Imagen: El País / Annemarie fotografiada por Marianne en los Pirineos, 1933 |
El MNAC dedica una muestra a Marianne Breslauer, que viajó por España en 1933.
José Ángel Montañés | El País, 2016-10-31
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/10/30/catalunya/1477856287_074679.html
El nazismo no solo acabó con la vida de miles de personas. También con la carrera profesional de jóvenes con talento que podrían haber continuado sus actividades artísticas si el régimen y la guerra no las hubiera truncado de forma brusca. Es lo que le ocurrió a Marianne Breslauer (Berlín, 1909-Zúrich, 2001), una joven de la alta burguesía de origen judío con formación fotográfica y gran sensibilidad para capturar instantes con su cámara que el ascenso del nazismo obligó a exiliarse y refugiarse con su familia en Suiza; una experiencia traumática que le hizo abandonar su cámara para siempre tras realizar apenas medio millar de instantáneas. Reivindicada en su país natal y en el de adopción a partir de 1980, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) le dedica la primera exposición individual en España, con 127 de sus imágenes, la mayoría inéditas, del viaje que Breslauer hizo durante dos semanas en la primavera de 1933 por Cataluña, Navarra, País Vasco y Andorra en compañía de su amiga, la periodista y escritora suiza Annemarie Schwarzenbach (1908-1942), otra enigmática figura de aquellos tiempos. Casi ninguna de estas imágenes pudieron publicarse a causa del régimen nacionalsocialista por ser Breslauer judía, tras negarse ella a hacerlo bajo un pseudónimo, ya que se prohibió imprimir obras de los "no arios".
En la primavera de 1933 las dos mujeres se embarcaron en la aventura, atraídas por la fama de la "fiesta" de Hemingway, pero obedeciendo a un encargo de una agencia. Desde Montpelier y a bordo de un enorme Mercedes Mannheim blanco recorrieron localidades como Girona, Barcelona, Sant Cugat, el monasterio de Montserrat, Puigcerdà, Andorra, Huesca, Pamplona, San Sebastián y Loyola. Del viaje solo se conocen 96 imágenes, más una decena que se han debido extraviar porque se publicaron en revistas suizas años después. Pocos monumentos, como la catedral de Girona o la fachada de Montserrat, muchos personajes como niños jugando en la calle, gitanos desaliñados, guardias civiles, campesinos y pastores, jóvenes en la playa y pequeños detalles como le ocurrió en Barcelona donde solo fotografió a las ocas del claustro durante su visita a la catedral.
De todas, su preferida era la fotografía de una niña de Girona con semblante sereno y sonriente que viste uniforme de colegio de monjas y que la artista utilizó varios años para felicitar la Navidad. "Estaría bien que alguien reconociese en esta niña a algún familiar suyo. O quizá vive todavía, quién sabe", explica Mercedes Valdivieso, comisaria de la exposición.
La muestra, abierta hasta el 29 de enero, presenta, además, una selección de las imágenes realizadas durante los once años en los que Breslauer se dedicó a la fotografía, entre 1927 y 1938, ejemplo, según los expertos, de la Nueva Fotografía, caracterizada por el antipictorialismo, en la que se repasan sus primeros trabajos en la escuela de fotografía, retratos de amigos y compañeros, en los que abundan planos picados, juegos de luces , sombras e imágenes como secuencias fílmica. Entre ellas, el autorretrato que se hizo desnuda en 1933.
"Hay pocos fotógrafos que se autofotografíen con sus cámaras y desnudos. Ella demuestra su seguridad como mujer y fotógrafa", remarca la comisaria. Pero lo que más destaca, según Valdivieso, es su forma "poética de tratar la vida cotidiana y los momentos pasajeros". Según Valdivieso, sus fotografías son fruto no de una escenificación sino de "anticiparse al famoso instante decisivo. "No son decisivos ni la técnica perfecta, ni tampoco que se trate de un tema extraordinario, lo que cuenta es la fuerza de la imagen, del secreto de momento capturado", decía la propia Breslauer. Como la imagen de Picasso, casi irreconocible, con sombrero y gabardina realizada en 1932.
A Breslauer la fotografiaron otros artistas como Man Ray al que a su vez ella retrató en 1932 en París en un sofá con su mirada melancólica. Tras conocerla, el surrealista afirmó que sabía tanto de fotografía que no había nada que él pudiera enseñarle. Viniendo de él, fue todo un halago.
En la primavera de 1933 las dos mujeres se embarcaron en la aventura, atraídas por la fama de la "fiesta" de Hemingway, pero obedeciendo a un encargo de una agencia. Desde Montpelier y a bordo de un enorme Mercedes Mannheim blanco recorrieron localidades como Girona, Barcelona, Sant Cugat, el monasterio de Montserrat, Puigcerdà, Andorra, Huesca, Pamplona, San Sebastián y Loyola. Del viaje solo se conocen 96 imágenes, más una decena que se han debido extraviar porque se publicaron en revistas suizas años después. Pocos monumentos, como la catedral de Girona o la fachada de Montserrat, muchos personajes como niños jugando en la calle, gitanos desaliñados, guardias civiles, campesinos y pastores, jóvenes en la playa y pequeños detalles como le ocurrió en Barcelona donde solo fotografió a las ocas del claustro durante su visita a la catedral.
De todas, su preferida era la fotografía de una niña de Girona con semblante sereno y sonriente que viste uniforme de colegio de monjas y que la artista utilizó varios años para felicitar la Navidad. "Estaría bien que alguien reconociese en esta niña a algún familiar suyo. O quizá vive todavía, quién sabe", explica Mercedes Valdivieso, comisaria de la exposición.
La muestra, abierta hasta el 29 de enero, presenta, además, una selección de las imágenes realizadas durante los once años en los que Breslauer se dedicó a la fotografía, entre 1927 y 1938, ejemplo, según los expertos, de la Nueva Fotografía, caracterizada por el antipictorialismo, en la que se repasan sus primeros trabajos en la escuela de fotografía, retratos de amigos y compañeros, en los que abundan planos picados, juegos de luces , sombras e imágenes como secuencias fílmica. Entre ellas, el autorretrato que se hizo desnuda en 1933.
"Hay pocos fotógrafos que se autofotografíen con sus cámaras y desnudos. Ella demuestra su seguridad como mujer y fotógrafa", remarca la comisaria. Pero lo que más destaca, según Valdivieso, es su forma "poética de tratar la vida cotidiana y los momentos pasajeros". Según Valdivieso, sus fotografías son fruto no de una escenificación sino de "anticiparse al famoso instante decisivo. "No son decisivos ni la técnica perfecta, ni tampoco que se trate de un tema extraordinario, lo que cuenta es la fuerza de la imagen, del secreto de momento capturado", decía la propia Breslauer. Como la imagen de Picasso, casi irreconocible, con sombrero y gabardina realizada en 1932.
A Breslauer la fotografiaron otros artistas como Man Ray al que a su vez ella retrató en 1932 en París en un sofá con su mirada melancólica. Tras conocerla, el surrealista afirmó que sabía tanto de fotografía que no había nada que él pudiera enseñarle. Viniendo de él, fue todo un halago.
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