Imagen: El Periódico / Fundación Triángulo Extremadura |
Fundación Triángulo atiende en la región a 59 transexuales que buscan apoyo en su transición; "cada mes llegan 3 o 4 personas". El colectivo adquiere visibilidad en los últimos años pero aún tiene necesidades y retos, entre ellos, mayor respaldo público y social.
Guadalupe Moral | El Periódico Extremadura, 2016-03-06
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/extremadura/parentes_924105.html
Hace poco menos de un año María dio un golpe en la mesa. Decidió que iba a empezar a ser en cada momento lo que era de piel para dentro. Se pasó años disfrazada de niño y viviendo su feminidad a escondidas, en el baño de su casa. Era el único instante en el que se sentía libre, en el que se sentía realmente ella, en el que nadie la miraba por ser mujer pero tener cuerpo de hombre. Y ese día decidió cambiar su vida, decidió ser feliz. No fue fácil llegar a entender qué le sucedía ni siquiera encontrar la palabra adecuada para definirlo, pero era necesario aceptarse a sí misma y salir de aquel cuarto de baño.
Los sentimientos de María los comprenden muy bien otros extremeños que han vivido o viven esa misma lucha en su interior. Es difícil de cuantificar. Existen estudios que apuntan a que hay entre 72 y 80 personas transexuales en Extremadura, pero son datos obsoletos, de informes de hace una década en la que ha cambiado mucho la visibilidad de una realidad a menudo escondida. "Si hoy repitiéramos esos estudios seguramente la tasa de prevalencia entre la población sería mayor. Ahora es más fácil salir del armario como persona transexual, la situación está cambiando muchísimo; esas 72-80 personas ocultan a mucha gente que tiene ese sentimiento entre el sexo de nacimiento y el sexo sentido pero no lo expresa por miedo a la sociedad", afirma Hugo Alonso, de la Fundación Triángulo.
Esta es la única asociación que tiende la mano a las personas transexuales en la región. Desde hace un año, gracias a un convenio con la Junta, cuenta con un punto de apoyo que atiende actualmente a 59 transexuales extremeños, el 80% menores de 30 años. "No hay un mes que no contacten con nosotros dos, tres o cuatro personas como mínimo", dice. Pero ese punto de atención sólo cuenta con una persona contratada a media jornada y es insuficiente ante el aumento del trabajo, por eso siguen tirando de los voluntarios que siempre han atendido a este colectivo. La Fundación Triángulo se ha convertido en una herramienta clave de asesoramiento a las personas transexuales pero también de información a la sociedad.
Hace apenas una semana, varios de sus miembros ofrecieron una charla sobre la transexualidad en Arroyo de San Serván para apoyar en el proceso a una de sus vecinas, de sólo 4 años, y la respuesta desbordó las expectativas: "esperábamos 40 personas pero tuvimos que dejar de contar en la 240, fue impresionante".
Es sólo un ejemplo de la visibilidad que está adquiriendo un colectivo que se ha pasado décadas asociado a una marginalidad que las nuevas generaciones piensan desterrar. En los pueblos, pese a viejas creencias, ya se han puesto las pilas. "Nosotros utilizamos el término emigración sentimental cuando decíamos que las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales tenían que irse a las grandes ciudades para poder vivir y amar en libertad, pero a día de hoy a cualquier pueblo nos encontramos con personas que viven su condición sexual y su transexualidad de forma pública y feliz. Pese a lo que se cree, Extremadura está demostrando todo lo contrario: tenemos un alto nivel de integración, de visibilidad, de participación en la realidad rural...", cuenta Alonso. Esto no quiere decir que sea así en todos los casos, "si la reacción del pueblo es la contraria, la presión se siente mayor que en una ciudad".
¿Qué ha cambiado en estos últimos años para lograr esa visibilidad? La ley de 2007, que permite que las personas 'trans' en España puedan cambiar su DNI sin operarse, empezó a poner las bases del cambio tras años de lucha por los derechos civiles y sexuales. Al tiempo han empezado a cobrar protagonisno personas transexuales de todos los ámbitos: del mundo del espectáculo, de la cultura, de la política, de la empresa..."que siempre había existido pero estaban relegadas al silencio, a la soledad y a la oscuridad porque se las conocía por otras cuestiones --prostitución, drogas,...--. En los últimos años vivimos una revolución 'trans' porque además estamos siendo capaces de visibilizar referente de calle, personas que desde la vida privada están ayudando a cambiar la idea que se tiene de la transexualidad", añade.
Revolución 'trans'
En esta revolución, el apoyo de la Administración pública es importante. Hace un año la Fundación Triángulo firmó un convenio con el Servicio Extremeño de Salud (SES) para poner en marcha el punto de atención a hombres y mujeres transexuales. El SES se comprometió a atender la transexualidad y a financiar las operaciones de cambio de género. "Pero antes, hay un proceso previo muy largo más importante en el que intervienen profesionales de la psicología y la endocrinología; la operación de cambio de sexo es un proceso final a largo plazo que no todos siguen". Esta cirugía, de todas formas, es la única que no se realiza en Extremadura, se deriva a un hospital de Málaga. "No vamos a tener un número de casos suficiente como para que los profesionales de la región se especialicen", razona.
En ese compromiso de la Junta, aún está pendiente de publicarse un protocolo, ya redactado, que blinda el derecho a la atención sanitaria que está recogido en la Ley de Igualdad para las personas LGBT en Extremadura, aprobada hace sólo un año. La norma salió adelante con el anterior Ejecutivo pero el ánimo del actual es mantener los compromisos.
"Los profesionales sanitarios están haciendo un trabajo magnífico, pero la respuesta de la Administración tiene que crecer porque la necesidad también está creciendo". Ese protocolo es indispensable para que la información esté centralizada y cualquier centro de salud que se encuentre con esta realidad pueda saber dónde derivar a la gente porque es el médico de atención primaria el que debe iniciar el proceso. La derivación debe ser a Salud Mental, ya que son los psicólogos los que tiene que hablar con la persona transexual y confirmar sus deseos de iniciar la transición, mediante hormonas que nunca se suministran antes de la pubertad. En algunos casos, esa cita con el psicólogo acaba confirmando una disforia de género, que no experimentan todos los transexuales. "La disforia es un sentimiento de odio en el fondo, un rechazo a la corporalidad y hay personas trans que no generan ese rechazo, ese conflicto personal".
Estigma
En ningún caso, insiste Alonso, se habla de un diagnóstico porque la transexualidad hace varios años que salió de la lista de trastornos del manual de psicología a nivel internacional. "El psicólogo o psicóloga solo necesita certificar en un informe el deseo de esa persona para pasar al proceso de hormonación, no es un diagnóstico". Esta es precisamente una de las batallas con las que tiene que lidiar este colectivo, "porque diagnosticar tiene una carga social y estigmatiza".
No es el único reto pendiente. Mejorar el desfase de dos años que existe entre que solicitas el cambio de género y nombre en el DNI es otro de una lista más extensa: "Los chicos transexuales necesitan conseguir un tratamiento hormonal que de verdad sea cómodo y eficaz porque están condenados a estar pendientes de un pinchazo cada tres semanas y mejorar sus operaciones masculinizantes. En el caso de las mujeres tenemos que mejorar su imagen pública porque están en todos los ámbitos y profesiones, también debemos trabajar en el transfeminismo porque sufren en ocasiones la carga del machismo y a medio-largo plazo hay un camino muy interesante por recorrer, un acceso a la paternidad y maternidad cómodo, real y viable", apunta Alonso. Retos complejos que se suman a la permanente búsqueda de la normalización y el fin de la rigidez de las identidades de género. "Hay que romper con las etiquetas que nos imponen nada más nacer, romper con el binarismo que nos encasilla y nos oprime y que por esa opresión todo lo que es diferente queda discriminado".
María ya no siente esa discriminación por tener cuerpo de hombre. En unas semanas iniciará el tratamiento hormonal para dejar de ser físicamente quien nunca fue. "Cuanto antes sea tu misma antes serás feliz".
Los sentimientos de María los comprenden muy bien otros extremeños que han vivido o viven esa misma lucha en su interior. Es difícil de cuantificar. Existen estudios que apuntan a que hay entre 72 y 80 personas transexuales en Extremadura, pero son datos obsoletos, de informes de hace una década en la que ha cambiado mucho la visibilidad de una realidad a menudo escondida. "Si hoy repitiéramos esos estudios seguramente la tasa de prevalencia entre la población sería mayor. Ahora es más fácil salir del armario como persona transexual, la situación está cambiando muchísimo; esas 72-80 personas ocultan a mucha gente que tiene ese sentimiento entre el sexo de nacimiento y el sexo sentido pero no lo expresa por miedo a la sociedad", afirma Hugo Alonso, de la Fundación Triángulo.
Esta es la única asociación que tiende la mano a las personas transexuales en la región. Desde hace un año, gracias a un convenio con la Junta, cuenta con un punto de apoyo que atiende actualmente a 59 transexuales extremeños, el 80% menores de 30 años. "No hay un mes que no contacten con nosotros dos, tres o cuatro personas como mínimo", dice. Pero ese punto de atención sólo cuenta con una persona contratada a media jornada y es insuficiente ante el aumento del trabajo, por eso siguen tirando de los voluntarios que siempre han atendido a este colectivo. La Fundación Triángulo se ha convertido en una herramienta clave de asesoramiento a las personas transexuales pero también de información a la sociedad.
Hace apenas una semana, varios de sus miembros ofrecieron una charla sobre la transexualidad en Arroyo de San Serván para apoyar en el proceso a una de sus vecinas, de sólo 4 años, y la respuesta desbordó las expectativas: "esperábamos 40 personas pero tuvimos que dejar de contar en la 240, fue impresionante".
Es sólo un ejemplo de la visibilidad que está adquiriendo un colectivo que se ha pasado décadas asociado a una marginalidad que las nuevas generaciones piensan desterrar. En los pueblos, pese a viejas creencias, ya se han puesto las pilas. "Nosotros utilizamos el término emigración sentimental cuando decíamos que las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales tenían que irse a las grandes ciudades para poder vivir y amar en libertad, pero a día de hoy a cualquier pueblo nos encontramos con personas que viven su condición sexual y su transexualidad de forma pública y feliz. Pese a lo que se cree, Extremadura está demostrando todo lo contrario: tenemos un alto nivel de integración, de visibilidad, de participación en la realidad rural...", cuenta Alonso. Esto no quiere decir que sea así en todos los casos, "si la reacción del pueblo es la contraria, la presión se siente mayor que en una ciudad".
¿Qué ha cambiado en estos últimos años para lograr esa visibilidad? La ley de 2007, que permite que las personas 'trans' en España puedan cambiar su DNI sin operarse, empezó a poner las bases del cambio tras años de lucha por los derechos civiles y sexuales. Al tiempo han empezado a cobrar protagonisno personas transexuales de todos los ámbitos: del mundo del espectáculo, de la cultura, de la política, de la empresa..."que siempre había existido pero estaban relegadas al silencio, a la soledad y a la oscuridad porque se las conocía por otras cuestiones --prostitución, drogas,...--. En los últimos años vivimos una revolución 'trans' porque además estamos siendo capaces de visibilizar referente de calle, personas que desde la vida privada están ayudando a cambiar la idea que se tiene de la transexualidad", añade.
Revolución 'trans'
En esta revolución, el apoyo de la Administración pública es importante. Hace un año la Fundación Triángulo firmó un convenio con el Servicio Extremeño de Salud (SES) para poner en marcha el punto de atención a hombres y mujeres transexuales. El SES se comprometió a atender la transexualidad y a financiar las operaciones de cambio de género. "Pero antes, hay un proceso previo muy largo más importante en el que intervienen profesionales de la psicología y la endocrinología; la operación de cambio de sexo es un proceso final a largo plazo que no todos siguen". Esta cirugía, de todas formas, es la única que no se realiza en Extremadura, se deriva a un hospital de Málaga. "No vamos a tener un número de casos suficiente como para que los profesionales de la región se especialicen", razona.
En ese compromiso de la Junta, aún está pendiente de publicarse un protocolo, ya redactado, que blinda el derecho a la atención sanitaria que está recogido en la Ley de Igualdad para las personas LGBT en Extremadura, aprobada hace sólo un año. La norma salió adelante con el anterior Ejecutivo pero el ánimo del actual es mantener los compromisos.
"Los profesionales sanitarios están haciendo un trabajo magnífico, pero la respuesta de la Administración tiene que crecer porque la necesidad también está creciendo". Ese protocolo es indispensable para que la información esté centralizada y cualquier centro de salud que se encuentre con esta realidad pueda saber dónde derivar a la gente porque es el médico de atención primaria el que debe iniciar el proceso. La derivación debe ser a Salud Mental, ya que son los psicólogos los que tiene que hablar con la persona transexual y confirmar sus deseos de iniciar la transición, mediante hormonas que nunca se suministran antes de la pubertad. En algunos casos, esa cita con el psicólogo acaba confirmando una disforia de género, que no experimentan todos los transexuales. "La disforia es un sentimiento de odio en el fondo, un rechazo a la corporalidad y hay personas trans que no generan ese rechazo, ese conflicto personal".
Estigma
En ningún caso, insiste Alonso, se habla de un diagnóstico porque la transexualidad hace varios años que salió de la lista de trastornos del manual de psicología a nivel internacional. "El psicólogo o psicóloga solo necesita certificar en un informe el deseo de esa persona para pasar al proceso de hormonación, no es un diagnóstico". Esta es precisamente una de las batallas con las que tiene que lidiar este colectivo, "porque diagnosticar tiene una carga social y estigmatiza".
No es el único reto pendiente. Mejorar el desfase de dos años que existe entre que solicitas el cambio de género y nombre en el DNI es otro de una lista más extensa: "Los chicos transexuales necesitan conseguir un tratamiento hormonal que de verdad sea cómodo y eficaz porque están condenados a estar pendientes de un pinchazo cada tres semanas y mejorar sus operaciones masculinizantes. En el caso de las mujeres tenemos que mejorar su imagen pública porque están en todos los ámbitos y profesiones, también debemos trabajar en el transfeminismo porque sufren en ocasiones la carga del machismo y a medio-largo plazo hay un camino muy interesante por recorrer, un acceso a la paternidad y maternidad cómodo, real y viable", apunta Alonso. Retos complejos que se suman a la permanente búsqueda de la normalización y el fin de la rigidez de las identidades de género. "Hay que romper con las etiquetas que nos imponen nada más nacer, romper con el binarismo que nos encasilla y nos oprime y que por esa opresión todo lo que es diferente queda discriminado".
María ya no siente esa discriminación por tener cuerpo de hombre. En unas semanas iniciará el tratamiento hormonal para dejar de ser físicamente quien nunca fue. "Cuanto antes sea tu misma antes serás feliz".
María / Ribera del Fresno. "Me sentía realmente yo sólo cuando me disfrazaba de mujer".
El Periódico Extremadura, 2016-03-06
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/extremadura/me-sentia-realmente-yo-solo-cuando-disfrazaba-mujer_924104.html
Siempre tuvo claro que le gustaban los juegos de niña, los chicos, el pelo largo, el maquillaje y las faldas aunque vestía como un niño. "Siempre me he sentido diferente pero no sabía porqué", dice María. Cuando llegó a la pubertad le daba rabia que su voz se volviera más grave y que comenzara a salirle barba. "No quería ser como era, lo odiaba y empecé a echarme maquillaje para ocultarlo pero me tuve que cortar por miedo a enfrentarme así a la sociedad. Me ponía delante del espejo e intentaba analizarme: 'A ver, tengo cuerpo de niño, tengo cara de niño y me gustan los niños".
Buscaba explicación a lo que sentía y la encontró, aunque no la adecuada. "Mis amigos me decían que si me gustaba los niños era gay, parecía la única explicación así que durante años estuve pensando que era homosexual aunque nunca he podido mantener relaciones con un hombre, no podía", recalca. Mientras, seguía maquillándose, odiando su barba y encerrándose en el cuarto de baño para disfrazarse. "Me encantaba ponerme pelucas, vestidos, pintarme, me hacía fotos, ahí era donde realmente disfrutaba y donde podía ser yo misma. Sin saberlo siempre buscaba hacer cosas de chicas".
Descartada la homosexualidad volvió a la búsqueda de información para lograr poner nombre a lo que sentía. Y lo encontró: transexualidad. "Se lo conté a mis padres en cuanto lo supe y decidí salir a la calle vestida de mujer, de lo que soy. Al principio tuve miedo al rechazo del entorno, a mis padres le costó pero tuve su apoyo, lo tenía claro y no dudé. Era una necesidad".
De esto hace ahora un año y en los próximos meses empezará su transición definitiva. Tiene 18 años y el endocrino ya ha dado el visto bueno para comenzar el tratamiento hormonal y en cuanto pueda quiere operarse y deshacerse de sus genitales masculinos. "Lo tengo clarísimo. Lo importante es dar el paso a la calle y yo ya llevo una vida 100% real. Estoy muy contenta porque creo que voy por buen camino".
María, estudiante de Peluquería y Estética, intenta ser de ayuda a otros jóvenes que como ella no saben poner nombre a su realidad. Ella reconoce que su carácter positivo y extrovertido le ha ayudado a encarar la vida y a ganarse el respeto de su pueblo, Ribera del Fresno, de apenas 1.000 habitantes. "Mucha gente se cree que ser transexual en un pueblo pequeño es más difícil y en mi caso es precisamente lo contrario, llevo una vida feliz y bonita y no tengo ningún problema. Es cierto que en el instituto sí he sentido rechazo pero también porque me sentía más débil y perdida". Pero desde hace un año está decidida a seguir siendo feliz y contárselo a la sociedad para que otros también puedan serlo: "una personas 'trans' puede llevar una vida normal; hay que olvidarse de las etiquetas y conocer a las personas", reivindica.
Buscaba explicación a lo que sentía y la encontró, aunque no la adecuada. "Mis amigos me decían que si me gustaba los niños era gay, parecía la única explicación así que durante años estuve pensando que era homosexual aunque nunca he podido mantener relaciones con un hombre, no podía", recalca. Mientras, seguía maquillándose, odiando su barba y encerrándose en el cuarto de baño para disfrazarse. "Me encantaba ponerme pelucas, vestidos, pintarme, me hacía fotos, ahí era donde realmente disfrutaba y donde podía ser yo misma. Sin saberlo siempre buscaba hacer cosas de chicas".
Descartada la homosexualidad volvió a la búsqueda de información para lograr poner nombre a lo que sentía. Y lo encontró: transexualidad. "Se lo conté a mis padres en cuanto lo supe y decidí salir a la calle vestida de mujer, de lo que soy. Al principio tuve miedo al rechazo del entorno, a mis padres le costó pero tuve su apoyo, lo tenía claro y no dudé. Era una necesidad".
De esto hace ahora un año y en los próximos meses empezará su transición definitiva. Tiene 18 años y el endocrino ya ha dado el visto bueno para comenzar el tratamiento hormonal y en cuanto pueda quiere operarse y deshacerse de sus genitales masculinos. "Lo tengo clarísimo. Lo importante es dar el paso a la calle y yo ya llevo una vida 100% real. Estoy muy contenta porque creo que voy por buen camino".
María, estudiante de Peluquería y Estética, intenta ser de ayuda a otros jóvenes que como ella no saben poner nombre a su realidad. Ella reconoce que su carácter positivo y extrovertido le ha ayudado a encarar la vida y a ganarse el respeto de su pueblo, Ribera del Fresno, de apenas 1.000 habitantes. "Mucha gente se cree que ser transexual en un pueblo pequeño es más difícil y en mi caso es precisamente lo contrario, llevo una vida feliz y bonita y no tengo ningún problema. Es cierto que en el instituto sí he sentido rechazo pero también porque me sentía más débil y perdida". Pero desde hace un año está decidida a seguir siendo feliz y contárselo a la sociedad para que otros también puedan serlo: "una personas 'trans' puede llevar una vida normal; hay que olvidarse de las etiquetas y conocer a las personas", reivindica.
Aaron / Mérida. "A los cinco años ya sabía que no me gustaba ser niña".
El periódico Extremadura, 2016-03-06
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/extremadura/a-cinco-anos-ya-sabia-no-gustaba-ser-nina_924103.html
"A los cinco ya me di cuenta de que no me gustaba ser una niña, pero no sabía bien a qué me estaba enfrentando, es algo raro que no sabes ni cómo llamarlo. Lo vas dejando pasar. A los 16 años me tachaban de lesbiana porque me gustaban las chicas y cuando cumplí los 21, coincidiendo con el inicio de la universidad, di el golpe sobre la mesa y decidí ser quien había sido toda la vida: Aaron". En apenas 10 líneas, este joven emeritense de 29 años resumen la historia de su vida.
"Ahora soy plenamente feliz y tenía que haber intentado serlo desde mucho antes". Hoy se arrepiente del tiempo que pasó encerrado no sólo en sí mismo, también en su casa. "He estado ocho o nueve años sin pisar una piscina en verano, no tenía amigos, sufrí 'bullying' cuando era pequeño, me aislaban, me insultaban,... no era quien realmente era, no era feliz", recuerda.
Desde pequeño sabía que algo pasaba. Cuando su madre se empeñaba en vestirle con faldas y vestidos volvía a casa con la ropa rota, sin pendientes ni coleta. Las muñecas y las barbies que le traían año tras año los Reyes Magos las destrozaba rápidamente, en señal de rebeldía. Aguantó estoicamente disfrazado de niña cada día hasta que cumplió los 12 años y se puso serio con su madre: "le dije que ya era hora de que yo decidieron mi ropa". Empezó a ser habitual verle prácticamente a diario con chándal. "Era la prensa más unisex".
Así pasó su adolescencia, prácticamente 'encerrado' y preocupado buscando la salida, hasta que llegó la hora de ir a la universidad, era una oportunidad de empezar de cero en otro ambiente y se dio cuenta de que estaba dejando pasar su vida: "estaba viviendo una mentira, estaba cansado y no era feliz y dije hasta aquí".
Buscó información por internet y acudió al médico de cabecera, que no estaba muy al tanto de qué debía hacer. "Para iniciar el proceso de cambio y que me mandara al psicólogo tuve que agarrarme a la muerte de un familiar, que me afectó, pero no era la causa principal de mi visita al especialista". Logró por fin la cita, pero aquel psicólogo ni su compañera estaban tampoco demasiado informados sobre la transexualidad. "Mi madre y yo salimos de allí llorando porque era el último recurso que teníamos. El apoyo de mi familia es lo más importante en este proceso. Mi madre siempre supo que algo pasaba y de hecho me dio la respuesta antes de que yo se lo contara".
Antes de que llegaran al coche para volver a casa, aquella psicóloga le llamó porque había buscado qué debía hacer en su caso y lo encontró. Y tras un informe inicial le derivó al endocrino. "Ya llevo cinco años con hormonas, me he sometido a dos operaciones y ahora sí soy feliz". Sin más. Hace dos años terminó la carrera de Enfermería, busca trabajo, pero lo hace estando tranquilo y feliz.
"Ahora soy plenamente feliz y tenía que haber intentado serlo desde mucho antes". Hoy se arrepiente del tiempo que pasó encerrado no sólo en sí mismo, también en su casa. "He estado ocho o nueve años sin pisar una piscina en verano, no tenía amigos, sufrí 'bullying' cuando era pequeño, me aislaban, me insultaban,... no era quien realmente era, no era feliz", recuerda.
Desde pequeño sabía que algo pasaba. Cuando su madre se empeñaba en vestirle con faldas y vestidos volvía a casa con la ropa rota, sin pendientes ni coleta. Las muñecas y las barbies que le traían año tras año los Reyes Magos las destrozaba rápidamente, en señal de rebeldía. Aguantó estoicamente disfrazado de niña cada día hasta que cumplió los 12 años y se puso serio con su madre: "le dije que ya era hora de que yo decidieron mi ropa". Empezó a ser habitual verle prácticamente a diario con chándal. "Era la prensa más unisex".
Así pasó su adolescencia, prácticamente 'encerrado' y preocupado buscando la salida, hasta que llegó la hora de ir a la universidad, era una oportunidad de empezar de cero en otro ambiente y se dio cuenta de que estaba dejando pasar su vida: "estaba viviendo una mentira, estaba cansado y no era feliz y dije hasta aquí".
Buscó información por internet y acudió al médico de cabecera, que no estaba muy al tanto de qué debía hacer. "Para iniciar el proceso de cambio y que me mandara al psicólogo tuve que agarrarme a la muerte de un familiar, que me afectó, pero no era la causa principal de mi visita al especialista". Logró por fin la cita, pero aquel psicólogo ni su compañera estaban tampoco demasiado informados sobre la transexualidad. "Mi madre y yo salimos de allí llorando porque era el último recurso que teníamos. El apoyo de mi familia es lo más importante en este proceso. Mi madre siempre supo que algo pasaba y de hecho me dio la respuesta antes de que yo se lo contara".
Antes de que llegaran al coche para volver a casa, aquella psicóloga le llamó porque había buscado qué debía hacer en su caso y lo encontró. Y tras un informe inicial le derivó al endocrino. "Ya llevo cinco años con hormonas, me he sometido a dos operaciones y ahora sí soy feliz". Sin más. Hace dos años terminó la carrera de Enfermería, busca trabajo, pero lo hace estando tranquilo y feliz.
Fernando / Torremayor. "No ha sido fácil, pero qué padre no quiere que su hijo sea feliz".
El Periódico Extremadura, 2016-03-06
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/extremadura/no-ha-sido-facil-padre-no-quiere-hijo-sea-feliz_924101.html
"Hay que dejar a cada uno ser quien es para que pueda ser feliz". Este es una de las consignas que Fernando lleva por bandera en su vida e intenta infundir a la sociedad. Y lo hace con más ahínco desde que un psicólogo le comunicó que la única causa del bajo rendimiento escolar de su hija se basaba simplemente en que su hija era su hijo. Acudieron al especialista porque cuando empezó desarrollar comenzó a perder la comunicación con el mundo exterior. Hasta entonces pensó que Paula era simplemente diferente a sus dos hermanas, pero nunca imaginó que podría ser transexual a pesar de que siempre le gustó "hacer cosas de niños: le gustaban los deportes de contacto, se resistía a jugar con muñecas y a ponerse el traje de la comunión, ese fue el último vestido que se puso y tuvimos que negociar. Se ha pasado desde pequeño en chándal". Reconoce que hasta que aquel psicólogo le hablo de la transexualidad nunca se había dado cuenta: "Lo miro ahora con retrospectiva y pienso que fui tonto porque no veía esos avisos".
No fue una situación fácil, es un proceso en el que hubo dolor porque se pierde una identidad que nunca ha existido pero está ahí, cuenta Fernando. "Es una cosa muy rara, es como el entierro de un cuerpo". Además había miedo al prejuicio o al qué dirán pero siempre fue consciente de que la familia debe ser el principal apoyo. "Si en casa que es el lugar sagrado no te ayudan pues apaga y vámonos. Si preguntaran a cualquier padre si quiere tener un hijo transexual nadie respondería que sí, pero si preguntas quién quiere que su hijo sea feliz todo cambia". Y eso es lo que más le importa a este padre que cuenta su experiencia siempre que se lo piden. "Pau (el nombre actual de su hijo) es la persona más normal y feliz del mundo; soltó aquel lastre, empezó a vivir como se sentía y volvió a mejorar en los estudios".
El pasado verano comenzó el tratamiento hormonal, en su caso hay disforia de género y posiblemente en el futuro se someta a alguna operación pero de momento solo tiene 14 años. "No me gusta el concepto de cuerpo equivocado, están en su cuerpo, los equivocados somos nosotros porque la sociedad todavía no acepta ese cambio de género", aunque Fernando afirma que nunca ha sentido el rechazo de su pueblo, Torremayor: "Es cierto que Pau ha dejado algunos amigos por el camino, pero la aceptación es buena". Alaba el papel de la Fundación Triángulo así como el del profesorado del centro que le ha dado a su hijo la llave de un aseo de profesores. "Algo tan básico como ir al baño es un dilema para ellos". Fernando destaca el coraje de las personas transexuales: "Muchos no tenemos ni la mitad de valentía que ellos para enfrentarnos a situaciones difíciles", espeta este padre orgulloso de ver a su hijo feliz.
No fue una situación fácil, es un proceso en el que hubo dolor porque se pierde una identidad que nunca ha existido pero está ahí, cuenta Fernando. "Es una cosa muy rara, es como el entierro de un cuerpo". Además había miedo al prejuicio o al qué dirán pero siempre fue consciente de que la familia debe ser el principal apoyo. "Si en casa que es el lugar sagrado no te ayudan pues apaga y vámonos. Si preguntaran a cualquier padre si quiere tener un hijo transexual nadie respondería que sí, pero si preguntas quién quiere que su hijo sea feliz todo cambia". Y eso es lo que más le importa a este padre que cuenta su experiencia siempre que se lo piden. "Pau (el nombre actual de su hijo) es la persona más normal y feliz del mundo; soltó aquel lastre, empezó a vivir como se sentía y volvió a mejorar en los estudios".
El pasado verano comenzó el tratamiento hormonal, en su caso hay disforia de género y posiblemente en el futuro se someta a alguna operación pero de momento solo tiene 14 años. "No me gusta el concepto de cuerpo equivocado, están en su cuerpo, los equivocados somos nosotros porque la sociedad todavía no acepta ese cambio de género", aunque Fernando afirma que nunca ha sentido el rechazo de su pueblo, Torremayor: "Es cierto que Pau ha dejado algunos amigos por el camino, pero la aceptación es buena". Alaba el papel de la Fundación Triángulo así como el del profesorado del centro que le ha dado a su hijo la llave de un aseo de profesores. "Algo tan básico como ir al baño es un dilema para ellos". Fernando destaca el coraje de las personas transexuales: "Muchos no tenemos ni la mitad de valentía que ellos para enfrentarnos a situaciones difíciles", espeta este padre orgulloso de ver a su hijo feliz.
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