Imagen: El Mundo / 'Life painting for a diploma' (1962), de David Hockney |
En el 50º aniversario de la despenalización de la homosexualidad en el Reino Unido, la Tate Britain recupera las obras que sobrevivieron a la hoguera.
Carlos Fresnedo | El Mundo, 2017-04-07
http://www.elmundo.es/cultura/2017/04/07/58e7ff2246163f2f158b45e2.html
Corría el año 1877 y Walter Crane necesitaba una modelo para ‘El Renacimiento de Venus’. Su esposa no veía con buenos ojos que el pintor pasara horas delante de una mujer desnuda, así que al final optó por un modelo masculino. La figura andrógina llamó poderosamente la atención de otro artista, Frederick Leighton, que tuvo el descaro de decirlo en voz alta cuando el lienzo fue presentado al público en la Grosvenor Gallery: "¡Pero querido, ésa no es Afrodita, ése es Alessandro [di Marco]!".
El caso es que ‘El Renacimiento de Venus’, al igual que la escultura ‘El haragán’, del propio Leighton, ingresaron por méritos propios en lo que la Tate Britain ha bautizado como el "queer british art" o "arte marica británico". Pese a las críticas iniciales por el término más o menos despectivo, Clare Barlow lo sigue reivindicando por su poder "liberador" a estas alturas de siglo, frente a los términos recientes y políticamente correctos que hoy se estilan.
La historia del arte ‘marica’ viene de más atrás, pero Barlow, comisaria de la exposición, ha decidido establecer el corte entre los años 1861 (cuando la sodomía dejó de estar condenada con la pena de muerte) y 1967 (cuando se despenalizó la homosexualidad en el Reino Unido).
"Son muchas las obras que fueron destruidas o que acabaron en la hoguera por sus connotaciones gays", alega Barlow. "Pero muchas han sobrevivido por su sutileza o por su capacidad para forzar los límites de lo permitido en su época, después de provocar el inevitable escándalo".
Una de esas piezas históricamente controvertidas es el ‘Autorretrato con desnudo’ de Laura Knight (1913). En ella puede verse a la artista, con un sombrero, observando con detenimiento a una mujer desnuda que posa para ella. La velada referencia lésbica no está más que en el ojo de quien observa el lienzo. Lo que pretendía en el fondo la autora era ejercer su protesta por la exclusión de las mujeres en las sesiones de retrato en vivo en la Escuela de Arte de Nottingham.
En la misma época, los ilustres integrantes del grupo de Bloomsbury (al que pertenecía Virginia Woolf) desafiaron a su manera las convenciones sexuales dentro y fuera de su reducto londinense. Duncan Grant, que vivía con la también artista Vanessa Bell (casada con el crítico Clive Bell), tuvo incontables amantes masculinos, algunos de ellos retratados en sus murales, como ‘Bathing’ o ‘Football’, que fueron descolgados de las paredes de la Politécnica de Borough porque surtían "un efecto degenerativo" entre los estudiantes.
El epicentro de la exposición ‘British Queer Art’ es, sin embargo, el retrato de Oscar Wilde, firmado por Robert Goodloe Harper Pennington y exhibido junto a la puerta metálica de la celda de la cárcel de Reading donde el escritor irlandés cumplió condena por "indecencia". El propio Wilde se vio obligado a vender el retrato (que le regalaron el día de su boda con Constance) para acometer las deudas del juicio que escandalizó al Reino Unido en 1895.
En 1927, el juicio contra Marguerite Radclyffe Hall por las referencias lésbicas en ‘El Pozo de la soledad’ demostró que aún quedaba un largo camino por andar... "La cultura ‘queer’ se hace esencialmente teatral, y hay una común aceptación de actores que interpretan a mujeres y viceversa", explica Clare Barlow. "Hay mucho casos notorios de famosos con doble vida, o artistas como Hannah Gluckstein [que firma como Gluck] que se hacen hueco en el ‘establishment’ pese a sus relaciones con Constance Spry, la florista de la aristocracia londinense".
El siguiente hervor, entre los años 50 y 60, se produce en el Soho, bautizado por Francis Bacon como "el gimnasio sexual de Londres". El fotógrafo John Deakin es el retratista oficial del grupo, mientras John Craxton crea su particular Arcadia y se convierte en precursor de los neorrománticos.
En 1955, una exposición de Bacon en el Instituto de Arte Contemporáneo recibe la visita inesperada de la policía ante la sospecha de "obscenidad". Siete años más tarde, la obra incipiente de un joven de West Yorkshire llamado David Hockney es tildada de "propaganda homosexual". En 1967, hace exactamente medio siglo, el Parlamento británico votó a favor de la despenalización del sexo entre hombres. El resto es historia...
El caso es que ‘El Renacimiento de Venus’, al igual que la escultura ‘El haragán’, del propio Leighton, ingresaron por méritos propios en lo que la Tate Britain ha bautizado como el "queer british art" o "arte marica británico". Pese a las críticas iniciales por el término más o menos despectivo, Clare Barlow lo sigue reivindicando por su poder "liberador" a estas alturas de siglo, frente a los términos recientes y políticamente correctos que hoy se estilan.
La historia del arte ‘marica’ viene de más atrás, pero Barlow, comisaria de la exposición, ha decidido establecer el corte entre los años 1861 (cuando la sodomía dejó de estar condenada con la pena de muerte) y 1967 (cuando se despenalizó la homosexualidad en el Reino Unido).
"Son muchas las obras que fueron destruidas o que acabaron en la hoguera por sus connotaciones gays", alega Barlow. "Pero muchas han sobrevivido por su sutileza o por su capacidad para forzar los límites de lo permitido en su época, después de provocar el inevitable escándalo".
Una de esas piezas históricamente controvertidas es el ‘Autorretrato con desnudo’ de Laura Knight (1913). En ella puede verse a la artista, con un sombrero, observando con detenimiento a una mujer desnuda que posa para ella. La velada referencia lésbica no está más que en el ojo de quien observa el lienzo. Lo que pretendía en el fondo la autora era ejercer su protesta por la exclusión de las mujeres en las sesiones de retrato en vivo en la Escuela de Arte de Nottingham.
En la misma época, los ilustres integrantes del grupo de Bloomsbury (al que pertenecía Virginia Woolf) desafiaron a su manera las convenciones sexuales dentro y fuera de su reducto londinense. Duncan Grant, que vivía con la también artista Vanessa Bell (casada con el crítico Clive Bell), tuvo incontables amantes masculinos, algunos de ellos retratados en sus murales, como ‘Bathing’ o ‘Football’, que fueron descolgados de las paredes de la Politécnica de Borough porque surtían "un efecto degenerativo" entre los estudiantes.
El epicentro de la exposición ‘British Queer Art’ es, sin embargo, el retrato de Oscar Wilde, firmado por Robert Goodloe Harper Pennington y exhibido junto a la puerta metálica de la celda de la cárcel de Reading donde el escritor irlandés cumplió condena por "indecencia". El propio Wilde se vio obligado a vender el retrato (que le regalaron el día de su boda con Constance) para acometer las deudas del juicio que escandalizó al Reino Unido en 1895.
En 1927, el juicio contra Marguerite Radclyffe Hall por las referencias lésbicas en ‘El Pozo de la soledad’ demostró que aún quedaba un largo camino por andar... "La cultura ‘queer’ se hace esencialmente teatral, y hay una común aceptación de actores que interpretan a mujeres y viceversa", explica Clare Barlow. "Hay mucho casos notorios de famosos con doble vida, o artistas como Hannah Gluckstein [que firma como Gluck] que se hacen hueco en el ‘establishment’ pese a sus relaciones con Constance Spry, la florista de la aristocracia londinense".
El siguiente hervor, entre los años 50 y 60, se produce en el Soho, bautizado por Francis Bacon como "el gimnasio sexual de Londres". El fotógrafo John Deakin es el retratista oficial del grupo, mientras John Craxton crea su particular Arcadia y se convierte en precursor de los neorrománticos.
En 1955, una exposición de Bacon en el Instituto de Arte Contemporáneo recibe la visita inesperada de la policía ante la sospecha de "obscenidad". Siete años más tarde, la obra incipiente de un joven de West Yorkshire llamado David Hockney es tildada de "propaganda homosexual". En 1967, hace exactamente medio siglo, el Parlamento británico votó a favor de la despenalización del sexo entre hombres. El resto es historia...
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