Imagen: Google Imágenes |
Begoña Beristain | Veterana B, Deia, 2015-04-08
http://blogs.deia.com/veterana-b/2015/04/08/no-a-la-homofobia/
El pan nuestro de cada día. Eso es el acoso hacia aquellas personas que tienen una sexualidad supuestamente alejada de la mayoría. Homofobia en estado puro. Y no, no estamos hablando de cosas que suceden lejos, en países poco tolerantes o directamente agresores con las personas homosexuales.
Lo que ayer denunciaban varias decenas de personas en la plaza Telletxe no ha sucedido en Rusia, ni en la India, ni en ningún Estado conservador de USA. Ha ocurrido en Getxo, en Bizkaia, en Euskadi. Un hombre fue golpeado mientras tomaba una consumición en una terraza de un bar. El agresor se acercó a él, le insultó por su condición homosexual y se inició una pelea en la que el agredido fue golpeado con una silla. Ya llevaba días siendo acosado por el mismo individuo y señalado como “maricón”. Besarse con su novio fue el “delito” que llevó al violento a pasar de las palabras a los hechos.
La concentración de denuncia la convocó la Junta de Portavoces del Ayuntamiento. Condenaban toda agresión o maltrato derivado de actitudes homófobas y denunciaban el atentado contra los derechos humanos que supone la heteronormatividad tan extendida en la sociedad.
La homofobia hay que combatirla en todos sus frentes, pero es especialmente importante su prevención y denuncia entre jóvenes y adolescentes. El acoso escolar por homofobia se extiende por todos los centros educativos, se inicia en torno a los 12-13 años, es provocado en su mayor parte por compañeros varones y suele ser el acoso verbal y el aislamiento sus formas más evidentes. En la mayoría de los casos, estos jóvenes no lo cuentan a sus familias por miedo a su reacción o por homofobia interiorizada. Es muy elocuente la frase de un joven que sufrió acoso homofóbico durante muchos años. Decía: “Lo peor de todo es asumir que la normalidad era ese tipo de vida y ser consciente, cuando eres mayor, de que te han robado la adolescencia y los sueños de cuando eres joven”.
Esta situación provoca sentimientos de vulnerabilidad, aislamiento, autocastigo y culpabilidad. En un periodo prolongado de tiempo, las víctimas vislumbran que no hay solución para la situación que sufren y comienzan a pensar , en un importante porcentaje, en el intento de suicidio.
Frente a todo esto, no queda otra que educar, educar y educar en respeto e igualdad. Cuando en España se aprobó el matrimonio igualitario se pensó que el camino ya no tenía más recorrido. Error. Eso fue un paso más dentro de este itinerario largo en el que tenemos que seguir trabajando para que la sexualidad del otro, o de la otra, sea única y exclusivamente asunto suyo. ¿A quién le importa?. Nunca mejor dicho.
Al hilo de esto os cuento una iniciativa brillante que han puesto en marcha desde Arcópoli, una asociación que pertenece a la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales. Han recorrido varias librerías y se han encontrado con varios manuales con títulos como “Comprender y sanar la homosexualidad”, “Un más allá para la homosexualidad” o “¿Puede tener esperanza el homosexual?. En muchos casos se definen como libros de autoayuda que ofrecen argumentos pseudocientíficos. Imaginemos a un padre o una madre que acudan a estos libros en busca de información en un momento de salida del armario de su hijo/a. Al leerlos se encontrarán con datos que no son veraces ni están avalados por personas cualificadas. Lo único que pueden conseguir es que se genere más sufrimiento e incluso fomentar los pensamientos homófobos.
Lo que Arcópoli propone es que estos libros estén identificados con un cartel en el que se lea:
“ATENCIÓN. El contenido de estos libros contraviene los principios básicos de la medicina y la psicología internacionales, fomenta la homofobia, la bifobia y la transfobia y se ha demostrado que puede inducir al suicidio”.
Y mientras escribo esto, en la tele pasan una serie en la que uno de los protagonistas dice: “ Y eso de ir a coger setas, ¿no es un poco de maricas?”.
No a la homofobia.
Lo que ayer denunciaban varias decenas de personas en la plaza Telletxe no ha sucedido en Rusia, ni en la India, ni en ningún Estado conservador de USA. Ha ocurrido en Getxo, en Bizkaia, en Euskadi. Un hombre fue golpeado mientras tomaba una consumición en una terraza de un bar. El agresor se acercó a él, le insultó por su condición homosexual y se inició una pelea en la que el agredido fue golpeado con una silla. Ya llevaba días siendo acosado por el mismo individuo y señalado como “maricón”. Besarse con su novio fue el “delito” que llevó al violento a pasar de las palabras a los hechos.
La concentración de denuncia la convocó la Junta de Portavoces del Ayuntamiento. Condenaban toda agresión o maltrato derivado de actitudes homófobas y denunciaban el atentado contra los derechos humanos que supone la heteronormatividad tan extendida en la sociedad.
La homofobia hay que combatirla en todos sus frentes, pero es especialmente importante su prevención y denuncia entre jóvenes y adolescentes. El acoso escolar por homofobia se extiende por todos los centros educativos, se inicia en torno a los 12-13 años, es provocado en su mayor parte por compañeros varones y suele ser el acoso verbal y el aislamiento sus formas más evidentes. En la mayoría de los casos, estos jóvenes no lo cuentan a sus familias por miedo a su reacción o por homofobia interiorizada. Es muy elocuente la frase de un joven que sufrió acoso homofóbico durante muchos años. Decía: “Lo peor de todo es asumir que la normalidad era ese tipo de vida y ser consciente, cuando eres mayor, de que te han robado la adolescencia y los sueños de cuando eres joven”.
Esta situación provoca sentimientos de vulnerabilidad, aislamiento, autocastigo y culpabilidad. En un periodo prolongado de tiempo, las víctimas vislumbran que no hay solución para la situación que sufren y comienzan a pensar , en un importante porcentaje, en el intento de suicidio.
Frente a todo esto, no queda otra que educar, educar y educar en respeto e igualdad. Cuando en España se aprobó el matrimonio igualitario se pensó que el camino ya no tenía más recorrido. Error. Eso fue un paso más dentro de este itinerario largo en el que tenemos que seguir trabajando para que la sexualidad del otro, o de la otra, sea única y exclusivamente asunto suyo. ¿A quién le importa?. Nunca mejor dicho.
Al hilo de esto os cuento una iniciativa brillante que han puesto en marcha desde Arcópoli, una asociación que pertenece a la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales. Han recorrido varias librerías y se han encontrado con varios manuales con títulos como “Comprender y sanar la homosexualidad”, “Un más allá para la homosexualidad” o “¿Puede tener esperanza el homosexual?. En muchos casos se definen como libros de autoayuda que ofrecen argumentos pseudocientíficos. Imaginemos a un padre o una madre que acudan a estos libros en busca de información en un momento de salida del armario de su hijo/a. Al leerlos se encontrarán con datos que no son veraces ni están avalados por personas cualificadas. Lo único que pueden conseguir es que se genere más sufrimiento e incluso fomentar los pensamientos homófobos.
Lo que Arcópoli propone es que estos libros estén identificados con un cartel en el que se lea:
“ATENCIÓN. El contenido de estos libros contraviene los principios básicos de la medicina y la psicología internacionales, fomenta la homofobia, la bifobia y la transfobia y se ha demostrado que puede inducir al suicidio”.
Y mientras escribo esto, en la tele pasan una serie en la que uno de los protagonistas dice: “ Y eso de ir a coger setas, ¿no es un poco de maricas?”.
No a la homofobia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.