Imagen: El País / José María Quero y Sanmao |
La editorial Rata traduce la gran obra de la autora, 'Diarios del Sáhara'. Millones de asiáticos han leído su historia de pasión y muerte con un madrileño.
Raquel Vidales | El País, 2016-10-25
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/24/actualidad/1477295133_743991.html
Hay una tumba en el cementerio de la capital de la isla canaria de La Palma que siempre rebosa de flores. Es la sepultura de un buzo llamado José María Quero, natural de Jaén pero criado en Madrid, que murió ahogado en esas aguas durante una inmersión el 30 de septiembre de 1979. Las flores no son ofrendas de sus familiares, pues ninguno vive allí. Las llevan viajeros chinos, taiwaneses, coreanos, japoneses, que se dirigen familiarmente a él como José. Así es como aparece en los libros de su esposa, la escritora china Sanmao, una celebridad en Asia. Se suicidó en 1991, pero sus obras se siguen vendiendo como si fueran novedades: 10 millones de ejemplares en los últimos cinco años.
Sanmao, seudónimo de Chen Ping y Echo Chen para sus allegados, es un fenómeno de culto en Asia. No solo porque sus libros han hecho soñar a millones de lectores de ese continente con mundos exóticos, sino también por su vida de película: símbolo de mujer liberada y culta, cruzó el mundo en su afán de conocimiento, pero no le importó afincarse en la soledad del desierto y después en Canarias para vivir con su gran amor español. Gracias a ese aislamiento escribió su obra más célebre, ‘Diarios del Sáhara’, en los que narra su vida cotidiana de 1974 a 1975. Lo cuenta como lo contaría una amiga. Quizá por eso muchos asiáticos aún peregrinan a los lugares que describe.
“¿Por qué nadie la ha publicado en Occidente?”, se preguntó con sorpresa Iolanda Batallé cuando hace dos años conoció la obra de Sanmao. Por entonces Batallé estaba empezando a construir un nuevo sello editorial, Rata, para el que buscaba “autores que escribieran desde el corazón, las tripas y la necesidad”, según sus palabras. “Me encontré con esta mujer que contaba lo que veía sin complicaciones, sin filtros. Era justo lo que estaba buscando”, explica. Decidió convertir ‘Diarios del Sáhara’ en el primer título de Rata. Mañana sale a la venta por primera vez en español y catalán. Nunca antes se había podido leer en un idioma occidental.
¿Y qué hacía una asiática cultísima en el pobre y convulso Sáhara español de los 70? Sanmao nació en la China continental en 1943, pero con seis años se trasladó con su familia a Taiwan huyendo del régimen comunista. “Un buen día, en 1967, apareció en casa de nuestro vecino de arriba en Madrid, que por entonces era el cocinero de la embajada taiwanesa en España. Se instaló con él porque era amigo de sus padres“, recuerda Carmen Quero, una de los siete hermanos de José. “Vivíamos en el barrio de la Concepción, que en aquella época era bastante humilde. Era muy raro ver a chinos por allí. Yo tenía 19 años y José 16. Ella había cumplido ya 24 años, venía de Alemania después de viajar por Estados Unidos y otros países. Estudiaba filosofía, idiomas, literatura. Nos fascinó a todos. Él se enamoró nada más verla”, continúa.
Así se encendió la primera chispa de la que sería una de esas historias de amor que hacen llorar. José se declaró, pero ella consideró que el chico era demasiado joven y siguió con sus viajes. Regresó a Taiwan, dio clases en la universidad, se enamoró de un profesor de alemán y se comprometió. Pero el novio murió poco antes de la boda. Fue la primera vez que Sanmao se enfrentó a la tragedia. Y también la primera vez que intentó suicidarse: se cortó las muñecas. En 1973 volvió a Madrid. José, que acababa de terminar la mili y se había formado como buzo, no la había olvidado. Esta vez, ella le correspondió.
En dos meses los enamorados citaron a Carmen en una cafetería para contarle que querían casarse. Poco después a José le ofrecieron trabajo en El Aaiún, que aún era colonia española. Allí celebraron su boda y vivieron hasta que en 1975 España dejó el Sáhara en manos de Marruecos. Se fueron a Canarias. En La Palma la tragedia volvió a la vida de Sanmao. “Me dijo que si no hubieran estado sus padres con ella cuando José se ahogó se habría tirado al mar. Era una mujer muy alegre, nos reíamos muchísimo, pero a la vez muy trágica”, comenta Carmen.
Sanmao ya no pudo vivir más en España sin su amor. Volvió a Taiwan, donde sus miles de seguidores a veces la abrumaban. “En el tiempo que he pasado en el desierto me he vuelto una mujer sencilla y relajada que disfruta de la soledad. Por eso, las continuas comidas y citas que me ocupan ahora me hacen sentir como aquel que llega por primera vez a un lugar maravilloso y se siente confuso y mareado, como bajo un hechizo”, escribió. Siguió publicando, dando clases, viajando. Pese a su especial relación con España, nunca vio sus obras en español.
En 1991, tras ser diagnosticada de cáncer, Sanmao se ahorcó en un hospital de Taipei. “En estos años solo hemos podido leer una pequeña selección de sus textos que hizo Reader’s Digest en inglés y español para vender en Estados Unidos y Latinoamérica. Ahora estamos emocionados”, remata Carmen Quero.
El olivo de mis sueños
Chen Ping eligió el seudónimo de Sanmao como reflejo de su espíritu. Ese era el nombre de un famoso personaje de cómic chino: un niño con tres pelos que vagaba por el mundo. También se identificó con Mafalda, a la que tradujo al chino.
Así se veía, vagabunda y libre, y así lo quiso expresar también en su poema más conocido, ‘El olivo de mis sueños’, dedicado a España y especialmente a su marido, que en Asia se ha convertido en una canción popular gracias a la versión que hizo un grupo de pop de éxito. Dice así: “No me preguntes de dónde vengo / mi origen es muy lejano. / ¿Por qué vagabundear tan lejos? / Por los pájaros que vuelan, / por el arroyo que fluye en el valle, / por las vastas praderas, / pero sobre todo, sobre todo, / por el olivo de mis sueños”.
Sanmao, seudónimo de Chen Ping y Echo Chen para sus allegados, es un fenómeno de culto en Asia. No solo porque sus libros han hecho soñar a millones de lectores de ese continente con mundos exóticos, sino también por su vida de película: símbolo de mujer liberada y culta, cruzó el mundo en su afán de conocimiento, pero no le importó afincarse en la soledad del desierto y después en Canarias para vivir con su gran amor español. Gracias a ese aislamiento escribió su obra más célebre, ‘Diarios del Sáhara’, en los que narra su vida cotidiana de 1974 a 1975. Lo cuenta como lo contaría una amiga. Quizá por eso muchos asiáticos aún peregrinan a los lugares que describe.
“¿Por qué nadie la ha publicado en Occidente?”, se preguntó con sorpresa Iolanda Batallé cuando hace dos años conoció la obra de Sanmao. Por entonces Batallé estaba empezando a construir un nuevo sello editorial, Rata, para el que buscaba “autores que escribieran desde el corazón, las tripas y la necesidad”, según sus palabras. “Me encontré con esta mujer que contaba lo que veía sin complicaciones, sin filtros. Era justo lo que estaba buscando”, explica. Decidió convertir ‘Diarios del Sáhara’ en el primer título de Rata. Mañana sale a la venta por primera vez en español y catalán. Nunca antes se había podido leer en un idioma occidental.
¿Y qué hacía una asiática cultísima en el pobre y convulso Sáhara español de los 70? Sanmao nació en la China continental en 1943, pero con seis años se trasladó con su familia a Taiwan huyendo del régimen comunista. “Un buen día, en 1967, apareció en casa de nuestro vecino de arriba en Madrid, que por entonces era el cocinero de la embajada taiwanesa en España. Se instaló con él porque era amigo de sus padres“, recuerda Carmen Quero, una de los siete hermanos de José. “Vivíamos en el barrio de la Concepción, que en aquella época era bastante humilde. Era muy raro ver a chinos por allí. Yo tenía 19 años y José 16. Ella había cumplido ya 24 años, venía de Alemania después de viajar por Estados Unidos y otros países. Estudiaba filosofía, idiomas, literatura. Nos fascinó a todos. Él se enamoró nada más verla”, continúa.
Así se encendió la primera chispa de la que sería una de esas historias de amor que hacen llorar. José se declaró, pero ella consideró que el chico era demasiado joven y siguió con sus viajes. Regresó a Taiwan, dio clases en la universidad, se enamoró de un profesor de alemán y se comprometió. Pero el novio murió poco antes de la boda. Fue la primera vez que Sanmao se enfrentó a la tragedia. Y también la primera vez que intentó suicidarse: se cortó las muñecas. En 1973 volvió a Madrid. José, que acababa de terminar la mili y se había formado como buzo, no la había olvidado. Esta vez, ella le correspondió.
En dos meses los enamorados citaron a Carmen en una cafetería para contarle que querían casarse. Poco después a José le ofrecieron trabajo en El Aaiún, que aún era colonia española. Allí celebraron su boda y vivieron hasta que en 1975 España dejó el Sáhara en manos de Marruecos. Se fueron a Canarias. En La Palma la tragedia volvió a la vida de Sanmao. “Me dijo que si no hubieran estado sus padres con ella cuando José se ahogó se habría tirado al mar. Era una mujer muy alegre, nos reíamos muchísimo, pero a la vez muy trágica”, comenta Carmen.
Sanmao ya no pudo vivir más en España sin su amor. Volvió a Taiwan, donde sus miles de seguidores a veces la abrumaban. “En el tiempo que he pasado en el desierto me he vuelto una mujer sencilla y relajada que disfruta de la soledad. Por eso, las continuas comidas y citas que me ocupan ahora me hacen sentir como aquel que llega por primera vez a un lugar maravilloso y se siente confuso y mareado, como bajo un hechizo”, escribió. Siguió publicando, dando clases, viajando. Pese a su especial relación con España, nunca vio sus obras en español.
En 1991, tras ser diagnosticada de cáncer, Sanmao se ahorcó en un hospital de Taipei. “En estos años solo hemos podido leer una pequeña selección de sus textos que hizo Reader’s Digest en inglés y español para vender en Estados Unidos y Latinoamérica. Ahora estamos emocionados”, remata Carmen Quero.
El olivo de mis sueños
Chen Ping eligió el seudónimo de Sanmao como reflejo de su espíritu. Ese era el nombre de un famoso personaje de cómic chino: un niño con tres pelos que vagaba por el mundo. También se identificó con Mafalda, a la que tradujo al chino.
Así se veía, vagabunda y libre, y así lo quiso expresar también en su poema más conocido, ‘El olivo de mis sueños’, dedicado a España y especialmente a su marido, que en Asia se ha convertido en una canción popular gracias a la versión que hizo un grupo de pop de éxito. Dice así: “No me preguntes de dónde vengo / mi origen es muy lejano. / ¿Por qué vagabundear tan lejos? / Por los pájaros que vuelan, / por el arroyo que fluye en el valle, / por las vastas praderas, / pero sobre todo, sobre todo, / por el olivo de mis sueños”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.