tres de ellas majoreras, asesora a otras 30 y atiende como mínimo a una nueva familia cada semana.
Eva Pascual explica desde Gran Canaria el trabajo de esta organización creada en el archipiélago en junio de 2015. “Prestamos asesoramiento y acompañamiento a familias, colegios, centros sanitarios…en definitiva a todos aquellos que nos lo solicitan y están vinculados al entorno de los menores. Debemos ser su primer abrazo”.
El 5 de mayo de 2015 entró en vigor en las islas la Ley 8/2014 de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales. Canarias fue después de Cataluña y Andalucía la tercera comunidad autónoma en aprobar esta ley, gracias al esfuerzo, en gran parte, de los colectivos LGTBI.
Sin embargo, en ella se sigue reconociendo como una patología mental la transexualidad. Chrysallis Canarias, junto a otras asociaciones LGTBI, trabaja para despatologizar la transexualidad y que no sean unos informes médicos los que verifiquen si una persona es o no transexual.
La lucha personal de Eva Pascual, junto al equipo humano de Tarjeta Sanitaria en Las Palmas, ha permitido que, en la actualidad, todos los niños transexuales de Canarias tengan una nueva tarjeta sanitaria con el nombre sentido por el menor y que evita, entre otras cuestiones, la humillación que supone para el pequeño que el pediatra lo llame a consulta por su nombre anterior.
Cómo evitar "microviolencias diarias"
Otra de las luchas que ha iniciado Chrysallis es que aparezca el nombre sentido por el menor en su Documento Nacional de Identidad. La Ley de Identidad de Género, aprobada en 2007, no reconoce a los niños transexuales y solo permite el cambio de nombre en el DNI a las personas transexuales mayores de 18 y que lleven dos años hormonándose.
Eva lamenta esta situación, ya que supone “un sinfín de microviolencias diarias a nuestros menores”, pero se niega a tirar la toalla. El esfuerzo del secretario estatal de la asociación, Javier Maldonado, un padre y profesor universitario de Derecho, ha permitido a más de 50 menores, algunos desde los cuatro años, modificar su nombre sentido en el DNI. Este especialista en abogacía ha buscado el resquicio legal para pedir que se cambie el nombre por uso habitual y causa justa de estos menores en los registros civiles españoles.
Natalia trabaja desde hace algún tiempo para conseguir que Daniel también pueda sustituir su nombre en el DNI. Ha tenido que presentar informes del colegio, médicos y del fiscal. La última decisión la tendrá el juez. Ese día será muy importante para ella y su familia “más que nada porque no tendrás que dar más explicaciones a nadie”, argumenta.
Daniel es hoy un niño feliz, un gran conversador que no para de lanzar frases cargadas de madurez y reflexión y que sueña con hacer la Primera Comunión el próximo año. Quizá se convierta en el primer menor transexual de Canarias en hacer la Primera Comunión acorde a su sexo sentido.
A su madre aún le quedan dos objetivos por ver cumplidos. El primero es que su hijo se coma las uvas este 31 de diciembre con su nuevo DNI. El otro que Daniel crezca y “sea lo más feliz posible en este mundo”. Mientras tanto, el blog “Mi querido Daniel” en www.nataliamedinaartiles.es suma ya más de 6.900 entradas.
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