Imagen: El Periódico / Francesc y Carme |
Francesc reveló hace 10 años a su mujer que era 'cross-dresser', le gustaba vestirse de mujer. Los dos cónyuges explican cómo han "procesado" la situación para seguir juntos.
Imma Fernández | El Periódico, 2018-10-20
https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20181020/no-soportaba-que-mi-marido-fuera-la-tieta-7100328
"Salí del armario hace 10 años. Estaba convencido de que mi mujer, con quien llevaba 25 años, me entendería; es una persona abierta", confiesa Francesc, que da la cara junto a su familia en el documental ‘EnFemme’. Carme, su esposa, revive el día de la gran revelación: "Me dijo: ‘Tengo que decirte algo’ y pensé, como le había sucedido a otros conocidos, que se quería separar". No era el caso. Le dijo que era ‘cross-dresser’ y ella le replicó: "¿Y eso qué es?". Francesc lo explica: es un señor, un hombre, que en un momento determinado se viste de mujer. Suele ser heterosexual y puede estar casado y tener hijos. "No tiene nada que ver con la sexualidad".
Francesc rechaza las etiquetas. Le gustaría que se rompieran todas las barreras, las normas no escritas y que desapareciera esa dualidad hombre-mujer, "un montaje social" del patriarcado. "Yo me considero una persona, un ser humano. Y me visto como me apetece. ¿Por qué no me puedo poner un jersey rosa?". Las etiquetas, dice, crean diferencias. "Yo no tengo, me siento yo".
El adolescente que se pintaba las uñas
Durante décadas, desde el adolescente que furtivamente se pintaba las uñas y los labios, escondió su pulsión por la apariencia femenina. "Te sientes raro y lo ocultas porque la sociedad ‘prohíbe’ que un señor vaya con faldas". Se ponía a hurtadillas la ropa de su mujer, hasta que, con el medio siglo a cuestas, decidió contárselo.
“Lo primero que pensé fue en artistas como Pavlovsky”, recuerda ella. Nunca sospechó nada porque no era de los maridos que desaparecen de noche. “Le pregunté si llevaba una doble vida y si era gay o se iba a convertir en una mujer”. Pensó en Bibi Andersen, la referencia transexual de nuestra memoria colectiva. Pero la cuestión era más enrevesada. "Cuando me dijo que a él le gustaban las mujeres y me quería, pero que le apetecía vestirse con faldas, ya no entendí nada. ¿Había perdido la chaveta? Me descolocó y rompí a llorar”.
Su hija les pilló ‘in fraganti’ en aquella confesión. "Creí –cuenta la joven en el documental- que algo muy grave pasaba con mi padre, que quizá era pederasta, por eso al decirme que le gustaba vestirse de mujer, solté aliviada: ‘Bueno ¿y qué? No pasa nada". La madre celebra que las hijas sean de "otra generación". Ellas le pedían que no lo echara de casa, que se deprimiría, o algo peor. Había que ayudarle.
El armario y la maleta
Para Carme no fue fácil. Abrieron la caja de los truenos, la maleta en la que Francesc guardaba su ropa femenina. "No soportaba ver a mi marido como la ‘tieta’, que se pintara las uñas, que se pusiera una camiseta de tirantes… Me repulsaba que vistiera ropa interior ajustada, con puntillas… Todo era muy raro. No sabía con quién hablar y me derrumbé”.
Sopesó separarse, pero no consideró que la huida fuera la solución. La culpa la perseguiría. Se le cruzaron los peores pensamientos. "Que todo sería más fácil si él se moría". Lo escribió en un diario que ha tenido la valentía de hacer público en el documental. Allí, bolígrafo en mano, liberó todos sus demonios. "El armario se hizo muy grande. Sufrí una crisis de asma, cambios fisiológicos, estuve fatal". Luego empezó a abrir puertas. A meditar, investigar... A encontrarse a sí misma y a otros que pasaban por su mismo proceso. Conocieron el club EnFemme y soltaron lastre. "Después de cinco años guardando el secreto en familia, iniciamos la socialización. Fui con Francesc y empecé a respirar". Él también. "Ahora sale con faldas sin problemas", cuenta Carme, que afirma que el tema del ‘cross-dressing’ ya está “procesado” en la pareja. Ya no es motivo de conflicto. Ella es ahora, pongamos humor, su estilista. "Es que él no acertaba, iba muy clásico, de ahí lo de ‘tieta'". Le aconsejó que "realzara su gracia" y se pusiera cosas que le sentaran bien. Y que no llamara tanto la atención en según qué entornos. "A los mayores les cuesta más entenderlo".
Vivir libremente
Francesc sabe que le miran. "Al principio te sientes un bicho raro. Cuando cruzas la mirada sientes un miedo a qué pensarán. Hasta que llegas a un punto de orgullo personal. Yo soy yo". Asegura que él nunca “pasará”. Nunca será ‘trans’. “Mi cuerpo es como es. No tomaré medicamentos para pasar más desapercibido”.
Carme, maestra, habla también como docente: "Hay que acabar con todos los tabús y etiquetas, y educar a los niños y a las niñas en ser personas. Debemos formar al profesorado para que enseñen que todos pueden vivir libremente y expresarse como quieran".
Francesc rechaza las etiquetas. Le gustaría que se rompieran todas las barreras, las normas no escritas y que desapareciera esa dualidad hombre-mujer, "un montaje social" del patriarcado. "Yo me considero una persona, un ser humano. Y me visto como me apetece. ¿Por qué no me puedo poner un jersey rosa?". Las etiquetas, dice, crean diferencias. "Yo no tengo, me siento yo".
El adolescente que se pintaba las uñas
Durante décadas, desde el adolescente que furtivamente se pintaba las uñas y los labios, escondió su pulsión por la apariencia femenina. "Te sientes raro y lo ocultas porque la sociedad ‘prohíbe’ que un señor vaya con faldas". Se ponía a hurtadillas la ropa de su mujer, hasta que, con el medio siglo a cuestas, decidió contárselo.
“Lo primero que pensé fue en artistas como Pavlovsky”, recuerda ella. Nunca sospechó nada porque no era de los maridos que desaparecen de noche. “Le pregunté si llevaba una doble vida y si era gay o se iba a convertir en una mujer”. Pensó en Bibi Andersen, la referencia transexual de nuestra memoria colectiva. Pero la cuestión era más enrevesada. "Cuando me dijo que a él le gustaban las mujeres y me quería, pero que le apetecía vestirse con faldas, ya no entendí nada. ¿Había perdido la chaveta? Me descolocó y rompí a llorar”.
Su hija les pilló ‘in fraganti’ en aquella confesión. "Creí –cuenta la joven en el documental- que algo muy grave pasaba con mi padre, que quizá era pederasta, por eso al decirme que le gustaba vestirse de mujer, solté aliviada: ‘Bueno ¿y qué? No pasa nada". La madre celebra que las hijas sean de "otra generación". Ellas le pedían que no lo echara de casa, que se deprimiría, o algo peor. Había que ayudarle.
El armario y la maleta
Para Carme no fue fácil. Abrieron la caja de los truenos, la maleta en la que Francesc guardaba su ropa femenina. "No soportaba ver a mi marido como la ‘tieta’, que se pintara las uñas, que se pusiera una camiseta de tirantes… Me repulsaba que vistiera ropa interior ajustada, con puntillas… Todo era muy raro. No sabía con quién hablar y me derrumbé”.
Sopesó separarse, pero no consideró que la huida fuera la solución. La culpa la perseguiría. Se le cruzaron los peores pensamientos. "Que todo sería más fácil si él se moría". Lo escribió en un diario que ha tenido la valentía de hacer público en el documental. Allí, bolígrafo en mano, liberó todos sus demonios. "El armario se hizo muy grande. Sufrí una crisis de asma, cambios fisiológicos, estuve fatal". Luego empezó a abrir puertas. A meditar, investigar... A encontrarse a sí misma y a otros que pasaban por su mismo proceso. Conocieron el club EnFemme y soltaron lastre. "Después de cinco años guardando el secreto en familia, iniciamos la socialización. Fui con Francesc y empecé a respirar". Él también. "Ahora sale con faldas sin problemas", cuenta Carme, que afirma que el tema del ‘cross-dressing’ ya está “procesado” en la pareja. Ya no es motivo de conflicto. Ella es ahora, pongamos humor, su estilista. "Es que él no acertaba, iba muy clásico, de ahí lo de ‘tieta'". Le aconsejó que "realzara su gracia" y se pusiera cosas que le sentaran bien. Y que no llamara tanto la atención en según qué entornos. "A los mayores les cuesta más entenderlo".
Vivir libremente
Francesc sabe que le miran. "Al principio te sientes un bicho raro. Cuando cruzas la mirada sientes un miedo a qué pensarán. Hasta que llegas a un punto de orgullo personal. Yo soy yo". Asegura que él nunca “pasará”. Nunca será ‘trans’. “Mi cuerpo es como es. No tomaré medicamentos para pasar más desapercibido”.
Carme, maestra, habla también como docente: "Hay que acabar con todos los tabús y etiquetas, y educar a los niños y a las niñas en ser personas. Debemos formar al profesorado para que enseñen que todos pueden vivir libremente y expresarse como quieran".
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