Imagen: Público / Orgullo Crítico en Madrid |
Los organizadores del Orgullo han decidido poner el foco este año en la defensa de los derechos de las personas trans. Sin embargo, este colectivo afirma no sentirse representado por los grupos LGTBI. Reclaman la aprobación de una ley específica trans y un cambio de políticas que coloque a España al frente de la defensa de sus derechos.
Marisa Kohan | Público, 2018-07-02
http://www.publico.es/sociedad/personas-trans-protagonismo-orgullo-ano.html
"La democracia aun no ha llegado a las personas trans". Así de rotunda se muestra Mar Cambrollé, presidenta de la Federación de Asociaciones Trans del estado Español al ser consultada por los principales problemas que afronta este colectivo. Este año, el Orgullo 2018 ha puesto el foco de atención sobre este colectivo. Un año de visualización, reivindicación y propuestas que espera transformar la "triste realidad" de este colectivo, tal como la reconocen diversos activistas trans.
Y es que este colectivo, englobado dentro de las siglas LGTBI+ (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales...) no sólo es el más desconocido de este mini abecedario, sino el que históricamente arrastra las mayores discriminaciones y estereotipos sociales, e Incluso una larga discriminación dentro del propio colectivo que los engloba, según manifiestan algunos representantes trans.
Las cifras que reflejan el sufrimiento de este colectivo son tremendas, no sólo para las personas adultas, sino también para los menores. Según los datos que maneja el propio colectivo, más del 80% de los menores transexuales piensan en el suicidio, más del 40% lo intenta y más del siete lo consigue. Las muestras de dolor y los minutos de silencio no bastan, afirman. Es necesario poner remedio urgente y escuchar a los trans, cambiar las leyes e implantar de una vez una educación inclusiva. En América Latina, por ejemplo, el promedio de vida de las mujeres trans no supera los 35 años. Muchas son asesinadas y el tramo en que se cometen el mayor número de crímenes va de los 19 a los 29 años. Cada 48 horas asesinan a una mujer transexual en el mundo.
"Los agujeros que tiene este colectivo son grandes. Llevamos 25 años de retraso con respecto a los derechos que deberíamos haber conseguido. Somos la minoría dentro de la minoría y los menos conocidos dentro de los desconocidos", afirma Mañé Fernández, trans y representante de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), una de las entidades organizadoras del Orgullo.
Para este activista, una de las primeras acciones que habría que llevar a cabo es una formación social de lo que significa la realidad trans "y explicar, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha dicho recientemente, que no somos enfermos mentales. Explicar que somos parte de la diversidad humana", afirma Fernández.
Despatologizar a las personas trans Recientemente la OMS retiró a las personas trans del listado de trastornos mentales, para encuadrarlos dentro de las "incongruencias de género", una solución que, si bien supone un paso adelante para el colectivo, los sigue considerando como una anomalía que no soluciona su situación de discriminación.
Para el colectivo trans, la decisión de la OMS es un titular grandilocuente que esconde una letra pequeña muy dañina. "Por un lado nos sacan de las lista de enfermedades mentales, pero la nueva categoría supone que somos personas con una incongruencia de género o con un desorden en la identidad. Y ambas son desafortunadas. Ambas siguen relacionándonos con una situación de inferioridad con respecto a la ciudadanía", afirma Cambrollé.
Se queja, como viene haciendo el colectivo, de que se sigue poniendo a las personas cis normativas (es decir aquellas cuya identidad sexual se corresponde con su sexo asignado) en el centro como medida de todas la cosas, para desde ahí hacer una comparación con los trans. "Es una terminología que nos estigmatiza y que niega que las identidades trans sean una expresión de la diversidad humana. Por eso dicen que tenemos un desorden", añade Cambrollé.
"Hay un principio que es imprescindible para acabar con la discriminación de las personas trans, que es la libre determinación de la identidad. Y este palabro, que es de derecho jurídico fundamental, lo que viene a devolver a las personas trans es la capacidad de ser sujetos de derecho y no objetos de la medicina. La patologización de las identidades trans ha tenido una influencia negativa y determinante, no solo en la forma en la que hemos recibido atención médica a nuestras necesidades, sino que ha tenido una influencia determinante en la legislación", comenta Cambrollé y afirma: "La patologización de las identeidades trans ha sido la excusa para la vulneración de derechos humanos de este colectivo".
La legislación española sigue considerando la transexualidad como una patología. La ley de 3/2007 reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, que en su momento se consideró como un avance para los derechos de este colectivo, sigue exigiendo que un médico o psicólogo clínico colegiado realice un diagnóstico de "disforia de género" para que un trans pueda cambiar su identidad en el documento de identidad.
Recientemente el PSOE propuso modificar la ley. Una modificación que eliminaría requisitos como la obligatoriedad de estar dos años en tratamiento hormonal, tener más de 18 años para realizar el cambio registral de sexo en los documentos o la exigencia de informes psiquiátricos. Si bien esta modificación es vista por el colectivo como un paso adelante, es claramente insuficiente.
"Tener un DNI que diga que soy una mujer y que me llamo María Luisa, que es como me socializo, no evita que me excluyan del mercado laboral, no evita que me den una atención sanitaria patologizante o que me traten como una enferma mental; no evita que no se refleje mi identidad en el ámbito educativo, e incluso a que mi identidad forme parte de los currículos y contenidos educativos, ni evita que seamos discriminadas en el deporte. Esto viene a ratificar que el gran agujero que tenemos as personas trans, después de 40 años de democracia: ser iguales en derechos al resto de la ciudadanía.
Se necesita una ley integral y transversal
A pesar de que la Constitución del 78 reconoce el principio de no discriminación, la comunidad trans tuvo que esperar 29 años para tener derecho a cambiar el nombre en el documento nacional de identidad. "Ya en 2007, la demanda del colectivo trans reivindicaba lo mismo que ahora: que no es suficiente una ley administrativa de cambio de nombre, sino que se necesita una ley integral y transversal, que de respuesta a todos los ámbitos y situaciones en las que este colectivo es objeto de discriminación", afirma Cambrollé.
El pasado 23 de febrero de este año, el Grupo Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, presentó en el Parlamento una ley integral trans. Se trata de un texto consensuado con más de 150 organizaciones y colectivos de la sociedad civil, que se ha gestado a lo largo de un año y que cuenta con un amplio consenso social. Aún no ha entrado en tramitación, pero es, según afirma la Federación de Plataformas Trans, una ley amplia, integral, transversal y específica para el colectivo.
Otra ley, la conocida como de igualdad LGTBI también incorpora un apartado para la comunidad Trans. Sus impulsores, entre los que está la FELGTB, afirman que se trata, también, de una ley integral y que ha iniciado su trámite parlamentario, a diferencia de la ley Tans que aún no ha echado a andar. Por eso la FELGTB apoya su tramitación y exige que cuanto antes se ponga en marcha, antes se reconocerán los derechos específicos de este colectivo. ¿Cuál es la diferencia entre las dos normas? Según la FELGTB, la ley de igualdad LGTB es amplia e incluye las necesidades de las personas trans. Para la plataforma de Asociaciones Trans, se trata de una ley realizada por colectivos LGTB, con una mínima representación trans y que no ha escuchado la voz de este colectivo.
Por eso, Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans, la ley LGTB no es una ley integral y específica para la comunidad trans. "Son leyes diferentes y ambas necesarias. Como colectivo LGTB necesitamos una ley que nos garantice derechos y nos proteja de la discriminación. Pero como la realidad trans es específica y concreta, necesitamos un ley especifica y concreta, no una ley dentro de otra ley". Cambrollé explica que la ley trans que elaboraron
De hecho muchas comunidades autónomas tienen dos leyes separadas para la comunidad LGTB y otra específica para las personas trans. Son dos leyes separadas creadas paradar y proteger lo derechos del los distintos colectivos. Pero ahí no acaban los desencuentros.
El colectivo trans no se siente representado en el Orgullo
La Federación de Plataformas Trans afirma que el Orgullo no ha tenido en cuenta al colectivo trans. "No nos sentimos representadas las personas trans por una federación LGTB que no cuenta ni con un 5% de este colectivo trans entre sus miembros y que no nos han tenido en cuenta a la hora de organizar el Orgullo. Por eso nos parece una pura pose. Si verdaderamente están a favor de la personas trans, deberían apoyar nuestras demandas. El mejor aliado que podemos tener es ser escuchadas y ser protagonistas de nuestras políticas y de nuestras estrategias.
Para Cambrollé, aunque es una paradoja, "las organizaciones LGTB no nos han representado nunca. Nosotros hemos ido siempre a la cola. No hay ningún país del mundo en el que las personas trans vayamos en la misma línea en la consecución de derechos que los gais y las lesbianas. Siempre nuestras leyes han sido postergadas a la cola".
"Yo entiendo que el acrónimo LGTB nace de un espíritu inclusivo, pero de facto ha funcionado mal y es necesario hacer autocrítica. ¿Por qué ha funcionado mal? Porque entendemos que en ese acrónimo la T sobra porque las otras letras hacen referencia a la orientación y la T es identidad y no son los mismos problemas unos que otros. La orientación es algo íntimo, que si vas por la calle, no sabes qué preferencia tiene la señora o señor que llevas al lado a la hora de irse a la cama. Sin embargo, para las personas trans hay un momento en que somos todas visibles. No tenemos armarios donde meternos. Y las necesidades son distintas. Porque un gay o una lesbiana no tienen por qué cambiarse el nombre, ni necesitan una atención sanitaria especial. No llamamos a la separación y vamos en el mismo barco, porque el enemigo común de esta discriminación es el patriarcado. Pero tenemos más en común con el movimiento feminista que con el LGTB, porque la raíz de la discriminación es la misma. Las mujeres no son discriminada por lo que les gusta, sino por lo que son, por su identidad de mujeres. Es un problema de identidad. Por eso las mujeres sufren, igual que nosotras, no ser sujetos de su propio derecho.
"Sin embargo, la ley que hemos registrado en el Parlamento, mucha gente dice que es ambiciosa, pero es un ley justa. Porque viene a reconoce la igualdad con el resto de los ciudadanos. No es de privilegios, sino de derechos iguales.
Estos grupos que dicen que quieren dedicar el año a los trans, que se empeñen en la aprobación de la ley que será la mejor contribución a la igualdad. Si no lo otro será una quimera y un eufemismo con un titular vacío de contenido.
Y es que este colectivo, englobado dentro de las siglas LGTBI+ (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales...) no sólo es el más desconocido de este mini abecedario, sino el que históricamente arrastra las mayores discriminaciones y estereotipos sociales, e Incluso una larga discriminación dentro del propio colectivo que los engloba, según manifiestan algunos representantes trans.
Las cifras que reflejan el sufrimiento de este colectivo son tremendas, no sólo para las personas adultas, sino también para los menores. Según los datos que maneja el propio colectivo, más del 80% de los menores transexuales piensan en el suicidio, más del 40% lo intenta y más del siete lo consigue. Las muestras de dolor y los minutos de silencio no bastan, afirman. Es necesario poner remedio urgente y escuchar a los trans, cambiar las leyes e implantar de una vez una educación inclusiva. En América Latina, por ejemplo, el promedio de vida de las mujeres trans no supera los 35 años. Muchas son asesinadas y el tramo en que se cometen el mayor número de crímenes va de los 19 a los 29 años. Cada 48 horas asesinan a una mujer transexual en el mundo.
"Los agujeros que tiene este colectivo son grandes. Llevamos 25 años de retraso con respecto a los derechos que deberíamos haber conseguido. Somos la minoría dentro de la minoría y los menos conocidos dentro de los desconocidos", afirma Mañé Fernández, trans y representante de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), una de las entidades organizadoras del Orgullo.
Para este activista, una de las primeras acciones que habría que llevar a cabo es una formación social de lo que significa la realidad trans "y explicar, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha dicho recientemente, que no somos enfermos mentales. Explicar que somos parte de la diversidad humana", afirma Fernández.
Despatologizar a las personas trans Recientemente la OMS retiró a las personas trans del listado de trastornos mentales, para encuadrarlos dentro de las "incongruencias de género", una solución que, si bien supone un paso adelante para el colectivo, los sigue considerando como una anomalía que no soluciona su situación de discriminación.
Para el colectivo trans, la decisión de la OMS es un titular grandilocuente que esconde una letra pequeña muy dañina. "Por un lado nos sacan de las lista de enfermedades mentales, pero la nueva categoría supone que somos personas con una incongruencia de género o con un desorden en la identidad. Y ambas son desafortunadas. Ambas siguen relacionándonos con una situación de inferioridad con respecto a la ciudadanía", afirma Cambrollé.
Se queja, como viene haciendo el colectivo, de que se sigue poniendo a las personas cis normativas (es decir aquellas cuya identidad sexual se corresponde con su sexo asignado) en el centro como medida de todas la cosas, para desde ahí hacer una comparación con los trans. "Es una terminología que nos estigmatiza y que niega que las identidades trans sean una expresión de la diversidad humana. Por eso dicen que tenemos un desorden", añade Cambrollé.
"Hay un principio que es imprescindible para acabar con la discriminación de las personas trans, que es la libre determinación de la identidad. Y este palabro, que es de derecho jurídico fundamental, lo que viene a devolver a las personas trans es la capacidad de ser sujetos de derecho y no objetos de la medicina. La patologización de las identidades trans ha tenido una influencia negativa y determinante, no solo en la forma en la que hemos recibido atención médica a nuestras necesidades, sino que ha tenido una influencia determinante en la legislación", comenta Cambrollé y afirma: "La patologización de las identeidades trans ha sido la excusa para la vulneración de derechos humanos de este colectivo".
La legislación española sigue considerando la transexualidad como una patología. La ley de 3/2007 reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, que en su momento se consideró como un avance para los derechos de este colectivo, sigue exigiendo que un médico o psicólogo clínico colegiado realice un diagnóstico de "disforia de género" para que un trans pueda cambiar su identidad en el documento de identidad.
Recientemente el PSOE propuso modificar la ley. Una modificación que eliminaría requisitos como la obligatoriedad de estar dos años en tratamiento hormonal, tener más de 18 años para realizar el cambio registral de sexo en los documentos o la exigencia de informes psiquiátricos. Si bien esta modificación es vista por el colectivo como un paso adelante, es claramente insuficiente.
"Tener un DNI que diga que soy una mujer y que me llamo María Luisa, que es como me socializo, no evita que me excluyan del mercado laboral, no evita que me den una atención sanitaria patologizante o que me traten como una enferma mental; no evita que no se refleje mi identidad en el ámbito educativo, e incluso a que mi identidad forme parte de los currículos y contenidos educativos, ni evita que seamos discriminadas en el deporte. Esto viene a ratificar que el gran agujero que tenemos as personas trans, después de 40 años de democracia: ser iguales en derechos al resto de la ciudadanía.
Se necesita una ley integral y transversal
A pesar de que la Constitución del 78 reconoce el principio de no discriminación, la comunidad trans tuvo que esperar 29 años para tener derecho a cambiar el nombre en el documento nacional de identidad. "Ya en 2007, la demanda del colectivo trans reivindicaba lo mismo que ahora: que no es suficiente una ley administrativa de cambio de nombre, sino que se necesita una ley integral y transversal, que de respuesta a todos los ámbitos y situaciones en las que este colectivo es objeto de discriminación", afirma Cambrollé.
El pasado 23 de febrero de este año, el Grupo Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, presentó en el Parlamento una ley integral trans. Se trata de un texto consensuado con más de 150 organizaciones y colectivos de la sociedad civil, que se ha gestado a lo largo de un año y que cuenta con un amplio consenso social. Aún no ha entrado en tramitación, pero es, según afirma la Federación de Plataformas Trans, una ley amplia, integral, transversal y específica para el colectivo.
Otra ley, la conocida como de igualdad LGTBI también incorpora un apartado para la comunidad Trans. Sus impulsores, entre los que está la FELGTB, afirman que se trata, también, de una ley integral y que ha iniciado su trámite parlamentario, a diferencia de la ley Tans que aún no ha echado a andar. Por eso la FELGTB apoya su tramitación y exige que cuanto antes se ponga en marcha, antes se reconocerán los derechos específicos de este colectivo. ¿Cuál es la diferencia entre las dos normas? Según la FELGTB, la ley de igualdad LGTB es amplia e incluye las necesidades de las personas trans. Para la plataforma de Asociaciones Trans, se trata de una ley realizada por colectivos LGTB, con una mínima representación trans y que no ha escuchado la voz de este colectivo.
Por eso, Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans, la ley LGTB no es una ley integral y específica para la comunidad trans. "Son leyes diferentes y ambas necesarias. Como colectivo LGTB necesitamos una ley que nos garantice derechos y nos proteja de la discriminación. Pero como la realidad trans es específica y concreta, necesitamos un ley especifica y concreta, no una ley dentro de otra ley". Cambrollé explica que la ley trans que elaboraron
De hecho muchas comunidades autónomas tienen dos leyes separadas para la comunidad LGTB y otra específica para las personas trans. Son dos leyes separadas creadas paradar y proteger lo derechos del los distintos colectivos. Pero ahí no acaban los desencuentros.
El colectivo trans no se siente representado en el Orgullo
La Federación de Plataformas Trans afirma que el Orgullo no ha tenido en cuenta al colectivo trans. "No nos sentimos representadas las personas trans por una federación LGTB que no cuenta ni con un 5% de este colectivo trans entre sus miembros y que no nos han tenido en cuenta a la hora de organizar el Orgullo. Por eso nos parece una pura pose. Si verdaderamente están a favor de la personas trans, deberían apoyar nuestras demandas. El mejor aliado que podemos tener es ser escuchadas y ser protagonistas de nuestras políticas y de nuestras estrategias.
Para Cambrollé, aunque es una paradoja, "las organizaciones LGTB no nos han representado nunca. Nosotros hemos ido siempre a la cola. No hay ningún país del mundo en el que las personas trans vayamos en la misma línea en la consecución de derechos que los gais y las lesbianas. Siempre nuestras leyes han sido postergadas a la cola".
"Yo entiendo que el acrónimo LGTB nace de un espíritu inclusivo, pero de facto ha funcionado mal y es necesario hacer autocrítica. ¿Por qué ha funcionado mal? Porque entendemos que en ese acrónimo la T sobra porque las otras letras hacen referencia a la orientación y la T es identidad y no son los mismos problemas unos que otros. La orientación es algo íntimo, que si vas por la calle, no sabes qué preferencia tiene la señora o señor que llevas al lado a la hora de irse a la cama. Sin embargo, para las personas trans hay un momento en que somos todas visibles. No tenemos armarios donde meternos. Y las necesidades son distintas. Porque un gay o una lesbiana no tienen por qué cambiarse el nombre, ni necesitan una atención sanitaria especial. No llamamos a la separación y vamos en el mismo barco, porque el enemigo común de esta discriminación es el patriarcado. Pero tenemos más en común con el movimiento feminista que con el LGTB, porque la raíz de la discriminación es la misma. Las mujeres no son discriminada por lo que les gusta, sino por lo que son, por su identidad de mujeres. Es un problema de identidad. Por eso las mujeres sufren, igual que nosotras, no ser sujetos de su propio derecho.
"Sin embargo, la ley que hemos registrado en el Parlamento, mucha gente dice que es ambiciosa, pero es un ley justa. Porque viene a reconoce la igualdad con el resto de los ciudadanos. No es de privilegios, sino de derechos iguales.
Estos grupos que dicen que quieren dedicar el año a los trans, que se empeñen en la aprobación de la ley que será la mejor contribución a la igualdad. Si no lo otro será una quimera y un eufemismo con un titular vacío de contenido.
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