Imagen: El País / Giuliano Costalunga y Paolo |
Giuliano Costalunga, sacerdorte de un pueblo de Verona, y Paolo contrajeron matrimonio en abril.
El País, 2018-07-20
https://elpais.com/internacional/2018/07/13/mundo_global/1531484178_660127.html
Giuliano Costalunga era hasta hace dos años el párroco de Selva di Progno e Giazza, un pequeño pueblo de apenas 1.000 habitantes de la Lessinia, una comarca de montaña situada 40 kilómetros al norte de Verona (Italia). Pero el pasado 28 de abril, este cura pasó de ser don Giuliano a convertirse en Julián cuando contrajo matrimonio con Paolo en Maspalomas, en el sur de Gran Canaria, España.
Giuliano y Paolo se conocieron hace tres años en Nápoles, mientras el primero se recuperaba de un cáncer en el hospital. Tomaron un café, charlaron varias veces, se intercambiaron los números de su teléfono móvil y se hicieron amigos. Al poco tiempo, la amistad se transformó en amor. Más tarde comenzaron a vivir juntos. "En cuanto entendí que lo amaba, dejé la parroquia", cuenta en una entrevista a Efe el cura. Aunque ya no era el párroco de la iglesia, seguía siendo cura y oficiaba la misa de vez en cuando en las iglesias donde le llamaban, explica.
El 8 de febrero anunció una decisión que le obligó a abandonar la iglesia. Escribió al obispo de Verona, Giuseppe Zenti, para decirle que renunciaba a seguir ejerciendo su ministerio porque iba a casarse con el joven que desde tiempo atrás le había ayudado en la parroquia.
A la pareja, que lleva casi un año viviendo en Maspalomas, le han llovido todo tipo de críticas. "Dicen que nos hemos fugado aquí para ocultarnos", se lamenta Giuliano. "Incluso han dicho que nos hemos cambiado los nombres por los de Julián y Pablo para que no nos reconozcan, cuando la verdad es que nuestros amigos de aquí nos llaman así", añade. No buscaron ocultar su relación pero sí vivir en España, un país que es para ellos una referencia de los derechos de la comunidad homosexual.
Giuliano lamenta la discriminación por parte de la iglesia hacia esta comunidad. "He dejado el ministerio [sacerdotal] con dolor, porque yo creo que un hombre que cree en Dios y ama a Jesús puede ser un buen cura que dice la palabra de Dios, que la vive", asegura el antiguo párroco de Selva di Progno, consciente de que siempre seguirá siendo cura —quien es ordenado sacerdote lo es de por vida— y se resigna, no sin tristeza, a que su obispo le prohíba oficiar misa en público.
Para Giuliano, el amor trasciende cualquier etiqueta. "Jesús habló de amor, no de amor homosexual, heterosexual, transexual... Habló del amor en su totalidad", afirma, y reconoce que espera que su historia con Paolo ayude a otras personas que viven con dificultad su homosexualidad, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
En Gran Canaria, el sitió que los acogió, se sienten libres. "Para nosotros, Gran Canaria es la isla de la eterna primavera de corazón", concluye la pareja.
Giuliano y Paolo se conocieron hace tres años en Nápoles, mientras el primero se recuperaba de un cáncer en el hospital. Tomaron un café, charlaron varias veces, se intercambiaron los números de su teléfono móvil y se hicieron amigos. Al poco tiempo, la amistad se transformó en amor. Más tarde comenzaron a vivir juntos. "En cuanto entendí que lo amaba, dejé la parroquia", cuenta en una entrevista a Efe el cura. Aunque ya no era el párroco de la iglesia, seguía siendo cura y oficiaba la misa de vez en cuando en las iglesias donde le llamaban, explica.
El 8 de febrero anunció una decisión que le obligó a abandonar la iglesia. Escribió al obispo de Verona, Giuseppe Zenti, para decirle que renunciaba a seguir ejerciendo su ministerio porque iba a casarse con el joven que desde tiempo atrás le había ayudado en la parroquia.
A la pareja, que lleva casi un año viviendo en Maspalomas, le han llovido todo tipo de críticas. "Dicen que nos hemos fugado aquí para ocultarnos", se lamenta Giuliano. "Incluso han dicho que nos hemos cambiado los nombres por los de Julián y Pablo para que no nos reconozcan, cuando la verdad es que nuestros amigos de aquí nos llaman así", añade. No buscaron ocultar su relación pero sí vivir en España, un país que es para ellos una referencia de los derechos de la comunidad homosexual.
Giuliano lamenta la discriminación por parte de la iglesia hacia esta comunidad. "He dejado el ministerio [sacerdotal] con dolor, porque yo creo que un hombre que cree en Dios y ama a Jesús puede ser un buen cura que dice la palabra de Dios, que la vive", asegura el antiguo párroco de Selva di Progno, consciente de que siempre seguirá siendo cura —quien es ordenado sacerdote lo es de por vida— y se resigna, no sin tristeza, a que su obispo le prohíba oficiar misa en público.
Para Giuliano, el amor trasciende cualquier etiqueta. "Jesús habló de amor, no de amor homosexual, heterosexual, transexual... Habló del amor en su totalidad", afirma, y reconoce que espera que su historia con Paolo ayude a otras personas que viven con dificultad su homosexualidad, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
En Gran Canaria, el sitió que los acogió, se sienten libres. "Para nosotros, Gran Canaria es la isla de la eterna primavera de corazón", concluye la pareja.
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