El próximo 7 de febrero, la filóloga pamplonesa presentará en la UPNA la tesis doctoral sobre la poesía escrita por mujeres en Navarra entre 1975 y 2015.
Ana Oliveira Lizarribar | Noticias de Navarra, 2017-02-01
http://www.noticiasdenavarra.com/2017/02/01/ocio-y-cultura/cultura/queria-dar-visibilidad-a-estas-mujeres-que-son-parte-de-la-historia-literaria-navarra
Ha sido un largo camino. Durante cuatro años, Isabel Logroño (Pamplona, 1988) ha investigado sobre las poetas navarras que, a su juicio, componen una misma generación dividida en tres grupos. En el primero figuran las nacidas en los años 30 del pasado siglo, a saber, María Blanca Ferrer García (1932) y María Sagrario Ochoa (1930). En el segundo, Charo Fuentes (1943), Julia Guerra Lacunza (1953), Marina Aoiz Monreal (1955), Rosa Barasoain Asurmendi (1956), Socorro Latasa Miranda (1956) y Maite Pérez Larumbe (1962). Y, en el tercero, las de los años 70, 80 y 90: Regina Salcedo Irurzun (1972), Trinidad Lucea Ferrer (1976), Margarita Leoz Munilla (1980), Uxue Juárez Gaztelu (1981), Leire Olkotz Vicente (1982) e Irati Iturritza Errea (1997). Además, no olvida a otras tres oriundas de Gipuzkoa que residen en territorio foral desde hace tiempo. Son Fátima Frutos Moreira, Isabel Blanco Ollero y Ana Jaka García.
¿Por qué se decidió a emprender esta investigación?
-Soy filóloga y siempre he sentido pasión por la literatura y por la enseñanza de la literatura. Desde estudiante ya vi que el canon literario que manejamos es masculino y de autores siempre clásicos. Nos cuesta mucho llegar a lo contemporáneo y, cuando llegamos, la información es escasa y siempre se menciona una plantilla fundamentalmente masculina. Con mi proyecto quería dar un poco de visibilidad a esa pequeña parte de la historia literaria de las mujeres en Navarra. Y que fuera algo actual que, sobre todo, permitiera a los chavales que están estudiando ahora tener referentes literarios más jóvenes.
Hoy se están produciendo esfuerzos para visibilizar a la mujer en distintos ámbitos, ¿es uno de sus fines?
-Sí. En este caso hablo de la poesía, pero podría estudiarse también la narrativa o la cultura en general. Creo que es necesario reconstruir la historia de las mujeres en diferentes aspectos.
¿Por qué ha acotado la tesis entre los años 1975 y 2015?
-Por lo que decía de que es importante tener referentes contemporáneos, pero también porque antes de 1975 prácticamente no hay casi nada. Es a partir de los años 70 cuando comienzan a publicarse poemarios escritos por mujeres. Coincide con el contexto de mayor libertad.
Los inicios de la democracia marcan un antes y un después en la liberación de la mujer.
-Exactamente. De hecho, el boom de la literatura femenina se produjo en el Estado en los años 80, justo después de esa apertura democrática. Y en Navarra sucedió igual.
¿Cuál ha sido su sistema a la hora de recopilar toda la información?
-En primer lugar, hice la nómina de autoras, que en principio tenían que ser nacidas en Navarra; que escribieran en castellano, no por nada, sino porque, como no sé euskera, no quería trabajar con traducciones; que hubieran tenido algún reconocimiento literario; que participaran en la vida cultural de la comunidad y que tuvieran obra publicada, bien en libro impreso o en plataforma digital. Al final, me salieron 14 autoras nacidas aquí, y tres que no, pero residentes desde hace muchos años.
¿Y cómo trabajó desde ese punto?
¿Por qué se decidió a emprender esta investigación?
-Soy filóloga y siempre he sentido pasión por la literatura y por la enseñanza de la literatura. Desde estudiante ya vi que el canon literario que manejamos es masculino y de autores siempre clásicos. Nos cuesta mucho llegar a lo contemporáneo y, cuando llegamos, la información es escasa y siempre se menciona una plantilla fundamentalmente masculina. Con mi proyecto quería dar un poco de visibilidad a esa pequeña parte de la historia literaria de las mujeres en Navarra. Y que fuera algo actual que, sobre todo, permitiera a los chavales que están estudiando ahora tener referentes literarios más jóvenes.
Hoy se están produciendo esfuerzos para visibilizar a la mujer en distintos ámbitos, ¿es uno de sus fines?
-Sí. En este caso hablo de la poesía, pero podría estudiarse también la narrativa o la cultura en general. Creo que es necesario reconstruir la historia de las mujeres en diferentes aspectos.
¿Por qué ha acotado la tesis entre los años 1975 y 2015?
-Por lo que decía de que es importante tener referentes contemporáneos, pero también porque antes de 1975 prácticamente no hay casi nada. Es a partir de los años 70 cuando comienzan a publicarse poemarios escritos por mujeres. Coincide con el contexto de mayor libertad.
Los inicios de la democracia marcan un antes y un después en la liberación de la mujer.
-Exactamente. De hecho, el boom de la literatura femenina se produjo en el Estado en los años 80, justo después de esa apertura democrática. Y en Navarra sucedió igual.
¿Cuál ha sido su sistema a la hora de recopilar toda la información?
-En primer lugar, hice la nómina de autoras, que en principio tenían que ser nacidas en Navarra; que escribieran en castellano, no por nada, sino porque, como no sé euskera, no quería trabajar con traducciones; que hubieran tenido algún reconocimiento literario; que participaran en la vida cultural de la comunidad y que tuvieran obra publicada, bien en libro impreso o en plataforma digital. Al final, me salieron 14 autoras nacidas aquí, y tres que no, pero residentes desde hace muchos años.
¿Y cómo trabajó desde ese punto?
-Contacté con ellas y quedé para entrevistarlas. Les hice un cuestionario completo y ellas me facilitaron material que era muy difícil que yo consiguera por mi cuenta, como artículos antiguos publicados en revistas especializadas. A eso se sumó el rastreo que hice en prensa, en antologías, reseñas de críticos, textos académicos... Luego, por supuesto, me leí su obra, y la valoré para saber cuáles son los temas que más se repiten y cuál es su estilo y, a partir de ahí, se trataba de construir el retrato individual de cada una y después la parte más interesante, que es establecer relaciones, porque si no hubiera ninguna entre ellas, sería mucho más difícil hablar de una generación.
¿Cómo recibieron ellas este interés por su parte?
-Con mucha ilusión. La mayoría me decía “¿pero me van a estudiar a mí en una tesis?”. Les sorprendía, y yo les tenía que decir que es importante hacer este estudio porque lo que ellas escriben y publican es parte de la historia literaria de Navarra. Les causó mucha satisfacción, por eso siempre se mostraron muy accesibles.
¿Diría que, en efecto, hay elementos que las convierten en una generación literaria?
-Yo diría que conforman una generación literaria en la que podemos hablar de tres grupos diferenciados. Tengo dos nacidas en los años 30 que nada tienen que ver con seis nacidas desde los 50, que, a su vez, nada tienen que ver con el resto, que nacen a partir de los 70. Las fechas son claves. Las primeras empezaron a escribir en una época franquista; las segundas están ya a medio camino, vivieron la dictadura, pero también la democracia, y, por último, las más recientes nada saben ya de la dictadura. Las preocupaciones y el estilo son diferentes entre unas y otras. Están las más clásicas, con temas religiosos y poemas dedicados a Navarra y las más jóvenes, que no tienen tapujos a la hora de hablar de nada. Y luego, dentro de cada grupo, aunque cada una es diferente, sí que tienen en común los temas y la versificación. Se puede ver que hay conexiones entre ellas.
¿Qué conexiones?
-En cuanto a los temas, las autoras del primer grupo se centran en poemas sobre Navarra, religiosos y sobre el amor romántico. En el caso de las nacidas en los 50, la cuestión de la religiosidad va quedando fuera y entran otros temas filosóficos y sobre el sentido de la vida, pero sin referencias a Dios. Y más que por Navarra, muestran inquietud por lo que sucede fuera, por la pobreza, el consumismo, incluso el maltrato a la mujer. Y a la hora de hablar del amor, rompen muchos esquemas, porque empiezan a hablar del placer, del cuerpo femenino, del amor no entendido como dependencia. En cuanto a las más recientes, el tema religioso no existe y el amor romántico ni se plantea, se condena, se critican los tópicos, ese concepto del heteropatriarcado...
¿También hay evolución estética?
-Hay una evolución grande. Las primeras son muy clásicas, practican el soneto; las segundas apuestan por el verso libre, y las terceras siguen con el verso libre, pero, además, lo rompen, lo parten, lo combinan con la prosa... Y encuentran lo poético no tanto en la forma como en otras cosas.
¿Se sienten herederas unas de otras?
-Es curioso, muchas de ellas se han leído y, por ejemplo, algunas del tercer grupo han asistido a talleres impartidos por las del segundo. Sí que hay un vínculo, pero ocurre lo que pasa en todas las generaciones, y es que tienen un despertar común, pero luego son cada una un estilo en sí mismas. Resulta muy difícil clasificarlas. Por ejemplo, en el tercer grupo hay dos o tres que son muy parecidas porque son amigas y comparten vivencias, pero en el segundo grupo han vivido mucho más separadas y eso no se da tanto. Eso sucede en todo el Estado y a la hora de publicar antologías de los años 80 y 90 no saben muy bien qué categorías establecer porque son todas muy diferentes.
¿Se nota que son mujeres?
-Se nota muchísimo. La mujer está muy presente en todo su trabajo. Ya no es la imagen de la mujer a través de la mirada del hombre, sino que adoptan la postura de “yo me expreso como mujer, con mis dolores, mis preocupaciones”. Y luego pasa que revisitan mitos clásicos como el de Andrómeda, por ejemplo, o personajes de la Biblia, y lo hacen desde su punto de vista, lo cual es muy interesante porque a muchos de esos caracteres los conocemos a través de los ojos del hombre. Se ve que hay una sensibilidad diferente. También escriben para denunciar la situación de las mujeres, para reclamar libertad...
¿Se han sentido discriminadas a la hora de publicar?
-La mayoría me dijeron que no. En el segundo grupo, alguna me dijo que sí, pero, por ejemplo, entre las más recientes todas lo negaron. Es más, me comentaron que cada vez leían a más mujeres y que las plataformas digitales habían favorecido su presencia. Y yo creo que ahora estamos en el momento en que si un producto poético funciona, no importa si lo ha escrito un hombre o una mujer. Hoy entre los jóvenes funcionan tanto Marwan como Elvira Sastre.
¿Cuáles son las que más le han sorprendido?
-Es una pregunta complicada (ríe). Por ejemplo, Marina Aoiz, que es de las que más producción poética tiene. Me la he leído toda y me he llegado a meter mucho en su mundo. Y de las más nuevas me ha llamado la atención lo mucho que arriesgan. Tienen su estilo y no les preocupa si son herméticas o no, como Regina Salcedo, por ejemplo.
¿A qué conclusiones ha llegado con este estudio?
-A un montón (ríe). Por ejemplo, la más bonita es que esa libertad que se adquiere a partir de la democracia sí que se ha visto reflejada y que la mujer, escalón a escalón y poquito a poquito, ha ido ganando protagonismo. Para mí, que la mujer hoy escriba sobre ella misma y esté revisitando los mitos femeninos es un paso muy grande; estamos cambiando los cánones.
¿Qué le gustaría hacer con este material después de presentar la tesis?
-Me gustaría que estuviera en las bibliotecas, al menos en las de Navarra, a disposición del público, de profesores, de alumnos...
De un vistazo
La tesis. ‘Búsqueda de identidad y renovación estética en la poesía femenina actual de Navarra en castellano (1975-2015)’.
Fecha. Presentará la tesis el 7 de febrero, a las 11.30 horas, en el edificio Encinas de la UPNA.
Directores. Patricio Hernández y Consuelo Allué.
La autora. Isabel Logroño es graduada en Filología Hispánica y Comunicación Audiovisual (UN). Da clases de Lengua y Literatura y Cultura Audiovisual en ESO y Bachillerato en Teresianas.
¿Cómo recibieron ellas este interés por su parte?
-Con mucha ilusión. La mayoría me decía “¿pero me van a estudiar a mí en una tesis?”. Les sorprendía, y yo les tenía que decir que es importante hacer este estudio porque lo que ellas escriben y publican es parte de la historia literaria de Navarra. Les causó mucha satisfacción, por eso siempre se mostraron muy accesibles.
¿Diría que, en efecto, hay elementos que las convierten en una generación literaria?
-Yo diría que conforman una generación literaria en la que podemos hablar de tres grupos diferenciados. Tengo dos nacidas en los años 30 que nada tienen que ver con seis nacidas desde los 50, que, a su vez, nada tienen que ver con el resto, que nacen a partir de los 70. Las fechas son claves. Las primeras empezaron a escribir en una época franquista; las segundas están ya a medio camino, vivieron la dictadura, pero también la democracia, y, por último, las más recientes nada saben ya de la dictadura. Las preocupaciones y el estilo son diferentes entre unas y otras. Están las más clásicas, con temas religiosos y poemas dedicados a Navarra y las más jóvenes, que no tienen tapujos a la hora de hablar de nada. Y luego, dentro de cada grupo, aunque cada una es diferente, sí que tienen en común los temas y la versificación. Se puede ver que hay conexiones entre ellas.
¿Qué conexiones?
-En cuanto a los temas, las autoras del primer grupo se centran en poemas sobre Navarra, religiosos y sobre el amor romántico. En el caso de las nacidas en los 50, la cuestión de la religiosidad va quedando fuera y entran otros temas filosóficos y sobre el sentido de la vida, pero sin referencias a Dios. Y más que por Navarra, muestran inquietud por lo que sucede fuera, por la pobreza, el consumismo, incluso el maltrato a la mujer. Y a la hora de hablar del amor, rompen muchos esquemas, porque empiezan a hablar del placer, del cuerpo femenino, del amor no entendido como dependencia. En cuanto a las más recientes, el tema religioso no existe y el amor romántico ni se plantea, se condena, se critican los tópicos, ese concepto del heteropatriarcado...
¿También hay evolución estética?
-Hay una evolución grande. Las primeras son muy clásicas, practican el soneto; las segundas apuestan por el verso libre, y las terceras siguen con el verso libre, pero, además, lo rompen, lo parten, lo combinan con la prosa... Y encuentran lo poético no tanto en la forma como en otras cosas.
¿Se sienten herederas unas de otras?
-Es curioso, muchas de ellas se han leído y, por ejemplo, algunas del tercer grupo han asistido a talleres impartidos por las del segundo. Sí que hay un vínculo, pero ocurre lo que pasa en todas las generaciones, y es que tienen un despertar común, pero luego son cada una un estilo en sí mismas. Resulta muy difícil clasificarlas. Por ejemplo, en el tercer grupo hay dos o tres que son muy parecidas porque son amigas y comparten vivencias, pero en el segundo grupo han vivido mucho más separadas y eso no se da tanto. Eso sucede en todo el Estado y a la hora de publicar antologías de los años 80 y 90 no saben muy bien qué categorías establecer porque son todas muy diferentes.
¿Se nota que son mujeres?
-Se nota muchísimo. La mujer está muy presente en todo su trabajo. Ya no es la imagen de la mujer a través de la mirada del hombre, sino que adoptan la postura de “yo me expreso como mujer, con mis dolores, mis preocupaciones”. Y luego pasa que revisitan mitos clásicos como el de Andrómeda, por ejemplo, o personajes de la Biblia, y lo hacen desde su punto de vista, lo cual es muy interesante porque a muchos de esos caracteres los conocemos a través de los ojos del hombre. Se ve que hay una sensibilidad diferente. También escriben para denunciar la situación de las mujeres, para reclamar libertad...
¿Se han sentido discriminadas a la hora de publicar?
-La mayoría me dijeron que no. En el segundo grupo, alguna me dijo que sí, pero, por ejemplo, entre las más recientes todas lo negaron. Es más, me comentaron que cada vez leían a más mujeres y que las plataformas digitales habían favorecido su presencia. Y yo creo que ahora estamos en el momento en que si un producto poético funciona, no importa si lo ha escrito un hombre o una mujer. Hoy entre los jóvenes funcionan tanto Marwan como Elvira Sastre.
¿Cuáles son las que más le han sorprendido?
-Es una pregunta complicada (ríe). Por ejemplo, Marina Aoiz, que es de las que más producción poética tiene. Me la he leído toda y me he llegado a meter mucho en su mundo. Y de las más nuevas me ha llamado la atención lo mucho que arriesgan. Tienen su estilo y no les preocupa si son herméticas o no, como Regina Salcedo, por ejemplo.
¿A qué conclusiones ha llegado con este estudio?
-A un montón (ríe). Por ejemplo, la más bonita es que esa libertad que se adquiere a partir de la democracia sí que se ha visto reflejada y que la mujer, escalón a escalón y poquito a poquito, ha ido ganando protagonismo. Para mí, que la mujer hoy escriba sobre ella misma y esté revisitando los mitos femeninos es un paso muy grande; estamos cambiando los cánones.
¿Qué le gustaría hacer con este material después de presentar la tesis?
-Me gustaría que estuviera en las bibliotecas, al menos en las de Navarra, a disposición del público, de profesores, de alumnos...
De un vistazo
La tesis. ‘Búsqueda de identidad y renovación estética en la poesía femenina actual de Navarra en castellano (1975-2015)’.
Fecha. Presentará la tesis el 7 de febrero, a las 11.30 horas, en el edificio Encinas de la UPNA.
Directores. Patricio Hernández y Consuelo Allué.
La autora. Isabel Logroño es graduada en Filología Hispánica y Comunicación Audiovisual (UN). Da clases de Lengua y Literatura y Cultura Audiovisual en ESO y Bachillerato en Teresianas.
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