Acompañado de sus padres, Alejandro Gómez Palomo (24 años, de Posada), se doctora en la Gran Manzana con su colección 'Objeto sexual'.
Simón Mazas | Icon, El País, 2017-02-03
http://elpais.com/elpais/2017/02/03/icon/1486116364_476683.html
Tiene 24 años, pero cuando lo definen como la sensación ‘millennial’ de la moda contesta: “Yo no sé ni lo que quiere decir ‘millennial’. No sé lo que soy, pero soy más antiguo que todo eso”. Es Alejandro Gómez Palomo, la mejor noticia que ha tenido la moda masculina en España en los últimos tiempos. Y tan solo un año después de hacer su primer desfile en Madrid los ecos ya han llegado a Nueva York, donde debutó ayer con un desfile al que ha llamado ‘Objeto sexual’.
Cuando dice que es antiguo tiene algo de razón: sigue creando en su pueblo de toda la vida, Posadas (municipio cordobés de 7.500 habitantes), y se ha traído a sus padres, Norberto y Manoli, para que le echen una mano con los preparativos. “Es una ciudad muy grande y somos de un pueblo muy pequeño. Siempre hemos sido muy abiertos, pero no estamos acostumbrados a tanto lío”, dice su madre. “Para nuestras posibilidades, yo creo que la puesta en escena ha quedado muy bien”, explica su padre, sin mencionar que el mismo hombre que ha hecho los arreglos florales de este desfile, Mark Colle, viene de trabajar con Dior.
Palomo está muy nervioso. “No me suele pasar. Siempre lo controlo muy bien menos esta vez”, dice con mucha naturalidad a primera hora de la mañana. Pero, claro, ha venido a Nueva York a dar una lección de moda y de sexo, dos temas que en Manhattan dominan bastante bien. “En mis colecciones anteriores reflejaba una imagen de un chico muy romántico, ‘naif’, delicado… Vale, ya hemos enamorado. Ahora es la hora de ir un poquito más lejos y llevárnoslo a la cama”, asegura. “Es la parte mucho más animal, la que todos tenemos en un sitio muy adentro y nos da miedo explorar”.
Después de traer todos sus diseños en 14 maletas y baúles, Palomo no está dispuesto a que ninguno se quede sin su gran momento. A última hora, y después de un ‘casting’ de modelos que se alargó hasta las 3 de la madrugada, decide que salen 34 de 34, aunque el público sea muy exigente. Lanza con osadía un mensaje de género fluido delante de Hari Nef y Avie Acosta, iconos transgénero. Quiere impresionar con el trabajo de sus telas ante Francisco Costa, antiguo director creativo de Calvin Klein, y ofrecer espectáculo al fotógrafo Ryan McGinley, el cantante Troye Sivan y el actor Colton Haynes.
Palomo va recuperando su seguridad. “Nueva York nos necesita”, asevera. “Que la gente se dé cuenta de que estoy aquí muy en serio, que vengo a por todas y que quiero ser un gran diseñador”, remata. Sus palabras no son en vano y por su desfile en Cadillac House pasean su sello dieciochesco, sus organzas, sus rasos y su pata de gallo. Y se aparean violentamente con el fetichismo del látex rojo, con los brillos y las lentejuelas.
En la orgía de influencias de Palomo un modelo de cebra morada y metálica somete a unos zapatos de leopardo, un cuerpo de pavo real emerge de un traje de raya diplomática y ese caracolillo tradicional de feria de Andalucía se desmadra hasta casi estrangular a uno de los modelos andróginos. “El punto cordobés siempre está, porque creo en Córdoba, he vivido en Córdoba y es lo que soy”, dice el joven diseñador. Y aunque todo empieza con música electrónica, evoluciona hacia el ‘quejío’ flamenco, como un grito de orgasmo recibido con una ovación cerrada.
Dicen en Nueva York que cuando has alcanzado el éxito es cuando empieza el trabajo verdaderamente duro y ahora a Palomo le toca entender el modelo industrial de la capital del capital. “Yo el tema del dinero lo llevo fatal, lo odio como creo que todo creativo”, reconoce. Pero ‘Objeto Sexual’, en ese sentido, es la menos platónica y la más consumada de sus colecciones, por lo que parece que el diseñador viene con la lección bien aprendida.
La otra máxima es la que bien practica Alexander Wang: que en Nueva York no hay buen desfile sin buena fiesta. Palomo eligió para ello un lugar con retranca: el Happy Ending, un antiguo local de masajes situado en el Lower East Side donde se cerró con un “continuará” este capítulo del cuento del niño que empezó con la mayor colección de ‘barbies’ de Posadas y llegó a ser príncipe de la Semana de la Moda de Nueva York.
Cuando dice que es antiguo tiene algo de razón: sigue creando en su pueblo de toda la vida, Posadas (municipio cordobés de 7.500 habitantes), y se ha traído a sus padres, Norberto y Manoli, para que le echen una mano con los preparativos. “Es una ciudad muy grande y somos de un pueblo muy pequeño. Siempre hemos sido muy abiertos, pero no estamos acostumbrados a tanto lío”, dice su madre. “Para nuestras posibilidades, yo creo que la puesta en escena ha quedado muy bien”, explica su padre, sin mencionar que el mismo hombre que ha hecho los arreglos florales de este desfile, Mark Colle, viene de trabajar con Dior.
Palomo está muy nervioso. “No me suele pasar. Siempre lo controlo muy bien menos esta vez”, dice con mucha naturalidad a primera hora de la mañana. Pero, claro, ha venido a Nueva York a dar una lección de moda y de sexo, dos temas que en Manhattan dominan bastante bien. “En mis colecciones anteriores reflejaba una imagen de un chico muy romántico, ‘naif’, delicado… Vale, ya hemos enamorado. Ahora es la hora de ir un poquito más lejos y llevárnoslo a la cama”, asegura. “Es la parte mucho más animal, la que todos tenemos en un sitio muy adentro y nos da miedo explorar”.
Después de traer todos sus diseños en 14 maletas y baúles, Palomo no está dispuesto a que ninguno se quede sin su gran momento. A última hora, y después de un ‘casting’ de modelos que se alargó hasta las 3 de la madrugada, decide que salen 34 de 34, aunque el público sea muy exigente. Lanza con osadía un mensaje de género fluido delante de Hari Nef y Avie Acosta, iconos transgénero. Quiere impresionar con el trabajo de sus telas ante Francisco Costa, antiguo director creativo de Calvin Klein, y ofrecer espectáculo al fotógrafo Ryan McGinley, el cantante Troye Sivan y el actor Colton Haynes.
Palomo va recuperando su seguridad. “Nueva York nos necesita”, asevera. “Que la gente se dé cuenta de que estoy aquí muy en serio, que vengo a por todas y que quiero ser un gran diseñador”, remata. Sus palabras no son en vano y por su desfile en Cadillac House pasean su sello dieciochesco, sus organzas, sus rasos y su pata de gallo. Y se aparean violentamente con el fetichismo del látex rojo, con los brillos y las lentejuelas.
En la orgía de influencias de Palomo un modelo de cebra morada y metálica somete a unos zapatos de leopardo, un cuerpo de pavo real emerge de un traje de raya diplomática y ese caracolillo tradicional de feria de Andalucía se desmadra hasta casi estrangular a uno de los modelos andróginos. “El punto cordobés siempre está, porque creo en Córdoba, he vivido en Córdoba y es lo que soy”, dice el joven diseñador. Y aunque todo empieza con música electrónica, evoluciona hacia el ‘quejío’ flamenco, como un grito de orgasmo recibido con una ovación cerrada.
Dicen en Nueva York que cuando has alcanzado el éxito es cuando empieza el trabajo verdaderamente duro y ahora a Palomo le toca entender el modelo industrial de la capital del capital. “Yo el tema del dinero lo llevo fatal, lo odio como creo que todo creativo”, reconoce. Pero ‘Objeto Sexual’, en ese sentido, es la menos platónica y la más consumada de sus colecciones, por lo que parece que el diseñador viene con la lección bien aprendida.
La otra máxima es la que bien practica Alexander Wang: que en Nueva York no hay buen desfile sin buena fiesta. Palomo eligió para ello un lugar con retranca: el Happy Ending, un antiguo local de masajes situado en el Lower East Side donde se cerró con un “continuará” este capítulo del cuento del niño que empezó con la mayor colección de ‘barbies’ de Posadas y llegó a ser príncipe de la Semana de la Moda de Nueva York.
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