Imagen: La Vanguardia / Iván González como 'Samantha Hudson' |
Joan Porcel analiza la controvertida figura del álter ego del joven mallorquín Iván González.
Astrid Meseguer | La Vanguardia, 2018-07-13
https://www.lavanguardia.com/cultura/20180713/45812857237/auge-caida-fenomeno-trash-samantha-hudson.html
Todo empezó con un inocente proyecto escolar para la asignatura de audiovisuales. A Iván González, un adolescente mallorquín con muchas ganas de llamar la atención, se le ocurrió la idea de grabar un vídeo en el que aparecía cantando un tema que llevaba por título 'Maricón'. La letra no podía ser más polémica y empezaba con un “Soy maricón y me encanta la Iglesia, pero no me dejan entrar porque monto gresca...” mientras aparecía disfrazado de su álter ego Samantha Hudson contoneándose de forma vulgar con atrevidas sesiones de twerking y medio desnudo en mitad de la calle. La profesora le puso un sobresaliente, pero el tutor de Religión montó en cólera y la voz de alarma trascendió incluso a la prensa nacional. Era 2016 y el vídeo se hizo viral en las redes sociales... acababa de nacer el fenómeno trash Samantha Hudson, una especie de líder del colectivo cristiano homosexual.
El cineasta mallorquín Joan Porcel ha querido analizar la figura de Iván / Samantha en un documental presentado en exclusiva en el Atlántida Film Fest y que se ha convertido en la película más vista de la historia del certamen tanto a través de la plataforma online Filmin como en su sede física en Palma.
Las primeras imágenes de la ópera prima de Porcel nos muestran a Iván, micrófono en mano, ataviado con un vestido y subido a unos zapatos de tacón dando un discurso durante su graduación en el instituto en el que recordaba sus primeros días en clase, cuando decidió llevar una corona de princesa. “Cuando salí al pasillo y me vio el resto del instituto fue un poco extraño porque, aunque yo ya estaba bastante acostumbrado, todo el mundo me empezó a mirar”.
Ante un público de compañeros que le ovacionan, el adolescente reivindica el mensaje escondido tras su excéntrica estética. “Estoy luchando contra una sociedad que me rechaza y me niega el derecho a poder disfrutar de mi propia vida”. “Ninguno se paraba a pensar lo que suponía para mi hacer eso. Porque yo realmente corro peligro por ser como soy y cuando salgo a la calle tengo miedo”. Y la frase final encierra toda una declaración de intenciones. “¿Soy un maricón? ¡Pues sí! ¿Soy un notas? ¡Pues también! Pero espero seguir siéndolo toda mi vida”.
Lo que viene a continuación es un relato que no tiene desperdicio construido a base de imágenes del propio protagonista en su día a día con entrevistas a un reducido grupo de conocidos hablando sobre cómo se gestó el origen de su popularidad. De su familia solo sale su tía materna, que recuerda a Iván como un niño tremendo de pequeño que pataleaba y hacía morir de vergüenza a sus padres cuando no conseguía lo que quería. Sus palabras suenan contundentes y en cierto modo dolorosas por querer con locura y respetar - aunque no comparte para nada su forma de vivir- a un sobrino que se ha convertido en una “loca de la vida inconsecuente, impulsiva y descarada”.
Los 60 minutos que condensan este documental están repletos de confesiones que dejan a una atónita ante la brusca sinceridad lanzada a bocajarro por este personaje indescriptible y singular que luce orgulloso su diario de Peppa Pig o su vestido de Shin-chan y enseña a la audiencia un enorme vibrador al lado de una foto de su difunta abuela en una de las estanterías de su habitación.
No hay nada que diga que no suene ofensivo, pero a él/ella le da igual. Tampoco existe ni sombra de pudor en sus acciones. Relata sin sonrojarse que ha tenido experiencias sexuales con desconocidos completamente borracho y le vemos hasta en la intimidad del baño. Ahorraremos al lector todos los detalles de sus escarceos nocturnos cuando sale de fiesta tras sus bolos en discotecas, pero lo que sí deja claro es que reconoce que “me acuesto con personas que luego no me aportan nada”.
Samantha nació de una necesidad de conectar su lado masculino con el femenino y después de su primer e inesperado hit decidió dejar su Mallorca natal por una Barcelona en la que esperaba perpetuar su fama de estrella underground.
El documental recoge precisamente su llegada a la Ciudad Condal, donde comparte piso con su ‘sister’ Selena Winters, y se lanza a una existencia caótica de escasa actividad artística, dejándose llevar por el desenfreno y las situaciones surrealistas, componiendo de vez en cuando canciones de dudoso gusto musical como el que alude a Chicote, ‘Burguesa arruinada’ o ‘Super Preñada’, todas ellas escritas con letras que pretenden evidenciar una crítica reivindicativa muy sui géneris.
Porcel dibuja un perfil realista y a la postre grotesco sobre este joven de 18 años que esperaba comerse el mundo sin esfuerzo, que creyó tocar el cielo para encontrarse con Jesucristo y lo único que logró fue estamparse contra el suelo tras caer del balcón de un primer piso completamente bebido durante una visita a Sevilla hace unos meses.
No avisó a ningún allegado tras el accidente que a punto estuvo de costarle la vida, pero sí quiso que sus fans fueran los primeros en ver los efectos de la sonora caída a través de los stories que subía a su cuenta de Instagram, donde tiene cerca de 14.000 seguidores. “No controla cuando bebe”, dice su tía apesadumbrada ante el comportamiento inmaduro del joven. Ese punto exagerado hasta el límite por llamar la atención obligó a sus padres a poner punto y final a su aventura en tierras catalanas.
Tras darse de bruces con la realidad, no sabemos que le ocurrirá en un futuro a este personaje cuyos referentes culturales son Hannah Montana y María Isabel. De momento, no parece que esté por la labor de cambiar su tendencia natural por el exhibicionismo y la obscenidad y tiene todos los ingredientes para acabar alimentando de forma efímera esos programas de la tele donde los insultos y la mediocridad están a la orden del día.
Un provocador que en el fondo no tiene un pelo de tonto y ha sabido explotar esa vena electroqueer salpicada de fe católica con situaciones de lo más escandalosas, tal y como refleja este exitoso documento fílmico que sorprenderá a más de uno por su tono directo y descarado.
El cineasta mallorquín Joan Porcel ha querido analizar la figura de Iván / Samantha en un documental presentado en exclusiva en el Atlántida Film Fest y que se ha convertido en la película más vista de la historia del certamen tanto a través de la plataforma online Filmin como en su sede física en Palma.
Las primeras imágenes de la ópera prima de Porcel nos muestran a Iván, micrófono en mano, ataviado con un vestido y subido a unos zapatos de tacón dando un discurso durante su graduación en el instituto en el que recordaba sus primeros días en clase, cuando decidió llevar una corona de princesa. “Cuando salí al pasillo y me vio el resto del instituto fue un poco extraño porque, aunque yo ya estaba bastante acostumbrado, todo el mundo me empezó a mirar”.
Ante un público de compañeros que le ovacionan, el adolescente reivindica el mensaje escondido tras su excéntrica estética. “Estoy luchando contra una sociedad que me rechaza y me niega el derecho a poder disfrutar de mi propia vida”. “Ninguno se paraba a pensar lo que suponía para mi hacer eso. Porque yo realmente corro peligro por ser como soy y cuando salgo a la calle tengo miedo”. Y la frase final encierra toda una declaración de intenciones. “¿Soy un maricón? ¡Pues sí! ¿Soy un notas? ¡Pues también! Pero espero seguir siéndolo toda mi vida”.
Lo que viene a continuación es un relato que no tiene desperdicio construido a base de imágenes del propio protagonista en su día a día con entrevistas a un reducido grupo de conocidos hablando sobre cómo se gestó el origen de su popularidad. De su familia solo sale su tía materna, que recuerda a Iván como un niño tremendo de pequeño que pataleaba y hacía morir de vergüenza a sus padres cuando no conseguía lo que quería. Sus palabras suenan contundentes y en cierto modo dolorosas por querer con locura y respetar - aunque no comparte para nada su forma de vivir- a un sobrino que se ha convertido en una “loca de la vida inconsecuente, impulsiva y descarada”.
Los 60 minutos que condensan este documental están repletos de confesiones que dejan a una atónita ante la brusca sinceridad lanzada a bocajarro por este personaje indescriptible y singular que luce orgulloso su diario de Peppa Pig o su vestido de Shin-chan y enseña a la audiencia un enorme vibrador al lado de una foto de su difunta abuela en una de las estanterías de su habitación.
No hay nada que diga que no suene ofensivo, pero a él/ella le da igual. Tampoco existe ni sombra de pudor en sus acciones. Relata sin sonrojarse que ha tenido experiencias sexuales con desconocidos completamente borracho y le vemos hasta en la intimidad del baño. Ahorraremos al lector todos los detalles de sus escarceos nocturnos cuando sale de fiesta tras sus bolos en discotecas, pero lo que sí deja claro es que reconoce que “me acuesto con personas que luego no me aportan nada”.
Samantha nació de una necesidad de conectar su lado masculino con el femenino y después de su primer e inesperado hit decidió dejar su Mallorca natal por una Barcelona en la que esperaba perpetuar su fama de estrella underground.
El documental recoge precisamente su llegada a la Ciudad Condal, donde comparte piso con su ‘sister’ Selena Winters, y se lanza a una existencia caótica de escasa actividad artística, dejándose llevar por el desenfreno y las situaciones surrealistas, componiendo de vez en cuando canciones de dudoso gusto musical como el que alude a Chicote, ‘Burguesa arruinada’ o ‘Super Preñada’, todas ellas escritas con letras que pretenden evidenciar una crítica reivindicativa muy sui géneris.
Porcel dibuja un perfil realista y a la postre grotesco sobre este joven de 18 años que esperaba comerse el mundo sin esfuerzo, que creyó tocar el cielo para encontrarse con Jesucristo y lo único que logró fue estamparse contra el suelo tras caer del balcón de un primer piso completamente bebido durante una visita a Sevilla hace unos meses.
No avisó a ningún allegado tras el accidente que a punto estuvo de costarle la vida, pero sí quiso que sus fans fueran los primeros en ver los efectos de la sonora caída a través de los stories que subía a su cuenta de Instagram, donde tiene cerca de 14.000 seguidores. “No controla cuando bebe”, dice su tía apesadumbrada ante el comportamiento inmaduro del joven. Ese punto exagerado hasta el límite por llamar la atención obligó a sus padres a poner punto y final a su aventura en tierras catalanas.
Tras darse de bruces con la realidad, no sabemos que le ocurrirá en un futuro a este personaje cuyos referentes culturales son Hannah Montana y María Isabel. De momento, no parece que esté por la labor de cambiar su tendencia natural por el exhibicionismo y la obscenidad y tiene todos los ingredientes para acabar alimentando de forma efímera esos programas de la tele donde los insultos y la mediocridad están a la orden del día.
Un provocador que en el fondo no tiene un pelo de tonto y ha sabido explotar esa vena electroqueer salpicada de fe católica con situaciones de lo más escandalosas, tal y como refleja este exitoso documento fílmico que sorprenderá a más de uno por su tono directo y descarado.
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