miércoles, 13 de junio de 2018

#hemeroteca #trans | Sin miedo ni reglas: la generación de niños, niñas y niñes trans que cambiará el mundo

Imagen: El País / Furia Trans. Fotografía de Gorka Postigo
Sin miedo ni reglas: la generación de niños, niñas y niñes trans que cambiará el mundo.
El fotógrafo Gorka Postigo y la galerista Topacio Fresh unen sus fuerzas en el proyecto PRESENTE-FUTURO, una nueva realidad de identidades de género tan amplia que el lenguaje que conocíamos se queda antiguo.
Guillermo Alonso | Icon, El País, 2018-06-13
https://elpais.com/elpais/2018/06/13/icon/1528885117_121743.html

Era diciembre de 1975, Topacio Fresh tenía dos años y en su casa materna de Rosario (Argentina) su abuela decidió vestirla para una foto con una camiseta de tiras con florecitas y una especie de tutú. Cuando su madre llegó y vio la escena, supo que iba a haber problemas si su padre se la encontraba así. Topacio no podía estar vestida como una niña porque en aquel momento, por las circunstancias sociales, simplemente no podía ser una niña. “Mi familia no se ponía de acuerdo en que yo con tres años me vistiera de mujer. La que sí estaba de acuerdo eran mi mamá y mi abuela. Bajo ese momento de machismo y de una sociedad tan imperativa con el hombre, cuando mi padre llegaba revolucionaba la casa, a mí me sacaban toda la ropa de mujer y me ponían una camiseta de la selección argentina y me mandaban a jugar con una pelota”.

Todo esto lo recuerda hoy en la entrada de su galería del Barrio de Salamanca en Madrid. Allí, esa imagen congelada en el tiempo, la única de su infancia en la que se siente representada, da la bienvenida a los visitantes junto a otra de June, la sobrina pequeña del fotógrafo Gorka Postigo, tomada durante unas vacaciones en Formentera. Las dos fotos, mano a mano, dan idea de dos infancias completamente diferentes: la feliz y la oscura, la representada y la oculta, la normal y la reprimida. Fue ese choque de dos imágenes publicadas de forma fortuita y coincidente en las respectivas cuentas de Instagram de cada uno hace ya tres años lo que dio pie al proyecto PRESENTE-FUTURO, una exposición que se inaugura mañana y, lejos de quedarse en eso, tiene visos de ser un proyecto creciente que tal vez acabará en un libro.

PRESENTE-FUTURO surgió de esa chispa inicial y se extendió gracias a las redes sociales y las asociaciones de familias de menores transexuales que hay en España, como Chrysallis o Transexualia. Así fueron apareciendo todas las grandes historias que recopila este proyecto. Topacio y Gorka recorren la galería observando cada imagen con orgullo. Están impresas como si fuesen carteles publicitarios y pegadas con cola sobre las paredes. “La idea es presentarlos como estrellas del pop, como referentes, de forma desprejuiciada, sin una mirada pretendidamente problemática ni marginal”, explica Postigo. “Mira a Ariel”, explica señalando la imagen de una niña en un pueblo andaluz el día de su comunión. “Es una niña gitana. Este es el día de su comunión, en Cádiz”. “Ariel ha sufrido una doble discriminación por su etnia y su condición de niña transexual”, añade Topacio. “Sin embargo, sus padres la apoyaron siempre y están encantados. Hay padres para los que prevalece el amor, el cariño y el respeto sobre la carga de la sociedad”.

“Lo que más me ha impresionado es que los que tienen que hacer el tránsito más complicado son los padres”, cuenta Gorka. “A los niños, si realmente les dejan ser lo que son, no les supone ningún problema a una edad tan temprana. Tú los ves en su hábitat, con sus amigos, y son niños. Tú ves todas estas imágenes y ves niños. Nada te llama la atención. La única particularidad, que es algo que sabes por el contexto de la exposición, es que han nacido con una genitalidad que no les corresponde”.

Cuando le pregunto a María José –de 48 años, madre de Amy, de 13, y presidenta de Chrysallis Andalucía–, si ella sintió que tenía que pasar un proceso más duro que el de su hija, lo confirma. “En cierta manera lo sentí así. Yo partía de unos conceptos que se almacenaban en la típica mochila que toda persona suele tener: por un lado, una enorme ignorancia sobre qué es la transexualidad y, por otro lado, conceptos impregnados por los estereotipos que la misma sociedad me había ido inculcando. Tuve que dejar esa carga a un lado y colgarme otra mochila que había que ir rellenando. Lo que más me ayudó fue contactar con otras familias que estaban como yo viviendo esa realidad. Amy sí que lo vivió de una forma más natural. Era lógico. Yo simplemente tuve que escucharla y acompañarla, ofreciéndole mi apoyo por encima de todo con el único fin de verla feliz”.

Durante mis preguntas con María José, me corrige amablemente algunos términos. Por ejemplo, prefiere cambiar los pronombres “los” por el más genérico “quienes”, y el vocablo “niños” por otros tres: “niños, niñas y niñes”. Da la sensación de que la sociedad camina hacia un lugar en el que el lenguaje y sus pronombres que conocíamos se quedan ya antiguos. “¡Niñes!”, señala Topacio. “Hay que tener mucho cuidado con el nuevo diálogo. El diálogo de género, inclusivo, como quieras llamarlo. Muchos de estos jóvenes utilizan los tres géneros: niño, niña y niñe. Muchos de ellos se identifican así. Y muchos padres de esta generación, que no de la mía, llaman niñes a sus hijos. Es parte de la identidad. Se trata de que nadie se sienta excluido. La sociedad aún está aprendiendo. Y es importantísimo hacerlo, porque lo opuesto a este lenguaje es el silencio, las malas palabras, la opresión, las vidas truncadas”.

“En casa usamos la palabra transexual a diario”, señala María José. “Recuerdo momentos tristes cada vez que tocaba dar el tema de la reproducción humana en el colegio. Hoy en día nos sigue entristeciendo que en las aulas no se aborde su realidad, los libros de texto son excluyentes, no reflejan la existencia de las personas trans, ni la de otras realidades minoritarias, nuestras hijas, hijes e hijos son invisibles en el sistema educativo”. Labores como la de María José en la asociación Chrysallis, un grupo cada vez más numeroso de personas implicadas de manera directa con la transexualidad infantil y adolescente en toda España, consiguen revertir esta situación poco a poco. Recuerda con ternura, por ejemplo, el primer día de Amy en el colegio llevando el uniforme que correspondía a su sexo sentido. “Sus compañeros y compañeras le hicieron el pasillo y aplaudieron su entrada”.

Gorka y Topacio recuerdan otros casos señalando las imágenes que lucen en las paredes de la Fresh Gallery. “Este es Álex”, explica él señalando la imagen de un atractivo chico de 19 años, con barba de dos días y un pendiente en la nariz. “Empecé a fotografiarlo en 2015. Es con quien llevo más tiempo trabajando”. Alex conoció a Topacio después de que éste fuese a dar una charla a un instituto de Rivas Vaciamadrid, uno que tiene premios europeos por su educación inclusiva. Él estaba en primera fila para escucharla y ahí comenzaron una amistad por redes sociales.

“Esta otra de aquí es una activista que se tiene un colectivo que se llama Furia Trans. En Instagram se llama Fuck Gender Roles ("A tomar por **** los roles de género") y hace un activismo increíble a sus 17 años”, explica Gorka. Topacio explica: “Ella está a favor del género, es una mujer de género pero no quiere adecuar su cuerpo al de una mujer. No cree necesitar la adecuación genital o física para sentirse una mujer. Su activismo tiene que ver con defender el género desde el cerebro, no desde la representación física”. O sea, para los lectores que puedan sentirse confundidos: esta chica nació con una genitalidad que no coincidía con su identidad de género. Y pese a haber transicionado, no ha considerado necesarios atributos clásicamente femeninos (pechos, una melena larga o faldas) para construir su identidad femenina.

Un caso exactamente contrario al que vemos dos fotos más allá, en la pared contigua, donde nos saluda la imagen de un chico sin camiseta con las cicatrices aún visibles de una mastectomía. “Si este niño pensase igual que la niña de la imagen anterior, no tendría por qué operarse para sentirse mujer”, explica Topacio. “Pero son dos formas distintas de verlo y de sentirlo. Para muchas personas transexuales, las cicatrices también forman parte de nuestra construcción física”. En otra foto, una pareja se abraza, los dos tirados en la hierba. “Son una pareja trans. Se conocieron trabajando en un Primark y los dos han transicionado”.

Terminamos la visita en la última estancia de la galería. Gorka se acerca a una imagen que aún no está pegada a la pared. “Esta niña vino con su padre y me explicó que había hecho el tránsito hacía cinco meses. Es una niña de su edad, muy inquieta y activa, superalegre, pero el padre me enseñó fotos de ella antes del tránsito y era otra persona. Tímida, sin hablar, sin relacionarse con nadie... El mismo día en que empezaron a llamarla por el nombre que ella quería, tanto su familia como sus compañeros de clase la recibieron con un aplauso y una carta de bienvenida. Cambió radicalmente y se convirtió en una niña de su edad”.

“Yo me siento un vehículo de este proyecto”, finaliza Postigo. “Además, he trabajado de una manera muy diferente, sin un equipo grande y aparatoso, sin expectativas de espectacularidad. Aquí no ha habido presión en ese sentido. Lo importante, más que la imagen, era la historia que había detrás. El fin no es la foto, sino contar esas historias. El fin es que sus protagonistas se sientan apoyados y valorados. Que sepan que no están solos”.

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