Barcelona : Página Indómita, 2018 [05-08].
112 p.
ISBN 9788494816703 / 13,50 €
/ ES / ENS
/ Ideologías / Historia – Siglo XX / Liberalismo / Libertades / Mayo 68 / Movimientos sociales / Política
El texto incluido en este volumen, proveniente de una conferencia pronunciada por el autor en septiembre de 1969, pone de relieve las concomitancias entre la convulsa década de 1960 y el presente. Apenas un año después de los acontecimientos del 68 que hacen que las instituciones se tambaleen, Raymond Aron, una de las voces más críticas con el Mayo francés, aborda aquí con su moderación habitual y una lucidez asombrosa el pasado, el presente y el futuro de la contestación al "establishment".
«Pasemos ya a lo esencial: ¿cuál es el tema de esta conferencia? Ninguno de ustedes dudará de que su título, "La libertad, ¿liberal o libertaria?", me fue sugerido por los acontecimientos de los últimos años, pues la nueva izquierda ha hecho una entrada espectacular en el campo ideológico, y participa en los debates filosófico-ideológicos que se desarrollan de forma permanente en las sociedades modernas. Queda por saber desde qué ángulo me propongo enfocar el debate.
»Hace unos años dediqué un pequeño libro no a 'la' libertad, sino a 'las' libertades, a la dialéctica entre las libertades llamadas formales y las llamadas reales; por un lado, las libertades personales y políticas; por el otro, las libertades sociales o derechos sociales. Una dialéctica, si así se quiere decir, entre el liberalismo tradicional y la crítica socialista, o también, como veremos dentro de un instante, entre la libertad como derecho y la libertad como capacidad efectiva de ejercer un derecho. En ese libro, me había propuesto mostrar que los regímenes democráticos no se caracterizan por 'una' definición de 'la' libertad, sino por un diálogo permanente en el que los interlocutores retienen distintas definiciones de la libertad o las libertades. Dicho diálogo se funde, traducido en instituciones, con la dialéctica de las libertades. Digamos, asimismo, que el diálogo sobre las definiciones de la libertad ilumina las luchas políticas o sociales mediante las que, en circunstancias favorables, florecen 'las' libertades.
»Al mismo tiempo, yo sostenía la tesis, propiamente política y no ya filosófica, de que la síntesis democrático-liberal representa en nuestra época, en Europa, en "las sociedades industrialmente avanzadas" (insisto en este último punto: no abordaré las sociedades que pudorosamente llamamos subdesarrolladas o en vías de desarrollo), la expresión más satisfactoria o menos insatisfactoria del ideal liberal. A mi juicio, esta síntesis democrático-liberal había triunfado intelectualmente sobre las versiones que hoy conocemos de los regímenes bautizados como socialistas. Para ser más preciso, se trata de una victoria por entero intelectual, que, para quienes no se consideran como los confidentes de la Providencia, no implica una victoria histórica. Desde 1956, tras la desestalinización y el reconocimiento del culto a la personalidad, los marxistas de Occidente renuncian a presentar los regímenes europeos de tipo soviético como realizaciones ejemplares de la libertad o como la consumación de las libertades. Sin embargo, no dejan de justificarlos con otros argumentos. La sociedad moderna, como he tratado de mostrar en otro libro, "Les Désillusions du progrès", no se fija como único objetivo la libertad o las libertades. También quiere ser "productivista", "igualitaria". La ambición prometeica y la denuncia de las desigualdades económicas o sociales no excluyen en teoría el respeto a las libertades personales o a la ciudadanía burguesa. Ahora bien, esos objetivos no parecen compatibles en todas las circunstancias. Al término del debate ideológico de la Guerra Fría, a comienzos de los sesenta, las sociedades de tipo occidental, por muy diversas que fuesen, parecían haber alcanzado un compromiso tolerable, o mejor dicho (si osase recurrir a un modo de pensamiento historicista), el compromiso más avanzado. Dicho compromiso había "recuperado" una parte de la crítica socialista; le reconocía cierta legitimidad y se esforzaba por refutarla dándole la razón, o, si se prefiere, le daba la razón llevando a cabo ciertas reformas inspiradas por ella.
»He aquí, pues, la cuestión para la que esta conferencia buscará elementos de respuesta. ¿Constituye la nueva izquierda una nueva etapa de la dialéctica de la libertad?, ¿debe la síntesis democrático-liberal responder a este desafío tal como respondió al desafío de la vieja izquierda, reformándose a sí misma y, por tanto, "recuperando" a los contestatarios o al menos a algunos de ellos?»
«Pasemos ya a lo esencial: ¿cuál es el tema de esta conferencia? Ninguno de ustedes dudará de que su título, "La libertad, ¿liberal o libertaria?", me fue sugerido por los acontecimientos de los últimos años, pues la nueva izquierda ha hecho una entrada espectacular en el campo ideológico, y participa en los debates filosófico-ideológicos que se desarrollan de forma permanente en las sociedades modernas. Queda por saber desde qué ángulo me propongo enfocar el debate.
»Hace unos años dediqué un pequeño libro no a 'la' libertad, sino a 'las' libertades, a la dialéctica entre las libertades llamadas formales y las llamadas reales; por un lado, las libertades personales y políticas; por el otro, las libertades sociales o derechos sociales. Una dialéctica, si así se quiere decir, entre el liberalismo tradicional y la crítica socialista, o también, como veremos dentro de un instante, entre la libertad como derecho y la libertad como capacidad efectiva de ejercer un derecho. En ese libro, me había propuesto mostrar que los regímenes democráticos no se caracterizan por 'una' definición de 'la' libertad, sino por un diálogo permanente en el que los interlocutores retienen distintas definiciones de la libertad o las libertades. Dicho diálogo se funde, traducido en instituciones, con la dialéctica de las libertades. Digamos, asimismo, que el diálogo sobre las definiciones de la libertad ilumina las luchas políticas o sociales mediante las que, en circunstancias favorables, florecen 'las' libertades.
»Al mismo tiempo, yo sostenía la tesis, propiamente política y no ya filosófica, de que la síntesis democrático-liberal representa en nuestra época, en Europa, en "las sociedades industrialmente avanzadas" (insisto en este último punto: no abordaré las sociedades que pudorosamente llamamos subdesarrolladas o en vías de desarrollo), la expresión más satisfactoria o menos insatisfactoria del ideal liberal. A mi juicio, esta síntesis democrático-liberal había triunfado intelectualmente sobre las versiones que hoy conocemos de los regímenes bautizados como socialistas. Para ser más preciso, se trata de una victoria por entero intelectual, que, para quienes no se consideran como los confidentes de la Providencia, no implica una victoria histórica. Desde 1956, tras la desestalinización y el reconocimiento del culto a la personalidad, los marxistas de Occidente renuncian a presentar los regímenes europeos de tipo soviético como realizaciones ejemplares de la libertad o como la consumación de las libertades. Sin embargo, no dejan de justificarlos con otros argumentos. La sociedad moderna, como he tratado de mostrar en otro libro, "Les Désillusions du progrès", no se fija como único objetivo la libertad o las libertades. También quiere ser "productivista", "igualitaria". La ambición prometeica y la denuncia de las desigualdades económicas o sociales no excluyen en teoría el respeto a las libertades personales o a la ciudadanía burguesa. Ahora bien, esos objetivos no parecen compatibles en todas las circunstancias. Al término del debate ideológico de la Guerra Fría, a comienzos de los sesenta, las sociedades de tipo occidental, por muy diversas que fuesen, parecían haber alcanzado un compromiso tolerable, o mejor dicho (si osase recurrir a un modo de pensamiento historicista), el compromiso más avanzado. Dicho compromiso había "recuperado" una parte de la crítica socialista; le reconocía cierta legitimidad y se esforzaba por refutarla dándole la razón, o, si se prefiere, le daba la razón llevando a cabo ciertas reformas inspiradas por ella.
»He aquí, pues, la cuestión para la que esta conferencia buscará elementos de respuesta. ¿Constituye la nueva izquierda una nueva etapa de la dialéctica de la libertad?, ¿debe la síntesis democrático-liberal responder a este desafío tal como respondió al desafío de la vieja izquierda, reformándose a sí misma y, por tanto, "recuperando" a los contestatarios o al menos a algunos de ellos?»
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