El grupo Eutsi Berrituz censura en una carta que el “carácter personalista del obispo” ha introducido “un clima diocesano insano, enrarecido y fracturado”.
Jorge Napal | Noticias de Gipuzkoa, 2015-03-07
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2015/03/07/sociedad/cristianos-de-gipuzkoa-acusan-a-munilla-de-traer-mucho-dolor
Cinco años después, no es precisamente una gran comunicación la que reina en el seno de la Iglesia guipuzcoana. El grupo Eutsi Berrituz denuncia que el obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, ha traído “división y mucho dolor”. Le acusan de mostrar una “grave incapacidad para crear comunión eclesial y aunar los esfuerzos necesarios para una acción pastoral eficaz”.
En un documento dirigido a los feligreses de Gipuzkoa, con motivo de los cinco años de ministerio episcopal del obispo, el grupo diocesano censura que Munilla “intenta presentarse como hombre de diálogo”, pero el balance de su gestión no apunta precisamente en esa dirección. Exponen a modo de ejemplo la respuesta a la carta suscrita por más de 100 sacerdotes de la diócesis en julio de 2014 que, a su entender, fue tergiversada, llegando a descalificar a los firmantes.
Advierten que de prolongarse esta situación se irá incrementando la disgregación de las comunidades cristianas e igualmente continuará “desfondándose, cada vez más, la actividad de la diócesis”.
Para el grupo cristiano se ha ahondado la discrepancia eclesial, condicionando así en buena medida la misión pastoral y evangelizadora de los organismos diocesanos, arciprestazgos y parroquias.
Del mismo modo “se ha ido creando un clima diocesano insano, enrarecido y fracturado con dos sensibilidades pastorales marcadamente diferenciadas”. Este clima, a su entender, conlleva la “falta de una comunión sincera y de mutua transparencia entre los diocesanos”.
Ante esta realidad observan que Munilla “parece mirar a otro lado y pretende ubicar el problema en el seno del presbiterado olvidando su responsabilidad en esta fractura”.
Dada la gravedad del problema, pero sin considerar la raíz fundamental del desencuentro y desafección existentes, el obispo “plantea caminos de falsas soluciones de comunión, a través de una pretendida regeneración espiritual totalmente ajena a la realidad”.
Improvisación
Los firmantes van más allá, y censuran una actividad pastoral “sustentada en la improvisación y sin prioridades definidas”. Lamentan que en la elaboración de las propuestas realizadas desde el obispado no se tienen en cuenta a muchos de los arciprestazgos y parroquias de la diócesis. De este modo, “la vida de la Iglesia diocesana se va deteriorando y paralizando, sin que tampoco se vislumbre planteamiento alguno de futuro”.
El 9 de enero de 2010 se celebró en la catedral del Buen Pastor de Donostia la eucaristía de entrada y toma de posesión del nuevo obispo de la diócesis. La celebración contó con la presencia destacada de D. Renzo Fratini, Nuncio Apostólico en España. Un amplio sector de la Iglesia de Gipuzkoa había mostrado previa y públicamente su desacuerdo ante tal nombramiento. Fueron muchos los creyentes guipuzcoanos que veían en su nombramiento episcopal una seria desautorización del camino eclesial y pastoral que la Iglesia había recorrido durante años en Gipuzkoa.
Así, los firmantes muestran su “extrañeza y perplejidad” por el hecho de que, precisamente, “un sacerdote de nuestra diócesis, que se había destacado por una abierta oposición a su obispo y actuado como párroco al margen del plan pastoral aprobado por la Iglesia diocesana, fuera elegido obispo de otra diócesis”.
Y, transcurrido el tiempo, el balance no es precisamente bueno. Eutsi Berrituz observa que estos cinco años se han caracterizado por la “despreocupación y abandono de la formación permanente de los agentes de la Pastoral”. Así, citan a modo de ejemplo la inactividad del Instituto de Teología y Pastoral Gentza (jornadas pastorales, seminarios de formación, encuentros…), los sucesivos cambios de los profesores y de los cursos del Instituto de Ciencias Religiosas Pio XII, la ubicación del Seminario Mayor en Pamplona, o el descuido de la formación del laicado. Todo ello “ha empobrecido seriamente la calidad del trabajo pastoral”.
El grupo firmante sostiene que organismos diocesanos de primer orden, como el Consejo Presbiteral, el Consejo de Arciprestes o el Consejo Pastoral Diocesano no funcionan como espacios de reflexión, diálogo y discernimiento. “A Munilla le sobran los consejos, ya que no se presta a la escucha activa, ni al contraste sincero, y está lejos de realizar la más mínima autocrítica. Así, la ausencia frecuente del obispo de su diócesis y su escasa presencia en las parroquias y arciprestazgos de la provincia está siendo una de las expresiones más claras del carácter personalista de su manera de llevar a cabo el gobierno de nuestra diócesis, y le impide conocer desde la cercanía la opinión y el parecer de la mayoría de sus feligreses”.
Autoritario
Los firmantes creen que su actuación episcopal a lo largo de este quinquenio, es fruto de su visión eclesial “piramidal y autoritaria”. Así, “toma decisiones muy relevantes para la marcha de la diócesis sin apenas escuchar ni tomar en consideración planteamientos y razonamientos que le presentan muchos creyentes, grupos eclesiales, instituciones diocesanas e incluso personas de su entorno. Muestra escasa disposición al diálogo y a la autocrítica. Intenta rebatir de alguna manera las propuestas que se le hacen desde diversos sectores sin analizar las razones y las causas que están en la base de las críticas que se le hacen. Y en consecuencia, actúa como si fuera el único y exclusivo propietario de la diócesis”, censuran.
A los sacerdotes, religiosos y laicos críticos con su gestión, dice Eutsi Berrituz, los trata de pastoralmente fracasados, incapaces de “afecto hacia su persona” y como “conspiradores” que se sitúan “fuera de la Iglesia”.
Una muestra reciente de todo ello, según recalca el grupo de cristianos, es la actitud manifestada y los comentarios que ha realizado ante una carta crítica firmada por más de cien sacerdotes de la diócesis en julio de 2014. “Para contrarrestar e ir silenciando las voces críticas del presbiterio diocesano, va desarrollando toda una estrategia de incorporación de sacerdotes foráneos afines a su sensibilidad y con total sumisión a su persona, aduciendo como excusa el envejecimiento de nuestro clero y la falta de vocaciones sacerdotales”, critican.
De prolongarse esta situación, “seguirán creciendo, necesariamente, en la diócesis la desmoralización y el aislamiento de la mayoría de las comunidades cristianas”.
Eutsi Berrituz no quiere arrogarse la verdad absoluta sobre lo que está sucediendo en la diócesis. “Nos hemos esforzado en que nuestra mirada sea lo más objetiva posible y lo más cercana a la realidad. ¿Qué podemos hacer una vez expuesta la situación tan preocupante y descorazonadora que vive nuestra diócesis? Creemos sinceramente que la solución, no está en nuestras manos”.
Para Eutsi Berrituz solo queda esperar que la reforma eclesial iniciada y promovida por el papa Francisco llegue a la diócesis, de modo que se pueda recuperar el clima necesario de sintonía y comunión, “para poder llevar a cabo la misión evangelizadora hoy y aquí”.
En un documento dirigido a los feligreses de Gipuzkoa, con motivo de los cinco años de ministerio episcopal del obispo, el grupo diocesano censura que Munilla “intenta presentarse como hombre de diálogo”, pero el balance de su gestión no apunta precisamente en esa dirección. Exponen a modo de ejemplo la respuesta a la carta suscrita por más de 100 sacerdotes de la diócesis en julio de 2014 que, a su entender, fue tergiversada, llegando a descalificar a los firmantes.
Advierten que de prolongarse esta situación se irá incrementando la disgregación de las comunidades cristianas e igualmente continuará “desfondándose, cada vez más, la actividad de la diócesis”.
Para el grupo cristiano se ha ahondado la discrepancia eclesial, condicionando así en buena medida la misión pastoral y evangelizadora de los organismos diocesanos, arciprestazgos y parroquias.
Del mismo modo “se ha ido creando un clima diocesano insano, enrarecido y fracturado con dos sensibilidades pastorales marcadamente diferenciadas”. Este clima, a su entender, conlleva la “falta de una comunión sincera y de mutua transparencia entre los diocesanos”.
Ante esta realidad observan que Munilla “parece mirar a otro lado y pretende ubicar el problema en el seno del presbiterado olvidando su responsabilidad en esta fractura”.
Dada la gravedad del problema, pero sin considerar la raíz fundamental del desencuentro y desafección existentes, el obispo “plantea caminos de falsas soluciones de comunión, a través de una pretendida regeneración espiritual totalmente ajena a la realidad”.
Improvisación
Los firmantes van más allá, y censuran una actividad pastoral “sustentada en la improvisación y sin prioridades definidas”. Lamentan que en la elaboración de las propuestas realizadas desde el obispado no se tienen en cuenta a muchos de los arciprestazgos y parroquias de la diócesis. De este modo, “la vida de la Iglesia diocesana se va deteriorando y paralizando, sin que tampoco se vislumbre planteamiento alguno de futuro”.
El 9 de enero de 2010 se celebró en la catedral del Buen Pastor de Donostia la eucaristía de entrada y toma de posesión del nuevo obispo de la diócesis. La celebración contó con la presencia destacada de D. Renzo Fratini, Nuncio Apostólico en España. Un amplio sector de la Iglesia de Gipuzkoa había mostrado previa y públicamente su desacuerdo ante tal nombramiento. Fueron muchos los creyentes guipuzcoanos que veían en su nombramiento episcopal una seria desautorización del camino eclesial y pastoral que la Iglesia había recorrido durante años en Gipuzkoa.
Así, los firmantes muestran su “extrañeza y perplejidad” por el hecho de que, precisamente, “un sacerdote de nuestra diócesis, que se había destacado por una abierta oposición a su obispo y actuado como párroco al margen del plan pastoral aprobado por la Iglesia diocesana, fuera elegido obispo de otra diócesis”.
Y, transcurrido el tiempo, el balance no es precisamente bueno. Eutsi Berrituz observa que estos cinco años se han caracterizado por la “despreocupación y abandono de la formación permanente de los agentes de la Pastoral”. Así, citan a modo de ejemplo la inactividad del Instituto de Teología y Pastoral Gentza (jornadas pastorales, seminarios de formación, encuentros…), los sucesivos cambios de los profesores y de los cursos del Instituto de Ciencias Religiosas Pio XII, la ubicación del Seminario Mayor en Pamplona, o el descuido de la formación del laicado. Todo ello “ha empobrecido seriamente la calidad del trabajo pastoral”.
El grupo firmante sostiene que organismos diocesanos de primer orden, como el Consejo Presbiteral, el Consejo de Arciprestes o el Consejo Pastoral Diocesano no funcionan como espacios de reflexión, diálogo y discernimiento. “A Munilla le sobran los consejos, ya que no se presta a la escucha activa, ni al contraste sincero, y está lejos de realizar la más mínima autocrítica. Así, la ausencia frecuente del obispo de su diócesis y su escasa presencia en las parroquias y arciprestazgos de la provincia está siendo una de las expresiones más claras del carácter personalista de su manera de llevar a cabo el gobierno de nuestra diócesis, y le impide conocer desde la cercanía la opinión y el parecer de la mayoría de sus feligreses”.
Autoritario
Los firmantes creen que su actuación episcopal a lo largo de este quinquenio, es fruto de su visión eclesial “piramidal y autoritaria”. Así, “toma decisiones muy relevantes para la marcha de la diócesis sin apenas escuchar ni tomar en consideración planteamientos y razonamientos que le presentan muchos creyentes, grupos eclesiales, instituciones diocesanas e incluso personas de su entorno. Muestra escasa disposición al diálogo y a la autocrítica. Intenta rebatir de alguna manera las propuestas que se le hacen desde diversos sectores sin analizar las razones y las causas que están en la base de las críticas que se le hacen. Y en consecuencia, actúa como si fuera el único y exclusivo propietario de la diócesis”, censuran.
A los sacerdotes, religiosos y laicos críticos con su gestión, dice Eutsi Berrituz, los trata de pastoralmente fracasados, incapaces de “afecto hacia su persona” y como “conspiradores” que se sitúan “fuera de la Iglesia”.
Una muestra reciente de todo ello, según recalca el grupo de cristianos, es la actitud manifestada y los comentarios que ha realizado ante una carta crítica firmada por más de cien sacerdotes de la diócesis en julio de 2014. “Para contrarrestar e ir silenciando las voces críticas del presbiterio diocesano, va desarrollando toda una estrategia de incorporación de sacerdotes foráneos afines a su sensibilidad y con total sumisión a su persona, aduciendo como excusa el envejecimiento de nuestro clero y la falta de vocaciones sacerdotales”, critican.
De prolongarse esta situación, “seguirán creciendo, necesariamente, en la diócesis la desmoralización y el aislamiento de la mayoría de las comunidades cristianas”.
Eutsi Berrituz no quiere arrogarse la verdad absoluta sobre lo que está sucediendo en la diócesis. “Nos hemos esforzado en que nuestra mirada sea lo más objetiva posible y lo más cercana a la realidad. ¿Qué podemos hacer una vez expuesta la situación tan preocupante y descorazonadora que vive nuestra diócesis? Creemos sinceramente que la solución, no está en nuestras manos”.
Para Eutsi Berrituz solo queda esperar que la reforma eclesial iniciada y promovida por el papa Francisco llegue a la diócesis, de modo que se pueda recuperar el clima necesario de sintonía y comunión, “para poder llevar a cabo la misión evangelizadora hoy y aquí”.
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