Imagen: El País / Jair Bolsonaro |
Bolsonaro, el candidato a la presidencia de Brasil, defendió en una entrevista de 2014 su faceta más reaccionaria: de la pena de muerte a la homofobia.
María Martín | El País, 2018-10-09
https://elpais.com/internacional/2014/02/14/actualidad/1392402426_093148.html
El candidato ultraderechista a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, que se enfrentará Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), en la segunda vuelta, concedía, en febrero de 2014, una entrevista tras otra. Se había autoproclamado candidato a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos y Minorías del Congreso, y entraba así en el ojo del huracán de la convulsa política brasileña.
Los partidos de izquierda veían con estupor la posibilidad de un mandato que no llegó a conquistar, pero, entonces, Bolsonaro ya se crecía ante la adversidad. En cada entrevista elevaba el tono de sus afirmaciones homófobas, elitistas, racistas e incitadoras de la violencia. En esta entrevista de 2014 a El País, contaba por qué pretendía ser el representante de los derechos humanos en Brasil. Consideraba a los gais producto del consumo de drogas y defendía el control de la natalidad de los más pobres, "futuros electores del PT [Partido de los Trabajadores]", así como la silla eléctrica para los criminales. Las únicas minorías que pretendía defender eran las que él considera "decentes": los discapacitados, autistas y deficientes. Este es un resumen de la conversación con el candidato en aquella fecha que puedes leer en portugués en este enlace.
P. ¿Por qué el Partido de los Trabajadores no le quiere como presidente?
R. No quieren porque, según ellos, no represento los derechos humanos en Brasil.
P. ¿Y usted está de acuerdo?
R. Estoy de acuerdo. Estoy totalmente en contra de la manera en la que ellos ven la política de derechos humanos.
P. ¿Qué está mal en la manera en la que el Gobierno orienta la política de derechos humanos?
R. ¿Cuál es la edad penal en España? No sé cómo es la violencia por ahí por parte de críos de menos de 18 años, pero aquí en Brasil prácticamente no hay pena. Hay montones de jóvenes de 17 años que son criminales por deporte. Al reducirse la edad penal, va a sobrar cárcel para ellos.
P. Pero los datos de la Fundación Casa de São Paulo [donde se interna a los jóvenes que cometen delitos] certifican que solo el 1,5% de los internos son responsables de algún crimen más grave, como el homicidio. ¿No es un porcentaje pequeño?
R. No estoy de acuerdo con usted. Porque el robo es violencia, la violación es una violencia que yo equiparo casi con el homicidio. No existe eso de reducir la edad penal solo para el homicidio. Yo prefiero la prisión llena de criminales a un cementerio lleno de inocentes.
P. Pero en las cárceles de Brasil, como la de Pedrinhas [en el Estado de Segirpe, en el nordeste del país] hay muchos internos que aún no han sido juzgados...
R. Pedrinhas es el mejor presidio de Brasil. Si quiere colgar el teléfono, puede hacerlo. Cuando uno comete un crimen tiene que pagar por él. No es para ir a un spa, para hacer un retiro con cinco comidas al día, médico, dentista, con biblioteca... No. Tiene que ir a prisión para pagar por su crimen.
P. ¿Si usted presidiese la Comisión, cuáles serían sus prioridades?
R. Yo pretendo hacerme eco, hablarle al pueblo brasileño de lo más importante: la reducción de la edad penal y de una política de planificación familiar, de reducir el número de hijos de los más pobres. Porque los más pobres tienen ayudas que los estimulan a tener más hijos. Así que gente sin cultura acaba teniendo más hijos para ganar 70 reales (unos 16 euros) al mes. Todos esos van a ser electores del futuro del PT. Una tercera propuesta sería una lucha para revocar el estatuto del desarmamento. Porque el Gobierno quitó las armas a la gente de bien, pero los criminales están cada vez más armados. Y el ciudadano no tiene cómo defenderse.
P. ¿Ve realmente una conexión de sus propuestas con cuestiones de derechos humanos?
R. Las tres están relacionadas. Cuando uno pone a un menor en la cárcel, consigue que las personas de bien no sufran violencia. Cuando uno habla de planificación familiar, dejarán de nacer muchos niños que no tendrían la mínima dignidad ni condiciones económicas. Con el rearme de la población, mucha gente va a dormir tranquila en casa porque va a tener un arma para defenderse. Y también defiendo la pena de muerte. Si lleváramos al tipo a la silla eléctrica nunca más va a matar, ni va a asaltar.
P. Pero usted también sabe que la pena de muerte no garantiza una disminución del índice de criminalidad.
R. Nunca he visto a un muerto volver a cometer un crimen. Si con la pena de muerte la criminalidad aumenta un 10%, sin pena de muerte aumenta un 50%.
P. Usted no está de acuerdo con que el homosexual tenga más derechos que el heterosexual. ¿Pero sí comparte que los homosexuales sufren, además de la violencia endémica del país, prejuicios y agresiones por su condición?
R. Los homosexuales quieren hacerse pasar por víctimas, quieren superpoderes. Cuando cualquier homosexual muere en Brasil, la prensa dice de inmediato que es homofobia. Hay muchos que son asesinados por sus propios compañeros o en locales de prostitución, o por sobredosis. Al morir, los activistas dicen que es homofobia. En Brasil, diez mujeres al día son asesinadas por sus compañeros. Eso es mucho más grave. Los crímenes de homofobia tienen que ser tratados como cualquier otra muerte. ¿Cuántos heterosexuales mueren al día? Mueren muchos más que homosexuales.
P. ¿Pero si el pueblo fuese educado para respetar la diversidad no tendríamos menos muertes?
R. No estoy de acuerdo. Quien piensa de esa manera, en el sentido de respetar, es quien quiere llevar esa materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Hasta el punto de promover la pederastia en Brasil.
P. ¿Pero cree que una persona se transforma en homosexual?
R. La inmensa mayoría lo es por comportamiento. Por amistad, por consumo de drogas. Solo una minoría nace con defecto de fábrica. Aquí en Brasil se tiene la idea de que quien es homosexual va a tener éxito en la vida. Las telenovelas siempre muestran a gais exitosos, que trabajan poco y ganan mucho, tienen cochazos...
P. En cambio, las noticias muestran cómo los gais pueden ser víctimas de su condición...
R. Pero usted... ¿es gay, por casualidad?
P. No.
R. Ah, todo bien. Ya hay pena para eso. Si hubiera un motivo fútil la pena es elevada, tiene agravante. ¿Pero ustedes qué quieren? ¿Llevar el proyecto que criminaliza la homofobia al Código Penal? ¿Solo porque a alguien le gusta poner el culo pasa a ser un semidiós y no puede recibir palos...?
Los partidos de izquierda veían con estupor la posibilidad de un mandato que no llegó a conquistar, pero, entonces, Bolsonaro ya se crecía ante la adversidad. En cada entrevista elevaba el tono de sus afirmaciones homófobas, elitistas, racistas e incitadoras de la violencia. En esta entrevista de 2014 a El País, contaba por qué pretendía ser el representante de los derechos humanos en Brasil. Consideraba a los gais producto del consumo de drogas y defendía el control de la natalidad de los más pobres, "futuros electores del PT [Partido de los Trabajadores]", así como la silla eléctrica para los criminales. Las únicas minorías que pretendía defender eran las que él considera "decentes": los discapacitados, autistas y deficientes. Este es un resumen de la conversación con el candidato en aquella fecha que puedes leer en portugués en este enlace.
P. ¿Por qué el Partido de los Trabajadores no le quiere como presidente?
R. No quieren porque, según ellos, no represento los derechos humanos en Brasil.
P. ¿Y usted está de acuerdo?
R. Estoy de acuerdo. Estoy totalmente en contra de la manera en la que ellos ven la política de derechos humanos.
P. ¿Qué está mal en la manera en la que el Gobierno orienta la política de derechos humanos?
R. ¿Cuál es la edad penal en España? No sé cómo es la violencia por ahí por parte de críos de menos de 18 años, pero aquí en Brasil prácticamente no hay pena. Hay montones de jóvenes de 17 años que son criminales por deporte. Al reducirse la edad penal, va a sobrar cárcel para ellos.
P. Pero los datos de la Fundación Casa de São Paulo [donde se interna a los jóvenes que cometen delitos] certifican que solo el 1,5% de los internos son responsables de algún crimen más grave, como el homicidio. ¿No es un porcentaje pequeño?
R. No estoy de acuerdo con usted. Porque el robo es violencia, la violación es una violencia que yo equiparo casi con el homicidio. No existe eso de reducir la edad penal solo para el homicidio. Yo prefiero la prisión llena de criminales a un cementerio lleno de inocentes.
P. Pero en las cárceles de Brasil, como la de Pedrinhas [en el Estado de Segirpe, en el nordeste del país] hay muchos internos que aún no han sido juzgados...
R. Pedrinhas es el mejor presidio de Brasil. Si quiere colgar el teléfono, puede hacerlo. Cuando uno comete un crimen tiene que pagar por él. No es para ir a un spa, para hacer un retiro con cinco comidas al día, médico, dentista, con biblioteca... No. Tiene que ir a prisión para pagar por su crimen.
P. ¿Si usted presidiese la Comisión, cuáles serían sus prioridades?
R. Yo pretendo hacerme eco, hablarle al pueblo brasileño de lo más importante: la reducción de la edad penal y de una política de planificación familiar, de reducir el número de hijos de los más pobres. Porque los más pobres tienen ayudas que los estimulan a tener más hijos. Así que gente sin cultura acaba teniendo más hijos para ganar 70 reales (unos 16 euros) al mes. Todos esos van a ser electores del futuro del PT. Una tercera propuesta sería una lucha para revocar el estatuto del desarmamento. Porque el Gobierno quitó las armas a la gente de bien, pero los criminales están cada vez más armados. Y el ciudadano no tiene cómo defenderse.
P. ¿Ve realmente una conexión de sus propuestas con cuestiones de derechos humanos?
R. Las tres están relacionadas. Cuando uno pone a un menor en la cárcel, consigue que las personas de bien no sufran violencia. Cuando uno habla de planificación familiar, dejarán de nacer muchos niños que no tendrían la mínima dignidad ni condiciones económicas. Con el rearme de la población, mucha gente va a dormir tranquila en casa porque va a tener un arma para defenderse. Y también defiendo la pena de muerte. Si lleváramos al tipo a la silla eléctrica nunca más va a matar, ni va a asaltar.
P. Pero usted también sabe que la pena de muerte no garantiza una disminución del índice de criminalidad.
R. Nunca he visto a un muerto volver a cometer un crimen. Si con la pena de muerte la criminalidad aumenta un 10%, sin pena de muerte aumenta un 50%.
P. Usted no está de acuerdo con que el homosexual tenga más derechos que el heterosexual. ¿Pero sí comparte que los homosexuales sufren, además de la violencia endémica del país, prejuicios y agresiones por su condición?
R. Los homosexuales quieren hacerse pasar por víctimas, quieren superpoderes. Cuando cualquier homosexual muere en Brasil, la prensa dice de inmediato que es homofobia. Hay muchos que son asesinados por sus propios compañeros o en locales de prostitución, o por sobredosis. Al morir, los activistas dicen que es homofobia. En Brasil, diez mujeres al día son asesinadas por sus compañeros. Eso es mucho más grave. Los crímenes de homofobia tienen que ser tratados como cualquier otra muerte. ¿Cuántos heterosexuales mueren al día? Mueren muchos más que homosexuales.
P. ¿Pero si el pueblo fuese educado para respetar la diversidad no tendríamos menos muertes?
R. No estoy de acuerdo. Quien piensa de esa manera, en el sentido de respetar, es quien quiere llevar esa materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Hasta el punto de promover la pederastia en Brasil.
P. ¿Pero cree que una persona se transforma en homosexual?
R. La inmensa mayoría lo es por comportamiento. Por amistad, por consumo de drogas. Solo una minoría nace con defecto de fábrica. Aquí en Brasil se tiene la idea de que quien es homosexual va a tener éxito en la vida. Las telenovelas siempre muestran a gais exitosos, que trabajan poco y ganan mucho, tienen cochazos...
P. En cambio, las noticias muestran cómo los gais pueden ser víctimas de su condición...
R. Pero usted... ¿es gay, por casualidad?
P. No.
R. Ah, todo bien. Ya hay pena para eso. Si hubiera un motivo fútil la pena es elevada, tiene agravante. ¿Pero ustedes qué quieren? ¿Llevar el proyecto que criminaliza la homofobia al Código Penal? ¿Solo porque a alguien le gusta poner el culo pasa a ser un semidiós y no puede recibir palos...?
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