jueves, 11 de febrero de 2021

#hemeroteca #lgtbi #lgtbifobia #sexilio | El sexilio en el colectivo LGTB+, o cuando tienes que abandonar tus raíces para vivir sin violencia

Imagen: Revista GQ / Fotograma de 'It's a Sin'

El sexilio en el colectivo LGTB+, o cuando tienes que abandonar tus raíces para vivir sin violencia.

¿Cómo es la vida de las personas LGTB+ que tienen que abandonar sus raíces para ser más libres y felices, para huir de la violencia? Hoy hablamos del sexilio, y claro que aún sucede en España. Charlamos con Elena Requena, sexóloga que conoce esta realidad de primera mano, con Pablo Maderuelo, miembro de Jóvenes de Castilla y León, y con Jorge Pérez y Joseka, de Terqueer.
Víctor M. González | Revista GQ, 2021-02-11
https://www.revistagq.com/noticias/articulo/sexilio-lgtb-abandonar-lugar-de-origen-violencia-incomprension 

“Hay muchos chicos que vuelven a casa últimamente. Y no creo que volvamos a verlos. Ritchie, prométeme que no volverás a casa”. It's a Sin ilustra el sexilio del colectivo LGTB+ a la perfección, no solo las razones que llevan todavía a muchas personas a abandonar sus lugares de origen, en ocasiones huir de ellos, sino las contradicciones que esto genera. La serie de HBO narra cómo muchos jóvenes de regiones rurales se trasladaron a Londres en los años 80 para ser, vivir y amar en libertad, y cómo también muchos, en plena crisis del sida, tuvieron que volver a morir a sus hogares natales. Podríamos pensar que era para morir bien, pero no; muchos lo hacían rodeados del odio de su familia y de su entorno.

Tal vez te sorprenda, tal vez no, pero el sexilio sigue sucediendo, y no solo en países en los que es ilegal ser LGTB+, o en los que la violencia LGTBfóbica está legitimada desde la política, sino también en España, en zonas rurales alejadas de las grandes capitales, incluso en barrios o ciudades dormitorio cercanas a estas. Pero también es cierto que el panorama está cambiando poco a poco. Hay ciertas instituciones y colectivos que, conscientes de esta realidad, luchan para poner soluciones, para que los que aún no se pueden ir se sientan arropados, y que los que se pueden ir no se vayan. El sexilio es una importante causa de despoblación.

Pero, ¿cuáles son las situaciones que llevan a las personas LGTB+ a marcharse? ¿Qué tipos de violencia o incomprensión sufren? ¿Qué relación establecen luego con sus raíces, su familia y su entorno? ¿Qué medidas se deben tomar para que el sexilio desaparezca? Charlamos de todo esto con Elena Requena, nuestra sexóloga de cabecera, que conoce bien esta realidad; con Pablo Maderuelo, miembro de Jóvenes de Castilla y León, y con Jorge Pérez y Joseka, del colectivo Terqueer.

“Cuando se habla de sexilio LGTB+, entendemos el abandono del lugar de origen por la presión o la violencia que ejerce el entorno. Y la búsqueda de un espacio donde sentirse seguro o libre de prejuicios”, explica Elena. “Creo que en primer lugar el sexilio más importante se produce desde países donde la violencia hacia el colectivo LGTB+ está incluso legislada, en ocasiones con la pena de muerte. En estos casos, las personas buscan otros países donde dejar atrás esa violencia”.

Qué es el sexilio y cómo sucede en España
“También se habla de sexilio en el medio rural. Mi opinión personal al respecto es que esto ha cambiado mucho en las últimas décadas y la presión en estas zonas es menor. Pero esto no quiere decir que las personas LGTB+ no se vean obligadas a dejar su pueblo de origen buscando lugares donde evitar el juicio o sentirse libres de expresar su género u orientación. En ocasiones, esta huida tiene más que ver con el ambiente familiar que con el medio rural en sí mismo”, añade Elena.

Sobre esto anterior que comenta Elena, reflexiona también Jorge Pérez, de Terqueer, un colectivo que busca crear un lugar seguro, fomentar el apoyo y dar visibilidad a las personas LGTB+. “La situación de Teruel es bastante parecida a la de otras zonas rurales de España cuando perteneces a la comunidad LGTBIQA+. Nos enfrentamos a muchas violencias: discriminación, humillación y agresiones, añadiendo que no tenemos una comunidad de gente cercana que nos comprenda, sea como nosotres y pueda apoyarnos. Ser LGTBQIA+ supone que tu entorno rara vez sea seguro”.

Aunque a veces es difícil poner datos cuantitativos a esta realidad, Pablo Maderuelo, de Jóvenes Castilla y León, que propone crear un estudio específico sobre sexilio y despoblación, apunta lo siguiente: “Una encuesta publicada en mayo por la Agencia de Derechos Fundamentales mostró cómo el porcentaje de gente que nunca ha manifestado abiertamente su sexualidad en España es mayor en pueblos que en ciudades. También reveló cómo, mientras el 42% de la población europea vive en ciudades y el 27% en zonas rurales, las personas LGTB+ que participaron en la encuesta vivían en un 47% en las primeras y un 13% en las segundas”.

Y continúa. “Es preocupante que en 2012, cuando el Observatorio de la Diversidad de Orientación Sexual e Identidad de género hizo una encuesta sobre integración de personas del colectivo LGTB+, ocho de cada diez encuestados respondieran afirmativamente cuando les preguntaban si desearían irse de su autonomía a causa de su orientación sexual. No sabemos cómo habrá evolucionado esta situación, pero debemos detenernos a estudiar cuál es hoy y qué hay que hacer para que nadie se quiera marchar de ningún sitio, ni de Castilla y León ni de otros, a causa de su sexualidad”.

Cómo es ser LGTB+ (no solo en zonas rurales)
Pero, ¿cuáles son las situaciones cotidianas concretas que sufren las personas LGTB+ en las zonas rurales de España? Jorge Pérez detalla.

  • Los insultos, humillaciones y ataques llegan antes de que tú misme puedas saber quién eres y a edades muy tempranas, cuando todavía nuestra autoestima e imagen apercibida se está formando.
  • Te enfrentas a ser señalado como el “maricón”, la “bollera” y una ristra de términos muy amplia en el momento en que se sabe. O ni siquiera hace falta que pertenezcas al colectivo, como es el caso de algunos hombres cisheterosexuales con gestos más socialmente “femeninos” a los que se les trata de “maricón” o mujeres cisheterosexuales con gestos más socialmente “masculinos” a las que se las trata de “marimacho” o “bollera”. En ambos casos este rasgo es conocido como “pluma”, y la violencia se desborda muchísimo.
  • Rumores sobre si portas algún tipo de enfermedad, comentarios sobre si eres un pecador, sobre si eres antinatural. Es una exposición constante al juicio público. No querer juntarse contigo “porque les pegas el sida”, que no les toques “porque los vuelves maricones”, pegar el culo a la pared “para evitar que los violes”...
  • También se sufre de aislamiento. Si tienes suerte puedes encontrar a gente que te apoye y te haga sentir seguro, pero lo normal es encontrarte rechazo. Es un constante sentimiento de que nadie te conoce de verdad y que si lo supieran se alejarían de ti.
  • Miedo constante a poder mirar siquiera de forma medianamente continuada a una persona, o siquiera mantener una relación estrecha de amistad, siendo hombre, con otro hombre, porque enseguida comienzan los rumores. Pierdes muchas amistades y otras cambian por este tipo de rumores.
  • Sentirte fuera de lugar cuando se habla de chicos o de chicas porque no puedes expresar la realidad de lo que te gusta. Y ya ni hablemos de si no te identificas con ninguna de esas categorías.
  • Una parte de esto también es la familia. No tener un entorno familiar que sea seguro es un gran factor para irse.

Este es el día a día de muchas personas en su infancia y adolescencia. “Desgraciadamente, esto sigue siendo frecuente en esta etapa de la vida, no ya en el medio rural, que también, sino en toda nuestra geografía. Una buena educación sexual, que nos hable de diversidad y aceptación, evitaría que todo esto ocurriera. Sufrir acoso por tu género u orientación puede desembocar en conflictos emocionales muy profundos, con síntomas asociados como ansiedad, depresión, dificultad en las relaciones interpersonales, abuso de sustancias...”, explica rotunda Elena Requena.

A esto anterior se añade el proceso emocional que exige el sexilio. “Este movimiento no siempre se ejecuta conscientemente, se produce de forma paralela a la evolución del individuo en otras áreas, como ir a la universidad, o el trabajo. Una vez estamos en el lugar donde el juicio no es tan duro y el ambiente es seguro, nos damos cuenta de lo que nos faltaba. Esto genera muchos sentimientos de ambivalencia”, asegura Elena. Regresar al hogar puede seguir siendo incómodo años después; hay mucha gente que no termina de salir del armario, o les incomoda tener que dar explicaciones.

“Habrá personas que se sientan más ligeras y que no les duela tanto abandonar su lugar de origen, porque para ellas era un infierno. También habrá personas que sientan un pesar enorme por verse lejos de todos a los que quieren para poder ser ellas mismas. Y habrá personas que lleven una doble vida entre su lugar de origen y el nuevo. O en la vida real y en las redes sociales, esto también pasa mucho. En general, tienes esa sensación de desarraigo y lejanía. Todes pasamos por ella de una forma u otra. Nadie quiere irse. Al menos no por ser LGTBIQA+”, lamenta Jorge.

Qué tiene que cambiar: ideas y soluciones
Aún así, Jorge cuestiona esa idea de que con el cambio generacional vaya a desaparecer la violencia. “No hay diferencia entre jóvenes y mayores, es un problema a nivel social. Cuando creces en una zona rural, los ataques directos no los sufres de adultos, los sufres de personas que rondan tu edad. Hay muchísimo que hacer aún”, reflexiona. “Sí es verdad que en muchas zonas y en gente más joven, las cosas han cambiado un poco, pero, por un lado, se debe a una mayor amplitud y diversidad en referentes, y por otro, también influye que algunes de nosotres nos hayamos hecho visibles, nos expongamos y luchemos por mejorar las cosas”.

Es la hora de plantear soluciones. “Nuestra propuesta pasa, en primer lugar, por profundizar en el estudio de estas realidad, para que la ciudadanía sea consciente”, señala Pablo. “Después, desarrollar campañas dirigidas a dar visibilidad a las personas LGTB+ de la región, y crear una web específica sobre diversidad sexual en Castilla y León, que aglutine recursos y se haga eco de noticias, charlas y otras acciones. Finalmente, una red de mentores, personas LGTB+ que vivan dentro de la comunidad y puedan servir de apoyo a cualquier joven que necesite hablar, resolver dudas, compartir experiencias en confianza o simplemente tener un referente”.

“Las charlas en igualdad y creación de espacios LGTB+ deberían hacerse ya, no solo por nosotros, sino por las generaciones futuras”, propone Joseka, de Terqueer. “Pero creo que lo más importante es educar de forma abierta, enseñar que no solo existe un estándar de vida heteronormalizada, que les niñes pueden ser lo que decidan ser, y que nadie debería arrebatarles su libertad”. En ese aspecto, la educación, coincide Jorge. “Hay desinformación en torno a relaciones afectivas, tóxicas y machismo, autoestima emocional y del cuerpo (gordofobia, trastornos alimenticios) y respeto hacia la diversidad en general, como la xenofobia, el racismo...”.

“Esto tiene una solución mucho más sencilla de lo que se pueda imaginar, y es la educación sexual, pero no de carácter preventivo como se ha hecho hasta ahora, y de forma bastante escasa, sobre prevención de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión genital. Sino una educación sexual que abarque la diversidad, el amor, el conocimiento y el respeto. La diversidad nos enriquece en cada lugar donde se nos permite ser y estar, y es trabajo de cada uno dar ese espacio”, concluye Elena.

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