Imagen: El País / Marc Fortuny |
El barcelonés Marc Fortuny, uno de los mejores yudocas españoles de su categoría (menos de 100 kilos), pasó tres años apartado de su deporte y lamenta no haber tenido referentes en el profesionalismo.
David Álvarez | El País, 2018-10-28
https://elpais.com/deportes/2018/10/27/actualidad/1540669149_594611.html
Hace ya casi un mes, días antes de cumplir 27 años, el barcelonés Marc Fortuny, uno de los mejores yudocas españoles de su categoría (menos de 100 kilos), contó en Marca por qué había pasado tres años y medio apartado de su deporte. “No terminaba de estar bien. Ya veía que era gay y no sabía cómo gestionarlo”, dijo, a la vez que lamentaba no haber tenido referentes que le alumbrasen en el deporte profesional.
Pregunta. ¿Qué ha sucedido desde la publicación?
Respuesta. Muchísima gente me ha agradecido que hablara de esto, porque se veía como un problema y nadie se atrevía. También quien se había sentido identificado. En deporte amateur les había pasado lo mismo: lo habían dejado porque no se sentían cómodos. Y me chocó un chico que me dijo: “A mí me pasa lo mismo, pero en el trabajo, tengo que fingir, ser una persona que no soy”.
P. ¿Qué le ha sorprendido?
R. No pensaba que sería así. No debería ser noticia. Si lo relativizas, dices: “Soy noticia por hablar de que soy gay en el deporte”. Ahora lo veo como algo supernormal. Si lo hago es porque mucha gente no lo ve normal. Para normalizarlo y ayudar a otra gente. Anna, la tutora que me llevó el trabajo de fin de grado, cuando una vez en la radio el locutor me dijo: “Marc, eres un valiente”, ella dijo: “Sí, Marc es un valiente, pero Marc no debería ser un valiente”.
P. Además de a su vida personal, este proceso afectó a su carrera deportiva. ¿Le han llamado el CSD o la Federación?
R. No, de momento, no. La federación catalana sí, alegrándose de que volviera a competir y de que hiciera una labor tan importante. La federación española, no. Instituciones, ninguna. Gente importante, no. Y no estaría mal, la verdad.
P. ¿Algo negativo?
R. La única cosa negativa fue que hubo muchísimos comentarios en la noticia faltando al respeto e insultando. Tengo fotos de todos, porque se me ha dicho que se podría denunciar.
P. ¿Se ha cumplido alguno de los miedos que tenía antes?
R. No. Me arrepiento de no haberlo hecho antes y no haber seguido la vida deportiva que llevaba. Pero en ese momento tienes estos miedos: qué van a decir, me van a hacer el vacío, en los vestuarios, me voy a sentir incómodo. Ahora te das cuenta de que incluso es al revés: que crea un vínculo más fuerte con tus compañeros, que puedes ser tú mismo, la gente te ve más feliz. No tengo un buen recuerdo de mí mismo en aquella época.
P. ¿Qué le han dicho sus compañeros de entonces en Madrid?
R. Uno de los entrenadores se puso en contacto conmigo; no pidiéndome perdón, pero diciendo que si había influido en algo, lo sentía. Algún compañero me dijo que por qué no lo había dicho y le expliqué: es mucho más complejo de lo que parece. La élite del deporte no acompaña. Creo que no lo hacían de manera consciente para dañar, no les considero malas personas, pero no son conscientes del uso del lenguaje. Hay ciertas palabras que pueden dañar y se tiene que enseñar desde la educación. “Marica”, “maricón”; palabras que sin darnos cuenta se usan mucho en nuestro día a día.
P. ¿Cómo se sentía entonces?
R. No veía poder ser buen deportista y ser gay. Porque la idea de gay que yo tenía, al no haber referentes con los que me sintiera identificado... era un cacao. Vale, si soy gay significa que me tengo que vestir más femenino y tengo que hacer unas cosas distintas. Por eso digo que faltan referentes en el deporte, que veas que te pueden gustar los chicos, ser deportista, ser masculino y ser como quieres ser.
P. Recuerda algo que le ayudara a terminar de estar tranquilo y dar el paso.
R. Mis amigos, mi entorno, pero casi todo fuera del deporte, que es lo que me da rabia. Tener comprensión, explicar mis sentimientos, incluso mi sentimiento de culpabilidad. Cuando se lo dije a la primera persona, a mi mejor amiga, yo estaba llorando y diciéndole que no quería ser así. Incluso decía que prefería tener una enfermedad que ser así. Los primeros tres meses no podía decir la palabra “gay”. Decía “no me gustan las chicas”. No era capaz de decir “me gustan los chicos”. Creo que si me ha pasado esto es por alguna cosa, y tengo alguna misión.
P. ¿Qué le habría ayudado?
R. Tener referentes. Para no sentirte mal, creo que es importante no sentir que no encajas en ningún sitio. Sentirte diferente tú solo es muy complicado.
P. Ha vuelto a competir. ¿Disfruta de nuevo?
R. Sí. Lo echaba mucho de menos. Disfruto, pero con otra mentalidad, que es lo triste: ya he renunciado a nivel profesional como yudoca, porque tengo 27 años; podría seguir, pero ahora ya no quiero. Tengo otras prioridades. No voy a renunciar a todo lo que renuncié hace cinco años: a mi familia, a mi pareja, a mis amigos.
Pregunta. ¿Qué ha sucedido desde la publicación?
Respuesta. Muchísima gente me ha agradecido que hablara de esto, porque se veía como un problema y nadie se atrevía. También quien se había sentido identificado. En deporte amateur les había pasado lo mismo: lo habían dejado porque no se sentían cómodos. Y me chocó un chico que me dijo: “A mí me pasa lo mismo, pero en el trabajo, tengo que fingir, ser una persona que no soy”.
P. ¿Qué le ha sorprendido?
R. No pensaba que sería así. No debería ser noticia. Si lo relativizas, dices: “Soy noticia por hablar de que soy gay en el deporte”. Ahora lo veo como algo supernormal. Si lo hago es porque mucha gente no lo ve normal. Para normalizarlo y ayudar a otra gente. Anna, la tutora que me llevó el trabajo de fin de grado, cuando una vez en la radio el locutor me dijo: “Marc, eres un valiente”, ella dijo: “Sí, Marc es un valiente, pero Marc no debería ser un valiente”.
P. Además de a su vida personal, este proceso afectó a su carrera deportiva. ¿Le han llamado el CSD o la Federación?
R. No, de momento, no. La federación catalana sí, alegrándose de que volviera a competir y de que hiciera una labor tan importante. La federación española, no. Instituciones, ninguna. Gente importante, no. Y no estaría mal, la verdad.
P. ¿Algo negativo?
R. La única cosa negativa fue que hubo muchísimos comentarios en la noticia faltando al respeto e insultando. Tengo fotos de todos, porque se me ha dicho que se podría denunciar.
P. ¿Se ha cumplido alguno de los miedos que tenía antes?
R. No. Me arrepiento de no haberlo hecho antes y no haber seguido la vida deportiva que llevaba. Pero en ese momento tienes estos miedos: qué van a decir, me van a hacer el vacío, en los vestuarios, me voy a sentir incómodo. Ahora te das cuenta de que incluso es al revés: que crea un vínculo más fuerte con tus compañeros, que puedes ser tú mismo, la gente te ve más feliz. No tengo un buen recuerdo de mí mismo en aquella época.
P. ¿Qué le han dicho sus compañeros de entonces en Madrid?
R. Uno de los entrenadores se puso en contacto conmigo; no pidiéndome perdón, pero diciendo que si había influido en algo, lo sentía. Algún compañero me dijo que por qué no lo había dicho y le expliqué: es mucho más complejo de lo que parece. La élite del deporte no acompaña. Creo que no lo hacían de manera consciente para dañar, no les considero malas personas, pero no son conscientes del uso del lenguaje. Hay ciertas palabras que pueden dañar y se tiene que enseñar desde la educación. “Marica”, “maricón”; palabras que sin darnos cuenta se usan mucho en nuestro día a día.
P. ¿Cómo se sentía entonces?
R. No veía poder ser buen deportista y ser gay. Porque la idea de gay que yo tenía, al no haber referentes con los que me sintiera identificado... era un cacao. Vale, si soy gay significa que me tengo que vestir más femenino y tengo que hacer unas cosas distintas. Por eso digo que faltan referentes en el deporte, que veas que te pueden gustar los chicos, ser deportista, ser masculino y ser como quieres ser.
P. Recuerda algo que le ayudara a terminar de estar tranquilo y dar el paso.
R. Mis amigos, mi entorno, pero casi todo fuera del deporte, que es lo que me da rabia. Tener comprensión, explicar mis sentimientos, incluso mi sentimiento de culpabilidad. Cuando se lo dije a la primera persona, a mi mejor amiga, yo estaba llorando y diciéndole que no quería ser así. Incluso decía que prefería tener una enfermedad que ser así. Los primeros tres meses no podía decir la palabra “gay”. Decía “no me gustan las chicas”. No era capaz de decir “me gustan los chicos”. Creo que si me ha pasado esto es por alguna cosa, y tengo alguna misión.
P. ¿Qué le habría ayudado?
R. Tener referentes. Para no sentirte mal, creo que es importante no sentir que no encajas en ningún sitio. Sentirte diferente tú solo es muy complicado.
P. Ha vuelto a competir. ¿Disfruta de nuevo?
R. Sí. Lo echaba mucho de menos. Disfruto, pero con otra mentalidad, que es lo triste: ya he renunciado a nivel profesional como yudoca, porque tengo 27 años; podría seguir, pero ahora ya no quiero. Tengo otras prioridades. No voy a renunciar a todo lo que renuncié hace cinco años: a mi familia, a mi pareja, a mis amigos.
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