Imagen: Nitimérica / Celebración del Orgullo LGTBI en Río de Janeiro |
Leandro Colling | Página 12, 2018-10-26
https://www.pagina12.com.ar/150955-riesgo-de-vida
Si las encuestas de las elecciones del domingo no fallan, en Brasil tendremos un presidente explícitamente racista, homofóbico y misógino en el Palacio del Planalto. De ultraderecha, conservador y calificado como neofascista por muchos intelectuales.
Para la comunidad LGBTI su mandato significará un profundo retroceso que nos pone incluso en riesgo de vida. Y no estoy exagerando. Del norte al sur de país, no paran de acumularse denuncias de personas hostigadas y agredidas mientras suenan frases como “Bolsonaro, él sí”. Dos travestis incluso fueron asesinadas en esas mismas circunstancias, sólo tomando en cuenta los últimos días. Tres días antes de la elecciones de primer término, se viralizó en las redes un vídeo en el que un grupo de hombres gritaba en el subte de San Pablo: “Bicharada (mariconas), tengan cuidado, Bolsonaro va a matar al veado (gay)”. La proliferación de las violencias fue tan grande que algunos activistas crearon el sitio mapadaviolencia.org, en el que es posible acceder a un seguimiento de los ataques a las personas diversas.
Bolsonaro es un viejo enemigo del movimiento LGBTIQ+ de Brasil. En 2011, junto a otros integrantes de la bancada religiosa en el Congreso Nacional logró impedir la continuidad del proyecto 'Escuela sin homofobia', que estaba en fase de elaboración en el Ministerio de Educación, en aquella época comandado por Fernando Haddad, que ahora disputa con Bolsónaro la segunda vuelta de las elecciones.
En esa misma época, los legisladores religiosos, entre ellos Bolsonaro, que es católico con gran apoyo de otros diputados evangélicos, llamaron “kit gay” a un conjunto de materiales didácticos que estaban siendo preparados para orientar a los profesores para tratar los temas de la diversidad sexual y de género en las escuelas. La entonces presidenta Dilma Rousseff, del PT, cedió la presión porque buena parte de la bancada religiosa daba apoyo a su gobierno en el Congreso Nacional. En varias ocasiones, Bolsonaro calificó como “proselitismo gay” cualquier intento de que hablara de género y sexualidad en las escuelas brasileñas.
En mi opinión, ese episodio se configuró como un gran antecedente, un atentado al Estado laico en Brasil, que puede radicalizarse si Bolsonaro gana las elecciones. En su campaña, cita diariamente fragmentos bíblicos y recibió el apoyo del mayor líder evangélico del país, Edir Macedo, el todopoderoso de la Iglesia Universal del Reino de Dios, dueño de la segunda mayor emisora de televisión de Brasil, la Red Record, en franca campaña a favor del candidato ultraderechista.
La persecución a la comunidad LGBTQI incluye el intento de dar marcha atrás con las conquistas. Durante su último mandato como diputado federal, Bolsonaro presentó un proyecto de ley para impedir el uso del nombre social de las personas travestis y transexuales en las escuelas y en los concursos públicos. También apoyó un proyecto, que aún no se ha discutido en plenario, titulado Estatuto de la Familia, que caracteriza como familia sólo la unión entre un hombre y una mujer.
En Brasil, el matrimonio igualitario, al contrario de lo que ocurrió en Argentina, fue instituido a partir de una decisión del Supremo Tribunal Federal (STF), en 2011. Inicialmente, la decisión reconocía sólo las uniones estables, las que ya existían de hecho, y en 2013 el Consejo Nacional de Justicia determinó que todas las oficinas del país pueden realizar matrimonios entre personas del mismo sexo. La bancada de la que Bolsonaro forma parte nunca permitió que el proyecto de matrimonio igualitario, que tramita en el Congreso Nacional, fuera votado. Lo mismo vale para otros dos proyectos: la ley de identidad de género, similar a la aprobada en Argentina, y otra que aumenta las penas de los crímenes motivados por la homo-lesbo-transfobia.
Por estas razones, la eventual victoria de Bolsonaro representa un gran riesgo para toda la comunidad LGBTQI y otras llamadas “minorías”, por ejemplo de las personas negras, indígenas, mujeres y practicantes de religiones de matriz africana, sobre las cuales no he tratado aquí. Incluso si Bolsonaro llegara a perder las elecciones, los próximos años serían muy difíciles para la comunidad LGBTQI porque su partido alcanzó la segunda mayoría en la Cámara de Diputados y, lo que es peor, el discurso de odio contaminó a gran parte de la población que sacó su homofobia del armario. Pero, aun así, la resistencia existe y se fortalece. Feministas y LGBTIQ protagonizaron un gran movimiento que llevó a miles de personas a las calles. La bancada femenina aumentó de 51 a 77, en un total de 513 parlamentarios, cerca del 15%. Actualmente, corresponde al 9,9%. Queda por saber si tendremos fuerza o incluso un parlamento abierto para continuar la lucha. Bolsonaro, como todos saben, elogia la dictadura cívico-militar de Brasil y sus torturadores.
¡Tristes y difíciles tiempos, pero, incluso sangrando, resistiremos!
Leandro Colling. Profesor e investigador de la Universidad Federal de Bahía.
Para la comunidad LGBTI su mandato significará un profundo retroceso que nos pone incluso en riesgo de vida. Y no estoy exagerando. Del norte al sur de país, no paran de acumularse denuncias de personas hostigadas y agredidas mientras suenan frases como “Bolsonaro, él sí”. Dos travestis incluso fueron asesinadas en esas mismas circunstancias, sólo tomando en cuenta los últimos días. Tres días antes de la elecciones de primer término, se viralizó en las redes un vídeo en el que un grupo de hombres gritaba en el subte de San Pablo: “Bicharada (mariconas), tengan cuidado, Bolsonaro va a matar al veado (gay)”. La proliferación de las violencias fue tan grande que algunos activistas crearon el sitio mapadaviolencia.org, en el que es posible acceder a un seguimiento de los ataques a las personas diversas.
Bolsonaro es un viejo enemigo del movimiento LGBTIQ+ de Brasil. En 2011, junto a otros integrantes de la bancada religiosa en el Congreso Nacional logró impedir la continuidad del proyecto 'Escuela sin homofobia', que estaba en fase de elaboración en el Ministerio de Educación, en aquella época comandado por Fernando Haddad, que ahora disputa con Bolsónaro la segunda vuelta de las elecciones.
En esa misma época, los legisladores religiosos, entre ellos Bolsonaro, que es católico con gran apoyo de otros diputados evangélicos, llamaron “kit gay” a un conjunto de materiales didácticos que estaban siendo preparados para orientar a los profesores para tratar los temas de la diversidad sexual y de género en las escuelas. La entonces presidenta Dilma Rousseff, del PT, cedió la presión porque buena parte de la bancada religiosa daba apoyo a su gobierno en el Congreso Nacional. En varias ocasiones, Bolsonaro calificó como “proselitismo gay” cualquier intento de que hablara de género y sexualidad en las escuelas brasileñas.
En mi opinión, ese episodio se configuró como un gran antecedente, un atentado al Estado laico en Brasil, que puede radicalizarse si Bolsonaro gana las elecciones. En su campaña, cita diariamente fragmentos bíblicos y recibió el apoyo del mayor líder evangélico del país, Edir Macedo, el todopoderoso de la Iglesia Universal del Reino de Dios, dueño de la segunda mayor emisora de televisión de Brasil, la Red Record, en franca campaña a favor del candidato ultraderechista.
La persecución a la comunidad LGBTQI incluye el intento de dar marcha atrás con las conquistas. Durante su último mandato como diputado federal, Bolsonaro presentó un proyecto de ley para impedir el uso del nombre social de las personas travestis y transexuales en las escuelas y en los concursos públicos. También apoyó un proyecto, que aún no se ha discutido en plenario, titulado Estatuto de la Familia, que caracteriza como familia sólo la unión entre un hombre y una mujer.
En Brasil, el matrimonio igualitario, al contrario de lo que ocurrió en Argentina, fue instituido a partir de una decisión del Supremo Tribunal Federal (STF), en 2011. Inicialmente, la decisión reconocía sólo las uniones estables, las que ya existían de hecho, y en 2013 el Consejo Nacional de Justicia determinó que todas las oficinas del país pueden realizar matrimonios entre personas del mismo sexo. La bancada de la que Bolsonaro forma parte nunca permitió que el proyecto de matrimonio igualitario, que tramita en el Congreso Nacional, fuera votado. Lo mismo vale para otros dos proyectos: la ley de identidad de género, similar a la aprobada en Argentina, y otra que aumenta las penas de los crímenes motivados por la homo-lesbo-transfobia.
Por estas razones, la eventual victoria de Bolsonaro representa un gran riesgo para toda la comunidad LGBTQI y otras llamadas “minorías”, por ejemplo de las personas negras, indígenas, mujeres y practicantes de religiones de matriz africana, sobre las cuales no he tratado aquí. Incluso si Bolsonaro llegara a perder las elecciones, los próximos años serían muy difíciles para la comunidad LGBTQI porque su partido alcanzó la segunda mayoría en la Cámara de Diputados y, lo que es peor, el discurso de odio contaminó a gran parte de la población que sacó su homofobia del armario. Pero, aun así, la resistencia existe y se fortalece. Feministas y LGBTIQ protagonizaron un gran movimiento que llevó a miles de personas a las calles. La bancada femenina aumentó de 51 a 77, en un total de 513 parlamentarios, cerca del 15%. Actualmente, corresponde al 9,9%. Queda por saber si tendremos fuerza o incluso un parlamento abierto para continuar la lucha. Bolsonaro, como todos saben, elogia la dictadura cívico-militar de Brasil y sus torturadores.
¡Tristes y difíciles tiempos, pero, incluso sangrando, resistiremos!
Leandro Colling. Profesor e investigador de la Universidad Federal de Bahía.
Y TAMBIÉN…
El alcalde de Río de Janeiro se niega a aportar subvenciones para la fiesta del Orgullo Gay.
Notimérica, 2018-11-21
https://www.notimerica.com/sociedad/noticia-alcalde-rio-janeiro-niega-aportar-subvenciones-fiesta-orgullo-gay-20171121182507.html
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