Imagen: Cadena SER |
Son las Auxiliares de Ayuda a Domicilio, atienden a personas mayores en situación de dependencia y siguen haciéndolo durante esta pandemia. "Sin que nadie nos aplauda, lamenta Yolanda, y salimos ahí todos los días, hacemos un trabajo muy necesario y con menos medios, por no decir con ninguno".
Sonia Ballesteros | Cadena SER, 2020-05-01
https://cadenaser.com/programa/2020/05/01/la_ventana/1588346843_858466.html
Las auxiliares de ayuda domicilio visitan a diario dos, tres y hasta cuatro casas distintas donde atienden a personas mayores, algunos de ellos grandes dependientes y casi todos, por no decir todos, con problemas de salud. Estas mujeres se ocupan de limpiar la vivienda y la higiene personal de estas personas, en estos tiempos de confinamiento se han convertido también para muchos en el único vínculo con el exterior, la única visita que reciben estos mayores. En estas circunstancias, son ellas también las que se encargan de hacerles la compra, ir a la farmacia o controlar que toman la medicación.
Yolanda trabajaba habitualmente hasta en cinco domicilios diferentes, ahora, con los servicios mínimos establecidos por el coronavirus, sólo acude a tres de esas cinco. En los casos en los que las familias se han podido hacer cargo de esos mayores se ha eliminado el servicio, nos explica. Sobre la protección nos cuenta que lo único que la empresa les ha proporcionado son mascarillas quirúrgicas desechables, pero no una para cada domicilio al que acuden, ni siquiera una para cada día, les están dando dos o tres a la semana por lo que, aunque son de un único uso, las están reutilizando y desinfectando cada cual como buenamente puede.
Este colectivo de trabajadoras, la mayoría son mujeres, reclama también que les hagan los tests para saber si se han contagiado o no porque quieren realizar sus tareas con una cierta tranquilidad. Les preocupa no solo su salud y la de sus familiares, algunas conviven con personas de riesgo, también la de las personas a las que atienden. “Somos una bomba biológica”, nos dice Mari Paz, vamos de casa en casa sin cambiarnos de ropa, zapatos o mascarillas, “podemos llevar lo que sea sin saberlo”.
La precariedad de este colectivo no ha llegado con el coronavirus, las Auxiliares de Ayuda a domicilio llevan años reclamando que sea la administración pública quien las contrate. “Hacemos un trabajo, explica Mari Paz, que ofrecen los ayuntamientos a través de los servicios sociales, lo lógico sería que dependiéramos directamente de ellos”. En la actualidad estos servicios están privatizados y las empresas consiguen los contratos tras una puja en la que, por lo general, las que ofrecen un precio más bajo se quedan con el servicio. Hoy, me cuentan tanto Mari Paz como Yolanda, el sueldo por una jornada completa no llega a los mil euros brutos, a esa cantidad hay que descontar los impuestos. Hay compañeras que sólo trabajan a media jornada y con un horario discontinuo de mañana y tarde por lo que no les queda tiempo para completar un salario tan bajo que, pese a tener trabajo, las obliga a ir a buscar alimentos a Cáritas o la Cruz Roja.
Yolanda trabajaba habitualmente hasta en cinco domicilios diferentes, ahora, con los servicios mínimos establecidos por el coronavirus, sólo acude a tres de esas cinco. En los casos en los que las familias se han podido hacer cargo de esos mayores se ha eliminado el servicio, nos explica. Sobre la protección nos cuenta que lo único que la empresa les ha proporcionado son mascarillas quirúrgicas desechables, pero no una para cada domicilio al que acuden, ni siquiera una para cada día, les están dando dos o tres a la semana por lo que, aunque son de un único uso, las están reutilizando y desinfectando cada cual como buenamente puede.
Este colectivo de trabajadoras, la mayoría son mujeres, reclama también que les hagan los tests para saber si se han contagiado o no porque quieren realizar sus tareas con una cierta tranquilidad. Les preocupa no solo su salud y la de sus familiares, algunas conviven con personas de riesgo, también la de las personas a las que atienden. “Somos una bomba biológica”, nos dice Mari Paz, vamos de casa en casa sin cambiarnos de ropa, zapatos o mascarillas, “podemos llevar lo que sea sin saberlo”.
La precariedad de este colectivo no ha llegado con el coronavirus, las Auxiliares de Ayuda a domicilio llevan años reclamando que sea la administración pública quien las contrate. “Hacemos un trabajo, explica Mari Paz, que ofrecen los ayuntamientos a través de los servicios sociales, lo lógico sería que dependiéramos directamente de ellos”. En la actualidad estos servicios están privatizados y las empresas consiguen los contratos tras una puja en la que, por lo general, las que ofrecen un precio más bajo se quedan con el servicio. Hoy, me cuentan tanto Mari Paz como Yolanda, el sueldo por una jornada completa no llega a los mil euros brutos, a esa cantidad hay que descontar los impuestos. Hay compañeras que sólo trabajan a media jornada y con un horario discontinuo de mañana y tarde por lo que no les queda tiempo para completar un salario tan bajo que, pese a tener trabajo, las obliga a ir a buscar alimentos a Cáritas o la Cruz Roja.
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