Imagen: Google Imágenes / Audrey Hepburn y Sean Connery en 'Robin y Marian' |
Luis Pardo | Hoyesarte, 2018-07-24
http://www.hoyesarte.com/cine/amores-de-cine-que-dan-que-pensar_255434/
Chico conoce chica y surge el amor. No hay argumento más común. Con esos mimbres básicos se hicieron la mayoría de películas mudas y seguramente son la base de bastantes de las que se están rodando en este momento. Nada ha cambiado porque nada hay más fotogénico en la gran pantalla que el amor siempre y cuando se cuente de manera original y se retrate su reverso: el gozo sí pero también el sufrimiento que puede provocar y provoca. El amor es una fuente de vida que al mismo tiempo trae consigo fragilidad, debilidad, finitud. Por eso la vida sería más tranquila sin amor pero también más estéril y aburrida. Así lo cree César Antonio Molina (La Coruña, 1952), autor de ‘Tan poderoso como el amor’, una carta de amor al amor en la gran pantalla a través de cien cintas de todas las épocas.
El objetivo va más allá de dar cuenta de las múltiples variantes del amor. Molina se plantea hacer una meditación filosófica sobre la vida y la muerte tomando como excusa el cine. Busca y recrea historias de amor que mueven a la reflexión. Y hay que agradecer al poeta, ensayista y gestor cultural –ministro del ramo de 2007 a 2009– que haya sido capaz de cumplir el reto sin echar del libro a esos cinéfilos que busquen, sobre todo, información y opinión sobre películas y cineastas; muy al contrario: tendrán siempre en este ensayo fabulosas lecturas de clásicos inagotables como ‘Te querré siempre’, de Roberto Rosellini, ‘Jules y Jim’, de François Truffaut, o ‘Dublineses’, de John Huston.
No obstante, que nadie espere aquí una historia canónica del cine romántico pese a estar incluidas ‘Carta de una desconocida’ o ‘Los puentes de Madison’. Abunda el cine europeo con pocas muestras del Hollywood dorado (‘Casablanca’, ‘Tú y yo’), predominio del celuloide francés y escasa representación española (‘El Sur’, ‘Amantes’, ‘Los amantes del círculo polar’…). Y están, claro, las debilidades personales del autor (la filmografía de Kieslowski, el ‘Senso’ de Visconti, Marlene Dietrich, Terrence Malick…) aunque hay, en cambio, poca nota autobiográfica en sus páginas.
El amor vengativo, el amor primerizo, el romántico, el depredador, el egoísta, el adúltero, el enfermizo, el clandestino, el asexual, el violento, el imposible… Casi tantos tipos de amores como adjetivos le pueden casar al sentimiento y que pasan por la mirada de Molina, una de esas personas de apabullante erudición que parecen haber leído todos los libros y visto todas las películas. Aun así y pese a la sobredosis de citas que abren y salpican cada análisis, nada aplasta al lector en un texto fácil de leer, que quizá concede demasiado espacio a la sinopsis de algunas películas.
El libro se regodea de forma brillante en lo ya sabido y no por ello menos doloroso: que “el amor no posee el poder de arrancar al amado de las garras de la muerte” pero que, como dejó escrito Marguerite Duras, puede al menos servir “para morir más cómodamente en la vida”.
Desde luego, puestos a marcharnos de este mundo, no se me ocurre mejor manera que hacerlo escuchando las palabras de amor que Audrey Hepburn le dice a un Sean Connery herido de muerte en ‘Robin y Marian’, película incluida en el libro. “Te amo. Te amo más que a todo, más que a los niños, más que a los campos que planté con mis manos, más que a la plegaria de la mañana o que a la paz, más que a nuestros alimentos, te amo más que al amor o a la alegría o a la vida entera, te amo… más que a Dios”.
El objetivo va más allá de dar cuenta de las múltiples variantes del amor. Molina se plantea hacer una meditación filosófica sobre la vida y la muerte tomando como excusa el cine. Busca y recrea historias de amor que mueven a la reflexión. Y hay que agradecer al poeta, ensayista y gestor cultural –ministro del ramo de 2007 a 2009– que haya sido capaz de cumplir el reto sin echar del libro a esos cinéfilos que busquen, sobre todo, información y opinión sobre películas y cineastas; muy al contrario: tendrán siempre en este ensayo fabulosas lecturas de clásicos inagotables como ‘Te querré siempre’, de Roberto Rosellini, ‘Jules y Jim’, de François Truffaut, o ‘Dublineses’, de John Huston.
No obstante, que nadie espere aquí una historia canónica del cine romántico pese a estar incluidas ‘Carta de una desconocida’ o ‘Los puentes de Madison’. Abunda el cine europeo con pocas muestras del Hollywood dorado (‘Casablanca’, ‘Tú y yo’), predominio del celuloide francés y escasa representación española (‘El Sur’, ‘Amantes’, ‘Los amantes del círculo polar’…). Y están, claro, las debilidades personales del autor (la filmografía de Kieslowski, el ‘Senso’ de Visconti, Marlene Dietrich, Terrence Malick…) aunque hay, en cambio, poca nota autobiográfica en sus páginas.
El amor vengativo, el amor primerizo, el romántico, el depredador, el egoísta, el adúltero, el enfermizo, el clandestino, el asexual, el violento, el imposible… Casi tantos tipos de amores como adjetivos le pueden casar al sentimiento y que pasan por la mirada de Molina, una de esas personas de apabullante erudición que parecen haber leído todos los libros y visto todas las películas. Aun así y pese a la sobredosis de citas que abren y salpican cada análisis, nada aplasta al lector en un texto fácil de leer, que quizá concede demasiado espacio a la sinopsis de algunas películas.
El libro se regodea de forma brillante en lo ya sabido y no por ello menos doloroso: que “el amor no posee el poder de arrancar al amado de las garras de la muerte” pero que, como dejó escrito Marguerite Duras, puede al menos servir “para morir más cómodamente en la vida”.
Desde luego, puestos a marcharnos de este mundo, no se me ocurre mejor manera que hacerlo escuchando las palabras de amor que Audrey Hepburn le dice a un Sean Connery herido de muerte en ‘Robin y Marian’, película incluida en el libro. “Te amo. Te amo más que a todo, más que a los niños, más que a los campos que planté con mis manos, más que a la plegaria de la mañana o que a la paz, más que a nuestros alimentos, te amo más que al amor o a la alegría o a la vida entera, te amo… más que a Dios”.
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