martes, 17 de marzo de 2015

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Dolce & Gabbana: Más allá de la homofobia
Hidroboy | Estoy Baliando, 1015-03-17
http://estoybailando.com/dolce-gabbana-mas-alla-de-la-homofobia/

Maricas somos muchos. Y cada uno de su padre y de su madre. O de su madre y de su madre. O de su padre y de su padre. O sólo de su padre. O de su madre y de su tía. O de los servicios sociales. Porque hay tantos maricas como formas de críar a un niño, y eso (aunque algunos no lo quieran aceptar) es así desde que el mundo es mundo.

En los ochenta y parte de los noventa, era habitual ver en televisión teleseries o películas de familias no tradicionales. Hombres que se quedaban viudos y cuidaban a su prole con la ayuda de un cuñado un poco díscolo y un amigo un poco bufón. Mujeres abandonadas tras el embarazo que tenían que sacar adelante a sus hijos como podían. Incluso vimos a tres solteros críar a un bebé sin saber cuál de ellos era el padre (si lo era). Y esas representaciones no eran otra cosa que un reflejo de algo que ha ocurrido toda la vida. Y que sigue ocurriendo: algunos seres humanos no se crían con un padre y una madre, y no pasa nada.

Pretender reducir todos los males del mundo y de la sociedad al hecho de que hay niños que se crían en familias no tradicionales no sólo es absurdo, sino que es una perversión de la realidad. Es un argumento tan gilipollas como decir que todos los males del mundo son culpa de los heterosexuales, porque Hitler tuvo un padre y una madre y mira lo bien que salió el niño.

Mucho se ha hablado en los últimos días sobre las polémicas declaraciones de Domenico Dolce y Stefano Gabbana, los diseñadores más horteras que te puedes echar a la cara, que (más o menos) vinieron a decir en una entrevista a la revista italiana "Panorama" que la única familia que debía existir era la tradicional, y que les parecía fatalísimo que las parejas homo utilizaran la fecundación in vitro o los vientres de alquiler para tener hijos.

Aunque los titulares no son incorrectos (Dolce & Gabbana han dicho eso) lo cierto es que la entrevista al completo es aún más terrorífica de lo que podía parecer. Y es que la visión del mundo que tienen la pareja italiana es para huir del planeta y no volver jamás. No es un problema de diferencia de opiniones, ni de libertad de expresión, ni de querer silenciar a los que piensan diferente. Es que hay pensamientos que bajo ningún concepto deberían ser aceptados ni respetados. Del mismo modo que no respetamos a alguien que se declara racista o se planta en la discoteca con una camisa de flores con volantes y un cinturón con una hebilla estratosférica, por mucho D y mucha G que brille en diamantes.

Decía que no es un problema de diferencia de opiniones o de no poder expresarlas. Yo soy gay. No quiero tener hijos (por ahora), pero si se da el caso me gustaría saber que tendré esa opción. Igual que me gusta que mi amiga heterosexual soltera puede decidir cuándo ser madre y en qué condiciones. Y es que lo de Dolce & Gabbana va mucho más allá de la homofobia: lo suyo es una visión arcaica, dañina y perversa del mundo, evidentemente influenciada por las ideas ultra católicas de lo más rancio de Italia. No es que les parezca mal que las parejas homosexuales tengan hijos sea de la forma que sea: es que cualquier cosa que se salga de un hombre preñando a una mujer les parece una aberración.

“Nosotros no hemos inventado la familia. La ha convertido en un icono la Sagrada Familia. no es una cuestión religiosa o social, no hay vuelta de hoja: naces y hay un padre y una madre. O al menos debería ser así. Por eso no me convencen lo que yo llamo hijos de la química, niños sintéticos. Vientres de alquiler, semillas seleccionadas en un catálogo. Y luego explícale a esos niños quién es la madre. ¿Estarán de acuerdo en que son hijos de la química? Procrear debe ser un acto de amor. Incluso los psiquiatras están preparados para hacer frente a los efectos de estos experimentos.”

Son palabras de Domenico Dolce. El que luego se queja de que no le dejan expresar sus “opiniones”. Y es lógico que la sociedad del año 2015 se escandalice al ver el desprecio y la ignorancia con los que semejante mamarracho habla de la maternidad y la paternidad. Los mismos que en la misma entrevista hablan de sus veinte años de amor compartiéndolo todo, “negocios, pensamientos, proyectos, vacaciones junto a nuestros nuevos novios“. Los mismos que hablan de cómo se criaron en familias tradicionales en las que el padre, camarero, volvía a casa cada día borracho (aunque no era violento, lo violento eran los gritos de la madre); o de cómo los padres del otro discutían hasta hacer llorar a sus hijos. Los mismos que dicen alegrarse cada vez que una de sus empleadas se queda embarazada pero no les parece bien que la baja por maternidad sea demasiado larga y que luego la mujer vuelva esperando cobrar lo mismo que antes (porque ser madre debe volverte inútil).

Cuando tus amigos heteros te hablen de lo divertidos, tolerantes y modernos que somos los gays; preséntales a Dolce & Gabbana. Y es que las maricas somos muy del exceso, incluso cuando somos rancios somos los más rancios del mundo. Domenico y Stefano se han quedado en ese estereotipo de los 90 según el cual los hombres gays están en el mundo para diseñar vestidos, cortar pelos, follar con todo el que se ponga por delante y no plantearse siquiera lo de salirse del tópico. No sea que el resto de la sociedad, los que sí están capacitados para tener hijos y tener relaciones de esas que duran décadas, piense que somos personas, que diría Sandra Barneda. Y no lo digo yo, lo dice el propio Gabbana cuando habla de su padre:

“Murió el año pasado, estuvo enfermo por todos los trabajos sin protección que había hecho. Al final yo quería que se fuera: tenía 87 años, estaba cansado, no quería vivir más. Ya no podía hacer las cosas que le gustaban, ir de pesca o a buscar setas. No me gustaría terminar mi vida en una cama, mejor morir bailando en la discoteca. Mientras uno se divierte no se piensa en la vida y te deja así.“

Así que realmente lo de Dolce & Gabbana no es un simple caso de homofobia dentro del colectivo. Es la perpetuación del tópico más dañino con el que cargamos los gays desde hace décadas y que poco a poco parece que conseguimos ir eliminando: el de la marica fiestera, graciosa y sin utilidad social. Que no somos seres humanos completos porque por el simple hecho de ser gays ya hay cosas que no podemos (más bien, debemos) hacer. Y me vais a perdonar la comparación, pero -salvando las distancias- ese pensamiento (el que se lee entre líneas en la entrevista completa) me recuerda poderosamente a cuando las mentes pensantes decidieron que los negros sólo servían para trabajar como esclavos.

Lo de Dolce & Gabbana da asco. Pero no por ser homófobos (que lo son, por mucho novio que se lleven a Mikonos a morir bailando en las discotecas) sino por ser asquerosamente anticuados. E hipócritas. Porque uno dice que sí le gustaría ser padre y el otro que no, porque “soy gay, no puedo tener hijos. No podemos tener todo en la vida, hay que decidir qué tiene que haber. Privarse de algo también puede ser bello. La vida tiene su curso natural, hay cosas que no se deben cambiar; y una de ellas es la familia.” Pero hace unos años (como ha recordado Courtney Love al sumarse a la campaña de boycott promovida por Elton John) bien que se sentaban junto a un montón de niños para salir en la portada de la Vanity Fair diciendo lo mucho que les gustaría ser padres.

Sumarse al boycott no es sólo una cuestión de dignidad como miembros del colectivo LGTB, es también un acto de solidaridad con todas las personas que han decidido ser padres aunque sus circunstancias no se lo permitieran. Porque son gays, lesbianas, solteros, solteras que ejercen un acto de amor. Porque estamos de acuerdo en que la procreación es un acto de amor, pero no de amor entre dos adultos como proclama el desgraciado de Domenico Dolce, sino de amor hacia el niño que recibe la atención que merece.

El boycott es un acto de respeto a todos los que se han criado en familias no tradicionales, que tienen los mismos derechos hayan nacido de forma natural o por técnicas de reproducción asistida. Porque lo único sintético que hay aquí, querido Domenico, es tu puta cara. Y lo que hay detrás de ella.

La lista de motivos por los que no comprar algo de Dolce & Gabbana sigue creciendo. A lo de ser pobres como ratas y no poder permitírnoslo y a lo de tener cierto gusto estético, se suma el desprecio más absoluto por promover estereotipos dañinos, crueles e ignorantes.

Y no pretendáis solucionar la papeleta con comunicados, tweets e instagrams hablando de respeto a las opiniones ajenas, apelando a la libertad de expresión, a vuestro deseo de no valorar las decisiones de nadie y simplemente hablar de lo que queréis para vuestras vidas. Haced con vuestras vidas lo que os dé la gana, morid en la pista de baile o aguantad la presión homófoba de un país dominado por el señor que se sienta en el trono del Vaticano. Pero si vais a juzgar a los demás, si vais a tener la desfachatez de proclamar lo que está bien o lo que está mal y cómo los demás deben vivir su vida; entonces preparáos a que os caiga el montón de mierda que os está cayendo.

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