Imagen: El Mundo / Toño Abad |
"El Orgullo de Alicante conserva su componente social y reivindicativo". "Hemos conseguido ser interlocutores del Consell en la ley Trans o la ley LGTBI". "Colocar la bandera arcoíris es un gesto pero sin un plan, se queda en nada". "El tripartito devolvió presupuesto de políticas sociales para pagar deuda".
Daniel Moltó | El Mundo, 2018-07-21
http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/alicante/2018/07/21/5b471e6f46163f22858b45b3.html
Presidente de Diversitat. Por segundo año consecutivo organizará el Orgullo de Alicante como máximo responsable de la entidad que defiende al colectivo LGTBI en la ciudad y en la provincia. Entre sus reivindicaciones: más políticas públicas y más recursos
P. Alicante celebra este sábado su Orgullo ¿Qué expectativas tiene Diversitat?
R. Confiamos en que todo el mundo se sume a esta manifestación por los derechos de la comunidad LGTBI y sobre todo, esperamos una gran afluencia de personas y de entidades, con el objetivo de congregar a unas 20.000 personas. El de Alicante se ha convertido en el Orgullo más importante del Mediterráneo a nivel de participación ciudadana y de componente social y reivindicativo. Hemos sabido mantener ese carácter crítico y de resistencia para representar a una parte de la sociedad que no se deja domar por el poder y por el sistema económico. Y estamos muy orgullosos de ello.
P. Esta celebración coincide prácticamente con su segundo año al frente de Diversitat, a pesar de que había estado vinculado a la entidad desde antes ¿Qué balance hace de la presidencia?
R. Muy positivo. Hemos conseguido grandes cosas y se ha trabajado muy duro. Sobre todo, me satisface decir que contamos con gran equipo de personas que luchan por sacar adelante servicios y programas, eso sí, con muy poca ayuda pública. Tenemos buenos profesionales del Derecho, de la Psicología, de la Educación o del Trabajo Social que están aportando sus recursos personales y profesionales para sacar adelante estos programas.
P. ¿Qué hitos destacaría de estos dos años?
R. Hemos conseguido ser partícipes e interlocutores del Gobierno valenciano a la hora de elaborar leyes, como la Ley Trans, en la que conseguimos que se incorporaran cosas tan importantes como la personación de la Generalitat en casos de transfobia y también tenemos la Ley LGTBI -que todavía está en tramitación- donde ya hemos logrado, por ejemplo, que se dé formación a las Policías Locales. Y eso lo consideramos fundamental: que las personas que sufren discriminación tengan un lugar al que poder acudir para ser atendidos, sin sentir la desafección que en ocasiones producen determinadas reacciones o conductas de las autoridades policiales y judiciales.
P. ¿Y en cuanto a programas o líneas de actuación concretas?
R. Destacaría los programas de atención a menores trans. Llevamos con las unidades de atención e intervención de la Generalitat Valenciana todo el asesoramiento en aquellos casos en los que la familia no acepta la identidad de género de los menores. Realizamos intervenciones y formación, así como acompañamiento de esos menores, algo de lo que nos sentimos súper orgullosos. Pero de nuevo, todo esto se hace sin ayuda pública, exclusivamente con recursos de Diversitat. También atendemos a personas mayores LGTBI que viven en soledad, que atraviesan enfermedades o momentos difíciles. Y por último, subrayaría la labor formativa, que ha alcanzado a más de 600 docentes. Estamos en muchos ámbitos.
P. Accedió a la presidencia de Diversitat unos meses después de la formación de un Gobierno de coalición progresista en Alicante, el ya extinto tripartito formado por PSPV-PSOE, Compromís y Guanyar. ¿Cuál es su valoración de este Ejecutivo respecto a la causa LGTBI?
R. El Gobierno local de Alicante nunca ha sido sensible a las reivindicaciones de Diversitat en cuanto a la ejecución de políticas públicas. No lo fue durante los años de gobierno del PP y tampoco lo ha sido durante estos dos últimos años, que coinciden con mi presidencia. Hay quien llegó al Ayuntamiento envuelta en la bandera arcoiris, aunque le han preocupado más los animales que las personas. Y esto hay que decirlo sin cortapisas. No se han hecho políticas públicas, ni siquiera por parte de aquellos que deberían haber sido más sensibles a esa realidad. Durante los años 2016 y el año 2017, la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Alicante devolvió para pagar deuda presupuesto que originalmente estaba destinado a la elaboración de políticas públicas. Hemos solicitado un informe a Intervención pero calculamos que entre 15.000 o 20.000 euros que deberían haber sido destinados a las personas. Considero que esto es muy grave y me gustaría destacar que en este Ayuntamiento no se han creído la diversidad, como sí lo han hecho en Valencia, Madrid o Barcelona, donde se ha puesto a la ciudad en la vanguardia de la defensa de los derechos de las personas LGTBI.
P. Ya ha criticado en otras ocasiones que la atención a la diversidad se ha quedado, en muchas ocasiones, en la colocación de una bandera.
R. Colocar la bandera es un símbolo, una declaración de intenciones que tenía sentido en 2015, cuando los Gobiernos del cambio llegaron a las Comunidades autónomas y a los Ayuntamientos. Pero estos gestos, sin planes o proyectos, se quedan en nada. Hay que hacer políticas sociales y esto supone poner recursos encima de la mesa, algo que en Alicante no se ha hecho, no sé si por falta de voluntad o por falta de iniciativa política.
P. Y con el cambio de Gobierno y la vuelta del Partido Popular. ¿Cree que esto pueda suponer un retroceso?
R. Vamos a estar observantes pero me gustaría resaltar que la LGTBIfobia no es patrimonio exclusivo de la derecha. Precisamente, la situación en Alicante es paradójica porque se supone que quienes debían ser más cercanos a nuestras peticiones, han demostrado estar bastante alejados. Respecto al nuevo Gobierno en Alicante, seguiremos atentos, veremos cómo trabajan este tema y estaremos encima de ellos para que lo poco que hemos conseguido en Alicante se mantenga y se pueda profundizar en aspectos como la atención a la diversidad en las aulas, programas sociales o pruebas rápidas de VIH para personas que lo necesitan.
P. Recientemente han estrenado nueva sede ¿Están contentos?
R. La nueva sede es un símbolo de lo que hemos conquistado, porque hasta el momento no teníamos un espacio propio para atender a las personas, sino que teníamos que compartir con otras entidades. Hay que señalar que se pusieron muchas trabas desde el anterior Gobierno para que no tuviéramos esta sede y en este punto tengo que agradecer el empeño de la ex concejal socialista, Sofía Morales, que hizo posible que se desbloqueara la cesión. Estamos contentos pero tengo que señalar que la sede es pequeña y estamos negociando un espacio mayor, que permita privacidad para llevar a cabo todos los aspectos asistenciales. Y por cierto, no es una sede gratuita, pagamos un alquiler por ella pese a ser municipal.
P. ¿Qué respondería a quienes dicen que la manifestación del Orgullo no es necesaria?
R. Les contestaría que es una herramienta fundamental para darnos visibilidad, para celebrar nuestra diversidad y para dejar constancia de que existimos. Que yo sepa, a las únicas personas que agreden es a aquellas con una diversidad sexual o de género diversa, no se agrede ni se insulta a una persona heterosexual o cisnormativa, no se les agrede e insulta desde pequeños ni se les discrimina en el trabajo. A las personas que dicen esto, les preguntaría si alguna vez se les ha discriminado por ser como son, por querer a quien deciden querer.
P. ¿Y a quienes niegan esa discriminación?
R. Que salgan a la calle y la vean, es tan sencillo como eso. Estamos denunciando constantemente agresiones, violencia, acoso escolar, situaciones muy graves que dañan a la dignidad de la persona. Esto es innegable. La obligación de las organizaciones y del movimiento LGTBI es denunciar y visibilizar esa violencia, que muchas veces queda solapada por otras cuestiones, normalmente por discusiones internas y debates estériles. Denunciar esa violencia y ponerla sobre la mesa, ese es nuestro trabajo. Porque pese a las denuncias existentes, quedan muchísimas por poner y muchas otras que no llegan a ningún término porque no hay sensibilidad en las Administraciones.
P. Forma parte y coordina el Observatorio Valenciano contra los Delitos de Odio y la LGTBIfobia. ¿Cree que la existencia de organismos como este puede animar a denunciar más casos de agresiones?
R. El trabajo del Observatorio es registrar cada incidente para evitar la impunidad, independientemente de que las víctimas lo denuncien o no, porque ahí entran los condicionantes personales. Nosotros, evidentemente, recomendamos poner una denuncia y facilitamos los recursos para ello. Pero el Observatorio, al registrar cada incidente, evita que estos caigan en el olvido y además nos ofrece un mapa muy definido de los delitos de odio en la Comunidad Valenciana. Es una herramienta esencial para luchar contra una violencia que hasta ahora, como no quedaba registrada, parecía que no existía. Y aún así, sabemos que ocurren muchos más incidentes de los que nos llegan a nosotros, cerca de un 10% de lo que realmente está ocurriendo. Si hacemos caso a esa proporción, que es un dato de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, estaríamos hablando de que, en realidad, suceden de tres a cuatro agresiones diarias de distintos tipos en la Comunidad Valenciana.
P. Como con el machismo, la violencia física es la punta del iceberg pero hay más tipos de agresión.
R. Sí, existen desde las más leves y que están normalizadas, los comentarios discriminatorios hacia las orientaciones e identidades diversas, que no son un delito propiamente y que suelen darse en ámbitos como el educativo o el laboral, hasta las agresiones físicas graves e incluso los asesinatos tránsfobos u homófobos como los que hemos registrado en Alicante y en Valencia en los últimos años.
P. ¿Cuáles son los efectos de esa microLGTBIfobias?
R. Son muy graves porque impregnan toda la sociedad y normalizan la violencia: los comentarios despectivos, los insultos habituales construyen un sistema de discriminación global en el que las que acabas teniendo miedo a actuar abiertamente en tu centro de trabajo o en tu instituto, a darte un beso en el metro a coger de la mano de tu pareja. Eso es así, tenemos miedo. Que una persona tenga que plantearse si el entorno en el que se encuentra es lo suficientemente seguro para demostrar su afectividad, significa que tenemos un problema social muy importante. Es el efecto de la homofobia, consecuencia de un machismo que debe desaparecer de nuestra sociedad.
P. Hay muchos paralelismos entre la lucha feminista y la del colectivo LGTBI. También hay similitudes en las reacciones de rechazo o de negacionismo que provocan.
R. Es que una forma de ejercitar la violencia es negar su existencia. Además, ocurre lo mismo que pasaba hasta hace poco con la violencia machista, que se intentaba circunscribir al ámbito privado al tiempo que se culpabilizaba a la víctima. Ahora ocurre lo mismo: si te pegan una paliza es porque algo habrás hecho, por tu expresión de género, por tu comportamiento social, porque tienes pareja, por lo que sea... Al final, lo que hemos aprendido es que la lucha LGTBI es hermana o hija de la causa feminista, vamos de la misma mano porque pretendemos una sociedad de iguales, donde no haya diferencias ni por géneros ni por orientación sexual ni de ningún tipo, una sociedad con las mismas oportunidades para todas y todos. Son luchas, en esencia, iguales.
P. Algo que se ha visibilizado es la existencia de los conflictos por orientación sexual o identidad de género en los menores, algo que parecía no existir hasta hace poco.
R. Claro, parecía que no existía y por lo tanto, no se hablaba de ello ni se abordaba.
P. Supongo que será uno de los aspectos más delicados.
R. Es el más delicado, sin duda. Tenemos la suerte de participar ahora con la Conselleria de Educación en la aplicación del protocolo de acompañamiento a menores trans, a través del cual desde el primer minuto se presta atención al menor que decide hacer pública su identidad de género en el centro educativo y a su familia. Además de ofrecerles atención, se les acompaña en ese complejo camino que es la transición del género, evidentemente con ayuda especializada. Es complejo porque solemos encontrarnos con muchos docentes que históricamente han negado que esto ocurriera en las aulas y por tanto se desentienden de este tipo de problemas. También encontramos a familias a las que les cuesta mucho aceptarlo y mentalizarse, abordar este «proceso de duelo», podríamos decir. Aquí no estamos hablando de un capricho, sino de una vivencia íntima e individual en relación al propio género del menor. Y esto no lo puede cambiar nada, ni terapias ni ningún tipo de acción.
P. En el primer informe del Observatorio llamaba la atención el alto índice de menores que habían pensado en el suicidio o que lo habían intentado debido a su orientación sexual o a su identidad de género.
R. Es escalofriante pero hay que tener en cuenta que las aulas reproducen los esquemas de la sociedad. No ocurre nada que no pase en las calles. En las aulas, además, esta discriminación tan brutal tiene un componente disciplinador, que busca que seamos todos y todas como impone la norma. La consecuencia es que muchos chicos y chicas no soportan esa presión social tan enorme y esto puede desembocar en uno o varios intentos de suicidio, hasta que en algunos casos, desgraciadamente, lo consiguen. Ahí hemos fracasado todos: las organizaciones sociales, la política y las instituciones. Hay que incidir en erradicar el más mínimo entorno de exclusión en las escuelas. Si un centro educativo quiere alcanzar la excelencia educativa tiene que ser inclusiva porque un menor que está más preocupado en lo que le van a decir sus compañeros o lo que le va a pasar en el centro, no va a poder aprender ni estudiar. Permitiendo la exclusión estamos generando fracaso escolar y frustración, arrebatando oportunidades a una persona que podría desarrollar plenamente sus capacidades.
P. Alicante celebra este sábado su Orgullo ¿Qué expectativas tiene Diversitat?
R. Confiamos en que todo el mundo se sume a esta manifestación por los derechos de la comunidad LGTBI y sobre todo, esperamos una gran afluencia de personas y de entidades, con el objetivo de congregar a unas 20.000 personas. El de Alicante se ha convertido en el Orgullo más importante del Mediterráneo a nivel de participación ciudadana y de componente social y reivindicativo. Hemos sabido mantener ese carácter crítico y de resistencia para representar a una parte de la sociedad que no se deja domar por el poder y por el sistema económico. Y estamos muy orgullosos de ello.
P. Esta celebración coincide prácticamente con su segundo año al frente de Diversitat, a pesar de que había estado vinculado a la entidad desde antes ¿Qué balance hace de la presidencia?
R. Muy positivo. Hemos conseguido grandes cosas y se ha trabajado muy duro. Sobre todo, me satisface decir que contamos con gran equipo de personas que luchan por sacar adelante servicios y programas, eso sí, con muy poca ayuda pública. Tenemos buenos profesionales del Derecho, de la Psicología, de la Educación o del Trabajo Social que están aportando sus recursos personales y profesionales para sacar adelante estos programas.
P. ¿Qué hitos destacaría de estos dos años?
R. Hemos conseguido ser partícipes e interlocutores del Gobierno valenciano a la hora de elaborar leyes, como la Ley Trans, en la que conseguimos que se incorporaran cosas tan importantes como la personación de la Generalitat en casos de transfobia y también tenemos la Ley LGTBI -que todavía está en tramitación- donde ya hemos logrado, por ejemplo, que se dé formación a las Policías Locales. Y eso lo consideramos fundamental: que las personas que sufren discriminación tengan un lugar al que poder acudir para ser atendidos, sin sentir la desafección que en ocasiones producen determinadas reacciones o conductas de las autoridades policiales y judiciales.
P. ¿Y en cuanto a programas o líneas de actuación concretas?
R. Destacaría los programas de atención a menores trans. Llevamos con las unidades de atención e intervención de la Generalitat Valenciana todo el asesoramiento en aquellos casos en los que la familia no acepta la identidad de género de los menores. Realizamos intervenciones y formación, así como acompañamiento de esos menores, algo de lo que nos sentimos súper orgullosos. Pero de nuevo, todo esto se hace sin ayuda pública, exclusivamente con recursos de Diversitat. También atendemos a personas mayores LGTBI que viven en soledad, que atraviesan enfermedades o momentos difíciles. Y por último, subrayaría la labor formativa, que ha alcanzado a más de 600 docentes. Estamos en muchos ámbitos.
P. Accedió a la presidencia de Diversitat unos meses después de la formación de un Gobierno de coalición progresista en Alicante, el ya extinto tripartito formado por PSPV-PSOE, Compromís y Guanyar. ¿Cuál es su valoración de este Ejecutivo respecto a la causa LGTBI?
R. El Gobierno local de Alicante nunca ha sido sensible a las reivindicaciones de Diversitat en cuanto a la ejecución de políticas públicas. No lo fue durante los años de gobierno del PP y tampoco lo ha sido durante estos dos últimos años, que coinciden con mi presidencia. Hay quien llegó al Ayuntamiento envuelta en la bandera arcoiris, aunque le han preocupado más los animales que las personas. Y esto hay que decirlo sin cortapisas. No se han hecho políticas públicas, ni siquiera por parte de aquellos que deberían haber sido más sensibles a esa realidad. Durante los años 2016 y el año 2017, la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Alicante devolvió para pagar deuda presupuesto que originalmente estaba destinado a la elaboración de políticas públicas. Hemos solicitado un informe a Intervención pero calculamos que entre 15.000 o 20.000 euros que deberían haber sido destinados a las personas. Considero que esto es muy grave y me gustaría destacar que en este Ayuntamiento no se han creído la diversidad, como sí lo han hecho en Valencia, Madrid o Barcelona, donde se ha puesto a la ciudad en la vanguardia de la defensa de los derechos de las personas LGTBI.
P. Ya ha criticado en otras ocasiones que la atención a la diversidad se ha quedado, en muchas ocasiones, en la colocación de una bandera.
R. Colocar la bandera es un símbolo, una declaración de intenciones que tenía sentido en 2015, cuando los Gobiernos del cambio llegaron a las Comunidades autónomas y a los Ayuntamientos. Pero estos gestos, sin planes o proyectos, se quedan en nada. Hay que hacer políticas sociales y esto supone poner recursos encima de la mesa, algo que en Alicante no se ha hecho, no sé si por falta de voluntad o por falta de iniciativa política.
P. Y con el cambio de Gobierno y la vuelta del Partido Popular. ¿Cree que esto pueda suponer un retroceso?
R. Vamos a estar observantes pero me gustaría resaltar que la LGTBIfobia no es patrimonio exclusivo de la derecha. Precisamente, la situación en Alicante es paradójica porque se supone que quienes debían ser más cercanos a nuestras peticiones, han demostrado estar bastante alejados. Respecto al nuevo Gobierno en Alicante, seguiremos atentos, veremos cómo trabajan este tema y estaremos encima de ellos para que lo poco que hemos conseguido en Alicante se mantenga y se pueda profundizar en aspectos como la atención a la diversidad en las aulas, programas sociales o pruebas rápidas de VIH para personas que lo necesitan.
P. Recientemente han estrenado nueva sede ¿Están contentos?
R. La nueva sede es un símbolo de lo que hemos conquistado, porque hasta el momento no teníamos un espacio propio para atender a las personas, sino que teníamos que compartir con otras entidades. Hay que señalar que se pusieron muchas trabas desde el anterior Gobierno para que no tuviéramos esta sede y en este punto tengo que agradecer el empeño de la ex concejal socialista, Sofía Morales, que hizo posible que se desbloqueara la cesión. Estamos contentos pero tengo que señalar que la sede es pequeña y estamos negociando un espacio mayor, que permita privacidad para llevar a cabo todos los aspectos asistenciales. Y por cierto, no es una sede gratuita, pagamos un alquiler por ella pese a ser municipal.
P. ¿Qué respondería a quienes dicen que la manifestación del Orgullo no es necesaria?
R. Les contestaría que es una herramienta fundamental para darnos visibilidad, para celebrar nuestra diversidad y para dejar constancia de que existimos. Que yo sepa, a las únicas personas que agreden es a aquellas con una diversidad sexual o de género diversa, no se agrede ni se insulta a una persona heterosexual o cisnormativa, no se les agrede e insulta desde pequeños ni se les discrimina en el trabajo. A las personas que dicen esto, les preguntaría si alguna vez se les ha discriminado por ser como son, por querer a quien deciden querer.
P. ¿Y a quienes niegan esa discriminación?
R. Que salgan a la calle y la vean, es tan sencillo como eso. Estamos denunciando constantemente agresiones, violencia, acoso escolar, situaciones muy graves que dañan a la dignidad de la persona. Esto es innegable. La obligación de las organizaciones y del movimiento LGTBI es denunciar y visibilizar esa violencia, que muchas veces queda solapada por otras cuestiones, normalmente por discusiones internas y debates estériles. Denunciar esa violencia y ponerla sobre la mesa, ese es nuestro trabajo. Porque pese a las denuncias existentes, quedan muchísimas por poner y muchas otras que no llegan a ningún término porque no hay sensibilidad en las Administraciones.
P. Forma parte y coordina el Observatorio Valenciano contra los Delitos de Odio y la LGTBIfobia. ¿Cree que la existencia de organismos como este puede animar a denunciar más casos de agresiones?
R. El trabajo del Observatorio es registrar cada incidente para evitar la impunidad, independientemente de que las víctimas lo denuncien o no, porque ahí entran los condicionantes personales. Nosotros, evidentemente, recomendamos poner una denuncia y facilitamos los recursos para ello. Pero el Observatorio, al registrar cada incidente, evita que estos caigan en el olvido y además nos ofrece un mapa muy definido de los delitos de odio en la Comunidad Valenciana. Es una herramienta esencial para luchar contra una violencia que hasta ahora, como no quedaba registrada, parecía que no existía. Y aún así, sabemos que ocurren muchos más incidentes de los que nos llegan a nosotros, cerca de un 10% de lo que realmente está ocurriendo. Si hacemos caso a esa proporción, que es un dato de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, estaríamos hablando de que, en realidad, suceden de tres a cuatro agresiones diarias de distintos tipos en la Comunidad Valenciana.
P. Como con el machismo, la violencia física es la punta del iceberg pero hay más tipos de agresión.
R. Sí, existen desde las más leves y que están normalizadas, los comentarios discriminatorios hacia las orientaciones e identidades diversas, que no son un delito propiamente y que suelen darse en ámbitos como el educativo o el laboral, hasta las agresiones físicas graves e incluso los asesinatos tránsfobos u homófobos como los que hemos registrado en Alicante y en Valencia en los últimos años.
P. ¿Cuáles son los efectos de esa microLGTBIfobias?
R. Son muy graves porque impregnan toda la sociedad y normalizan la violencia: los comentarios despectivos, los insultos habituales construyen un sistema de discriminación global en el que las que acabas teniendo miedo a actuar abiertamente en tu centro de trabajo o en tu instituto, a darte un beso en el metro a coger de la mano de tu pareja. Eso es así, tenemos miedo. Que una persona tenga que plantearse si el entorno en el que se encuentra es lo suficientemente seguro para demostrar su afectividad, significa que tenemos un problema social muy importante. Es el efecto de la homofobia, consecuencia de un machismo que debe desaparecer de nuestra sociedad.
P. Hay muchos paralelismos entre la lucha feminista y la del colectivo LGTBI. También hay similitudes en las reacciones de rechazo o de negacionismo que provocan.
R. Es que una forma de ejercitar la violencia es negar su existencia. Además, ocurre lo mismo que pasaba hasta hace poco con la violencia machista, que se intentaba circunscribir al ámbito privado al tiempo que se culpabilizaba a la víctima. Ahora ocurre lo mismo: si te pegan una paliza es porque algo habrás hecho, por tu expresión de género, por tu comportamiento social, porque tienes pareja, por lo que sea... Al final, lo que hemos aprendido es que la lucha LGTBI es hermana o hija de la causa feminista, vamos de la misma mano porque pretendemos una sociedad de iguales, donde no haya diferencias ni por géneros ni por orientación sexual ni de ningún tipo, una sociedad con las mismas oportunidades para todas y todos. Son luchas, en esencia, iguales.
P. Algo que se ha visibilizado es la existencia de los conflictos por orientación sexual o identidad de género en los menores, algo que parecía no existir hasta hace poco.
R. Claro, parecía que no existía y por lo tanto, no se hablaba de ello ni se abordaba.
P. Supongo que será uno de los aspectos más delicados.
R. Es el más delicado, sin duda. Tenemos la suerte de participar ahora con la Conselleria de Educación en la aplicación del protocolo de acompañamiento a menores trans, a través del cual desde el primer minuto se presta atención al menor que decide hacer pública su identidad de género en el centro educativo y a su familia. Además de ofrecerles atención, se les acompaña en ese complejo camino que es la transición del género, evidentemente con ayuda especializada. Es complejo porque solemos encontrarnos con muchos docentes que históricamente han negado que esto ocurriera en las aulas y por tanto se desentienden de este tipo de problemas. También encontramos a familias a las que les cuesta mucho aceptarlo y mentalizarse, abordar este «proceso de duelo», podríamos decir. Aquí no estamos hablando de un capricho, sino de una vivencia íntima e individual en relación al propio género del menor. Y esto no lo puede cambiar nada, ni terapias ni ningún tipo de acción.
P. En el primer informe del Observatorio llamaba la atención el alto índice de menores que habían pensado en el suicidio o que lo habían intentado debido a su orientación sexual o a su identidad de género.
R. Es escalofriante pero hay que tener en cuenta que las aulas reproducen los esquemas de la sociedad. No ocurre nada que no pase en las calles. En las aulas, además, esta discriminación tan brutal tiene un componente disciplinador, que busca que seamos todos y todas como impone la norma. La consecuencia es que muchos chicos y chicas no soportan esa presión social tan enorme y esto puede desembocar en uno o varios intentos de suicidio, hasta que en algunos casos, desgraciadamente, lo consiguen. Ahí hemos fracasado todos: las organizaciones sociales, la política y las instituciones. Hay que incidir en erradicar el más mínimo entorno de exclusión en las escuelas. Si un centro educativo quiere alcanzar la excelencia educativa tiene que ser inclusiva porque un menor que está más preocupado en lo que le van a decir sus compañeros o lo que le va a pasar en el centro, no va a poder aprender ni estudiar. Permitiendo la exclusión estamos generando fracaso escolar y frustración, arrebatando oportunidades a una persona que podría desarrollar plenamente sus capacidades.
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