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Krme Freixa | El Diario, 2015-05-08
http://www.eldiario.es/catalunya/donesenxarxa/explotacion-desigualdad-estereotipo_6_385721428.html
La sociedad en la que vivimos es muy dada a buscar eufemismos para aquellas cuestiones que nombradas, como lo que son, provocarían que la conciencia de la ciudadanía se despertara y pusiera fin a prácticas que acrecientan las desigualdades en una sociedad sin equidad ni paridad.
Eufemismos como maternidad subrogada, gestación subrogada, o gestación por sustitución hace que se difumine la realidad de lo que se está comercializando: criaturas y cuerpos de mujeres.
Si ustedes ponen en su buscador cualquiera de estos eufemismos se les inundará la pantalla con las webs de muchas empresas que le van a ofrecer sus servicios comerciales para hacerle la vida más fácil a quien disponga de unos 120.00 €. Sí, una actividad que puede ser adscrita al sector del lujo porque la realidad es que unas personas disponen del dinero y otras solo disponen de su cuerpo. Y nuestro sistema social crea las condiciones para que todo parezca una relación entre iguales. Una relación que, desde la crítica filosófica y de la epidemiología social, se describiría como una más de las “explotaciones mutuamente ventajosas” que provoca esta crisis económica fabricada por quienes han especulado con nuestro presente y futuro. Una crisis que ha creado desigualdades nunca imaginables logrando que parezca normal que quienes ganan hasta 900 veces más tu sueldo puedan explotar las ventajas económicas que esta situación les proporciona frente a quienes no pueden asegurar ni su presente.
Transitar por este mercado de criaturas es muy aleccionador. Las leyes de la publicidad y el marketing se han aplicado a fondo porque respecto a la maternidad y la función social de la pareja, se conocen todas las creencias erróneas y actitudes que fomentan unos valores sociales que siguen primando la producción de mano de obra para el mantenimiento de los engranajes del sistema.
No es casual que, en estos momentos de crisis, arrecie la presión de determinados grupos para que este actividad comercial sea considerada un derecho. La propaganda para fomentar esta creencia ya ha comenzado en nuestro país. Desde jornadas donde todo está envuelto en la apariencia del viva la técnica y la solidaridad, hasta las intervenciones surrealistas en programas destripa corazones de “famosas” que han solucionado sus problemas de autoestima adquiriendo una criatura, pasando por los cientos de historias lacrimógenas, cual culebrón, con las que demostrarnos la bondad de este comercio.
Curioso también como esta actividad comercial de criaturas por encargo se presenta, según el país y los colectivos, de 2 distintas maneras. Así en EEUU, tal como explica Kajsa Ekis Ekman, se promueve el producto como una manera de afianzar “los valores de la familia”, mientras que allí donde los movimientos feministas lo critican se presenta como la modernidad que nos permite la tecnología acusando a quienes se oponen de personas que se guían por estereotipos trasnochados a los que las mujeres libres ya no responden.
Estereotipos en los que se apoya sin sonrojarse su marketing y su publicidad y que quedaron bien patentes, el pasado viernes, cuando oímos en esa fábrica del húndeme-en–formato-de-luxe cómo una “famosa” relataba lagrimeando, que siempre tiene más caché, cómo ella al no poder ser madre se sentía como una mierda y llegando a preguntarse cómo podría su pareja aguantarla si no le daba aquello que toda mujer debe dar a su marido. Si eso no es promover estereotipos, es publicidad engañosa cuando dice que su hijo no tiene precio. Sí lo tiene. El precio es el que la industria de la fabricación artesanal de criaturas pone según la ley de la oferta y la demanda. Ley que incluye, por supuesto, aprovecharse de las desigualdades y la falta de oportunidades. Pero tranquilicen sus conciencias porque, a fin de cuentas, esta fabricación artesanal ocurre en el marco de una “explotación mutuamente ventajosa”. Y siempre podrá describir esta transacción comercial como un tratamiento al que se han sometido. Eufemismo utilizado sin rubor en la publicidad dirigida a una sociedad que cree que reproducirse añade valor social.
Eufemismos como maternidad subrogada, gestación subrogada, o gestación por sustitución hace que se difumine la realidad de lo que se está comercializando: criaturas y cuerpos de mujeres.
Si ustedes ponen en su buscador cualquiera de estos eufemismos se les inundará la pantalla con las webs de muchas empresas que le van a ofrecer sus servicios comerciales para hacerle la vida más fácil a quien disponga de unos 120.00 €. Sí, una actividad que puede ser adscrita al sector del lujo porque la realidad es que unas personas disponen del dinero y otras solo disponen de su cuerpo. Y nuestro sistema social crea las condiciones para que todo parezca una relación entre iguales. Una relación que, desde la crítica filosófica y de la epidemiología social, se describiría como una más de las “explotaciones mutuamente ventajosas” que provoca esta crisis económica fabricada por quienes han especulado con nuestro presente y futuro. Una crisis que ha creado desigualdades nunca imaginables logrando que parezca normal que quienes ganan hasta 900 veces más tu sueldo puedan explotar las ventajas económicas que esta situación les proporciona frente a quienes no pueden asegurar ni su presente.
Transitar por este mercado de criaturas es muy aleccionador. Las leyes de la publicidad y el marketing se han aplicado a fondo porque respecto a la maternidad y la función social de la pareja, se conocen todas las creencias erróneas y actitudes que fomentan unos valores sociales que siguen primando la producción de mano de obra para el mantenimiento de los engranajes del sistema.
No es casual que, en estos momentos de crisis, arrecie la presión de determinados grupos para que este actividad comercial sea considerada un derecho. La propaganda para fomentar esta creencia ya ha comenzado en nuestro país. Desde jornadas donde todo está envuelto en la apariencia del viva la técnica y la solidaridad, hasta las intervenciones surrealistas en programas destripa corazones de “famosas” que han solucionado sus problemas de autoestima adquiriendo una criatura, pasando por los cientos de historias lacrimógenas, cual culebrón, con las que demostrarnos la bondad de este comercio.
Curioso también como esta actividad comercial de criaturas por encargo se presenta, según el país y los colectivos, de 2 distintas maneras. Así en EEUU, tal como explica Kajsa Ekis Ekman, se promueve el producto como una manera de afianzar “los valores de la familia”, mientras que allí donde los movimientos feministas lo critican se presenta como la modernidad que nos permite la tecnología acusando a quienes se oponen de personas que se guían por estereotipos trasnochados a los que las mujeres libres ya no responden.
Estereotipos en los que se apoya sin sonrojarse su marketing y su publicidad y que quedaron bien patentes, el pasado viernes, cuando oímos en esa fábrica del húndeme-en–formato-de-luxe cómo una “famosa” relataba lagrimeando, que siempre tiene más caché, cómo ella al no poder ser madre se sentía como una mierda y llegando a preguntarse cómo podría su pareja aguantarla si no le daba aquello que toda mujer debe dar a su marido. Si eso no es promover estereotipos, es publicidad engañosa cuando dice que su hijo no tiene precio. Sí lo tiene. El precio es el que la industria de la fabricación artesanal de criaturas pone según la ley de la oferta y la demanda. Ley que incluye, por supuesto, aprovecharse de las desigualdades y la falta de oportunidades. Pero tranquilicen sus conciencias porque, a fin de cuentas, esta fabricación artesanal ocurre en el marco de una “explotación mutuamente ventajosa”. Y siempre podrá describir esta transacción comercial como un tratamiento al que se han sometido. Eufemismo utilizado sin rubor en la publicidad dirigida a una sociedad que cree que reproducirse añade valor social.
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