La cantante Shishani, conocida por su activismo por los derechos LGTBIQ en África, moderniza la tradición oral Herero y Namaqua.
Gemma Solés | El País, 2016-10-17
http://elpais.com/elpais/2016/10/14/planeta_futuro/1476465428_119041.html
La violencia, la persecución y la discriminación que sufre el colectivo LGTBIQ en muchos países de África es un fenómeno ampliamente denunciado por los medios. Pero actualmente, es un ejército de jóvenes invisibilizados, armados con poesía, literatura o fotografía, los que capitanean con más fuerza la primera línea de fuego en la guerra contra la homofobia y otras injusticias legales.
Shishani, cuyo nombre significa 'corona' en oshiwambo, es una de las artistas que está mostrando con más fuerza que África cuenta con personas homosexuales, exitosas y con talento. Con un pie en Namibia y otro en Holanda, la artista ha encontrado el equilibrio para trabajar a ambos lados del Mediterráneo. “Una vez que encuentras cuáles son tus propios valores en la vida, es una cuestión de negociación de éstos dondequiera que vayas”, manifiesta.
Con un arsenal de buenas intenciones, la cantante namibia alza su voz con mucha valentía en un mundo clandestino donde el miedo y el odio pueden acarrear palizas, persecuciones, vejaciones y hasta la muerte. Pero, con toda su sencillez, empuña el micrófono, se calza su guitarra acústica, y arranca. “Hasta ahora he podido cantar en espacios seguros gracias a personas de ideas afines que me han apoyado. Sin ellas, esto no sería posible”, explica des del jardín de Juniper Kitchen de Nairobi. Aquí, la clandestinidad es tal que prácticamente nadie ha acudido a su concierto.
Afortunadamente, las cosas no son iguales en todo el continente. Si bien es cierto que la homosexualidad es ilegal en 33 de los 54 estados africanos, Shishani proviene de uno donde los derechos de esta minoría están más amenazados por la opinión pública que por las leyes. El gobierno de Namibia es de los más abiertos de África a la hora de tratar el tema de la homosexualidad, con lo que Shishani puede gozar de un público fiel que llena auditorios cada vez que acude a una gala u ofrece un concierto. “Mucha gente me agradece que hable de la condición LGTBIQ allí y aquí. Personas de diferentes países me han confesado que verme segura cuando hablo de mi homosexualidad les ha ayudado a ser fieles consigo mismos. Creo que todo tiene que ver con tener modelos a seguir. Que personas del colectivo LGBTI tengan éxito en sus carreras rompe estereotipos”, explica la artista.
La falta de referentes positivos entre el colectivo, sobre todo entre los adolescentes, suele mermar la autoestima y deteriorar enormemente su vida social. Pero Shishani representa un punto de luz en la oscuridad en la que vive una parte de la juventud africana. “Muchos jóvenes se acercan a mí pidiendo consejo sobre sus sentimientos o explicándome problemas con sus familias. Les recomiendo instituciones que pueden ayudarlos y proteger su seguridad. Entonces se dan cuenta de que no están solos, de que no son monstruos y de que pueden ser tan valiosos como cualquier otra persona”, cuenta la activista y cantante namibia.
Hacer justicia histórica a través de la música
Hace tan solo una década, que una mujer como ella –artista, lesbiana, talentosa, africana y activista- se plantase a cantar por los derechos del colectivo LGTBIQ en África no hubiera tenido ningún tipo de repercusión más allá del escándalo. Pero hoy, su continua presencia en diferentes escenarios denota, no solo una mejora en la percepción de este colectivo, sino la proliferación de una carrera musical que debería despertar curiosidad entre cualquier melómano.
Después de años de experimentación con varios músicos, Shishani se embarca ahora en una nueva propuesta, entronizándose como la modernizadora de los sonidos namibios. En Namibian Tales, la cantante ha realizado una enorme labor de investigación para rescatar la cultura oral de su país natal y mezclarla con todas sus influencias culturales en un minucioso trabajo de síntesis que debería ser considerado una obra maestra. “Este nuevo álbum es el fruto de un viaje: tomamos ritmos y melodías de la música tradicional de Namibia y de otros países africanos y los mezclamos con instrumentos, armonías y melodías que se inclinan más hacia Europa y EE UU…”, cuenta la cantante y compositora, cuya voz dibuja figuras que nos transportan al océano de dunas del desierto de Namib.
Para este proyecto, la namibia ahonda en sus raíces familiares y teje una oda a su difunta abuela o rinde homenaje a otras personas que han marcado su vida desde pequeña. Pero también deja espacio a la crónica para observar la forma en la que la rápida proliferación de las ciudades namibias está transformando el paisaje. “Cuando se viaja por Namibia entre las ciudades y las zonas rurales se pueden ver los grandes y rápidos cambios por los que la gente está pasando en su vida diaria”, comenta.
En una de sus canciones, ‘Desert Blues’, Shishani recuerda el penoso exterminio contra los herero y namaqua de principios del siglo XX. Un capítulo de la historia poco conocido que se produjo entre 1904 y 1908 en lo que, por aquél entonces, era llamado la Alemania africana. Unos 65.000 hereros y 10.000 namas fueron asesinados en campos de concentración de Namibia en manos de los colonos. Cuando esto sucedió, ya hacía dos décadas que los alemanes saqueaban las tierras de estos pueblos. Sin embargo, poco o nada se habla de ello. “Desert Blues está muy influenciado emocionalmente por esa historia del pueblo de Namibia bajo el colonialismo y el apartheid. Por eso, para el videoclip, he optado por utilizar la fotografía histórica”, explica Shishani. Su intención: arrojar un poco de luz a este capítulo tan funesto de la colonización europea en África rescatando las sonoridades de esas voces que ya no pueden contarlo.
Como hace siempre, Shishani denuncia las injusticias con elegancia, humildad, respeto y compromiso. Pero sobre todo, mostrando que el talento, el esfuerzo y mantener los pies en el suelo, son las mejores armas cuando uno se encuentra en la vanguardia.
Shishani, cuyo nombre significa 'corona' en oshiwambo, es una de las artistas que está mostrando con más fuerza que África cuenta con personas homosexuales, exitosas y con talento. Con un pie en Namibia y otro en Holanda, la artista ha encontrado el equilibrio para trabajar a ambos lados del Mediterráneo. “Una vez que encuentras cuáles son tus propios valores en la vida, es una cuestión de negociación de éstos dondequiera que vayas”, manifiesta.
Con un arsenal de buenas intenciones, la cantante namibia alza su voz con mucha valentía en un mundo clandestino donde el miedo y el odio pueden acarrear palizas, persecuciones, vejaciones y hasta la muerte. Pero, con toda su sencillez, empuña el micrófono, se calza su guitarra acústica, y arranca. “Hasta ahora he podido cantar en espacios seguros gracias a personas de ideas afines que me han apoyado. Sin ellas, esto no sería posible”, explica des del jardín de Juniper Kitchen de Nairobi. Aquí, la clandestinidad es tal que prácticamente nadie ha acudido a su concierto.
Afortunadamente, las cosas no son iguales en todo el continente. Si bien es cierto que la homosexualidad es ilegal en 33 de los 54 estados africanos, Shishani proviene de uno donde los derechos de esta minoría están más amenazados por la opinión pública que por las leyes. El gobierno de Namibia es de los más abiertos de África a la hora de tratar el tema de la homosexualidad, con lo que Shishani puede gozar de un público fiel que llena auditorios cada vez que acude a una gala u ofrece un concierto. “Mucha gente me agradece que hable de la condición LGTBIQ allí y aquí. Personas de diferentes países me han confesado que verme segura cuando hablo de mi homosexualidad les ha ayudado a ser fieles consigo mismos. Creo que todo tiene que ver con tener modelos a seguir. Que personas del colectivo LGBTI tengan éxito en sus carreras rompe estereotipos”, explica la artista.
La falta de referentes positivos entre el colectivo, sobre todo entre los adolescentes, suele mermar la autoestima y deteriorar enormemente su vida social. Pero Shishani representa un punto de luz en la oscuridad en la que vive una parte de la juventud africana. “Muchos jóvenes se acercan a mí pidiendo consejo sobre sus sentimientos o explicándome problemas con sus familias. Les recomiendo instituciones que pueden ayudarlos y proteger su seguridad. Entonces se dan cuenta de que no están solos, de que no son monstruos y de que pueden ser tan valiosos como cualquier otra persona”, cuenta la activista y cantante namibia.
Hacer justicia histórica a través de la música
Hace tan solo una década, que una mujer como ella –artista, lesbiana, talentosa, africana y activista- se plantase a cantar por los derechos del colectivo LGTBIQ en África no hubiera tenido ningún tipo de repercusión más allá del escándalo. Pero hoy, su continua presencia en diferentes escenarios denota, no solo una mejora en la percepción de este colectivo, sino la proliferación de una carrera musical que debería despertar curiosidad entre cualquier melómano.
Después de años de experimentación con varios músicos, Shishani se embarca ahora en una nueva propuesta, entronizándose como la modernizadora de los sonidos namibios. En Namibian Tales, la cantante ha realizado una enorme labor de investigación para rescatar la cultura oral de su país natal y mezclarla con todas sus influencias culturales en un minucioso trabajo de síntesis que debería ser considerado una obra maestra. “Este nuevo álbum es el fruto de un viaje: tomamos ritmos y melodías de la música tradicional de Namibia y de otros países africanos y los mezclamos con instrumentos, armonías y melodías que se inclinan más hacia Europa y EE UU…”, cuenta la cantante y compositora, cuya voz dibuja figuras que nos transportan al océano de dunas del desierto de Namib.
Para este proyecto, la namibia ahonda en sus raíces familiares y teje una oda a su difunta abuela o rinde homenaje a otras personas que han marcado su vida desde pequeña. Pero también deja espacio a la crónica para observar la forma en la que la rápida proliferación de las ciudades namibias está transformando el paisaje. “Cuando se viaja por Namibia entre las ciudades y las zonas rurales se pueden ver los grandes y rápidos cambios por los que la gente está pasando en su vida diaria”, comenta.
En una de sus canciones, ‘Desert Blues’, Shishani recuerda el penoso exterminio contra los herero y namaqua de principios del siglo XX. Un capítulo de la historia poco conocido que se produjo entre 1904 y 1908 en lo que, por aquél entonces, era llamado la Alemania africana. Unos 65.000 hereros y 10.000 namas fueron asesinados en campos de concentración de Namibia en manos de los colonos. Cuando esto sucedió, ya hacía dos décadas que los alemanes saqueaban las tierras de estos pueblos. Sin embargo, poco o nada se habla de ello. “Desert Blues está muy influenciado emocionalmente por esa historia del pueblo de Namibia bajo el colonialismo y el apartheid. Por eso, para el videoclip, he optado por utilizar la fotografía histórica”, explica Shishani. Su intención: arrojar un poco de luz a este capítulo tan funesto de la colonización europea en África rescatando las sonoridades de esas voces que ya no pueden contarlo.
Como hace siempre, Shishani denuncia las injusticias con elegancia, humildad, respeto y compromiso. Pero sobre todo, mostrando que el talento, el esfuerzo y mantener los pies en el suelo, son las mejores armas cuando uno se encuentra en la vanguardia.
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