The Other. Barcelona : Revista The Other, 2015-
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Del primer número destacamos el siguiente artículo:
Ser lesbiana en una ciudad de unos 200.000 habitantes llamada Sabadell
Montse Barderi · Periodista, ensayista, novelista, comunicadora | The Other, n. 1 (Marzo 2015), p. 16-17
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Ser lesbiana en Sabadell en los años 80 era poco menos que gozar del triste título de espécimen único, exclusivo y absolutamente incomparable a ningún otro ser humano.
Buscar información sobre homosexualidad en la biblioteca central de la ciudad te llevaba a comprobar que, si el libro tenía más de 15 años, lo catalogaba como una enfermedad, si era relativamente nuevo, la despachaba simplemente como una opción sexual. Yo sabía que en Barcelona habría otras chicas como yo, pero llegar a la gran ciudad no era fácil y, si tu vida transcurría entre el trabajo y el estudio durante todo el día, todavía menos. Un día me acerqué al Casal Lambda de la ciudad condal y al cabo de 15 minutos salí de allí porque nadie pareció percatarse de mi presencia.
En la universidad tampoco tuve la oportunidad de coincidir con otras chicas como yo... De lo que sí que me percaté fue que había un chico que parecía diferente, un amigo que ya no está, Adrià Chavarria, al que echo más de menos cuanto más tiempo pasa.
Pienso que sólo con que hubiera nacido con anterioridad o, por otro lado, hubiera tenido una pizca más de mala suerte me habría convertido en una más de las típicas “tieta” de la ciudad: lesbianas, que ni se plantean que lo son, que simplemente no se casan y se convierten en enfermeras, en damas de compañía o en criadas de sus propias familias. Sí, uno de nuestros cantautores más internacionales, Joan Manuel Serrat, nos hizo un triste favor con su canción de “La tieta”.
Lo más lesbiano que podía verse en el Sabadell de mi juventud era el vídeo del grupo pop Mecano “La fuerza del destino” en el que, con los cabellos largos, Nacho Cano daba un beso a una jovencísima Penélope Cruz, pudiendo imaginarte que eran dos chicas.
Por lo que respecta a la literatura catalana fue Maria-Mercè Marçal la que irrumpió por vez primera con alejandrinos y al máximo nivel, el tema del amor entre mujeres. Esta también es una de las líneas de trabajo de la fundación que lleva su nombre y que tiene su sede social en nuestra ciudad. Hoy, podemos citar nombres internacionales como por ejemplo el de Sarah Waters, que construye maravillosas novelas lésbico-dickensianas que la BBC adapta. Un cómic lésbico de Alison Bechdel está considerado uno de los mejores libros del año por el Times.
Y hay cantantes, políticas, actrices, científicas, oficinistas, banqueras, ministras... que sabemos que son lesbianas, que incluso conocemos a sus parejas, a pesar de que algunas todavía no lo manifiestan públicamente. Y es que, afortunadamente, los tiempos cambian, pero no cambian tan velozmente como algunas querríamos.
A día de hoy, desde el Ayuntamiento de mi ciudad, al igual que algunos otros que se van sumando a estas iniciativas, se impulsa una mesa de trabajo gay –lésbico para preparar el día del Orgullo Lésbico (y Gay), la Junta de Portavoces del Consistorio firma un manifiesto de apoyo, la bandera del arco iris ondea en la casa consistorial, los jóvenes reciben información en materia sexual desde el Servicio de Atención Juvenil de manera respetuosa y tiene en cuenta todas las orientaciones, el Síndic de Greuges (Defensor de los Ciudadanos) de mi ciudad no oculta su homosexualidad y pone en marcha un protocolo contra la homofobia.
La Generalitat de Catalunya ha organizado jornadas lésbicas como por ejemplo “Somos lesbianas, construimos el presente”. Pero ningún hito parece perdurar por siempre jamás, y el progreso no es constante, tenemos que valorar, proteger e impulsar todo lo que hemos conseguido porque en este terreno, ninguna conquista perdura para siempre.
Buscar información sobre homosexualidad en la biblioteca central de la ciudad te llevaba a comprobar que, si el libro tenía más de 15 años, lo catalogaba como una enfermedad, si era relativamente nuevo, la despachaba simplemente como una opción sexual. Yo sabía que en Barcelona habría otras chicas como yo, pero llegar a la gran ciudad no era fácil y, si tu vida transcurría entre el trabajo y el estudio durante todo el día, todavía menos. Un día me acerqué al Casal Lambda de la ciudad condal y al cabo de 15 minutos salí de allí porque nadie pareció percatarse de mi presencia.
En la universidad tampoco tuve la oportunidad de coincidir con otras chicas como yo... De lo que sí que me percaté fue que había un chico que parecía diferente, un amigo que ya no está, Adrià Chavarria, al que echo más de menos cuanto más tiempo pasa.
Pienso que sólo con que hubiera nacido con anterioridad o, por otro lado, hubiera tenido una pizca más de mala suerte me habría convertido en una más de las típicas “tieta” de la ciudad: lesbianas, que ni se plantean que lo son, que simplemente no se casan y se convierten en enfermeras, en damas de compañía o en criadas de sus propias familias. Sí, uno de nuestros cantautores más internacionales, Joan Manuel Serrat, nos hizo un triste favor con su canción de “La tieta”.
Lo más lesbiano que podía verse en el Sabadell de mi juventud era el vídeo del grupo pop Mecano “La fuerza del destino” en el que, con los cabellos largos, Nacho Cano daba un beso a una jovencísima Penélope Cruz, pudiendo imaginarte que eran dos chicas.
Por lo que respecta a la literatura catalana fue Maria-Mercè Marçal la que irrumpió por vez primera con alejandrinos y al máximo nivel, el tema del amor entre mujeres. Esta también es una de las líneas de trabajo de la fundación que lleva su nombre y que tiene su sede social en nuestra ciudad. Hoy, podemos citar nombres internacionales como por ejemplo el de Sarah Waters, que construye maravillosas novelas lésbico-dickensianas que la BBC adapta. Un cómic lésbico de Alison Bechdel está considerado uno de los mejores libros del año por el Times.
Y hay cantantes, políticas, actrices, científicas, oficinistas, banqueras, ministras... que sabemos que son lesbianas, que incluso conocemos a sus parejas, a pesar de que algunas todavía no lo manifiestan públicamente. Y es que, afortunadamente, los tiempos cambian, pero no cambian tan velozmente como algunas querríamos.
A día de hoy, desde el Ayuntamiento de mi ciudad, al igual que algunos otros que se van sumando a estas iniciativas, se impulsa una mesa de trabajo gay –lésbico para preparar el día del Orgullo Lésbico (y Gay), la Junta de Portavoces del Consistorio firma un manifiesto de apoyo, la bandera del arco iris ondea en la casa consistorial, los jóvenes reciben información en materia sexual desde el Servicio de Atención Juvenil de manera respetuosa y tiene en cuenta todas las orientaciones, el Síndic de Greuges (Defensor de los Ciudadanos) de mi ciudad no oculta su homosexualidad y pone en marcha un protocolo contra la homofobia.
La Generalitat de Catalunya ha organizado jornadas lésbicas como por ejemplo “Somos lesbianas, construimos el presente”. Pero ningún hito parece perdurar por siempre jamás, y el progreso no es constante, tenemos que valorar, proteger e impulsar todo lo que hemos conseguido porque en este terreno, ninguna conquista perdura para siempre.
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