Imagen: Google Imágenes / Maria Dolors Farrés |
Dolors Farrés publica ‘El càstig’, protagonizada por un médico gay.
Toni Coromina | La Vanguardia, 2017-05-10
Maria Dolors Farrés (Vic, 1962) acaba de publicar ‘El càstig’ (Punto Rojo Libros), la continuación retrospectiva de la novela ‘El monestir de l’amor secret’ (Proa), el libro con que fue finalista del premio Sant Jordi de 2007. Si en la precuela se mostraba la relación homosexual del monje Galceran de Monsingle con otro monje durante el siglo XIV, en la nueva entrega se explican los pormenores y los antecedentes (la infancia, la adolescencia y la entrada a la adultez) que lo llevaron al camino de la penitencia por una conducta sexual considerada “inapropiada”, aún más penalizada en la edad media que en la actualidad.
En la nueva novela, los primeros años de vida de Galceran transcurren en Sant Julià de Vilatorta (el portal de las Guilleries), en la Escuela Catedralicia de Vic, en la corte del rey Pere el Cerimoniós, en una escuela de medicina de Montpellier y en el monasterio de Sant Llorenç del Munt. Para escribir la obra, Farrés ha tardado cuatro años (y uno más en publicarla), y se ha documentado en el Museu y en la Biblioteca Episcopal de Vic, en el Arxiu de la Corona d’Aragó y en un antiguo Studium de Montpellier.
La trama transcurre en un contexto histórico marcado por los rebrotes de la peste negra, el miedo de la plebe a los señores feudales y a la Iglesia –representantes de Dios en la tierra–, y por el sentimiento de culpa colectivo: “la conciencia del pecado es omnipresente, y todavía más en la mente del protagonista, un hijo de señores feudales que amén de tener una inteligencia superior que lo lleva a convertirse en médico cirujano, pronto descubre que es homosexual. La doble condición de superdotado inadaptado y de gay son dos fantasmas que lo transformarán en un eterno penitente y le llevarán a redimirse dentro de las paredes de un monasterio –sin tener vocación– como única salida a la amenaza de la prisión, la pena de muerte y la condena al fuego del infierno”.
La novela contiene pasajes muy dramáticos, como el exorcismo que le practican a los siete años a Galceran por culpa de su extraordinaria inteligencia (que los maestros atribuyen a Satanás), o el caso de pederastia de un compañero de la escuela, “redactado cuando todavía no habían saltado los episodios alarmantes reconocidos por la Iglesia, o el ‘caso Maristas’”, apunta Farrés.
La escritora vicense, que escribe desde los catorce años, creció entre montones de papeles y libros de geología y paleontológica de su padre, un hombre que en 1970 compró el monasterio en ruinas de Sant Llorenç –una antigua comunidad de frailes agustinos– y lo empezó a reconstruir con la ayuda de varios colaboradores que pronto descubrieron piezas arqueológicas significativas: cerámica, utensilios de farmacia o sarcófagos con huesos y calaveras. En este marco, Maria Dolors supo que cuando fuera mayor “de allí saldría alguna cosa, porque me dejé seducir por el espíritu de aquellas épocas”, explica.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Farrés ejerció de periodista durante 17 años en semanarios de Osona –realizó cerca de 4.000 entrevistas– y condujo diferentes magazines de radio, una de sus grandes pasiones. A los 25 años se adentró en la ficción literaria de manera continuada, y en 1995 publicó la novela ‘Ciutat ambre’ (Columna). En el 2003, una enfermedad la alejó de la actividad periodística y desde entonces se dedica exclusivamente a la literatura.
En la nueva novela, los primeros años de vida de Galceran transcurren en Sant Julià de Vilatorta (el portal de las Guilleries), en la Escuela Catedralicia de Vic, en la corte del rey Pere el Cerimoniós, en una escuela de medicina de Montpellier y en el monasterio de Sant Llorenç del Munt. Para escribir la obra, Farrés ha tardado cuatro años (y uno más en publicarla), y se ha documentado en el Museu y en la Biblioteca Episcopal de Vic, en el Arxiu de la Corona d’Aragó y en un antiguo Studium de Montpellier.
La trama transcurre en un contexto histórico marcado por los rebrotes de la peste negra, el miedo de la plebe a los señores feudales y a la Iglesia –representantes de Dios en la tierra–, y por el sentimiento de culpa colectivo: “la conciencia del pecado es omnipresente, y todavía más en la mente del protagonista, un hijo de señores feudales que amén de tener una inteligencia superior que lo lleva a convertirse en médico cirujano, pronto descubre que es homosexual. La doble condición de superdotado inadaptado y de gay son dos fantasmas que lo transformarán en un eterno penitente y le llevarán a redimirse dentro de las paredes de un monasterio –sin tener vocación– como única salida a la amenaza de la prisión, la pena de muerte y la condena al fuego del infierno”.
La novela contiene pasajes muy dramáticos, como el exorcismo que le practican a los siete años a Galceran por culpa de su extraordinaria inteligencia (que los maestros atribuyen a Satanás), o el caso de pederastia de un compañero de la escuela, “redactado cuando todavía no habían saltado los episodios alarmantes reconocidos por la Iglesia, o el ‘caso Maristas’”, apunta Farrés.
La escritora vicense, que escribe desde los catorce años, creció entre montones de papeles y libros de geología y paleontológica de su padre, un hombre que en 1970 compró el monasterio en ruinas de Sant Llorenç –una antigua comunidad de frailes agustinos– y lo empezó a reconstruir con la ayuda de varios colaboradores que pronto descubrieron piezas arqueológicas significativas: cerámica, utensilios de farmacia o sarcófagos con huesos y calaveras. En este marco, Maria Dolors supo que cuando fuera mayor “de allí saldría alguna cosa, porque me dejé seducir por el espíritu de aquellas épocas”, explica.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Farrés ejerció de periodista durante 17 años en semanarios de Osona –realizó cerca de 4.000 entrevistas– y condujo diferentes magazines de radio, una de sus grandes pasiones. A los 25 años se adentró en la ficción literaria de manera continuada, y en 1995 publicó la novela ‘Ciutat ambre’ (Columna). En el 2003, una enfermedad la alejó de la actividad periodística y desde entonces se dedica exclusivamente a la literatura.
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