Valeria Vegas: “Rocío Jurado es un icono gay porque no era políticamente correcta”.
La periodista, y biógrafa de La Veneno, publica “Libérate” (Dos bigotes), una documentada enciclopedia sobre la historia de la farándula “queer” en España.
Matías G. Rebolledo | La Razón, 2021-02-10
https://www.larazon.es/cultura/20210210/g6ncisaqyrhu5iy3k6tmsgulae.html
“¿Qué le debes tú a los ‘mariquitas’?”, le preguntaba en 1986 Mercedes Milà a Rocío Jurado en una entrevista en Televisión Española que, a pesar de lo que muchos puedan llegar a pensar, no ha envejecido del todo mal: “Son una raza que ha creado Dios y respeto como a todas las demás. Les debo un mundo de ilusión, que es el que ellos crean para el artista”, respondía la folclórica. Testimonios accidentales como el de la intérprete de “Como una ola”, otros más obvios como los de Alaska o Pedro Almodóvar e incluso algunos olvidados, como los de Eloy de la Iglesia o Paco España, dan forma a “Libérate”, el nuevo libro de Valeria Vegas (Valencia, 1985) que publica Dos Bigotes.
El exhaustivo trabajo de la periodista, que ha alcanzado reciente relevancia por la adaptación que han hecho Javier Calvo y Javier Ambrossi de la biografía que escribió junto a Cristina Ortiz “La Veneno”, compila un siglo largo de historias de esa farándula que acotamos en las siglas LGB y T, pero también en la Q: “A la Q de “queer” le falta todavía instalarse en España, porque hay mucha falta de información. Yo no soy nada chovinista y eso hay que reconocerlo. España no ha aprendido a diferenciar condición sexual de identidad sexual, porque seguimos teniendo personas que se piensan que un transexual es un homosexual elevado al cubo”, explica la autora en entrevista con La Razón, antes de añadir: “Si mi libro viene a llenar un hueco, es el de la España no reivindicada. Hay que reivindicar la España cutre, o la que creíamos cutre. La cultura LGTB, que es cultura más allá de que uno le quiera poner un condicionante sexual, se está conformando todo el rato. Una película como “Priscila, reina del desierto” fue “mainstream” y la veía el gran público comercial y heterosexual. ¿Por qué respetamos lo de fuera y no lo nuestro?”.
Esa misma pulsión de la que habla Vegas, bien podría aplicarse a la propia serie sobre “La Veneno”, que tan bien está funcionando allende el Atlántico: “Necesitamos que venga alguien de fuera a decirnos lo bonito que es lo nuestro. Cuando viene un americano y nos dice “qué buen clima, qué bien se come” solo ahí lo respetamos muchísimo. Vamos muy lentos en ese aspecto de aceptación de lo propio”, explica. Y sigue: “Me escribe gente que yo no esperaba que fuera el público objetivo del libro. Yo pensaba que esto calaría en gente más mayor, que hubiera visto a Paco España, por ejemplo, o que hubiera apoyado a artistas como La Prohibida desde el principio, pero no. La mayoría es gente joven que sienten curiosidad por una historia que nunca les han enseñado”.
Filias folclóricas
Ordenadas de la A a la Z, las figuras de que han dado forma a esa otra España de la que habla Vegas desfilan con cronología dispar: mientras Antonio Amaya, célebre bailarín y homosexual podía “permitirse” afirmar con alegría que tenía novio por estar bien considerado durante el régimen franquista y ser adepto del movimiento, Eloy de la Iglesia tuvo que sortear en el cine la censura que todavía quedaba instalada en el consciente colectivo y hacer menos explícitas su escenas de sexo, algo que inmediatamente recogió Almodóvar en celebrada alegoría gay. La importancia de este último detalle es clave, según Vegas: “Ocurre algo extraño, porque ni siquiera es generacional, ya que ambos directores rondan las mismas edades. Cuando Almodóvar empieza a despuntar, Eloy empieza a decaer. Como lo tenemos más reciente, el cine de Almodóvar nos parece más transgresor. Hacer cine comprometido en los setenta era más complicado que en los ochenta, pero el tiempo ha hecho que consideremos más atrevido por más moderno lo de Almodóvar, aunque Eloy se posicionara de una manera más directa a nivel político, por ejemplo”.
Ese posicionamiento, que según la escritora no ha de ser explícito o “estrictamente consciente” para tener cabida en su libro, lleva a preguntarse inequívocamente por la lucha política y la conquista de derechos legislativos: “Mi libro está totalmente fuera de la política. Por eso decidí que no entraran figuras como Pedro Zerolo, con todo lo que lo merecería. Quien está muy reivindicado es Pedro Zerolo, quien no lo está tanto es Paco España, que era el transformista más puntero de los setenta. Lo importante es que los personajes hubieran transmitido más en su arte o en el escenario que en lo puramente político. No siento que mi libro esté nada politizado. Si fuera así, no hubiera puesto a Fabio McNamara, que es un icono más allá de su presente”, explica, antes de matizar sobre esas figuras que, a ojos de la opinión pública hegemónica, quizá no han envejecido con el mismo nivel de transgresión que antaño y que ahora incluso se han pasado a lo reaccionario: “En el caso de McNamara, creo que hay cierta coherencia en su juego, que siempre ha sido el de la provocación. Más allá de compartir o no sus ideales, sigue consiguiendo provocar. Yo creo que no se han cansado de ser pioneros. Sobre Alaska, por ejemplo, creo que es una persona extremadamente educada y este país no sabe valorar a la gente educada. La transgresión no se puede defender a gritos”, remata.
Si bien el ruido pueda distorsionar el discurso de los y las pioneras que hacen acto de presencia en “Libérate”, la historia de bolsillo de Vegas no se olvida de Dolly, Yeda, La Esmeralda de Sevilla, La Margot, o Walkiria, rimbombantes nombres que ocultan detrás historias de valentía y superación frente al rechazo social. Pero, ¿qué pasa cuando estos discursos y reivindicaciones del espacio cultural vienen desde lo que está “bien visto”, lo que manda en el mercado? Ese espacio de gloria se reserva en el libro para las folclóricas: “Lola (Flores), Rocío (Jurado), Massiel... siempre se han reivindicado de una forma un poco superficial, sin saber muy bien el por qué. Casi todo el mundo tiene claro que eran figuras pro-gay y que encajaban en ese concepto internacional de la “diva de lo gay” que han encarnado figuras como Cher, RuPaul o Barbra Streisand por ejemplo. Pero no sabemos por qué lo son. Y yo he querido buscar las razones de esa adoración”, relata sobre su investigación antes de despedirse sentenciando: “Me puse a recopilar frases que ha dicho Esperanza Roy, momentos en los que Sara Montiel se ha posicionado políticamente... Quiero que cuando la gente lo lea, entienda que no hay solo un comportamiento frívolo respecto a estas personas, sino que hay una historia detrás. Que no nos gusten solo por los “memes” y que apreciemos sus contradicciones, que las tuvieron, y que sepamos que mujeres heterosexuales como Rocío Jurado se convirtieron en iconos precisamente por ser políticamente incorrectas respecto a su época”.
El exhaustivo trabajo de la periodista, que ha alcanzado reciente relevancia por la adaptación que han hecho Javier Calvo y Javier Ambrossi de la biografía que escribió junto a Cristina Ortiz “La Veneno”, compila un siglo largo de historias de esa farándula que acotamos en las siglas LGB y T, pero también en la Q: “A la Q de “queer” le falta todavía instalarse en España, porque hay mucha falta de información. Yo no soy nada chovinista y eso hay que reconocerlo. España no ha aprendido a diferenciar condición sexual de identidad sexual, porque seguimos teniendo personas que se piensan que un transexual es un homosexual elevado al cubo”, explica la autora en entrevista con La Razón, antes de añadir: “Si mi libro viene a llenar un hueco, es el de la España no reivindicada. Hay que reivindicar la España cutre, o la que creíamos cutre. La cultura LGTB, que es cultura más allá de que uno le quiera poner un condicionante sexual, se está conformando todo el rato. Una película como “Priscila, reina del desierto” fue “mainstream” y la veía el gran público comercial y heterosexual. ¿Por qué respetamos lo de fuera y no lo nuestro?”.
Esa misma pulsión de la que habla Vegas, bien podría aplicarse a la propia serie sobre “La Veneno”, que tan bien está funcionando allende el Atlántico: “Necesitamos que venga alguien de fuera a decirnos lo bonito que es lo nuestro. Cuando viene un americano y nos dice “qué buen clima, qué bien se come” solo ahí lo respetamos muchísimo. Vamos muy lentos en ese aspecto de aceptación de lo propio”, explica. Y sigue: “Me escribe gente que yo no esperaba que fuera el público objetivo del libro. Yo pensaba que esto calaría en gente más mayor, que hubiera visto a Paco España, por ejemplo, o que hubiera apoyado a artistas como La Prohibida desde el principio, pero no. La mayoría es gente joven que sienten curiosidad por una historia que nunca les han enseñado”.
Filias folclóricas
Ordenadas de la A a la Z, las figuras de que han dado forma a esa otra España de la que habla Vegas desfilan con cronología dispar: mientras Antonio Amaya, célebre bailarín y homosexual podía “permitirse” afirmar con alegría que tenía novio por estar bien considerado durante el régimen franquista y ser adepto del movimiento, Eloy de la Iglesia tuvo que sortear en el cine la censura que todavía quedaba instalada en el consciente colectivo y hacer menos explícitas su escenas de sexo, algo que inmediatamente recogió Almodóvar en celebrada alegoría gay. La importancia de este último detalle es clave, según Vegas: “Ocurre algo extraño, porque ni siquiera es generacional, ya que ambos directores rondan las mismas edades. Cuando Almodóvar empieza a despuntar, Eloy empieza a decaer. Como lo tenemos más reciente, el cine de Almodóvar nos parece más transgresor. Hacer cine comprometido en los setenta era más complicado que en los ochenta, pero el tiempo ha hecho que consideremos más atrevido por más moderno lo de Almodóvar, aunque Eloy se posicionara de una manera más directa a nivel político, por ejemplo”.
Ese posicionamiento, que según la escritora no ha de ser explícito o “estrictamente consciente” para tener cabida en su libro, lleva a preguntarse inequívocamente por la lucha política y la conquista de derechos legislativos: “Mi libro está totalmente fuera de la política. Por eso decidí que no entraran figuras como Pedro Zerolo, con todo lo que lo merecería. Quien está muy reivindicado es Pedro Zerolo, quien no lo está tanto es Paco España, que era el transformista más puntero de los setenta. Lo importante es que los personajes hubieran transmitido más en su arte o en el escenario que en lo puramente político. No siento que mi libro esté nada politizado. Si fuera así, no hubiera puesto a Fabio McNamara, que es un icono más allá de su presente”, explica, antes de matizar sobre esas figuras que, a ojos de la opinión pública hegemónica, quizá no han envejecido con el mismo nivel de transgresión que antaño y que ahora incluso se han pasado a lo reaccionario: “En el caso de McNamara, creo que hay cierta coherencia en su juego, que siempre ha sido el de la provocación. Más allá de compartir o no sus ideales, sigue consiguiendo provocar. Yo creo que no se han cansado de ser pioneros. Sobre Alaska, por ejemplo, creo que es una persona extremadamente educada y este país no sabe valorar a la gente educada. La transgresión no se puede defender a gritos”, remata.
Si bien el ruido pueda distorsionar el discurso de los y las pioneras que hacen acto de presencia en “Libérate”, la historia de bolsillo de Vegas no se olvida de Dolly, Yeda, La Esmeralda de Sevilla, La Margot, o Walkiria, rimbombantes nombres que ocultan detrás historias de valentía y superación frente al rechazo social. Pero, ¿qué pasa cuando estos discursos y reivindicaciones del espacio cultural vienen desde lo que está “bien visto”, lo que manda en el mercado? Ese espacio de gloria se reserva en el libro para las folclóricas: “Lola (Flores), Rocío (Jurado), Massiel... siempre se han reivindicado de una forma un poco superficial, sin saber muy bien el por qué. Casi todo el mundo tiene claro que eran figuras pro-gay y que encajaban en ese concepto internacional de la “diva de lo gay” que han encarnado figuras como Cher, RuPaul o Barbra Streisand por ejemplo. Pero no sabemos por qué lo son. Y yo he querido buscar las razones de esa adoración”, relata sobre su investigación antes de despedirse sentenciando: “Me puse a recopilar frases que ha dicho Esperanza Roy, momentos en los que Sara Montiel se ha posicionado políticamente... Quiero que cuando la gente lo lea, entienda que no hay solo un comportamiento frívolo respecto a estas personas, sino que hay una historia detrás. Que no nos gusten solo por los “memes” y que apreciemos sus contradicciones, que las tuvieron, y que sepamos que mujeres heterosexuales como Rocío Jurado se convirtieron en iconos precisamente por ser políticamente incorrectas respecto a su época”.
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