Imagen: El País / Naomy Méndez, muxe |
No hay una sola forma de llamar o definir a los miembros de este grupo.
Mónica Cruz | Verne, El País, 2017-02-02
https://verne.elpais.com/verne/2017/01/31/mexico/1485834145_612368.html
Cuando Lukas Avendaño era pequeño jugaba con sus amigos a los 'Thundercats', la serie animada sobre un grupo de superhéroes con rasgos felinos. “Cuando teníamos que elegir un personaje, yo optaba por ser Chitara”, cuenta a ‘Verne’ vía telefónica. “Chitara es un personaje femenino, pero en ningún momento pensé que por esa elección yo era ‘muxe’ (mu-she) o que el resto de los niños lo viera de esa forma. Simplemente era algo natural que no se cuestionaba”. Avendaño, un antropólogo y artista de Tehuantepec (Oaxaca), es parte de un grupo que forma parte importante de la población del Istmo de Tehuantepec, en el sureste mexicano.
Se les llama ‘muxes’. Los textos académicos y los artículos periodísticos definen a esta comunidad como “hombres que presentan características femeninas”, “travestis”, “mujeres transgénero o transexuales” o como un “tercer género”. Para Avendaño, es difícil encontrar una sola definición de ‘muxe’. “Aún tengo dudas sobre si se debe llamar un tercer género porque si un hombre adopta características femeninas no deja ser hombre, solo escapan de la heteronormatividad”, comenta. “Por otro lado, si una ‘muxe’ aspira a ser mujer o se identifica como mujer, entonces no es un género distinto. En la ‘muxeidad’ hay muchas capas y no todos se identifican o son identificados de la misma forma”.
Desde niño, este artista ‘muxe’ ha sido llamado e identificado con artículos y adjetivos masculinos. “Yo soy el tercero de cinco hermanos varones, pero en lugar de salir con ellos y mi padre al campo me quedaba con mi hermana”, cuenta Avendaño. “Junto con ella realizaba roles que se consideran tradicionalmente femeninos como limpiar, lavar ropa y hacer la comida. Pero siempre me han llamado por mi nombre, José Lukas, y se refieren a mí como ‘él’, no como ‘ella’”.
Existe, sin embargo, la posibilidad de que en su comunidad y en ciertas circunstancias lo identifiquen bajo el género femenino. “Si yo entro a una cantina con el cabello largo recogido en un chongo o las uñas largas o pintadas, los varones me van a reconocer como ‘muxe’, pero en ningún momento me llaman así”, apunta Avendaño. “Se pueden acercar y decirme ‘guapa’, aunque en la mayoría de los casos es un coqueteo en el que no se usan adjetivos. Me pueden preguntar ‘¿cómo te llamas?’. Y yo respondo: ‘me llamo cariño’ y no digo mi nombre. Es una seducción en la que se juega con el espacio y el lenguaje, muy distinto a como ligan los hombres en la Ciudad de México”.
En la lengua zapoteca, añade Avendaño, no existe el género gramatical. “Esa es otra razón por la que en la cultura del Istmo no se acostumbra llamar a alguien en femenino o en masculino”, dice.
“Preguntar y no asumir”
El significado de la palabra ‘muxe’ aún se discute entre historiadores y antropólogos, según un estudio del Instituto de Estudios Sociales de La Haya (Países Bajos). Una teoría sugiere que proviene de la palabra en castellano ‘mujer’ que se adoptó al zapoteco en el siglo XVI. Avendaño, quien también es antropólogo social, explica que la cultura ‘muxe’ tiene una conexión con la tradición del ‘balana’, la preservación de la virginidad de las mujeres hasta el matrimonio, la cual se originó durante la evangelización en la época virreinal. “La mujer no puede tener una vida sexual activa hasta casarse, pero el hombre no tiene esta regla”, añade. “La ‘muxeidad’ nace en parte de esa necesidad sexual del hombre y al mismo tiempo la necesidad de mantener la integridad de las mujeres, por así decirlo”.
Tradicionalmente la población ‘muxe’ no tiene relaciones monogámicas o duraderas y se considera un tabú que un o una ‘muxe’ se relacione con una mujer. “Hay varones que están casados y tienen hijos, y pueden tener una relación con un ‘muxe’, pero a ellos no se les dice ‘muxe’”, explica y agrega: “Con la influencia de la cultura occidental, algunas reglas han cambiado. Hay ‘muxes’ que tienen relaciones de pareja con hombres, pero normalmente son de otra zona de México”. También existen ‘muxes’, comenta Avendaño, que aspiran a adoptar una identidad de mujer occidentalizada. “Se maquillan, se someten a cirugías plásticas o cambios de sexo aspirando a esa imagen. Esas ‘muxes’ usan los adjetivos femeninos y en algunos casos no quieren ser llamadas ‘muxes’, sino por el nombre femenino que eligen”.
Avendaño dice que aún hay mucho por discutir y reflexionar acerca la ‘muxeidad’. “En el caso del género, lo mejor es siempre preguntar a la persona y no asumir”, comenta. “También es necesario que la gente entienda que no todo se debe encasillar bajo los estándares de su cultura. A veces me preguntan por qué en el Istmo hay tolerancia a los ‘muxes’. Yo les pregunto de vuelta: ‘¿por qué crees que en tu cultura no hay tolerancia hacia estas prácticas?’”
El residente de Juchitán realiza interpretaciones artísticas, que él define como instalaciones en el cuerpo humano, inspiradas en la cultura y experiencia’ muxe’. […]
Gunaa y nguiiu
Naomy Méndez es una ‘muxe’ que se identifica por el género femenino. “Hay una gran gama de ‘muxes’, pero existen dos categorías principales: las’ muxes gunaa’ y los ‘muxes nguiiu’ (in-gui-ú)”, dice a ‘Verne’ vía telefónica. El primer grupo se identifica como femenino y el segundo como masculino. Méndez, estudiante y activista de 25 años, dice que comenzó a reconocerse como ‘muxe’ desde los 12 años. “A esa edad empecé a maquillarme y a verme más femenina”, apunta. “El primer paso es reconocerse a una misma como ‘muxe’, pero también poco a poco vas conviviendo con otras ‘muxes’ que te van guiando en el camino y así es como vas formando tu identidad”.
Méndez dice que ella, como gran parte de la población ‘muxe’ no se identifica ni como hombre ni como mujer. “El problema es que en el español o eres uno o eres el otro, pero en muchos aspectos sí somos un tercer género”, comenta. “Hay ‘muxes gunaa’ que hacen una transición a mujer y quieren ser identificadas como mujer. En mi caso, yo me acepto como ‘muxe’”.
A pesar de que ella prefiere describirse y ser descrita con artículos y adjetivos femeninos, no encuentra ofensivo o hiriente que usen el género opuesto. “Yo no tengo ningún problema, pero sí es muy ofensivo para otras personas”, comenta. “Creo que aún hay que hacer más trabajo de sensibilización para que la gente entienda que hay que preguntarnos y llamarnos como nosotras o nosotros nos sintamos”.
Esta falta de consideración puede ocasionar problemas más graves para la comunidad ‘muxe’. “Desde hace muchos años, las ‘muxes gunaa’ hemos peleado por nuestro derecho a entrar al baño de mujeres”, comenta. "Nosotras no queremos usar el baño de hombres y nos sentimos más cómodas usando el baño de mujeres, pero todavía enfrentamos muchos impedimentos”.
Méndez asegura que esta discriminación va más allá del uso del baño. “En este sentido los ‘muxes nguiiu’ tienen más privilegios que las ‘gunaa’. No solo pueden entrar al baño de hombres (el de su elección) sin problemas, también tienen más oportunidades para estudiar y obtener empleo. Las ‘muxes gunaa’ aún enfrentan muchos obstáculos para ser aceptadas fuera de los oficios tradicionales de las artesanías y el bordado por ejemplo. Todavía hay mucho trabajo por hacer para terminar con este tipo de discriminación”.
Se les llama ‘muxes’. Los textos académicos y los artículos periodísticos definen a esta comunidad como “hombres que presentan características femeninas”, “travestis”, “mujeres transgénero o transexuales” o como un “tercer género”. Para Avendaño, es difícil encontrar una sola definición de ‘muxe’. “Aún tengo dudas sobre si se debe llamar un tercer género porque si un hombre adopta características femeninas no deja ser hombre, solo escapan de la heteronormatividad”, comenta. “Por otro lado, si una ‘muxe’ aspira a ser mujer o se identifica como mujer, entonces no es un género distinto. En la ‘muxeidad’ hay muchas capas y no todos se identifican o son identificados de la misma forma”.
Desde niño, este artista ‘muxe’ ha sido llamado e identificado con artículos y adjetivos masculinos. “Yo soy el tercero de cinco hermanos varones, pero en lugar de salir con ellos y mi padre al campo me quedaba con mi hermana”, cuenta Avendaño. “Junto con ella realizaba roles que se consideran tradicionalmente femeninos como limpiar, lavar ropa y hacer la comida. Pero siempre me han llamado por mi nombre, José Lukas, y se refieren a mí como ‘él’, no como ‘ella’”.
Existe, sin embargo, la posibilidad de que en su comunidad y en ciertas circunstancias lo identifiquen bajo el género femenino. “Si yo entro a una cantina con el cabello largo recogido en un chongo o las uñas largas o pintadas, los varones me van a reconocer como ‘muxe’, pero en ningún momento me llaman así”, apunta Avendaño. “Se pueden acercar y decirme ‘guapa’, aunque en la mayoría de los casos es un coqueteo en el que no se usan adjetivos. Me pueden preguntar ‘¿cómo te llamas?’. Y yo respondo: ‘me llamo cariño’ y no digo mi nombre. Es una seducción en la que se juega con el espacio y el lenguaje, muy distinto a como ligan los hombres en la Ciudad de México”.
En la lengua zapoteca, añade Avendaño, no existe el género gramatical. “Esa es otra razón por la que en la cultura del Istmo no se acostumbra llamar a alguien en femenino o en masculino”, dice.
“Preguntar y no asumir”
El significado de la palabra ‘muxe’ aún se discute entre historiadores y antropólogos, según un estudio del Instituto de Estudios Sociales de La Haya (Países Bajos). Una teoría sugiere que proviene de la palabra en castellano ‘mujer’ que se adoptó al zapoteco en el siglo XVI. Avendaño, quien también es antropólogo social, explica que la cultura ‘muxe’ tiene una conexión con la tradición del ‘balana’, la preservación de la virginidad de las mujeres hasta el matrimonio, la cual se originó durante la evangelización en la época virreinal. “La mujer no puede tener una vida sexual activa hasta casarse, pero el hombre no tiene esta regla”, añade. “La ‘muxeidad’ nace en parte de esa necesidad sexual del hombre y al mismo tiempo la necesidad de mantener la integridad de las mujeres, por así decirlo”.
Tradicionalmente la población ‘muxe’ no tiene relaciones monogámicas o duraderas y se considera un tabú que un o una ‘muxe’ se relacione con una mujer. “Hay varones que están casados y tienen hijos, y pueden tener una relación con un ‘muxe’, pero a ellos no se les dice ‘muxe’”, explica y agrega: “Con la influencia de la cultura occidental, algunas reglas han cambiado. Hay ‘muxes’ que tienen relaciones de pareja con hombres, pero normalmente son de otra zona de México”. También existen ‘muxes’, comenta Avendaño, que aspiran a adoptar una identidad de mujer occidentalizada. “Se maquillan, se someten a cirugías plásticas o cambios de sexo aspirando a esa imagen. Esas ‘muxes’ usan los adjetivos femeninos y en algunos casos no quieren ser llamadas ‘muxes’, sino por el nombre femenino que eligen”.
Avendaño dice que aún hay mucho por discutir y reflexionar acerca la ‘muxeidad’. “En el caso del género, lo mejor es siempre preguntar a la persona y no asumir”, comenta. “También es necesario que la gente entienda que no todo se debe encasillar bajo los estándares de su cultura. A veces me preguntan por qué en el Istmo hay tolerancia a los ‘muxes’. Yo les pregunto de vuelta: ‘¿por qué crees que en tu cultura no hay tolerancia hacia estas prácticas?’”
El residente de Juchitán realiza interpretaciones artísticas, que él define como instalaciones en el cuerpo humano, inspiradas en la cultura y experiencia’ muxe’. […]
Gunaa y nguiiu
Naomy Méndez es una ‘muxe’ que se identifica por el género femenino. “Hay una gran gama de ‘muxes’, pero existen dos categorías principales: las’ muxes gunaa’ y los ‘muxes nguiiu’ (in-gui-ú)”, dice a ‘Verne’ vía telefónica. El primer grupo se identifica como femenino y el segundo como masculino. Méndez, estudiante y activista de 25 años, dice que comenzó a reconocerse como ‘muxe’ desde los 12 años. “A esa edad empecé a maquillarme y a verme más femenina”, apunta. “El primer paso es reconocerse a una misma como ‘muxe’, pero también poco a poco vas conviviendo con otras ‘muxes’ que te van guiando en el camino y así es como vas formando tu identidad”.
Méndez dice que ella, como gran parte de la población ‘muxe’ no se identifica ni como hombre ni como mujer. “El problema es que en el español o eres uno o eres el otro, pero en muchos aspectos sí somos un tercer género”, comenta. “Hay ‘muxes gunaa’ que hacen una transición a mujer y quieren ser identificadas como mujer. En mi caso, yo me acepto como ‘muxe’”.
A pesar de que ella prefiere describirse y ser descrita con artículos y adjetivos femeninos, no encuentra ofensivo o hiriente que usen el género opuesto. “Yo no tengo ningún problema, pero sí es muy ofensivo para otras personas”, comenta. “Creo que aún hay que hacer más trabajo de sensibilización para que la gente entienda que hay que preguntarnos y llamarnos como nosotras o nosotros nos sintamos”.
Esta falta de consideración puede ocasionar problemas más graves para la comunidad ‘muxe’. “Desde hace muchos años, las ‘muxes gunaa’ hemos peleado por nuestro derecho a entrar al baño de mujeres”, comenta. "Nosotras no queremos usar el baño de hombres y nos sentimos más cómodas usando el baño de mujeres, pero todavía enfrentamos muchos impedimentos”.
Méndez asegura que esta discriminación va más allá del uso del baño. “En este sentido los ‘muxes nguiiu’ tienen más privilegios que las ‘gunaa’. No solo pueden entrar al baño de hombres (el de su elección) sin problemas, también tienen más oportunidades para estudiar y obtener empleo. Las ‘muxes gunaa’ aún enfrentan muchos obstáculos para ser aceptadas fuera de los oficios tradicionales de las artesanías y el bordado por ejemplo. Todavía hay mucho trabajo por hacer para terminar con este tipo de discriminación”.
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