viernes, 11 de noviembre de 2016

#hemeroteca #libros #queer | Pasivismo en acción

Imagen: Google Imágens / Javier Sáez
Pasivismo en acción.
Es sociólogo, pero se define antes como activista y militante. Critica a la Academia por no ocuparse de la vida y de la muerte, trabaja en una fundación en defensa de los derechos de los gitanos y denuncia los crímenes de odio y otros efectos discriminatorios. Javier Sáez habla de su nuevo libro, 'Por el culo', y sigue profundizando en temas que ya había abierto en la conferencia que dio por estos días en Argentina, “La injuria del sexo anal”: los cuerpos penetrables.
Adrián Melo | Soy, Página 12, 2016-11-11
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-4846-2016-11-12.html

En el 2011, junto a Sejo Carrascosa, Javier Sáez, emprendió la necesaria tarea de analizar el papel del culo en la reproducción heterosexista. En Por el culo. Políticas anales exploró la percepción histórica y los imaginarios sociales de lo anal como metáfora de lo abyecto y lo aborrecible, como el lugar corporal por antonomasia en donde se ubican el insulto y la injuria. En el libro señalaba que una de las primeras cosas que aprendemos los seres humanos varones es que “que te rompan el culo” es algo que degrada, que reduce, algo que no debe ocurrir. Y concluye que el culo es fundamental en la constitución del actual sistema de sexo-género.

¿De qué se trata tu nuevo libro?
–Del papel del culo en la producción del género. Me interesa resaltar que hay una forma de construcción del género que podía ser pensada a partir del cuerpo penetrable o no penetrable. Me parecía interesante explorar esta vía. El género no se definiría por los órganos genitales sino a partir de cuerpos que pueden ser o no penetrados. Particularmente, la identidad masculina se construye a través del binarismo penetrable / no penetrable. El cuerpo penetrable es considerado femenino. Cualquier cuerpo penetrable, independientemente de sus órganos genitales se convierten en femenino y de ahí derivan el desprecio y los ataques a las prácticas homosexuales y a todo lo relacionado con el afeminamiento. Hay una retrógrada idea circulante que asimila a la penetración con posesión, esto es poder y dominio del “activo” y desvalorización y desprecio del que recibe. Ello explica también en parte el desprecio a las mujeres.

¿Y el tema de la discriminación?
–Es justamente lo que más me interesa profundizar. Intento analizar la especificidad histórica de esta discriminación. Cómo cambia, particularmente en la Edad Media, en la Modernidad. Los discursos de odio no son estables ni homogéneos. Pero el penetrado es siempre el “otro”, al cual se le adhiere una serie de significaciones que varían a lo largo de la historia y que pueden estar ligadas al poder religioso, al estatus de ciudadanía, entre otras. En la Antigüedad griega es una forma de vigilancia ligada a la clase social. Ser penetrado es propio de mujeres y de esclavos pero es impropio de ciudadanos varones. En la Edad Media el penetrado aparece caracterizado como el turco, el infiel, el musulmán. Con el sida se resignifican y refuerzan metáforas ligadas a un paradigma médico-jurídico que hacen aparecer al culo como el lugar de la enfermedad, de la contaminación y que estigmatizan particularmente al “pasivo”. El gran problema actual es que no se trata solo de metáforas: esa discriminación implica crímenes de odio de los que particularmente son víctimas los cuerpos penetrables.

Vos hablás de un orgullo pasivo…
–El ano masculino ha sido definido en base a su función excretora: tan solo recipiente y cloaca de desperdicios, canal de circulación de mierda y sangre. Pero nunca como puente de lenguas, salivas, penes y hasta drogas. Esta idea del culo reafirma el poder del falo en la regulación y jerarquización de la sexualidad y de las relaciones sociales. Reivindicar el placer anal es luchar contra esa estructura y es la condición para desarrollar políticas sanitarias y políticas públicas que refuercen la autoestima para sacar al pasivo de ese recurrente lugar que lo coloca en la situación más desprotegida, más vulnerable y más propensa a ser víctima de situaciones de violencia o a contraer enfermedades de transmisión sexual.

Para Paul Preciado así como fue necesario cercar las tierras para señalar la propiedad privada, fue necesario cerrar el ano para sublimar el deseo pansexual y rigió el lema: “cierra el ano y serás propietario, tendrás mujer, hijos, objeto, tendrás patria”. ¿Cuál fue la influencia de Preciado en tus trabajos? ¿Qué puntos de coincidencia y divergencia encontrás?
–Paul Preciado es un referente ineludible sobre el tema. Hemos trabajado juntos muchos años. Es pionero y fue uno de los primeros que abrió este tema del culo en su 'Manifiesto Contrasexual,' en su presentación del libro de Guy Hocquenghem 'El deseo homosexual'. Paul es demasiado optimista y revolucionario desde mi punto de vista. Para él, el sistema va a temblar con el sexo anal. La apertura colectiva casi comunista del ano, abrir el culo como cavidad orgásmica y músculo receptor no productivo ni reproductivo, como biopuerto mediante el cual el cuerpo queda abierto a unos y a otros y eso de que la penetrabilidad invariable de hombres y mujeres posibilite que lo masculino y lo femenino se intercambien tiene, sin duda, efectos políticos positivos y en ese rumbo va mi obra también. Pero yo creo que el sistema capitalista puede con todo. Que no se van a desmoronar demasiadas estructuras ni bases estructurantes del capitalismo. Soy pesimista.

¿Cómo te parece que aparece el culo en representaciones culturales masivas como el cine?
–Es un tema tabú, invisibilizado, muy poco tratado. Creo que Pasolini se ha ocupado del tema de la analidad en Teorema, en Los cuentos de Canterbury, en Saló. En Teorema, a través de la penetración anal el bello Extranjero logra horadar el poder patriarcal. Al burgués padre de familia una vez entregado sexualmente, pareciera que no le resta otra alternativa que entregar su riqueza, donar su fábrica a los obreros. Es una posición revolucionaria con la que Paul Preciado coincidiría pero yo estoy más cercano al Pasolini de Saló, a ese neocapitalismo que vuelve a resignificar el papel del sexo, del culo, de la penetrabilidad como la máxima expresión de la posesión y la explotación sexual y económica.

Por el culo… fue inusualmente muy vendido para un libro de esas características. ¿Esperabas esa repercusión? ¿Cómo ha sido el contacto con los lectores?
–Sí, tuvo una repercusión interesante, por momentos rayando lo masivo. De hecho en unas semanas se presentó en Brasil la traducción portuguesa. Lo más recurrente ha sido que se acercaran a mí o me escribieran varones heterosexuales. Gozar por el culo a través de dedos, dildos, manos, lengua es un deseo que puede tener cualquier persona pero que en los héteros aparece vedado ligado a la homosexualidad o a la feminidad. El hecho de que haya tenido más repercusión en los héteros me hace pensar qué poco reflexiona la comunidad gay sobre el tema. Aparecen nuevas formas e identidades masculinas, pero sigue prevaleciendo la idea de la masculinidad como valor, de los roles estereotipados. Falta autocrítica, replanteamiento del tema a partir del cuerpo y de una reflexión sobre el cuerpo.

¿Cómo afectó tus trabajos sobre el culo tu relación con el mundo académico y universitario?
–Este libro marcó en cierta forma mi vuelta a la militancia, a trabajar sobre los crímenes de odio, a las metáforas sociales que circulan sobre el culo y sobre el sida que también matan. La Academia ha rechazado casi de plano la inclusión del ano como lugar de conocimiento. Pero desconfío de esa Academia lejos de la vida y de la muerte. Están matando gays, trans y mujeres. La Academia se queda fuera del planeta. La vida y la muerte son lo importante. Los libros tienen que volver a la vida real y tienen que servir como recursos políticos.

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