Imagen: RTVE |
Si a la Macarena y a sus devotos les insulta algo es la presencia en su Basílica de un genocida como Queipo de Llano, un criminal de guerra que mandó matar a 50.000 andaluces tras el golpe de Estado de 1936.
Raúl Solís | La Voz del Sur, 2018-10-29
https://www.lavozdelsur.es/la-macarena-es-sagra/
El PP andaluz ha empezado su campaña electoral con cara de entierro. Todos saben que el lunes, justo después del domingo 2 diciembre, el candidato conservador andaluz, Juanma Moreno, será un cadáver político al que habrá que enterrar para que no huela. En las sedes del PP andaluz rezan no ya para ganar, sino para no quedar en última posición como pronostican varias encuestas en las que Adelante Andalucía, la suma de Podemos, IU y los andalucistas de izquierdas, y Ciudadanos se disputarían la segunda plaza detrás de un PSOE que se podría meter el porrazo del siglo pero podría mantenerse cuatro años más en San Telmo.
Entretanto, sabedores de que la cosa pinta mal para los intereses de una derecha a la que las declaraciones insultantes de la exministra Tejerina contra los niños y niñas andaluces le ha puesto la campaña cuesta arriba, la estrategia del PP para intentar evitar la tragedia es azuzar la guerra cultural a lo Donald Trump o el fascista brasileño Bolsonaro.
De ahí se entiende que en un encuentro de todos los parlamentarios conservadores, celebrado este fin de semana pasado en la capital andaluza, el candidato Juanma Moreno se haya sacado de la chistera meter a la Macarena y al Cachorro en la campaña electoral. La medida electoral con la que el PP quiere sacar a los andaluces y andaluzas de la crisis es metiendo en la cárcel a quienes insulten a la Macarena.
Vamos, volver a meter la blasfemia en el Código Penal como bajo la dictadura o como ocurre en la teocracia de Arabia Saudí, tan amiga de los Borbones y de las grandes multinacionales del IBEX 35 y tan enemiga de los periodistas, de la democracia y de la libertad.
Sólo un PP que desconoce Andalucía y el significado que tienen las imágenes de la Semana Santa para la gran mayoría del pueblo andaluz se puede permitir intentar vincular a la Macarena o al Cachorro con el fundamentalismo religioso.
Si algo es el pueblo andaluz es contrario al fundamentalismo. Si la forma de ser andaluz es ser universal, la forma de ser capillita en Andalucía es relativizando el valor religioso de símbolos que se le escapan de las manos a la jerarquía eclesiástica y a este especie de ayatolás con sobredosis de gomina que intentan vincular la semana santa andaluza a los valores ultraderechistas, con los que parece que el PP está dispuesto a disputarse el voto ultra con VOX.
En Andalucía, la Semana Santa es ‘sagrá’. Es decir, no se tocan los símbolos que la mayoría de los andaluces y andaluzas, de todas las ideologías y clases sociales, considera un patrimonio emocional e identitario que el mundo rancio intenta cada poco, siempre sin éxito, convertir en ortodoxia religiosa.
La Macarena es ‘sagrá’ porque hasta los comunistas, que se declaran ateos y defienden un Estado laico, le cantan saetas, se emocionan delante del paso y le transmiten esa pasión a sus hijas, hijos y nietas. Si a la Macarena y a sus devotos les insulta algo es la presencia en su Basílica de un genocida como Queipo de Llano, un criminal de guerra que mandó matar a 50.000 andaluces y usó los micrófonos de Radio Sevilla para llamar a violar mujeres tras el golpe de Estado de 1936 y que el PP se niega a que salga del templo que cada año visitan millones de personas.
Entre las muchas visitas, víctimas del franquismo incluida, a las que se les revuelve el cuerpo cuando nada más entrar en la Basílica, a la izquierda, ven la tumba de un criminal que sembró el terror y tiene entre sus víctimas a Blas Infante, el Padre de la Patria Andaluza que el PP nombra en vano cada 11 de agosto en el km 4 de la Carretera Carmona, lugar donde asesinaron al ideólogo del andalucismo histórico. ¡Dejen en paz a la Macarena, que es propiedad del pueblo andaluz, no del PP!
Entretanto, sabedores de que la cosa pinta mal para los intereses de una derecha a la que las declaraciones insultantes de la exministra Tejerina contra los niños y niñas andaluces le ha puesto la campaña cuesta arriba, la estrategia del PP para intentar evitar la tragedia es azuzar la guerra cultural a lo Donald Trump o el fascista brasileño Bolsonaro.
De ahí se entiende que en un encuentro de todos los parlamentarios conservadores, celebrado este fin de semana pasado en la capital andaluza, el candidato Juanma Moreno se haya sacado de la chistera meter a la Macarena y al Cachorro en la campaña electoral. La medida electoral con la que el PP quiere sacar a los andaluces y andaluzas de la crisis es metiendo en la cárcel a quienes insulten a la Macarena.
Vamos, volver a meter la blasfemia en el Código Penal como bajo la dictadura o como ocurre en la teocracia de Arabia Saudí, tan amiga de los Borbones y de las grandes multinacionales del IBEX 35 y tan enemiga de los periodistas, de la democracia y de la libertad.
Sólo un PP que desconoce Andalucía y el significado que tienen las imágenes de la Semana Santa para la gran mayoría del pueblo andaluz se puede permitir intentar vincular a la Macarena o al Cachorro con el fundamentalismo religioso.
Si algo es el pueblo andaluz es contrario al fundamentalismo. Si la forma de ser andaluz es ser universal, la forma de ser capillita en Andalucía es relativizando el valor religioso de símbolos que se le escapan de las manos a la jerarquía eclesiástica y a este especie de ayatolás con sobredosis de gomina que intentan vincular la semana santa andaluza a los valores ultraderechistas, con los que parece que el PP está dispuesto a disputarse el voto ultra con VOX.
En Andalucía, la Semana Santa es ‘sagrá’. Es decir, no se tocan los símbolos que la mayoría de los andaluces y andaluzas, de todas las ideologías y clases sociales, considera un patrimonio emocional e identitario que el mundo rancio intenta cada poco, siempre sin éxito, convertir en ortodoxia religiosa.
La Macarena es ‘sagrá’ porque hasta los comunistas, que se declaran ateos y defienden un Estado laico, le cantan saetas, se emocionan delante del paso y le transmiten esa pasión a sus hijas, hijos y nietas. Si a la Macarena y a sus devotos les insulta algo es la presencia en su Basílica de un genocida como Queipo de Llano, un criminal de guerra que mandó matar a 50.000 andaluces y usó los micrófonos de Radio Sevilla para llamar a violar mujeres tras el golpe de Estado de 1936 y que el PP se niega a que salga del templo que cada año visitan millones de personas.
Entre las muchas visitas, víctimas del franquismo incluida, a las que se les revuelve el cuerpo cuando nada más entrar en la Basílica, a la izquierda, ven la tumba de un criminal que sembró el terror y tiene entre sus víctimas a Blas Infante, el Padre de la Patria Andaluza que el PP nombra en vano cada 11 de agosto en el km 4 de la Carretera Carmona, lugar donde asesinaron al ideólogo del andalucismo histórico. ¡Dejen en paz a la Macarena, que es propiedad del pueblo andaluz, no del PP!
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