sábado, 21 de julio de 2018

#hemeroteca #transexualidad #testimonios | Milena, la profesora trans que da clases en cuatro escuelas

Imagen: La Voz / Milena Moreno
Milena, la profesora trans que da clases en cuatro escuelas.
Mariana Otero | La Voz, 2018-07-21

http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/milena-la-profesora-trans-que-da-clases-en-cuatro-escuelas

Es filósofa y docente desde hace 23 años. Comenzó su carrera con una imagen masculina, pero hace dos años cambió su identidad. Sus alumnos la respetan. Cree que la gente se incomoda frente a personas transexuales porque se ve a obligada a pensar sobre sí misma.

“La gente te ama o no te ama. Cuando tenés esta diferencia de tu cuerpo con tu identidad –llámese física, psíquica o emocional–, al otro le genera una reflexión y una incomodidad, porque se tiene que poner a pensar sobre sí mismo”.

De esta manera se presenta Milena Moreno (50), una mujer transexual con un hijo adolescente y docente en cuatro escuelas, cuando se le pide una definición sobre sí misma, su trabajo, sus alumnos y sobre el desafío de ser una profesora trans en Córdoba.

“Soy filósofa, profesora de Filosofía y maestra de grado. Me recibí cuando no era Milena, en el Garzón Agulla. Tengo una carrera docente, humanista”, dice.

En el bar Nacional, sobre calle Caseros, a pocos metros de la Compañía de Jesús, Milena pide un té de frutillas y se pone cómoda, dispuesta a hablar. Y, por qué no, a filosofar. Cuenta que las amigas la consideran una filósofa humanista que lleva la filosofía a lo que llama “el cotidiano emocional”.

Parte de la base de que, antes que racionales, los humanos somos seres sensibles. “Lo que te sensibiliza es lo que te cambia”, asegura.

Cuando tenía 7 años, la Milena de hoy todavía era Claudio, un pequeño con inquietudes que se animó a preguntarle a su mamá si era posible “cambiar de cuerpo”. A modo de respuesta, su madre, traductora de inglés, le pidió que fuera a jugar.

Aquel niño, da cuenta Milena, se sentía afuera. “No sólo me sentía así por la idea de pensar que tenía un cuerpo en el que no me hallaba, sino que me preguntaba por qué odiaba partes de mi cuerpo que no habían experimentado intimidad”, plantea.

Recuerda que jugaba a la pelota con los varones. “Iba obligado para que no hubiera conflictos familiares ni señalamiento social, que hoy sigue estando, aunque con menor intensidad. Era el mejor arquero, no quería ser el objeto que ya era, el objeto humano de la burla, del bullying o el comentario. Yo ya estaba en ese proceso tan conflictivo”, relata.

Para pasarla un poco mejor, a principios de los años ’80, de adolescente fue hippie. “Tenía pelo largo, me podía pintar los labios, usaba un mix de ropa, no te identificaban como hombre o mujer sino como un hippie sucio. No tenías conflicto de decir al otro: ‘No soy lo que usted piensa, soy otra cosa que todavía no sé. Por qué me iban a catalogar por algo que todavía no sabía qué era’”, reflexiona.

De Grecia a casa

Cursó el secundario en una escuela nocturna en una época muy dura, en la que intentó suicidarse. “No es fácil lidiar con todo lo que hay dentro tuyo, donde no hay palabras”, explica.

Ingresó al Seminario Mayor pero, pronto, desistió. Viajó a España y luego a Grecia, donde se recibió en la Facultad de Filosofía en la Universidad Nacional de Atenas. Allí, en la cuna de la filosofía, comenzó a vestirse y a vivir como mujer y hasta fue modelo publicitaria. “Fui la mujer más feliz del mundo”, asegura.

Regresó a Córdoba a cuidar a sus padres enfermos, se enamoró de Mercedes y tuvieron a Gregorio, hoy con 19 años. Los tres conviven como familia en una misma casa, aunque dejaron de ser pareja cuando el bebé tenía seis meses.

Milena remarca que mantuvo su condición de padre, no de madre y que durante un tiempo se compenetró en el rol de varón, dejado por mujeres que no lo entendían. “La del tanguero”, se ríe.

Actualmente tiene novia. “Estamos en este proceso de construir y deconstruir la imagen. Que no es fácil, pero ¿quién dijo que iba a ser fácil? Si todo fuera fácil, seríamos lo que soñamos”, piensa.

La transición

Este año, Milena cumple 23 años como docente y disfruta dando clases. “Sigo siendo docente por elección”, apunta.

Ingresó al sistema educativo con una imagen fuertemente masculina y vivió su transición de identidad sin demasiadas dificultades externas.

“El profesor de Filosofía Claudio Moreno aparecía con sombrero y pipa, traje y tiradores, pero con una percepción en el otro, sobre todo en la mujer, de un hombre que no existía”, sostiene Milena.

Pasaba horas conversando con otra mujer, escuchando, poniéndose en el lugar del otro. “Claudio tenía esa sensibilidad, que no cerraba. Me decían: ‘Sos diferente a los hombres’. Y es que, en verdad, no era hombre, en el sentido de ser varón”, cuenta.

La terapia psicológica lo ayudó a pensarse como mujer, esa identidad que había aparecido en la niñez y que vivió con plenitud en Europa. Aunque, en verdad, cree que más que una mujer transexual, es una persona andrógina.

“Cuando mis padres se enfermaron y tuve que bañarlos y cambiarlos, yo me recibí de hija. Porque eso lo hacen las hijas, no lo hacen los hijos”, sostiene.

Después de dos años, comenzó el tratamiento hormonal, y en 2016, le realizaron la cirugía para la extirpación de los testículos en una clínica privada de la ciudad de Córdoba. Luego, cambió su DNI.

“El día siguiente de la operación, cuando el médico me preguntó: ‘¿Estás feliz?’, le dije: ‘No estoy feliz, estoy en paz. Ya no necesito luchar tanto’”.

Cuatro realidades
Milena es profesora en cuatro escuelas, tres estatales y una privada. La Juan José Paso, de barrio Zumarán, el Instituto Integral Modelo (ex-Liceo de Señoritas), el Ipem 270 y el Cenma 215 en Villa Azalais oeste. “Tengo cuatro realidades sociales y educativas diferentes. Es lo que me nutre permanentemente”, sostiene. Ama su trabajo y, asegura, no ha tenido conflictos con sus alumnos.

Terminó el ciclo lectivo en 2016 con imagen masculina y en febrero del año siguiente, ingresó como mujer. El Ministerio de Educación acompañó a las escuelas en este proceso. Reunió a los directores de las instituciones, a los equipos de Educación Sexual Integral, al sexólogo de Milena y debatieron cómo trabajar su presencia en los colegios. “Fue muy fuerte y muy bello”, subraya.

En realidad, temía que su experiencia pudiera parecerse a la vivida, años atrás, por Verónica Giordano, la primera directora transexual de una secundaria de la ciudad de San Francisco, que se sometió a una cirugía de adecuación de sexo en 2011, y que sufrió numerosos traspiés en el sistema educativo.

“Cuando volví a dar clases fue una bienvenida muy ecléctica. Hubo profesores que me extrañaban como Claudio, hubo profesoras que estaban más animosas conmigo. Una profe me dijo: ‘Ni se te ocurra venir más linda que yo’… (se ríe). Todas esas cosas te muestran que el otro se ha tranquilizado en esta convulsión sobre tu vida. Cuando estás seguro de lo que sos, el otro no tiene posibilidad alguna de estar nervioso o incómodo”, plantea.

Milena sabe que hay gente que necesita tiempo para resolver sus propias historias personales, antes de sentarse a tomar un café con ella. “Cuando voy a dar una charla y la gente está expectante, siempre largo esto: ‘Están frente a Pampita, pero con la voz de Rony Vargas' y ahí derrito el hielo”, bromea.

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