viernes, 24 de abril de 2015

#hemeroteca #lesbianismo | “Es muy importante que las mujeres lesbianas hagan visible su condición sexual a la hora de utilizar los servicios sociales”

Imagen: Emakunde
“Es muy importante que las mujeres lesbianas hagan visible su condición sexual a la hora de utilizar los servicios sociales”
Karolina Almagia | Emakunde, 2015-04-24
http://emakunde.blog.euskadi.net/2015/04/es-muy-importante-que-las-mujeres-lesbianas-hagan-visible-su-condicion-sexual-la-hora-de-utilizar-los-servicios-sociales/

Inmaculada Mujika, Elena Olaortua, Josune Ortiz y Amparo Villar son las autoras del estudio “Lesbianas con recursos. Una mirada sobre el acceso y el uso de los recursos sociales en la CAE por parte de las mujeres lesbianas”, llevado a cabo gracias a la Beca Emakunde 2013, que promociona los trabajos de investigación en materia de igualdad entre mujeres y hombres.

Las cuatro autoras llevan más de 20 años trabajando en el ámbito Lesbiano, Gay, Trans y Bisexual y aportando recursos de apoyo, socialización, educación y sensibilización a la sociedad vasca. Precisamente, fue su conocimiento del sector lo que les llevó a plantearse un análisis más profundo de la discriminación social que sufre este colectivo y, más concretamente, de la repercusión que ello puede tener en el acceso y uso de los recursos sociales de todo tipo.

El estudio, publicado por Emakunde, repasa las condiciones que atraviesan las mujeres lesbianas en varios ámbitos -jurídico, de la salud, económico, educativo, laboral y sociocultural, ofreciendo testimonios de primera mano e identificando lugares y situaciones en los que se sienten discriminadas. Además de analizar aspectos como la visibilidad y la seguridad, incluye una serie de recomendaciones dirigidas a las diferentes instituciones para superar los obstáculos detectados durante el trabajo.

¿Por qué os planteasteis esta investigación?

I.M: En nuestra trayectoria como militantes del movimiento de mujeres lesbianas habíamos comentado muchas veces los obstáculos con los que te encuentras a la hora de utilizar ciertos recursos públicos. Vimos la necesidad de estudiar a fondo el tema para saber realmente cómo las mujeres lesbianas utilizaban los recursos sociales y comprobar si había algún tipo de vulnerabilidad o discriminación.

¿Con cuántas mujeres os habéis entrevistado? ¿Qué perfiles habéis buscado?

J.O: Buscamos perfiles que representasen a un espectro lo más amplio posible. Tras hacer los contactos y llevar a cabo una criba en base a diferentes criterios, entrevistamos a unas 25 mujeres, de distintas edades, la mayoría afincadas en Bizkaia. Entre ellas hemos incluido a migrantes, mujeres discapacitadas física y psíquicamente y lesbianas transexuales.

¿Y cuál es la conclusión? ¿Utilizan las mujeres lesbianas los recursos sociales, comunitarios y económicos en la misma medida que el resto de la población o hay diferencias?

A.V.: Creemos que las mujeres lesbianas utilizan en la misma medida que el resto de la población los recursos sociales, la cuestión está en que a la hora de acceder a ellos su lesbianismo no se hace visible.

J.O: Los recursos sociales mejoran nuestra calidad de vida y las lesbianas hacen usos de ellos como el resto de la población, pero su condición sexual se convierte en un obstáculo en determinadas situaciones; por ejemplo, a la hora de utilizar los recursos sanitarios. Casi ninguna lesbiana usa los recursos públicos de reproducción asistida, se van a la sanidad privada, porque en la sanidad pública algunas se sienten tratadas de forma vejatoria o no se sienten cómodas; además, la burocracia, los tiempos o incluso la falta de semen retrasan tanto el proceso que lo hacen casi imposible.

I.M.: Otro caso es el que se da en algunas consultas de ginecología. Nos hemos encontrado con jóvenes que se quejan del trato recibido. Las jóvenes son las que menos reparos tienen a la hora de declararse lesbianas y, según su testimonio, en algunas consultas, al conocer su condición sexual, no se les hace citología, que es una prueba fundamental en una revisión ginecológica. Esto enlaza con otra constatación que nos preocupa: que al colectivo de lesbianas no se les incluye en las campañas de prevención de transmisión de enfermedades por vía sexual.

E.O.: En general, se echa en falta mucho más tacto en el trato. Las lesbianas necesitan sentirse seguras a la hora de utilizar los diferentes recursos sociales y sanitarios. Muchas, todavía, van temerosas y eso genera estrés y malestar.

El déficit de visibilidad lesbiana sale una y otra vez en el informe. Aunque se ha avanzado, sigue siendo el gran obstáculo para la normalización.

E.O.: La invisibilidad es general. En el ámbito laboral privado, por ejemplo, muchas mujeres llegan a renunciar a las vacaciones a las que tienen derecho por casarse, para no hacer visible su lesbianismo. Hay miedo, reticencias… y más aún en estos tiempos de crisis.

J.O.: En el ámbito educativo sucede más de lo mismo. Las profesoras tienen miedo de hacer visible su lesbianismo porque se sienten más vulnerables ante el alumnado. A veces te dicen que no ven la necesidad, cuando precisamente, a las adolescentes les podría ayudar mucho ver que las profesoras no esconden su condición sexual.

A.V.: Con la invisibilidad tenemos un problema, y es que se lleva a un ámbito muy privado casi siempre. La típica frase es: “Es mi vida privada, no tengo por qué decirlo”. Desde el colectivo de lesbianas no hemos conseguido hacer ver que es super necesario no ocultarse para que la situación cambie y esto es aplicable a todos las situaciones. También a la hora de utilizar los servicios sociales. Pensar que la visibilidad no es necesaria es un gran error.

Calculáis que cerca de 4.500 migrantes residentes en el País Vasco pueden ser lesbianas o sentir atracción por otras mujeres. ¿Cómo viven este doble hecho de ser migrante y lesbiana las mujeres con las que os habéis entrevistado?

I.M.: La sensación es que estos colectivos viven el lesbianismo como nosotras lo vivíamos hace veinte o treinta años. Es decir, están bastante escondidas. En las entrevistas han salido otros temas a la luz, como que a las mujeres inmigrantes, a la hora de solicitar la RGI, les resulta muy duro que se les interrogue sobre su vida privada.

También habéis mantenido contacto con mujeres lesbianas con discapacidad. ¿Qué conclusiones habéis sacado de estas entrevistas?

A.V.: De todas las mujeres con las que nos hemos entrevistado, casi son las que mayor bienestar transmiten, las que más se ríen de las situaciones de invisibilidad y las que mejor llevan su condición. Pero eso no quiere decir que estos casos sean representativos de su colectivo.

Según algunos de los testimonios que incluís en el informe, se mantiene el rechazo social e, incluso, varias de las entrevistadas viven su lesbianismo como una continua exposición a ataques.

I.M.: Sí, y sobre todo lo sufren las mujeres jóvenes, quizás porque frecuentan más la calle de noche, o porque exponen más su condición y la gente se cree con derecho a decirles cualquier cosa. Son las que más agresiones sufren. Es sorprendente ver cómo reciben ataques verbales continuos, tanto por parte de gente joven como de gente mayor, aquellas que se atreven a ir por la calle agarradas de la mano.

Hablando de la falta de seguridad, citáis la experiencia de los Mapas de la Ciudad Prohibida existentes en la CAE y denunciáis que las mujeres lesbianas consideran que estos mapas no recogen sus experiencias y percepciones. ¿Es diferente la sensación de peligro de este colectivo respecto al del resto de mujeres?

J.O.: Sí. Los espacios en los que ellas se sienten seguras no son los mismos. En el caso de Bilbao, se ve muy bien la diferencia. Tanto el Casco Viejo como Bilbao La Vieja son espacios en los que las mujeres lesbianas se sienten bastante seguras, igual por la variedad de gente que acogen. En cambio, en la zona del centro, se ven muy expuestas. Las mujeres lesbianas trans, por ejemplo, si están en su periodo de transición, no acuden a los bares de zonas como Indautxu. Creemos que habría que investigar más sobre este tema, porque es interesante.

También en el tema de la violencia de género constatáis cierto olvido.


E.O.: El problema es que muchas veces las propias mujeres lesbianas perciben la violencia que se da entre ellas como violencia “de menor intensidad”, lo que en muchas ocasiones les lleva a no acudir a los cauces legales para la resolución de los conflictos. Utilizan a amigas que interceden, intentan conciliar, quitan importancia y hasta que no llega a umbrales altos de violencia no acuden a esos servicios. Y, a veces, cuando se han decidido a denunciar se han encontrado con situaciones que serían impensables en el caso de una pareja heterosexual, como que te hagan declarar delante de tu pareja agresora. Por otro lado, a la hora de dar a conocer los servicios y ayudas a los que se puede acceder en los casos de violencia de género, nunca se incluye a las lesbianas como potenciales usuarias de estos servicios.

En todo caso, según vuestro informe, la no inclusión de las mujeres lesbianas en las campañas de información sobre servicios sociales es general.

A.V.: Hay un modelo predominante que es el heterosexual y es el que refleja esa publicidad que informa sobre los diferentes servicios sociales. Eso puede llevar a considerar a las mujeres lesbianas que ellas no están incluidas. Cuando encarga una campaña de publicidad, la administración pública debería exigir que se incluya específicamente a este colectivo. Ahora tenemos un ejemplo magnífico con el anuncio de Coca Cola.

A la hora de utilizar los recursos jurídicos, denunciáis varias irregularidades y en ocasiones, el desconocimiento de la ley por parte del personal que atiende al público. Los Registros Civiles, por ejemplo, son lugares problemáticos.

E.O.: Así es, aunque cada vez se dan menos casos. Muchos funcionarios que están en atención al público desconocen la ley que atañe a los transexuales, por ejemplo. Nos hemos encontrado con un caso de una mujer que fue a cambiarse de nombre con los papeles que exige la ley; es decir, el certificado médico de que había llevado a cabo durante dos años un tratamiento hormonal para cambio de sexo, y a pesar de ello, le obligaron a pasar por un médico forense, quien, a su vez, le sometió a una serie de preguntas aberrantes que rozaban la violencia de género. Por otro lado, para inscribir a un recién nacido, las mujeres lesbianas deben estar casadas obligatoriamente y haber seguido un proceso de reproducción asistida, condiciones que no se piden a una pareja heterosexual. Además de eso, cada juzgado te pide otras cosas, porque no hay criterios unificados.

En el caso de las transexuales que recurren el recurso público sanitario de reasignación de género, recogéis algunas quejas relacionadas con la forma en la que se realiza el examen psiquiátrico.

J.O.: Sí, se sienten extremadamente juzgadas. La Unidad de Género de Cruces realiza la Prueba de Vida Real con una concepción muy rígida y cerrada de los roles de género. Ellas tienen que convencer al psiquiatra de turno de que son mujeres y estos a veces les sugieren que se maquillen y se pongan falda; es decir, no aplican los avances en políticas de igualdad que abogan por no asignar roles de género diferenciados para hombres y mujeres. A veces, ciertos médicos se convierten en auténticos gendarmes del género.

En el informe se cita varias veces el papel de Internet. ¿Cómo ha afectado el uso de esta herramienta al colectivo de lesbianas?

I.M.: Ha facilitado las cosas muchísimo, por un lado, para conocer los recursos específicos con los que contamos, y por otro, para facilitar las relaciones entre nosotras. El papel de las redes sociales para conocer a otras lesbianas, relacionarte o enterarte de cosas que no aparecen en los mass media relacionadas con la condición sexual de muchas mujeres, es enorme.

A.V.: La verdad es que las mujeres lesbianas utilizan muchísimo Internet y su irrupción ha sido super positiva para romper la soledad en un colectivo tan escondido como este. La Red ha proporcionado un valioso espacio virtual en el que encontrarse y relacionarse.

Tras analizar la situación, ¿cuál sería vuestra principal recomendación?

A.V.: Es importante que las personas responsables de atender y gestionar los recursos sociales incluyan la perspectiva de las mujeres lesbianas. Hay que dar la formación necesaria para ello, tanto en el ámbito administrativo como en el ámbito laboral. Se trata de hacerlas visibles y esto habría que aplicarlo a las campañas de información sobre los distintos recursos sociales.

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