Imagen: El Mundo / Rafi Escobedo |
Marcos García-Montes sostiene que el testimonio de la ex, Myriam de la Sierra, el diario de Rafi y su autopsia pueden confirmar que era inocente.
Consuelo Font | LOC, El Mundo, 2018-07-14
http://www.elmundo.es/loc/2018/07/14/5b48d241e2704e77b48b466b.html
Este 27 de julio se cumplen 30 años de una muerte muy sospechosa: Rafi Escobedo, condenado a 53 años de prisión como autor del espeluznante asesinato de sus suegros, los marqueses de Urquijo, que en 1980 fueron acribillados a balazos mientras dormían, apareció ahorcado en su celda del penal santanderino de El Dueso, con el cuello atado a una sábana sujeta a los barrotes. No sorprendió demasiado, pues días antes, el propio Escobedo, de 33 años, confesó al periodista Jesús Quintero en televisión. "Me quedo horas mirando las rejas de la ventana y repitiéndome: cuélgate, termina de una vez con todo esto".
Probablemente, ese día firmó su sentencia de muerte, ofreciendo la coartada perfecta a quienes querían eliminarle, pues Rafi, condenado por un crimen que juraba y perjuraba no cometió, estaba a punto de desenmascarar a los verdaderos culpables. Algo que atestigua su íntimo y abogado, Marcos García-Montes, quien revela en exclusiva a LOC que va a solicitar la reapertura del sumario por la muerte de Rafi, cuyo último instructor, Grande Marlaska, actual ministro de Interior y juez entonces de Santoña, cerró el caso determinando que recibió "ayuda para suicidarse".
"No se suicidó, lo mataron y me remito al informe de los doctores que le hicieron la autopsia, Andrade, Vilanova y Folguera, del Anatómico Forense, que encontraron 14 miligramos de cianuro en sus pulmones, riñones, hígado e intestinos. Esta dosis provoca la muerte o, en el mejor de los casos, la pérdida de conocimiento, lo que demuestra que le suicidaron. Los autores fueron dos sicarios, gracias a los cuales los verdaderos asesinos de los marqueses brindaron con champán".
Misteriosamente, una mano negra frustró que se investigara la muerte de Rafi, y fue seguramente la misma mano la que hizo desaparecer las pruebas del crimen de los marqueses de Urquijo, lavando sus cadáveres y eliminando el arma homicida. Según los estudiosos del caso, respondió a una trama financiera con implicaciones políticas a altísimo nivel, cuyo epicentro fue la fusión del Banco Urquijo con el Hispano Americano, a la que el marqués se negaba, pero que tras su muerte permitieron sus hijos, Juan y Miryam.
García-Montes revela a LOC que existen unas memorias de Rafi depositadas en un lugar secreto de México que sólo conocen él y René Reinoso, un íntimo del preso, donde desvela quienes son los asesinos de los marqueses. "Rafi no quería publicarlas hasta que no falleciera su madre, a la que adoraba, para evitarle el disgusto, pues los criminales, según manifestó, eran personajes muy allegados a la familia Escobedo y también a los marqueses de Urquijo", asegura el abogado, quien detalla: "Sólo pensaban matar al marqués, pero tropezaron con una silla y el ruido despertó a su mujer, Lourdes, quien les reconoció, y seguramente la asesinaron para que no les identificara".
Sobre Rafi no existían pruebas demasiado concluyentes, pese a que estuvo en el chalé la noche del crimen, como corroboró su amigo Javier Anastasio, que huyó de España al ser acusado de cómplice, y que junto con López Roberts, condenado como encubridor, forman el trío que "pagó el pato".
Violado en la cárcel
"Rafi había quedado con Juan, el hijo de los marqueses. Después me entregó una pistola y me dijo que la tirara", reveló Anastasio. Pero lo definitivo fue que el propio Escobedo se confesó autor, aunque bajo enorme presión, como relata García-Montes. "En la DGS le quitaron la ropa y le sometieron a vejaciones, como hacer flexiones desnudo, para que confesara su culpabilidad. Lo lograron cuando trajeron a su padre con grilletes en las muñecas, y le amenazaron con detener también a su madre".
Rafi, un chico de familia "bien", no estaba psicológicamente preparado para vivir algo tan duro. Nieto del que fue decano del colegio de abogados e hijo de un jurista, Miguel Escobedo Gómez-Martín, su madre, Ofelia Alday Mazorra, era de origen aristocrático. Residían en el exclusivo paseo de la Castellana y los fines de semana, él y sus hermanos, Miguel, Carlos, Alfredo, Manuel y Alberto, los pasaban en la finca familiar de Moncalvillo de Huete, en Cuenca.
En esta finca fue donde se encontraron centenares de casquillos similares a los que mataron a los marqueses, otra de las pistas que condujeron a acusar a Rafi, pues Miguel, su padre, según Myriam de la Sierra, tenía un arma del mismo calibre a la usada en el crimen.
Rafi conoció a Myriam en el Club Hípico de Somosaguas en 1977, cuando tenía 22 años y ella 20. Según su ex mujer: "Era muy carismático y divertido. Siempre estaba haciendo planes, me llevaba a fiestas y acabó conquistándome". Se casaron el 21 de junio de 1978, pese a la oposición de Manuel de la Sierra, marqués de Urquijo. "Rafi no encajaba con el perfil de lo que mi padre quería para mí. Me advirtió que era muy joven e inmaduro y de que no tenía futuro, porque ni estudiaba ni trabajaba". Seguramente, Manuel de la Sierra y Lourdes Urquijo ambicionaban un yerno con más fuste, pues eran uno de los matrimonios más influyentes de la alta sociedad: Manuel era hijo de un general y una noble tarraconense, aunque su salto social se produjo al casarse en 1954 con la aristócrata María Lourdes Urquijo, apadrinados por los condes de Barcelona. Marieta, tal como apodaban a Lourdes, una mujer frágil, que padecía frecuentes jaquecas y vinculada al Opus Dei, era heredera de los marquesados de Urquijo, Loriana y de Villar del Águila y pertenecía a la familia propietaria del banco Urquijo. Quizá por eso el marqués respiró cuando a los seis meses de casarse, su hija le comunicó que se separaba.
Nadie podía sospechar que meses después, el 1 de agosto de 1980, los marqueses de Urquijo, con las maletas hechas para marcharse de vacaciones a su chalé de Sotogrande, fueron asesinados a tiros mientras dormían en su mansión de Somosaguas. Un shock que afectó doblemente a Myriam, ya que su ex marido se autoinculpó del crimen, siendo condenado a 53 años de cárcel en 1983. Aunque su mayor calvario fue que ni ella ni su hermano Juan se vieron libres de ser señalados por el asesinato de sus padres. "Nadie imagina el dolor que me produce que alguien pueda sospechar de nosotros", declaraba.
Rafi inició en la cárcel su declive, refugiándose en la droga para sobrellevar una condena que consideraba injusta, a lo que se añadía que le denegaban sistemáticamente los permisos. Algo difícilmente soportable para un chico criado entre algodones, cuyo físico agraciado le convirtió en víctima de repetidas violaciones por parte de otros presos, como confesó. También se quejaba del abandono por parte de sus hermanos y de su padre, Miguel Escobedo, que falleció en 1993, cinco años después de Rafi.
Su gran consuelo era su madre, a la que telefoneaba frecuentemente, que murió en 2000, y los escasos amigos que le visitaban, entre ellos Marcos García Montes, que cada 15 días le llevaba sándwiches y Coca-Colas. También revistas, donde aparecía su ex, Myriam, ya casada con el norteamericano Dennis Rew. "Rafi fingía que no le importaba, pero a escondidas, miraba su foto con ojos de enamorado", asegura su abogado.
Informe psiquiátrico
El testimonio de su ex mujer es uno de los argumentos que va a utilizar García-Montes para pedir la reapertura del sumario. "El informe psiquiátrico sostiene que por su personalidad psicopatológica no tenía capacidad para matar. Hasta la propia Myriam reconoce en su libro que no está segura de que Rafi asesinara a sus padres".
Probablemente, ese día firmó su sentencia de muerte, ofreciendo la coartada perfecta a quienes querían eliminarle, pues Rafi, condenado por un crimen que juraba y perjuraba no cometió, estaba a punto de desenmascarar a los verdaderos culpables. Algo que atestigua su íntimo y abogado, Marcos García-Montes, quien revela en exclusiva a LOC que va a solicitar la reapertura del sumario por la muerte de Rafi, cuyo último instructor, Grande Marlaska, actual ministro de Interior y juez entonces de Santoña, cerró el caso determinando que recibió "ayuda para suicidarse".
"No se suicidó, lo mataron y me remito al informe de los doctores que le hicieron la autopsia, Andrade, Vilanova y Folguera, del Anatómico Forense, que encontraron 14 miligramos de cianuro en sus pulmones, riñones, hígado e intestinos. Esta dosis provoca la muerte o, en el mejor de los casos, la pérdida de conocimiento, lo que demuestra que le suicidaron. Los autores fueron dos sicarios, gracias a los cuales los verdaderos asesinos de los marqueses brindaron con champán".
Misteriosamente, una mano negra frustró que se investigara la muerte de Rafi, y fue seguramente la misma mano la que hizo desaparecer las pruebas del crimen de los marqueses de Urquijo, lavando sus cadáveres y eliminando el arma homicida. Según los estudiosos del caso, respondió a una trama financiera con implicaciones políticas a altísimo nivel, cuyo epicentro fue la fusión del Banco Urquijo con el Hispano Americano, a la que el marqués se negaba, pero que tras su muerte permitieron sus hijos, Juan y Miryam.
García-Montes revela a LOC que existen unas memorias de Rafi depositadas en un lugar secreto de México que sólo conocen él y René Reinoso, un íntimo del preso, donde desvela quienes son los asesinos de los marqueses. "Rafi no quería publicarlas hasta que no falleciera su madre, a la que adoraba, para evitarle el disgusto, pues los criminales, según manifestó, eran personajes muy allegados a la familia Escobedo y también a los marqueses de Urquijo", asegura el abogado, quien detalla: "Sólo pensaban matar al marqués, pero tropezaron con una silla y el ruido despertó a su mujer, Lourdes, quien les reconoció, y seguramente la asesinaron para que no les identificara".
Sobre Rafi no existían pruebas demasiado concluyentes, pese a que estuvo en el chalé la noche del crimen, como corroboró su amigo Javier Anastasio, que huyó de España al ser acusado de cómplice, y que junto con López Roberts, condenado como encubridor, forman el trío que "pagó el pato".
Violado en la cárcel
"Rafi había quedado con Juan, el hijo de los marqueses. Después me entregó una pistola y me dijo que la tirara", reveló Anastasio. Pero lo definitivo fue que el propio Escobedo se confesó autor, aunque bajo enorme presión, como relata García-Montes. "En la DGS le quitaron la ropa y le sometieron a vejaciones, como hacer flexiones desnudo, para que confesara su culpabilidad. Lo lograron cuando trajeron a su padre con grilletes en las muñecas, y le amenazaron con detener también a su madre".
Rafi, un chico de familia "bien", no estaba psicológicamente preparado para vivir algo tan duro. Nieto del que fue decano del colegio de abogados e hijo de un jurista, Miguel Escobedo Gómez-Martín, su madre, Ofelia Alday Mazorra, era de origen aristocrático. Residían en el exclusivo paseo de la Castellana y los fines de semana, él y sus hermanos, Miguel, Carlos, Alfredo, Manuel y Alberto, los pasaban en la finca familiar de Moncalvillo de Huete, en Cuenca.
En esta finca fue donde se encontraron centenares de casquillos similares a los que mataron a los marqueses, otra de las pistas que condujeron a acusar a Rafi, pues Miguel, su padre, según Myriam de la Sierra, tenía un arma del mismo calibre a la usada en el crimen.
Rafi conoció a Myriam en el Club Hípico de Somosaguas en 1977, cuando tenía 22 años y ella 20. Según su ex mujer: "Era muy carismático y divertido. Siempre estaba haciendo planes, me llevaba a fiestas y acabó conquistándome". Se casaron el 21 de junio de 1978, pese a la oposición de Manuel de la Sierra, marqués de Urquijo. "Rafi no encajaba con el perfil de lo que mi padre quería para mí. Me advirtió que era muy joven e inmaduro y de que no tenía futuro, porque ni estudiaba ni trabajaba". Seguramente, Manuel de la Sierra y Lourdes Urquijo ambicionaban un yerno con más fuste, pues eran uno de los matrimonios más influyentes de la alta sociedad: Manuel era hijo de un general y una noble tarraconense, aunque su salto social se produjo al casarse en 1954 con la aristócrata María Lourdes Urquijo, apadrinados por los condes de Barcelona. Marieta, tal como apodaban a Lourdes, una mujer frágil, que padecía frecuentes jaquecas y vinculada al Opus Dei, era heredera de los marquesados de Urquijo, Loriana y de Villar del Águila y pertenecía a la familia propietaria del banco Urquijo. Quizá por eso el marqués respiró cuando a los seis meses de casarse, su hija le comunicó que se separaba.
Nadie podía sospechar que meses después, el 1 de agosto de 1980, los marqueses de Urquijo, con las maletas hechas para marcharse de vacaciones a su chalé de Sotogrande, fueron asesinados a tiros mientras dormían en su mansión de Somosaguas. Un shock que afectó doblemente a Myriam, ya que su ex marido se autoinculpó del crimen, siendo condenado a 53 años de cárcel en 1983. Aunque su mayor calvario fue que ni ella ni su hermano Juan se vieron libres de ser señalados por el asesinato de sus padres. "Nadie imagina el dolor que me produce que alguien pueda sospechar de nosotros", declaraba.
Rafi inició en la cárcel su declive, refugiándose en la droga para sobrellevar una condena que consideraba injusta, a lo que se añadía que le denegaban sistemáticamente los permisos. Algo difícilmente soportable para un chico criado entre algodones, cuyo físico agraciado le convirtió en víctima de repetidas violaciones por parte de otros presos, como confesó. También se quejaba del abandono por parte de sus hermanos y de su padre, Miguel Escobedo, que falleció en 1993, cinco años después de Rafi.
Su gran consuelo era su madre, a la que telefoneaba frecuentemente, que murió en 2000, y los escasos amigos que le visitaban, entre ellos Marcos García Montes, que cada 15 días le llevaba sándwiches y Coca-Colas. También revistas, donde aparecía su ex, Myriam, ya casada con el norteamericano Dennis Rew. "Rafi fingía que no le importaba, pero a escondidas, miraba su foto con ojos de enamorado", asegura su abogado.
Informe psiquiátrico
El testimonio de su ex mujer es uno de los argumentos que va a utilizar García-Montes para pedir la reapertura del sumario. "El informe psiquiátrico sostiene que por su personalidad psicopatológica no tenía capacidad para matar. Hasta la propia Myriam reconoce en su libro que no está segura de que Rafi asesinara a sus padres".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.