Imagen: El País / Walt Whitman |
'Vida y aventuras de Jack Engle', que narra las peripecias de un huérfano, estuvo 165 años abandonada. La obra anticipa ‘Hojas de hierba’, una de las cumbres de la lírica moderna.
Jan Martínez Ahrens | El País, 2017-02-23
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/23/actualidad/1487813076_242945.html
Walt Whitman (1819-1892) fue una multitud. Periodista, tipógrafo, carpintero, maestro y creador de folletines, el padre de la poesía moderna americana tardó años en hallarse a sí mismo. Antes de entrar en la eternidad en 1855 con 'Hojas de hierba', Whitman se buscó en un conjunto heterogéneo de escritos que luego condenaría al olvido. Una de estas obras, perdida desde 1852, acaba de reaparecer. Es una novela titulada ‘Vida y aventuras de Jack Engle’. 36.000 palabras de las que no se tenía noticia y que tras 165 años en la oscuridad han sido recuperadas por el trabajo casi detectivesco de un licenciado de la Universidad de Houston.
El 13 de marzo de 1852, en la página 3 de ‘The New York Daily Times’, apareció un anuncio. El recuadro daba cuenta de la próxima publicación de una novela por capítulos en un periódico rival, ‘The Sunday Dispach’. Se trataba de la “reveladora y entretenida” ‘Vida y aventuras de Jack Engle’. Un relato en primera persona de las peripecias de un huérfano y que prometía, con bailarina española incluida, buenas dosis de crimen y amor. “Era una versión de un género muy popular en la época: la novela de misterio urbano. En ella, un malvado abogado, Covert, se enfrenta a un hombre de clase trabajadora, virtuoso e inteligente, que vence al final”, explica David S. Reynolds, autor de ‘La América de Walt Whitman’ y profesor en la City University de Nueva York.
El folletín, de tono dickensiano y autoría anónima, fue flor de un día. Una vez impreso (y no se sabe si alabado o denostado) se sumió en el olvido. Nunca tomó forma de libro ni fue reeditado.
La historia tardaría un siglo y medio en volver a encontrar un lector. El hallazgo correspondió a un estudiante de doctorado, Zachary Turpin, de la Universidad de Houston. En su investigación del legado de Whitman, dio con un cuaderno de notas, donde de forma confusa se entremezclaban ideas, tramas y tres extraños nombres: Smytthe, Jack Engle y Wigglesworth. La amalgama tenía aire de boceto literario.
Turpin afinó la búsqueda. Haciendo uso de información histórica digitalizada, cruzó datos y fechas hasta dar con el pequeño anuncio de ‘The Sunday Dispach’. “Era un periódico donde Whitman ya había publicado y los tiempos coincidían”, explica Turpin a El País.
El siguiente paso vino solo. Los últimos ejemplares del desaparecido diario se guardaban en la Biblioteca Nacional. Jamás habían sido digitalizados. El doctorando pidió sus copias. Y con ellas llegó el tesoro. "Fue muy emocionante. Cuando recibí las imágenes, supe que era Whitman. No sólo por el nombre Jack Engle, sino porque incluía otros personajes y tramas que estaban en los manuscritos que había consultado”, recuerda el investigador.
Publicada en una época en que el autor vivía en continua transformación, sin completarse aún como poeta, el valor de la novela radica en la luz que arroja sobre la génesis de 'Hojas de hierba', una de las cumbres de la poesía universal y que, al menos en parte, escribió al mismo tiempo. En apariencia opuestas, ambas obras guardan una íntima conexión. Hay pasajes de la novela donde la mística de Whitman irrumpe como un vendaval. Escenas de muerte, en las que el poeta abandona las prisas del folletín para despertar a su escritura más profunda. “En el libro emergen temas e imágenes que luego ocuparán su lugar en Hojas de hierba. La novela es un laboratorio de la lírica mayor de Whitman. Hasta el protagonista de clase obrera y su voz son un anticipo de la primera persona del poemario”, indica Reynolds.
Con la publicación en 1855 de 'Hojas de hierba', Whitman se hizo poeta de cuerpo entero y emprendió el camino a la gloria. Jamás dejó de editarla. Una y otra vez, la amplió y mutiló, en una obsesión que llevó casi hasta su lecho de muerte. A la par, renegó de sus primeras obras en prosa, de los folletines y manuales que le habían permitido salir adelante. “Mi deseo es que caigan en el olvido”, sentenció. ‘Vida y aventuras de Jack Engle’ fue una de ellas. Ahora, tras su recuperación, ha sido editada en papel por la Universidad de Iowa y en versión digital por ‘The Walt Whitman Quarterly Review’. Como escribió Whitman: “En verdad, nada se pierde ni puede ser perdido”.
El 13 de marzo de 1852, en la página 3 de ‘The New York Daily Times’, apareció un anuncio. El recuadro daba cuenta de la próxima publicación de una novela por capítulos en un periódico rival, ‘The Sunday Dispach’. Se trataba de la “reveladora y entretenida” ‘Vida y aventuras de Jack Engle’. Un relato en primera persona de las peripecias de un huérfano y que prometía, con bailarina española incluida, buenas dosis de crimen y amor. “Era una versión de un género muy popular en la época: la novela de misterio urbano. En ella, un malvado abogado, Covert, se enfrenta a un hombre de clase trabajadora, virtuoso e inteligente, que vence al final”, explica David S. Reynolds, autor de ‘La América de Walt Whitman’ y profesor en la City University de Nueva York.
El folletín, de tono dickensiano y autoría anónima, fue flor de un día. Una vez impreso (y no se sabe si alabado o denostado) se sumió en el olvido. Nunca tomó forma de libro ni fue reeditado.
La historia tardaría un siglo y medio en volver a encontrar un lector. El hallazgo correspondió a un estudiante de doctorado, Zachary Turpin, de la Universidad de Houston. En su investigación del legado de Whitman, dio con un cuaderno de notas, donde de forma confusa se entremezclaban ideas, tramas y tres extraños nombres: Smytthe, Jack Engle y Wigglesworth. La amalgama tenía aire de boceto literario.
Turpin afinó la búsqueda. Haciendo uso de información histórica digitalizada, cruzó datos y fechas hasta dar con el pequeño anuncio de ‘The Sunday Dispach’. “Era un periódico donde Whitman ya había publicado y los tiempos coincidían”, explica Turpin a El País.
El siguiente paso vino solo. Los últimos ejemplares del desaparecido diario se guardaban en la Biblioteca Nacional. Jamás habían sido digitalizados. El doctorando pidió sus copias. Y con ellas llegó el tesoro. "Fue muy emocionante. Cuando recibí las imágenes, supe que era Whitman. No sólo por el nombre Jack Engle, sino porque incluía otros personajes y tramas que estaban en los manuscritos que había consultado”, recuerda el investigador.
Publicada en una época en que el autor vivía en continua transformación, sin completarse aún como poeta, el valor de la novela radica en la luz que arroja sobre la génesis de 'Hojas de hierba', una de las cumbres de la poesía universal y que, al menos en parte, escribió al mismo tiempo. En apariencia opuestas, ambas obras guardan una íntima conexión. Hay pasajes de la novela donde la mística de Whitman irrumpe como un vendaval. Escenas de muerte, en las que el poeta abandona las prisas del folletín para despertar a su escritura más profunda. “En el libro emergen temas e imágenes que luego ocuparán su lugar en Hojas de hierba. La novela es un laboratorio de la lírica mayor de Whitman. Hasta el protagonista de clase obrera y su voz son un anticipo de la primera persona del poemario”, indica Reynolds.
Con la publicación en 1855 de 'Hojas de hierba', Whitman se hizo poeta de cuerpo entero y emprendió el camino a la gloria. Jamás dejó de editarla. Una y otra vez, la amplió y mutiló, en una obsesión que llevó casi hasta su lecho de muerte. A la par, renegó de sus primeras obras en prosa, de los folletines y manuales que le habían permitido salir adelante. “Mi deseo es que caigan en el olvido”, sentenció. ‘Vida y aventuras de Jack Engle’ fue una de ellas. Ahora, tras su recuperación, ha sido editada en papel por la Universidad de Iowa y en versión digital por ‘The Walt Whitman Quarterly Review’. Como escribió Whitman: “En verdad, nada se pierde ni puede ser perdido”.
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