Imagen: El País |
El documental ‘Boxing for freedom’ muestra la vida durante cuatro años de Sadaf Rahimi, deportista afgana convertida en ejemplo del movimiento feminista de su país
Gregorio Belinchón | El País, 2015-05-07
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/07/actualidad/1431028344_819199.html
Las hermanas Rahimi empezaron a boxear en 2009, cuando su familia volvió a Afganistán del exilio en Irán. El padre, taxista, apoyó en todo momento a sus cinco hijas —además tiene un chico— para que hicieran deporte. Su madre es el motor familiar, la que desde casa impulsa a los Rahimi. Dos de ellas empezaron rápidamente a destacar en el arte de los guantes: Shabnam y la pequeña de 13 años Sadaf, que empezó a boxear porque idolatraba a Laila Ali, la hija del mítico Muhammad Ali.
Si ya parece complicado en cualquier sociedad la práctica de un deporte como el boxeo femenino, que eso se realice en un país musulmán convirtió a las Rahimi en heroínas y apestadas. Heroínas, porque de repente se convirtieron en la punta de lanza del movimiento feminista; apestadas, porque hasta en su vecindario dejaron de hablarles: eran las únicas chicas que abandonaron la escuela no para casarse, como es lo tradicional, sino para entrenar. Junto con una treintena de compañeras entrenaron durante años, bajo la dirección de un antiguo profesional, en el estadio Ghazi de Kabul, allí donde los talibanes asesinaron a varias mujeres.
La lucha de las Rahimi, en especial de Sadaf, se hizo famosísima tras ser invitada la pequeña a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Los periodistas se acercaron en manada a ilustrar esta historia de superación. Pero allí ya rodaban Silvia Venegas y Juan Antonio Moreno, que conocieron a las Rahimi cuando filmaban en Afganistán otra película, “La vida más allá de la batalla” (2011), sobre los aviones de evacuación de emergencia médica de la OTAN. Así nació “Boxing for Freedom”, documental que ganó en el pasado festival de Málaga un premio y que hoy se proyecta en el certamen DocumentaMadrid.
Venegas y Moreno han apostado por el largo recorrido, por seguir a la boxeadora cuatro años en sus entrenamientos, en su casa, en su desastrosa participación en un campeonato en China, y en el terrible momento en el que el Comité Olímpico de Afganistán, motivado por reminiscencias machistas del pasado y escudándose en una denuncia anónima que aseguraba que iban a huir de su país, revoca su invitación a Londres. Ante la cámara, porque los españoles le dieron una para que ilustrara sus conversaciones más íntimas, Sadaf se desgañita: si hubieran querido huir, ya lo habrían hecho en China. Además, ¿cómo va a dejar a su familia atrás? De repente del gimnasio desaparecen las alumnas, arrolladas por la desilusión.
“La historia es agridulce. Porque por un lado no logra su sueño. Pero la vida sigue, y Sadaf está estudiando ahora en la Universidad, y ha logrado rehuir el destino habitual de las afganas: casarse”, cuentan los directores. “Boxing for Freedom” filma a Sadaf —tras el desengaño olímpico, cuando la prensa occidental la ha abandonado— en la Universidad: ya no es noticia; es algo mejor, asegura Venegas, “una mujer llena de dignidad y coraje, muy consciente de su rol en la sociedad afgana, y que tiene como heroína a Malalai Joya”, la activista y política afgana que denunció la presencia de los señores de la guerra en la Asamblea Constituyente.
El rodaje en Kabul fue muy complicado, y no por la técnica. “No queríamos exponer a Sadaf a que la siguiera un equipo por la calle porque era peligroso”. Venegas y Moreno mantienen el contacto con su protagonista: “Ya habla inglés. Además de estudiar, está dando clases particulares como profesora de matemáticas. Está trabajando, que es, sencillamente, lo que ella quería”.
Si ya parece complicado en cualquier sociedad la práctica de un deporte como el boxeo femenino, que eso se realice en un país musulmán convirtió a las Rahimi en heroínas y apestadas. Heroínas, porque de repente se convirtieron en la punta de lanza del movimiento feminista; apestadas, porque hasta en su vecindario dejaron de hablarles: eran las únicas chicas que abandonaron la escuela no para casarse, como es lo tradicional, sino para entrenar. Junto con una treintena de compañeras entrenaron durante años, bajo la dirección de un antiguo profesional, en el estadio Ghazi de Kabul, allí donde los talibanes asesinaron a varias mujeres.
La lucha de las Rahimi, en especial de Sadaf, se hizo famosísima tras ser invitada la pequeña a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Los periodistas se acercaron en manada a ilustrar esta historia de superación. Pero allí ya rodaban Silvia Venegas y Juan Antonio Moreno, que conocieron a las Rahimi cuando filmaban en Afganistán otra película, “La vida más allá de la batalla” (2011), sobre los aviones de evacuación de emergencia médica de la OTAN. Así nació “Boxing for Freedom”, documental que ganó en el pasado festival de Málaga un premio y que hoy se proyecta en el certamen DocumentaMadrid.
Venegas y Moreno han apostado por el largo recorrido, por seguir a la boxeadora cuatro años en sus entrenamientos, en su casa, en su desastrosa participación en un campeonato en China, y en el terrible momento en el que el Comité Olímpico de Afganistán, motivado por reminiscencias machistas del pasado y escudándose en una denuncia anónima que aseguraba que iban a huir de su país, revoca su invitación a Londres. Ante la cámara, porque los españoles le dieron una para que ilustrara sus conversaciones más íntimas, Sadaf se desgañita: si hubieran querido huir, ya lo habrían hecho en China. Además, ¿cómo va a dejar a su familia atrás? De repente del gimnasio desaparecen las alumnas, arrolladas por la desilusión.
“La historia es agridulce. Porque por un lado no logra su sueño. Pero la vida sigue, y Sadaf está estudiando ahora en la Universidad, y ha logrado rehuir el destino habitual de las afganas: casarse”, cuentan los directores. “Boxing for Freedom” filma a Sadaf —tras el desengaño olímpico, cuando la prensa occidental la ha abandonado— en la Universidad: ya no es noticia; es algo mejor, asegura Venegas, “una mujer llena de dignidad y coraje, muy consciente de su rol en la sociedad afgana, y que tiene como heroína a Malalai Joya”, la activista y política afgana que denunció la presencia de los señores de la guerra en la Asamblea Constituyente.
El rodaje en Kabul fue muy complicado, y no por la técnica. “No queríamos exponer a Sadaf a que la siguiera un equipo por la calle porque era peligroso”. Venegas y Moreno mantienen el contacto con su protagonista: “Ya habla inglés. Además de estudiar, está dando clases particulares como profesora de matemáticas. Está trabajando, que es, sencillamente, lo que ella quería”.
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