Nacho Ramos, de El Campello, rescata la historia de Margot Moles, revolucionaria en el deporte, repudiada por la Historia.
Juanjo Payá | Información, 2017-02-14
http://www.diarioinformacion.com/cultura/2017/02/12/olimpica-olvidada/1859649.html
Margot Moles fue la primera española en participar en unos Juegos Olímpicos (en 1936, en Garmisch-Partenkirchen). Valedora de varios registros récord en atletismo, esquí, natación y hockey, pionera en la indumentaria deportiva femenina, Moles pasó al ostracismo cuando la dictadura franquista borró su nombre y fusiló a su marido. Hoy un libro analiza y reivindica su admirable figura.
La que fuera probablemente la deportista española más completa del siglo XX, Margot Moles, es hoy una total desconocida.
Primera mujer española en practicar atletismo de forma profesional; primera mujer española en participar en unos Juegos Olímpicos (los del invierno de 1936 en la localidad alemana de Garmisch-Partenkirchen); valedora de varios registros récord (también en esquí, natación y hockey), y pionera absoluta en la indumentaria femenina (no tuvo pudor en ponerse la ropa más cómoda sin importarle las críticas y la mojigatería de su tiempo), Margot Moles fue una deportista adelantada a su tiempo que, por su condición de republicana, pasó de la fama de los años treinta a la represión y al ostracismo cuando la dictadura franquista borró su nombre de cualquier signo histórico.
Revolucionaria en el deporte, repudiada por la Historia, Margot Moles también sufrió el fusilamiento de su marido, Manuel Pina (gran esquiador, y campeón de España en 1928), después de un periplo de sufrimiento que transcurrió en el campo de los Almendros, Albatera, la cárcel de Orihuela y la condena a muerte en Madrid por un tribunal militar.
«Por su compromiso con el régimen democrático republicano durante la guerra, Margot quedó inhabilitada para el deporte, que pasó a manos de la sección Femenina de Falange, y su nombre y su historial se borró de los anales deportivos. Muchas de sus compañeras de generación también corrieron la misma suerte y las que no pudieron huir al extranjero también pasaron al ostracismo. Tras el fusilamiento de su marido en 1942, Margot tuvo una vida muy discreta y se ganó la vida bordando ropa», señala Nacho Ramos, afincado en El Campello, periodista e investigador que ha dedicado los últimos dos años a este trabajo que rescata, analiza y reivindica la figura de la deportista en el libro que próximamente verá la luz: ‘Margot Moles, la gran atleta republicana’.
«El problema es que la única hija de Margot Moles, Lucinda, se casó con un americano y vivió en los Estados Unidos, donde nacieron sus hijos, y el resto de su familia marchó al exilio tras la guerra, por lo que me costó mucho contactar con algún familiar. Lucinda falleció en el año 2000, pero conseguí localizar a su hija Margot (nieta de Margot Moles) y tuve la inmensa suerte de que al poco tiempo viniera a España con su marido y sus hijos para pasar un año sabático y me abrieron las puertas de la que fue casa de su abuela en la calle María de Molina. Allí pude revisar el archivo personal de Margot Moles, con cartas, documentos y fotografías de su época como deportista. Para mí, fue un momento verdaderamente emocionante», apunta Ramos, quien resalta el carácter innovador de Margot cuando, por entonces, el deporte femenino era casi testimonial, reduciéndose principalmente al tenis o al golf. De ahí que, tanto Margot como su hermana, contribuyeran a que las jóvenes de su generación perdieran el miedo a vestirse de corto y competir en deportes considerados masculinos.
«El deporte femenino tuvo un considerable auge en los tiempos de la II República, pero todavía existía muchos prejuicios machistas y se consideraba que deportes exigentes como el atletismo, el ciclismo o el hockey eran impropios para la mujer, pues se decía que las masculinizaba», agrega Ramos.
Fundadora de varios clubs deportivos, trabajadora incansable, Margot Moles tuvo un papel fundamental en la liberación de la mujer en este ámbito.
La que fuera probablemente la deportista española más completa del siglo XX, Margot Moles, es hoy una total desconocida.
Primera mujer española en practicar atletismo de forma profesional; primera mujer española en participar en unos Juegos Olímpicos (los del invierno de 1936 en la localidad alemana de Garmisch-Partenkirchen); valedora de varios registros récord (también en esquí, natación y hockey), y pionera absoluta en la indumentaria femenina (no tuvo pudor en ponerse la ropa más cómoda sin importarle las críticas y la mojigatería de su tiempo), Margot Moles fue una deportista adelantada a su tiempo que, por su condición de republicana, pasó de la fama de los años treinta a la represión y al ostracismo cuando la dictadura franquista borró su nombre de cualquier signo histórico.
Revolucionaria en el deporte, repudiada por la Historia, Margot Moles también sufrió el fusilamiento de su marido, Manuel Pina (gran esquiador, y campeón de España en 1928), después de un periplo de sufrimiento que transcurrió en el campo de los Almendros, Albatera, la cárcel de Orihuela y la condena a muerte en Madrid por un tribunal militar.
«Por su compromiso con el régimen democrático republicano durante la guerra, Margot quedó inhabilitada para el deporte, que pasó a manos de la sección Femenina de Falange, y su nombre y su historial se borró de los anales deportivos. Muchas de sus compañeras de generación también corrieron la misma suerte y las que no pudieron huir al extranjero también pasaron al ostracismo. Tras el fusilamiento de su marido en 1942, Margot tuvo una vida muy discreta y se ganó la vida bordando ropa», señala Nacho Ramos, afincado en El Campello, periodista e investigador que ha dedicado los últimos dos años a este trabajo que rescata, analiza y reivindica la figura de la deportista en el libro que próximamente verá la luz: ‘Margot Moles, la gran atleta republicana’.
«El problema es que la única hija de Margot Moles, Lucinda, se casó con un americano y vivió en los Estados Unidos, donde nacieron sus hijos, y el resto de su familia marchó al exilio tras la guerra, por lo que me costó mucho contactar con algún familiar. Lucinda falleció en el año 2000, pero conseguí localizar a su hija Margot (nieta de Margot Moles) y tuve la inmensa suerte de que al poco tiempo viniera a España con su marido y sus hijos para pasar un año sabático y me abrieron las puertas de la que fue casa de su abuela en la calle María de Molina. Allí pude revisar el archivo personal de Margot Moles, con cartas, documentos y fotografías de su época como deportista. Para mí, fue un momento verdaderamente emocionante», apunta Ramos, quien resalta el carácter innovador de Margot cuando, por entonces, el deporte femenino era casi testimonial, reduciéndose principalmente al tenis o al golf. De ahí que, tanto Margot como su hermana, contribuyeran a que las jóvenes de su generación perdieran el miedo a vestirse de corto y competir en deportes considerados masculinos.
«El deporte femenino tuvo un considerable auge en los tiempos de la II República, pero todavía existía muchos prejuicios machistas y se consideraba que deportes exigentes como el atletismo, el ciclismo o el hockey eran impropios para la mujer, pues se decía que las masculinizaba», agrega Ramos.
Fundadora de varios clubs deportivos, trabajadora incansable, Margot Moles tuvo un papel fundamental en la liberación de la mujer en este ámbito.
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