Imagen: El Confidencial / Diana López Varela, de blanco |
La guionista y bloguera publica un ensayo con un aluvión de datos y ejemplos sobre el machismo cotidiano.
Víctor Lenore | El Confidencial, 2016-10-12
http://www.elconfidencial.com/cultura/2016-10-12/por-que-espana-no-es-pais-para-conos_1273239/
Diana López Varela (Pontevedra, 1986) recuerda haber acudido a mítines de Zapatero "como quien va a ver a los Rolling Stones". En todo caso, no es militante del PSOE, sino que alaba y critica posturas de cada partido respecto a la igualdad de género. A pesar de su juventud, ‘No es país para coños’ (Península, 2016) es una buena introducción a los conflictos del feminismo actual. Destaca su voz directa, rigurosa, que cultiva el sentido del humor. “Los tres primeros días de la regla es como si Eduardo Manostijeras podase varios setos en mis ovarios”, explica.
También se hace eco de un experimento donde se preguntaba a niños y niñas de ocho años sobre las imágenes de hombres y mujeres en la publicidad. A ellas las describían como “enfermas”, “pobres”, “asustadas”, “tristes”, “muertas” o “borrachas”. A ellos como “superhéroes”, “espías”, “felices”, “jefes” o “empresarios”. El machismo nuestro de cada día. Su libro, cuajado de experiencias personales, no tiene desperdicio, ni renuncia a los comentarios sobre conflictos sociales y económicos ajenos al feminismo. Pueden seguirla en su popular blog 'Suspenso en religión'. Quizá estemos ante nuestra Caitlin Moran, nuestra Lena Dunham o una mezcla de las dos.
PREGUNTA. Explicas que empezaste a militar en el feminismo para oponerte a las políticas de género del Partido Popular.
R. Sí, supongo que tengo que darles las gracias. Sobre todo, por la ley aquella de nombre tan largo de Alberto Ruiz-Gallardón. Entonces escribí un post llamado “Mi coño” y comenzaron a llamarme feminista. Me di cuenta de que lo era y que eso conllevaba una responsabilidad.
P. También rechazas de plano las políticas de Nuñez Feijóo.
R. Sí, básicamente, son violencia obstétrica. Incluso en casos donde el aborto es ajeno a la voluntad de la madre, con todo el trauma que conlleva la interrupción del proceso, se las monta en un taxi y se las deposita en Madrid para abortar en una clínica privada. Las propias pacientes han denunciado que allí se realizan prácticas muy poco respetuosas con el cuerpo de la mujer. Las abandonan en un baño para que aborten como quien hace caca. Las dejan allí pariendo un feto muerto. Y lo siguen haciendo. Estas son las consecuencias de las políticas de externalización.
P. ¿Qué opinas del enfoque de género del PSOE? Zapatero tuvo mucho interés y dedicación, pero se le acusó de hacer política de titulares, sin dotar de suficientes medios económicos y policiales la protección contra la violencia machista.
R. Los programas de Zapatero son lo mejor que hemos vivido las mujeres desde que tengo uso de razón. Obviamente, se podían haber dedicado más medios, pero se hicieron muchos avances. Dieron al Instituto de la Mujer una categoría propia. Propusieron un Ley del aborto a la altura de los plazos que se estaban manejando en Europa. También legalizaron el matrimonio gay. Invirtieron mucho más dinero y esfuerzo que el PP en frenar la violencia machista. Eso hay que agradecérselo a Zapatero y a Bibiana Aído, ex ministra de Igualdad.
P. También se les acusó de instrumentalizar el feminismo. Como no se podían diferenciar del PP en materia económica, lo hicieron en aspectos sociales.
R. Yo espero que un partido que se llama socialista apoye siempre el feminismo, sea para instrumentalizarlo o no. Que hayan optado por el feminismo nunca me va a parecer negativo. ¿Política de titulares? Un titular también es una forma de llamar la atención sobre un problema. No soy votante socialista, ni siquiera les he votado en las últimas elecciones, pero es algo objetivo, indiscutible, que son quienes más han hecho en favor de la igualdad de género. Aunque fuese mercadotecnia pura, se avanzó mucho, incluso en el terreno escolar, donde se incluyó en la Educación para la ciudadanía. Por supuesto, con Zapatero también moríamos por violencia machista cada semana.
P. ¿Por qué hay mujeres entonces que votan al Partido Popular?
R. Es la pregunta de siempre: ¿por qué hay obreros que votan a la derecha? Mucha gente no está interesada en conflictos sociales, se centra en el día a día. La sociedad es conservadora en el voto. España pasa un momento económico tremendo y piensa "virgencita, qué me quede como estoy". Mientras no te toca a ti la violencia de género, no es algo que te interese tanto, ya que tienes otros conflictos urgentes que atender. Lo mismo te preocupa más el paro y la corrupción. Eso es triste, ya que España tiene una situación de género lamentable, con los mayores niveles de consumo de prostitución de Europa y tres violaciones al día. Resumiendo: falta conciencia de la desigualdad de género.
P. Ahora mismo se está teniendo el debate, al menos en la izquierda, sobre si es más útil el término “igualdad” o el término “feminismo”. Si nos basamos en datos del Centro de Investigaciones Sociológicas, parece más sensata la primera opción, ya que solo un uno por ciento de la población se identifica o encuentra connotaciones positivas en el término “feminismo”. ¿Cuál es tu postura?
R. Creo que hay que usar la palabra “feminismo” porque los hombres y las mujeres somos distintos. Debemos ser iguales en derechos y libertades, pero nosotras nos enfrentamos a procesos específicos como dar a luz, la lactancia y sus relaciones con la conciliación. Además, ellos no se tienen que enfrentar a la cosificación sexual que sufrimos. Hay que visibilizar a una parte de la sociedad que está sufriendo. Además somos el sesenta por ciento de las las licenciadas, pero ocupamos un porcentaje ridículo de los puestos de dirección. Quizá en unos años la palabra “feminismo” no sea necesaria, pero ahora estoy convencida de que sí.
P. Los afroamericanos consiguieron avances más con el concepto “derechos civiles” que con el "black power" (poder negro). Los partidos "de abajo" han llegado a más gente más hablando de “lucha contra la desigualdad” que de "comunismo" y "marxismo". ¿Tanto cuesta adaptarse a los términos que mejor recibe la mayoría de la población?
R. Cuanto más miedo da "feminismo", más me apetece utilizarlo. Es terrible que los hombres sean incapaces de aceptar cualquier corriente social que lleve un nombre alusivo a las mujeres. Si vas a Wikipedia, verás que el feminismo es la lucha por la igualdad. Pero "igualdad" me parece un término tramposo porque mucha gente te responde que "ya somos iguales". La Constitución española no dice que tú y yo seamos diferentes, pero la realidad social no nos trata igual. Por esa discriminación prefiero el término “feminismo”.
Sobre Podemos, lo de usar “lucha contra la desigualdad económica” en vez de “izquierda”, creo que ese partido tiene una paja mental constante sobre todo lo que dice. Es una comparación que no me gusta. Podemos ha sido demasiado laxo y demasiado flexible en el uso de los términos políticos. Dicho esto, yo puedo defender lo mismo usando “feminismo” que usando “igualdad”, pero creo que “feminismo” no debe desaparecer de momento. Para mí feminismo es un lema identitario que visibiliza una situación de desigualdad histórica de partida. No soy política, soy escritora, y creo en la pedagogía. En el libro explico que la palabra “feminismo” me daba reparo incluso a mí antes de informarme. Hay que escuchar a quien sufre. Si los gays quieren la palabra “matrimonio”, tienen derecho a obtenerla.
P. La diferencia es que estaba claro que los gays querían la opción del matrimonio, mientras que no tanto que las mayoría de las mujeres quieran la palabra "feminismo". Tú misma cuentas en el libro que el grueso de las manifestantes contra la ley Gallardón estaban fuera de la edad fértil o saliendo de ella. No hay relevo claro en la militancia.
R. Sabemos que las estadísticas a veces son engañosas. Otro motivo para usar la palabra “feminista” es reconocer el trabajo de estas pioneras que en los años setenta y ochenta lucharon y consiguieron el derecho al voto y la despenalización del aborto. Además, es un término que funciona, a mí me ha traído una base de lectores, a Caitlin Moran también, Barbijaputa es la twittera con más seguidores de España. A Lena Dunham y a Amelia Valcárcel les ha funcionado.
P. Bueno, también hay mucho superventas rockero con camiseta del Ché y mucho intelectual marxistas famoso, pero eso no hace la idea del “comunismo” más atractiva al gran público. Pero cambiemos de asunto. Denuncias algo que me parece crucial: la lamentable educación sexual en nuestro país.
R. En España, la educación sexual es el porno. Para la inmensa mayoría de chicos y cada vez para más chicas. Tenemos un acceso indiscriminado. El primer contacto con el porno llega a los doce, con un nivel muy bajo de madurez. No es edad para exponerse a prácticas tan bestias. Creo que es peligroso. Necesitamos educación sexual en casa. La actriz X Celia Blanco me decía, durante una entrevista, "pongámonos a ver porno con nuestros hijos". Lo encuentro un poco excesivo, yo no sería capaz, pero sí estoy dispuesta a contarles que el porno es adictivo, igual que la ludopatía. Los estudiosos dicen que el porno está causando estragos en la población juvenil, aumentando la disfunción eréctil y eyaculación precoz en chicos jóvenes, incluso desde los dieciocho o veinte años. Debería haber educación sexual en el colegio. Tenemos una situación donde los chicos siguen acosando a las chicas y sufrimos altos niveles de sexismo. Creo que en España se habla poco de sexo y mucho menos de sexo desde la perspectiva de las mujeres. En el libro confieso que he fingido orgasmos y no soy la única. Hay que explicar eso porque los hombres no son adivinos. El sexo es buen campo para empezar a hablar de feminismo porque nos interesa a todos.
P. Escribiste un artículo titulado “Dame porno y dime progre”, donde cuestionabas la figura de la actriz Amarna Miller, a la que Podemos ha dado mucha visibilidad.
R. Tengo una postura contraria a la de ella. Soy proabolicionista de la prostitución y más bien contraria al porno, ya que reproduce posturas de dominación machista. Además Miller no hace porno feminista, sino porno convencional. Pero si ella se considera feminista tengo que reconocer su libertad. Su postura es que no hace en pantalla nada que no haga en su vida privada, pero también reconoce que hay mujeres que trabajan en el porno por necesidad económica. Esto se confirma constantemente, por ejemplo en el célebre y sórdido “caso Torbe”. Las fronteras entre porno, prostitución y trata de blancas son difusas. Es un debate ético y político. Mucha mujeres se siente utilizadas y cosificadas por el porno. Por eso me cuesta reivindicarlo.
P. ¿No te chirría ser abolicionista cuando las asociaciones de prostitutas, por ejemplo Hetaira, defienden la regulación?
R. Quiero que las prostitutas tengan todos los derechos posibles. Pero el estado ideal sería que fuera imposible comprar a una mujer como se accede al consumo de cacahuetes. La prostitución es una de las bases de la discriminación sexual y España es el país de Europa con más puticlubs por metro cuadrado. Esto es una señal de lo mal que estamos. Mientras llega la abolición, defiendo que las prostitutas tengan las mejores condiciones legales, laborales y sanitarias. Detrás de la prostitución está la pobreza femenina. Ahí encontramos el caso de las migrantes sin papeles que se ven obligadas a ejercerla y no tienen derechos. Personalmente, me gusta la solución de los países nórdicos de penalizar al cliente.
P. ¿Se puede ser feminista y neoliberal?
R. No. Lo veo complicado. Dicho esto, prefiero que Beyoncé tenga un discurso feminista a que no lo tenga. El feminismo no puede ser una Biblia, pero encuentro difícil casar el discurso neoliberal con el feminista. Usan el juego de la oferta y la demanda económica para justificar la legitimidad de la prostitución. Olvidan que muchas mujeres carecen de libertad.
P. Soraya Sáenz de Santamaría defiende a veces un discurso feminista. Por ejemplo, pasó un día entero dando entrevistas donde denunciaba al gobierno de Syriza por no tener una sola mujer. ¿Eso es utilización?
R. El feminismo está de moda, afortunadamente. No me parece mal que Santamaría señale eso, pero también debería aplicarlo a las políticas sanitarias de su partido, por ejemplo. Prefiero que el PP esté lleno de mujeres a que solo hubiera hombres en puestos de poder.
También se hace eco de un experimento donde se preguntaba a niños y niñas de ocho años sobre las imágenes de hombres y mujeres en la publicidad. A ellas las describían como “enfermas”, “pobres”, “asustadas”, “tristes”, “muertas” o “borrachas”. A ellos como “superhéroes”, “espías”, “felices”, “jefes” o “empresarios”. El machismo nuestro de cada día. Su libro, cuajado de experiencias personales, no tiene desperdicio, ni renuncia a los comentarios sobre conflictos sociales y económicos ajenos al feminismo. Pueden seguirla en su popular blog 'Suspenso en religión'. Quizá estemos ante nuestra Caitlin Moran, nuestra Lena Dunham o una mezcla de las dos.
PREGUNTA. Explicas que empezaste a militar en el feminismo para oponerte a las políticas de género del Partido Popular.
R. Sí, supongo que tengo que darles las gracias. Sobre todo, por la ley aquella de nombre tan largo de Alberto Ruiz-Gallardón. Entonces escribí un post llamado “Mi coño” y comenzaron a llamarme feminista. Me di cuenta de que lo era y que eso conllevaba una responsabilidad.
P. También rechazas de plano las políticas de Nuñez Feijóo.
R. Sí, básicamente, son violencia obstétrica. Incluso en casos donde el aborto es ajeno a la voluntad de la madre, con todo el trauma que conlleva la interrupción del proceso, se las monta en un taxi y se las deposita en Madrid para abortar en una clínica privada. Las propias pacientes han denunciado que allí se realizan prácticas muy poco respetuosas con el cuerpo de la mujer. Las abandonan en un baño para que aborten como quien hace caca. Las dejan allí pariendo un feto muerto. Y lo siguen haciendo. Estas son las consecuencias de las políticas de externalización.
P. ¿Qué opinas del enfoque de género del PSOE? Zapatero tuvo mucho interés y dedicación, pero se le acusó de hacer política de titulares, sin dotar de suficientes medios económicos y policiales la protección contra la violencia machista.
R. Los programas de Zapatero son lo mejor que hemos vivido las mujeres desde que tengo uso de razón. Obviamente, se podían haber dedicado más medios, pero se hicieron muchos avances. Dieron al Instituto de la Mujer una categoría propia. Propusieron un Ley del aborto a la altura de los plazos que se estaban manejando en Europa. También legalizaron el matrimonio gay. Invirtieron mucho más dinero y esfuerzo que el PP en frenar la violencia machista. Eso hay que agradecérselo a Zapatero y a Bibiana Aído, ex ministra de Igualdad.
P. También se les acusó de instrumentalizar el feminismo. Como no se podían diferenciar del PP en materia económica, lo hicieron en aspectos sociales.
R. Yo espero que un partido que se llama socialista apoye siempre el feminismo, sea para instrumentalizarlo o no. Que hayan optado por el feminismo nunca me va a parecer negativo. ¿Política de titulares? Un titular también es una forma de llamar la atención sobre un problema. No soy votante socialista, ni siquiera les he votado en las últimas elecciones, pero es algo objetivo, indiscutible, que son quienes más han hecho en favor de la igualdad de género. Aunque fuese mercadotecnia pura, se avanzó mucho, incluso en el terreno escolar, donde se incluyó en la Educación para la ciudadanía. Por supuesto, con Zapatero también moríamos por violencia machista cada semana.
P. ¿Por qué hay mujeres entonces que votan al Partido Popular?
R. Es la pregunta de siempre: ¿por qué hay obreros que votan a la derecha? Mucha gente no está interesada en conflictos sociales, se centra en el día a día. La sociedad es conservadora en el voto. España pasa un momento económico tremendo y piensa "virgencita, qué me quede como estoy". Mientras no te toca a ti la violencia de género, no es algo que te interese tanto, ya que tienes otros conflictos urgentes que atender. Lo mismo te preocupa más el paro y la corrupción. Eso es triste, ya que España tiene una situación de género lamentable, con los mayores niveles de consumo de prostitución de Europa y tres violaciones al día. Resumiendo: falta conciencia de la desigualdad de género.
P. Ahora mismo se está teniendo el debate, al menos en la izquierda, sobre si es más útil el término “igualdad” o el término “feminismo”. Si nos basamos en datos del Centro de Investigaciones Sociológicas, parece más sensata la primera opción, ya que solo un uno por ciento de la población se identifica o encuentra connotaciones positivas en el término “feminismo”. ¿Cuál es tu postura?
R. Creo que hay que usar la palabra “feminismo” porque los hombres y las mujeres somos distintos. Debemos ser iguales en derechos y libertades, pero nosotras nos enfrentamos a procesos específicos como dar a luz, la lactancia y sus relaciones con la conciliación. Además, ellos no se tienen que enfrentar a la cosificación sexual que sufrimos. Hay que visibilizar a una parte de la sociedad que está sufriendo. Además somos el sesenta por ciento de las las licenciadas, pero ocupamos un porcentaje ridículo de los puestos de dirección. Quizá en unos años la palabra “feminismo” no sea necesaria, pero ahora estoy convencida de que sí.
P. Los afroamericanos consiguieron avances más con el concepto “derechos civiles” que con el "black power" (poder negro). Los partidos "de abajo" han llegado a más gente más hablando de “lucha contra la desigualdad” que de "comunismo" y "marxismo". ¿Tanto cuesta adaptarse a los términos que mejor recibe la mayoría de la población?
R. Cuanto más miedo da "feminismo", más me apetece utilizarlo. Es terrible que los hombres sean incapaces de aceptar cualquier corriente social que lleve un nombre alusivo a las mujeres. Si vas a Wikipedia, verás que el feminismo es la lucha por la igualdad. Pero "igualdad" me parece un término tramposo porque mucha gente te responde que "ya somos iguales". La Constitución española no dice que tú y yo seamos diferentes, pero la realidad social no nos trata igual. Por esa discriminación prefiero el término “feminismo”.
Sobre Podemos, lo de usar “lucha contra la desigualdad económica” en vez de “izquierda”, creo que ese partido tiene una paja mental constante sobre todo lo que dice. Es una comparación que no me gusta. Podemos ha sido demasiado laxo y demasiado flexible en el uso de los términos políticos. Dicho esto, yo puedo defender lo mismo usando “feminismo” que usando “igualdad”, pero creo que “feminismo” no debe desaparecer de momento. Para mí feminismo es un lema identitario que visibiliza una situación de desigualdad histórica de partida. No soy política, soy escritora, y creo en la pedagogía. En el libro explico que la palabra “feminismo” me daba reparo incluso a mí antes de informarme. Hay que escuchar a quien sufre. Si los gays quieren la palabra “matrimonio”, tienen derecho a obtenerla.
P. La diferencia es que estaba claro que los gays querían la opción del matrimonio, mientras que no tanto que las mayoría de las mujeres quieran la palabra "feminismo". Tú misma cuentas en el libro que el grueso de las manifestantes contra la ley Gallardón estaban fuera de la edad fértil o saliendo de ella. No hay relevo claro en la militancia.
R. Sabemos que las estadísticas a veces son engañosas. Otro motivo para usar la palabra “feminista” es reconocer el trabajo de estas pioneras que en los años setenta y ochenta lucharon y consiguieron el derecho al voto y la despenalización del aborto. Además, es un término que funciona, a mí me ha traído una base de lectores, a Caitlin Moran también, Barbijaputa es la twittera con más seguidores de España. A Lena Dunham y a Amelia Valcárcel les ha funcionado.
P. Bueno, también hay mucho superventas rockero con camiseta del Ché y mucho intelectual marxistas famoso, pero eso no hace la idea del “comunismo” más atractiva al gran público. Pero cambiemos de asunto. Denuncias algo que me parece crucial: la lamentable educación sexual en nuestro país.
R. En España, la educación sexual es el porno. Para la inmensa mayoría de chicos y cada vez para más chicas. Tenemos un acceso indiscriminado. El primer contacto con el porno llega a los doce, con un nivel muy bajo de madurez. No es edad para exponerse a prácticas tan bestias. Creo que es peligroso. Necesitamos educación sexual en casa. La actriz X Celia Blanco me decía, durante una entrevista, "pongámonos a ver porno con nuestros hijos". Lo encuentro un poco excesivo, yo no sería capaz, pero sí estoy dispuesta a contarles que el porno es adictivo, igual que la ludopatía. Los estudiosos dicen que el porno está causando estragos en la población juvenil, aumentando la disfunción eréctil y eyaculación precoz en chicos jóvenes, incluso desde los dieciocho o veinte años. Debería haber educación sexual en el colegio. Tenemos una situación donde los chicos siguen acosando a las chicas y sufrimos altos niveles de sexismo. Creo que en España se habla poco de sexo y mucho menos de sexo desde la perspectiva de las mujeres. En el libro confieso que he fingido orgasmos y no soy la única. Hay que explicar eso porque los hombres no son adivinos. El sexo es buen campo para empezar a hablar de feminismo porque nos interesa a todos.
P. Escribiste un artículo titulado “Dame porno y dime progre”, donde cuestionabas la figura de la actriz Amarna Miller, a la que Podemos ha dado mucha visibilidad.
R. Tengo una postura contraria a la de ella. Soy proabolicionista de la prostitución y más bien contraria al porno, ya que reproduce posturas de dominación machista. Además Miller no hace porno feminista, sino porno convencional. Pero si ella se considera feminista tengo que reconocer su libertad. Su postura es que no hace en pantalla nada que no haga en su vida privada, pero también reconoce que hay mujeres que trabajan en el porno por necesidad económica. Esto se confirma constantemente, por ejemplo en el célebre y sórdido “caso Torbe”. Las fronteras entre porno, prostitución y trata de blancas son difusas. Es un debate ético y político. Mucha mujeres se siente utilizadas y cosificadas por el porno. Por eso me cuesta reivindicarlo.
P. ¿No te chirría ser abolicionista cuando las asociaciones de prostitutas, por ejemplo Hetaira, defienden la regulación?
R. Quiero que las prostitutas tengan todos los derechos posibles. Pero el estado ideal sería que fuera imposible comprar a una mujer como se accede al consumo de cacahuetes. La prostitución es una de las bases de la discriminación sexual y España es el país de Europa con más puticlubs por metro cuadrado. Esto es una señal de lo mal que estamos. Mientras llega la abolición, defiendo que las prostitutas tengan las mejores condiciones legales, laborales y sanitarias. Detrás de la prostitución está la pobreza femenina. Ahí encontramos el caso de las migrantes sin papeles que se ven obligadas a ejercerla y no tienen derechos. Personalmente, me gusta la solución de los países nórdicos de penalizar al cliente.
P. ¿Se puede ser feminista y neoliberal?
R. No. Lo veo complicado. Dicho esto, prefiero que Beyoncé tenga un discurso feminista a que no lo tenga. El feminismo no puede ser una Biblia, pero encuentro difícil casar el discurso neoliberal con el feminista. Usan el juego de la oferta y la demanda económica para justificar la legitimidad de la prostitución. Olvidan que muchas mujeres carecen de libertad.
P. Soraya Sáenz de Santamaría defiende a veces un discurso feminista. Por ejemplo, pasó un día entero dando entrevistas donde denunciaba al gobierno de Syriza por no tener una sola mujer. ¿Eso es utilización?
R. El feminismo está de moda, afortunadamente. No me parece mal que Santamaría señale eso, pero también debería aplicarlo a las políticas sanitarias de su partido, por ejemplo. Prefiero que el PP esté lleno de mujeres a que solo hubiera hombres en puestos de poder.
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