domingo, 10 de marzo de 2019

#hemeroteca #feminismo #politica | Fefa Vila: “Hemos tensado la institución pero no se ha articulado una política claramente feminista”

Imagen: El Salto / Fefa Vila
Fefa Vila: “Hemos tensado la institución pero no se ha articulado una política claramente feminista”.
La socióloga, docente y activista ‘queer’ Fefa Vila aborda las luces y las sombras de la gestión municipal desde una perspectiva feminista.
Sarah Babiker | El Salto, 2019-03-10
https://www.elsaltodiario.com/feminismos/tensado-institucion-politica-feminista

Cuatro años después de que una nueva herramienta política llamada Ahora Madrid y compuesta por una laboriosa articulación de actores y voluntades consiguiera desplazar al PP de la alcaldía de la ciudad tras 24 años de reinado, se avecinan unas nuevas elecciones. El escenario ha cambiado, actores y voluntades están aún en proceso de rearticulación, y el clima pre electoral es bien distinto.

En ‘El Salto Madrid’ queremos hacer balance de lo que ha pasado entre la primavera del 2015 y esta agitada primavera del 2019. Para ello hemos conversado con varias activistas que nos han ofrecido una perspectiva crítica de la gestión municipal. Empezamos esta evaluación de la mano de la socióloga, docente y activista feminista queer Fefa Vila (Laza, 1968) con la que abordamos las luces y las sombras de este ciclo que se acerca a su fin, desde una perspectiva feminista.

P. ¿Qué esperaba el movimiento feminista de este ciclo municipal?

R. Yo no sé si puedo hablar como el movimiento feminista, hablo como Fefa Vila y como activista feminista en esta ciudad desde hace mucho tiempo. El movimiento feminista es muy amplio, aglutina muchas tendencias y diversidades. Yo creo que el feminismo esperaba una política valiente respecto a cuestiones básicas, lo demostramos porque participamos directamente en el programa de Ahora Madrid, ahí está recogido parte de lo que creíamos que debía ser la acción municipal, aún sabiendo las limitaciones de esa acción municipal.

Para empezar esperábamos que hubiese un cambio desde dentro, no puedes hacer política feminista municipal si no cuentas con equipos feministas, si no te crees un paradigma político de intervención y gestión feminista, si no hay cabezas y un proyecto que se ponga en marcha. No existió la Concejalía de Igualdad de Género hasta hace dos años. Y, por lo que yo sé, es una concejalía bastante escorada y con poco presupuesto. Tampoco existió una política transversal feminista, que es lo que hay que hacer, sin hablar de la interseccionalidad que eso ni se conoce.

Añade una alcaldesa que no se ha identificado con el feminismo -y yo creo que eso es fundamental- o que se ha empezado a nombrar feminista desde el año pasado, cuando el feminismo expandió toda su potencia política y la escenificó mundialmente. Esa valentía de asumir un paradigma político, unas gafas violeta con equipos potentes a ese nivel, no se ha hecho, entonces al no hacerlo, creo que se ha traducido muy tímidamente esa visión feminista hacia la ciudad, ha repercutido poco en cambiar nuestras vidas.

P. ¿De dónde venía el empuje feminista de Ahora Madrid y qué queda de él?

R. El 15M fue un cambio brutal en el escenario político madrileño y yo creo que más allá de la ciudad. Fue también una escenificación -desde mi punto de vista- de cómo hay que hacer una política feminista, es decir, ahí el cambio de paradigma fundamental es establecer alianzas y miradas desde otra lógica: se critica el poder, se critica el gobierno, se critica el neoliberalismo desde una realidad encarnada que viven y habitan la mitad de las personas, las mujeres. Yo el 15M lo leo como el triunfo de un ideario feminista.

El 15M y el proceso municipalista que se da a partir de ahí, para mi es un gran hito del feminismo que problematiza también la masculinidad, una forma de hacer política de los hombres, la verticalidad, las formas de elegir, las formas de hablar. A pesar de todas sus complejidades, yo creo que entonces esperábamos un ayuntamiento muy implicado en las políticas feministas. El primer bajón es, como comentaba, que no hay una Concejalía de Igualdad, se organiza todo el ayuntamiento en torno a una Concejalía social con una visión conservadora pivotando sobre una concejala que acapara un espacio inmenso por decisión de la propia alcaldesa y que tiene una interlocución limitada con el movimiento feminista y con las personas que hemos estado trabajando en Ahora Madrid.

P. ¿Y esto qué implica?
 R. Es un escenario en el que las políticas de género no se articulan. Hay que esperar a que Celia Mayer dimita de Cultura, atienda a esta concejalía, y sí se dota de un equipo de directoras generales que yo creo que son feministas, que saben lo que tienen entre manos. Pero ya es a mitad de ciclo y con un presupuesto muy limitado y con una crisis dentro de las configuraciones políticas del propio ayuntamiento, lo que hace que el feminismo una vez más no esté permeando las políticas del ayuntamiento como se suponía que debía haber ocurrido.

P. ¿Y en ese no cumplir con lo esperado cuánto hubo de falta de voluntad política y cuánto de imposibilidad en el marco institucional?
R. Hay una tensión muy fuerte dentro de la política, que es la institución. Los procedimientos, la propia alcaldesa diciendo que la gestión no es política, cuando es política 100%. Todo es política, y si algo sabemos las feministas es que la teoría y la práctica van unidas, y que el reconocimiento y la redistribución, como decía la Fraser, son dos caras de la misma moneda.

El feminismo como paradigma político ha alterado absolutamente todo, pero hay una resistencia política institucional a que el feminismo desplace e intervenga con sus lógicas para dibujar un nuevo escenario. Cuando digo resistencia, no solo depende del número de mujeres que haya -que también el hecho de que haya mujeres y muy diversas cambia la percepción-, si eso no va acompañado con pensar qué significa ser feminista y qué significa hacer un proyecto municipal feminista, realmente te topas con la misma jerarquía, con las mismas voluntades políticas y con las mismas repeticiones y problemas que la vieja política arrastraba y de hecho ha sido un escenario -para el feminismo al menos-, de vieja política.

Las resistencias pasan por ahí, tiene que haber una voluntad política férrea, que no hubo, de un proyecto feminista que permea absolutamente todo, es un paradigma político que puede diseñar el mundo, puede diseñar esta ciudad. Esto no se ha tenido en cuenta. No puedo decir que haya sido lo mismo que con una Esperanza Aguirre o una Botella, pues no, pero se ha traducido en gestos políticos, no en política feminista. Tiene mucho que ver con los equipos políticos y con el poder. El feminismo tensa, la política feminista está para transformar la realidad y poder incidir en las instituciones para transformar la realidad. Yo creo que hemos tensado la institución pero que no se ha articulado una política claramente feminista.

P. ¿Cómo sería esa política claramente feminista por articular?
R. Para mi el feminismo es una revolución, y para una revolución se dan las condiciones en un momento determinado, o sea se articula un capital político. No se ha gestionado bien ese capital político institucionalmente, se ha despotenciado el 15M en su onda expansiva, no solo por el ayuntamiento sino, en general, por los partidos de izquierdas, y cuando digo partidos de izquierdas hablo de sus líderes concretos, de personas responsables. Ahora en el nuevo escenario se quiere de alguna manera capitalizar la fuerza que tenemos las feministas en la calle.

Creo que en este nuevo escenario electoral van a ser muchos los discursos en torno al feminismo, pero las feministas ya sabemos los problemas con los que nos encontramos. Yo exigiría que los programas electorales se cumplan, algo tan básico como eso. El de Ahora Madrid no se ha cumplido desde el punto de vista del feminismo.

Así, el feminismo tensa el patriarcado y el capitalismo con todo lo que puede ser la clase, la raza, la identidad sexual. Una política municipal feminista tiene que articular esas tensiones. Eso no quiere decir que se cambie todo en un ciclo político, que es imposible, pero sí tener la voluntad de poder generar escenarios políticos donde ampliar la igualdad y la justicia social y para eso hay que poner límites materiales a una serie de cuestiones.

P. ¿Y esto qué implica?
R. No puedes ser feminista y aprobar la operación Chamartín, no puedes decir que eres ecologista feminista y aprobar la operación Chamartín, no puedes decir que te parece un escándalo la violencia hacia las mujeres y no articular los medios adecuados para enfrentarla. No puedes decir que eres feminista y no dotar de una política de vivienda donde las mujeres pueden vivir individualmente, eso son cuestiones que afectan a todos los términos, a la seguridad, a la materialidad.

Hay un estudio de hace años sobre la pobreza desde un punto de vista de género, no hecho por unidades familiares sino por las personas que habitan esas unidades familiares y venía a decir básicamente que las mujeres si viviésemos solas fuera de unidades familiares seríamos mucho más pobres de lo que somos.

Ahí está implícito gestionar la autonomía individual dentro de un proyecto social, eso es básico para un ayuntamiento feminista. El problema material de la vivienda como proceso de emancipación y de individualización y a la vez de formar parte de una comunidad en igualdad de condiciones. Yo creo que eso es básico para las mujeres, para otros sujetos también, pero principalmente para las mujeres.

P. Y el programa de Ahora Madrid, haciendo un poco de revisión histórica, ¿contenía propuestas en todos estos sentidos?

R. Sí, yo lo he estado ojeando recientemente, tenía unas propuestas transversales específicas. Para mi era un programa articulado desde ese pensamiento feminista y muy ecológico. No puedes decir que estás en contra de las empresas, estás a favor de otro tipo de economía, y el programa lo recogía: articular una economía social, potenciar una articulación de la ciudad más vivible, más amable, más segura. Pasaba básicamente por acotar los escenarios donde el gran capital y los procesos de aislamiento social y de precarización se insertan, como sucede con el turismo o con la apuesta por una marca Madrid.

Por no hablar de otros aspectos como la cultura, que yo creo que también es importante, crear imaginarios políticos de libertad para las mujeres y de igualdad es básico. Cuando hablo de mujeres hablo de una diversidad muy amplia de mujeres, no se puede hacer política feminista sin activar una gestión interseccional de la política en el Ayuntamiento, no es lo mismo ser una mujer inmigrante negra madre que una mujer burguesa de la calle Serrano, o ser una lesbiana madre soltera. Hay muchísimas realidades que afectan a una gestión feminista de la ciudad, eso estaba en el programa de Ahora Madrid, estaban cuestiones muy básicas.

P. Cuatro años después ¿habría que reactualizar el programa?
R. Yo creo que el programa requiere añadir la experiencia de estos años, se peca a lo mejor de ingenuidad política, de creer que llegas y que puedes cambiar rápidamente. Es retomable desde el punto de vista ecosocial, desde el punto de vista del sujeto feminista en toda su diversidad. Hay una cuestión que tiene que ver con la representación y el poder, a las feministas también nos cuesta hablar del poder. Y el feminismo, pues es igual que el marxismo, una cuestión de tensión política que altera el poder y las formas de ejecutarlo.

Queda pendiente desarrollar prácticamente todos los temas del programa, al margen de que se hayan podido hacer cosas, no lo dudo, los centros de igualdad de los distritos, apostar porque la estructura interna pueda articular ciertas cuestiones. Y que no se puede volver atrás, que esto no es una maría, no se puede tratar al feminismo como si estuviese a la cola, que nos digan “espera... espera... espera”.

De alguna manera eso es lo que ha pasado, otra vez se nos ha invitado a esperar tanto en el reconocimiento como en la redistribución y lo que está en el escenario ahora es que ya no vamos a esperar. Ahí hay una cuestión de tensión y de alianzas con otros agentes o con otros sujetos políticos para poder redefinir a corto plazo cuál sería un ideario político de izquierdas -hablo de la gestión del ayuntamiento- y cómo se podría participar. Yo creo que pasa por un programa liderado por feministas, y supervisado en diálogo permanente con la ciudadanía y con los movimientos sociales. Creo que depende de otro tipo de estructuras, de dispositivos diferentes para ejercer el poder, también. Conseguir que no haga daño, este ha sido un poder que ha hecho daño.

P. Parece que hay un desacople entre una percepción de un boom feminista y el desapego institucional. ¿Cómo abordarlo?
R. Es una pregunta dificilísima, es un gran debate en torno a lo político: la institución versus el movimiento social. La gente ha probado a estar en la institución y se ha desencantado por esa mala gestión política de todo el escenario que desplegó el 15M. Vivimos en un mundo loco, una crisis de todo tipo, ecológica, social, de instituciones. Es un momento de repensar qué hacemos en un momento de crisis en el que realmente es muy difícil ver qué va a acontecer y todo va demasiado deprisa. Hay que tener voluntad de arriesgar políticamente y de experimentar, y lo digo en términos muy pragmáticos. Posibilidades de hacer una política diferente, y ahí el feminismo tiene mucho que decir. ¿Qué pasa? Que una vez más las estructuras entre institución y movimientos sociales están cortocircuitadas.

P. ¿Qué hacer ante esa distancia?
R. Las feministas no deberíamos esperar a que nos llamen para ejercer el poder. Ahí volvemos otra vez a esa perversión sobre quién tiene autoridad. Las autoridades se replican mediante élites políticas que deciden quién va en las listas y quien no, yo creo que ahí las feministas deberíamos dar un golpe de mano para desplazar a esas autoridades, deberíamos “mandar”, es decir, experimentar las posibilidades reales de gestión política de gobierno.

Si quieren contar con el feminismo, las feministas tenemos que estar ahí y no como invitadas sino que tenemos que ser las protagonistas para experimentar o crear un nuevo orden político donde nuestros idearios, nuestra forma de gestionar empiece a tener espacio, que no lo ha tenido nunca, sigue sin tenerlo a pesar de haber accedido en cuatro décadas a escenarios de igualdad impensables, aunque existen unos déficit brutales. A parte de afrontar esos déficit tenemos un proyecto social, internacional, para la ciudad también y que no ha sido puesto en práctica, que no hemos podido escenificarlo. Hay que buscar ese espacio, hay que tensarlo. Hay que estar en las calles pero también la política pasa por el pragmatismo de poder gestionar el bien común. Ese bien común lo están gestionando otros desde otras ópticas, no desde una óptica feminista.

P. ¿Algo para rescatar?
R. Creo que se ha hecho un esfuerzo porque en los barrios las mujeres tengan protagonismo. La red de centros de igualdad forman parte de ese proyecto de articular una ciudad no centrada en el centro -valga la redundancia- donde ha aterrizado el capital, y aterrizar en escenarios populares olvidados habitualmente como son los distritos, los barrios más al sur.

Ahí hay una potencia política muy grande, que solo se ha articulado un poco desde el feminismo con muy pocos recursos: eso tendría que elevarse a la décima potencia. Vox se ha volcado en todo el tejido y ha hecho una política de cercanía que la izquierda no ha hecho. Rescato que el feminismo sí que ha hecho ese trabajo, e institucionalmente, a través de los centros de igualdad, pero lo ha hecho sin el apoyo necesario.

También en violencia de género se han hecho apuestas importantes, o en torno a la prostitución, desde mi punto de vista se ha conseguido no caer en el debate divisorio de abolicionistas contra pro derechos, y se ha apostado por un escenario más real de discusión, un escenario que proteja y reconozca a las prostitutas sus derechos.

En mi opinión, las dos directoras generales han hecho una apuesta importante pero con muy pocos recursos y con efectos muy débiles. Quedan el resto de escenarios, la cultura, el racismo, la economía, la precariedad, muchísimas cuestiones como la educación en las que el ayuntamiento no ha incidido. Está muy bien decir “Madrid ciudad de cuidados” pero en qué se traduce eso, en qué políticas concretas, yo creo que el ayuntamiento tiene la obligación de traducir el ideario feminista en políticas concretas.

P. Y desde la disidencia sexual, ¿qué balance se puede hacer de estos cuatro años?
R. Si uno de los objetivos del feminismo es eliminar el género, entonces la proliferación de identidades de género y de posiciones de disidencia sexual en torno al género está ampliando el horizonte político, y las formas de hacer política desde el punto de vista, valga la redundancia, de la política de género. Ignorar y no trabajar con esas potencias políticas y con esos cuerpos es preocupante.

Justamente se está haciendo este trabajo para el ayuntamiento ahora porque no se había hecho nada, más allá de programas aislados, de políticas no articuladas. El nuestro es un diseño de política sobre disidencias sexuales con un proceso participativo con todos los agentes sociales pero que aún no se ha publicado.

Se trata de un trabajo muy bien armado, con la participación por ejemplo de las personas mayores LGTBI que están sufriendo situaciones de desamparo en esta ciudad. Pienso que un reconocimiento político hacia esas ciudadanas que han ampliado las libertades de esta ciudad es de justicia histórica, de memoria y de democracia básica y hay muy poco trabajado. Hay un programa de acción feminista diseñado, una estrategia política de igualdad para el ayuntamiento, que es fantástica, esa estrategia LGTBI está pensada para que se integre en esta estrategia feminista, pero la propia estrategia feminista no ha podido articularse.

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