Imagen: El Español / Representantes del PP en World Pride de Madrid |
El autor explica por qué el PP sólo apoya la causa LGTBI en manifestaciones, mientras que veta los avances legislativos.
Jesús Generelo | El Español, 2017-12-01
https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20171201/266343364_12.html
El pasado Orgullo LGTBI, nada menos que el WorldPride Madrid, las organizadoras de la manifestación, FELGTB y COGAM, invitamos al Partido Popular a comprometerse por escrito con los derechos y la igualdad del colectivo LGTBI. A cambio, podía sumarse a liderar una demanda que pedía exactamente eso: la extensión universal de los derechos LGTBI y el apoyo a la tramitación de una imprescindible Ley de Igualdad LGTBI manteniendo el espíritu con el que ha sido redactada por la mayor parte del movimiento.
El compromiso no consistió en un mero intercambio de pareceres. Se exigió la firma de un documento en el que no cabía ambigüedad posible. Javier Maroto, vicesecretario Nacional de Política Social y Sectorial, en nombre de su organización firmó de su puño y letra. A la pancarta no solo acudió él, sino que el partido envió, para reforzar su apoyo, a Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, y a Borja Sémper, presidente del PP guipuzcoano. La cuenta oficial de twitter del partido tuiteó: “Estamos en la marcha del #WorldPrideMadrid apoyando los derechos LGTBI”.
La controvertida medida pretendía mostrar una imagen de unanimidad social y política a favor de unos derechos que, no lo olvidemos, son derechos humanos fundamentales. El mensaje se transmitió, y una buena parte del público y de los medios que todavía miraban a nuestro colectivo y a nuestra manifestación política con recelo este año cambiaron su actitud, nos escucharon, incluso nos concedieron portadas insospechadas, entendieron el porqué de nuestras demandas y la razón de la celebración de la diversidad.
Pero no somos ingenuos. Éramos perfectamente conscientes del pasado del Partido Popular. Un pasado y un presente cargados de desplantes, de torpedos al centro mismo de la igualdad, de injurias y ofensas. Le tendimos la mano con toda la generosidad posible, pero con la memoria histórica presente (si alguien debe tener y tiene muy presente la memoria histórica es, precisamente, el colectivo LGTBI). Y, desgraciadamente, quienes desconfiaban del cambio, del aggiornamento de los populares, estaban en lo cierto.
En la votación a trámite de la Ley de Igualdad LGTBI, mientras que prácticamente todo el arco parlamentario, 200 diputados, votaba a favor, el PP no solo se abstenía sino que anunciaba una puñalada trapera: la presentación de una enmienda a la totalidad. Es decir, incumplimiento palabra sobre palabra del documento firmado. No contentos con esa evidente traición a un acuerdo sellado, el pasado jueves reiteraron su postura obstruccionista votando en contra de la tramitación de la reforma de la Ley de Identidad de Género, Ley 3/2007, que avanza en el mismo sentido que la ley integral: la despatologización de la transexualidad y la aceptación del derecho de autodeterminación.
Las cartas están sobre la mesa. La sociedad es lo suficientemente madura como para juzgar. Para entender la generosidad de un movimiento político y ciudadano que ha avanzado siempre sumando (como decía el expresidente de la FELGTB, Pedro Zerolo: “Sumar, siempre sumar”), incorporando a su lucha cada vez a más sectores, más alianzas. Y para sentir el fracaso de un partido de gobierno que no es capaz de avanzar, que sigue anclado en un pasado que muy poca gente le reclama; que continúa secuestrado por sectores ultras y todavía muy beligerantes en contra de la igualdad social. Una pena muy grande. España no se merece esta forma tan mezquina de hacer política.
Sin embargo, el movimiento LGTBI sigue tendiendo su mano y recordando al Partido Popular que rectificar es de sabios. Su amenaza de presentar una enmienda a la totalidad de la proposición de ley, ajena al colectivo LGTBI, no va a ninguna parte y solo demuestra un empecinamiento totalitario, una forma de hacer política alejada de la sociedad, que antepone el rodillo al diálogo. Todavía está a tiempo de rectificar.
El colectivo LGTBI, uno de los más vulnerados, así como la amplia base social que lo apoya, ha tomado buena nota de lo sucedido hasta el presente y está muy pendiente de cómo se desarrollan los acontecimientos. Y, desde luego, actuará en consecuencia.
Jesús Generelo es presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
El compromiso no consistió en un mero intercambio de pareceres. Se exigió la firma de un documento en el que no cabía ambigüedad posible. Javier Maroto, vicesecretario Nacional de Política Social y Sectorial, en nombre de su organización firmó de su puño y letra. A la pancarta no solo acudió él, sino que el partido envió, para reforzar su apoyo, a Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, y a Borja Sémper, presidente del PP guipuzcoano. La cuenta oficial de twitter del partido tuiteó: “Estamos en la marcha del #WorldPrideMadrid apoyando los derechos LGTBI”.
La controvertida medida pretendía mostrar una imagen de unanimidad social y política a favor de unos derechos que, no lo olvidemos, son derechos humanos fundamentales. El mensaje se transmitió, y una buena parte del público y de los medios que todavía miraban a nuestro colectivo y a nuestra manifestación política con recelo este año cambiaron su actitud, nos escucharon, incluso nos concedieron portadas insospechadas, entendieron el porqué de nuestras demandas y la razón de la celebración de la diversidad.
Pero no somos ingenuos. Éramos perfectamente conscientes del pasado del Partido Popular. Un pasado y un presente cargados de desplantes, de torpedos al centro mismo de la igualdad, de injurias y ofensas. Le tendimos la mano con toda la generosidad posible, pero con la memoria histórica presente (si alguien debe tener y tiene muy presente la memoria histórica es, precisamente, el colectivo LGTBI). Y, desgraciadamente, quienes desconfiaban del cambio, del aggiornamento de los populares, estaban en lo cierto.
En la votación a trámite de la Ley de Igualdad LGTBI, mientras que prácticamente todo el arco parlamentario, 200 diputados, votaba a favor, el PP no solo se abstenía sino que anunciaba una puñalada trapera: la presentación de una enmienda a la totalidad. Es decir, incumplimiento palabra sobre palabra del documento firmado. No contentos con esa evidente traición a un acuerdo sellado, el pasado jueves reiteraron su postura obstruccionista votando en contra de la tramitación de la reforma de la Ley de Identidad de Género, Ley 3/2007, que avanza en el mismo sentido que la ley integral: la despatologización de la transexualidad y la aceptación del derecho de autodeterminación.
Las cartas están sobre la mesa. La sociedad es lo suficientemente madura como para juzgar. Para entender la generosidad de un movimiento político y ciudadano que ha avanzado siempre sumando (como decía el expresidente de la FELGTB, Pedro Zerolo: “Sumar, siempre sumar”), incorporando a su lucha cada vez a más sectores, más alianzas. Y para sentir el fracaso de un partido de gobierno que no es capaz de avanzar, que sigue anclado en un pasado que muy poca gente le reclama; que continúa secuestrado por sectores ultras y todavía muy beligerantes en contra de la igualdad social. Una pena muy grande. España no se merece esta forma tan mezquina de hacer política.
Sin embargo, el movimiento LGTBI sigue tendiendo su mano y recordando al Partido Popular que rectificar es de sabios. Su amenaza de presentar una enmienda a la totalidad de la proposición de ley, ajena al colectivo LGTBI, no va a ninguna parte y solo demuestra un empecinamiento totalitario, una forma de hacer política alejada de la sociedad, que antepone el rodillo al diálogo. Todavía está a tiempo de rectificar.
El colectivo LGTBI, uno de los más vulnerados, así como la amplia base social que lo apoya, ha tomado buena nota de lo sucedido hasta el presente y está muy pendiente de cómo se desarrollan los acontecimientos. Y, desde luego, actuará en consecuencia.
Jesús Generelo es presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
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