Imagen: El Español / Felice Schragenheim y Lilly Wust, 1943-08-21 |
Trabajó infiltrada para la resistencia judía, pero ni su relación con la esposa de un oficial nazi evitó que muriera en un campo.
Miguel A. Delgado | El Español, 2016-12-10
http://www.elespanol.com/cultura/historia/20161209/176982632_0.html
En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, aún quedaban 80.000 judíos en Berlín, que o bien no habían conseguido escapar, o bien se habían engañado pensando que la creciente represión nazi tendría límite. Una de ellas era Felice Schragenheim, una joven de veinte años que había visto cómo sus sucesivos intentos de abandonar el país (a Palestina, a Estados Unidos y a Suiza) habían fracasado. Sin embargo, lejos de dejarse arrastrar por la depresión y el aislamiento, mantuvo una actitud resuelta que la llevó a trabajar, bajo la identidad secreta de Felice Schrader, en una publicación nazi de la que obtenía información que luego pasaba a la resistencia, y que sirvió para salvar a varios judíos como ella.
Schragenheim vivía además su lesbianismo de manera pública y notoria, en un momento en el que la represión del régimen parecía tener más interés en perseguir a los homosexuales varones. Fue precisamente a través de una de sus amantes, que trabajaba ocasionalmente de niñera en la casa de un oficial del ejército alemán destinado en Rusia, donde conoció a la que sería el amor de su corta vida. Elisabeth “Lilly” Wust era totalmente opuesta a ella, no sólo por su condición de respetada esposa de un héroe, sino también por su orgullosa aceptación del ideario nazi y los principios de la supremacía aria: madre de cuatro hijos, incluso había recibido la condecoración que reconocía a aquellas mujeres que habían contribuido, en su condición de madres, a la salud y regeneración de la “raza”.
El enamoramiento entre Schragenheim y Wust fue súbito e intenso. Muy poco tiempo después, ya estaban viviendo juntas, pero ésta aún tardaría en descubrir la condición de judía de su amante, a quien sacaba nueve años de edad. Fueron de hecho los celos que le producían las repentinas e inexplicadas ausencias de Felice, ocasionadas por sus compromisos con la resistencia, lo que llevó a ésta a descubrirle el secreto. El shock que la revelación produjo en Lilly fue demoledor, y la obligó a enfrentarse a la verdad de lo que el régimen que tanto idolatraba estaba haciendo a gente como Felice.
La detención
Lejos de esconderse, y a pesar de la angustia que les producía que se descubriera la verdad identidad de Felice, continuaron con su relación, que a todos los efectos vivían como un matrimonio. El 21 de agosto de 1943 salieron temprano de casa para pasar un día en el lago Havel. De esta excursión son las únicas fotos que se conservan de las dos como pareja; al regresar, miembros de la Gestapo estaban esperándolas.
Felice fue detenida y enviada al campo de Theresienstadt. La influencia de Lilly consiguió que se les permitiera mantener correspondencia, e incluso logró hacer llegar algo de ropa a su amante. Sin embargo, todos los esfuerzos por contactar físicamente con Felice resultaron infructuosos: paradójicamente, la administración del campo que entregaba las cartas se negaba a confirmar que efectivamente Felice estuviera allí.
Desesperada, Lilly se terminó presentando en Theresienstadt para rogarle al oficial al mando que le dejara verla. Éste se negó y la echó y, según algunos historiadores, y como se temió la misma Lilly, que arrastró un sentimiento de culpa durante todo el resto de su vida, ese frustrado intento llevó a que, a partir de ese momento, Felice fuera trasladada continuamente de campo en campo, para evitar que pudiera ser localizada.
Marchas de la muerte
El 26 de diciembre de 1944, Felice envió a Lilly su última carta, en la que le agradecía que le hubiera mandado ropa de abrigo con la que afrontar los -15º de temperatura de aquel invierno: “Es increíble de lo que una es capaz sin mono ni calzoncillos largos. Te quiero mucho. A ti, a tus padres y a los chicos, todo mi amor, Jaguar”. “Jaguar” era el apodo que desde el principio de la relación le había puesto Lilly, quien por su parte era “Aimée”. Ahí se perdió la pista, y Lilly tardó cuatro años en averiguar que muy probablemente Felice había fallecido cinco días después en algún lugar de Bergen, durante una de las “marchas de la muerte” en las que las prisioneras eran obligadas a caminar hasta que no podían más, y muy probablemente de tuberculosis.
Durante el tiempo que aún duró la guerra, Lilly salvó la vida de otras tres judías, y durante décadas guardó el legado de Felice, una maleta llena de sus escritos y poemas. A los ochenta años reveló su historia, que inspiró el libro ‘Aimée y Jaguar’, de Erica Fischer, y la película del mismo título que ganó el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín en 1999. Lilly Wust murió en 2006 en Berlín, a los 92 años de edad, cumpliendo la promesa de entregar la maleta de Felice al Museo Judío de Berlín.
Schragenheim vivía además su lesbianismo de manera pública y notoria, en un momento en el que la represión del régimen parecía tener más interés en perseguir a los homosexuales varones. Fue precisamente a través de una de sus amantes, que trabajaba ocasionalmente de niñera en la casa de un oficial del ejército alemán destinado en Rusia, donde conoció a la que sería el amor de su corta vida. Elisabeth “Lilly” Wust era totalmente opuesta a ella, no sólo por su condición de respetada esposa de un héroe, sino también por su orgullosa aceptación del ideario nazi y los principios de la supremacía aria: madre de cuatro hijos, incluso había recibido la condecoración que reconocía a aquellas mujeres que habían contribuido, en su condición de madres, a la salud y regeneración de la “raza”.
El enamoramiento entre Schragenheim y Wust fue súbito e intenso. Muy poco tiempo después, ya estaban viviendo juntas, pero ésta aún tardaría en descubrir la condición de judía de su amante, a quien sacaba nueve años de edad. Fueron de hecho los celos que le producían las repentinas e inexplicadas ausencias de Felice, ocasionadas por sus compromisos con la resistencia, lo que llevó a ésta a descubrirle el secreto. El shock que la revelación produjo en Lilly fue demoledor, y la obligó a enfrentarse a la verdad de lo que el régimen que tanto idolatraba estaba haciendo a gente como Felice.
La detención
Lejos de esconderse, y a pesar de la angustia que les producía que se descubriera la verdad identidad de Felice, continuaron con su relación, que a todos los efectos vivían como un matrimonio. El 21 de agosto de 1943 salieron temprano de casa para pasar un día en el lago Havel. De esta excursión son las únicas fotos que se conservan de las dos como pareja; al regresar, miembros de la Gestapo estaban esperándolas.
Felice fue detenida y enviada al campo de Theresienstadt. La influencia de Lilly consiguió que se les permitiera mantener correspondencia, e incluso logró hacer llegar algo de ropa a su amante. Sin embargo, todos los esfuerzos por contactar físicamente con Felice resultaron infructuosos: paradójicamente, la administración del campo que entregaba las cartas se negaba a confirmar que efectivamente Felice estuviera allí.
Desesperada, Lilly se terminó presentando en Theresienstadt para rogarle al oficial al mando que le dejara verla. Éste se negó y la echó y, según algunos historiadores, y como se temió la misma Lilly, que arrastró un sentimiento de culpa durante todo el resto de su vida, ese frustrado intento llevó a que, a partir de ese momento, Felice fuera trasladada continuamente de campo en campo, para evitar que pudiera ser localizada.
Marchas de la muerte
El 26 de diciembre de 1944, Felice envió a Lilly su última carta, en la que le agradecía que le hubiera mandado ropa de abrigo con la que afrontar los -15º de temperatura de aquel invierno: “Es increíble de lo que una es capaz sin mono ni calzoncillos largos. Te quiero mucho. A ti, a tus padres y a los chicos, todo mi amor, Jaguar”. “Jaguar” era el apodo que desde el principio de la relación le había puesto Lilly, quien por su parte era “Aimée”. Ahí se perdió la pista, y Lilly tardó cuatro años en averiguar que muy probablemente Felice había fallecido cinco días después en algún lugar de Bergen, durante una de las “marchas de la muerte” en las que las prisioneras eran obligadas a caminar hasta que no podían más, y muy probablemente de tuberculosis.
Durante el tiempo que aún duró la guerra, Lilly salvó la vida de otras tres judías, y durante décadas guardó el legado de Felice, una maleta llena de sus escritos y poemas. A los ochenta años reveló su historia, que inspiró el libro ‘Aimée y Jaguar’, de Erica Fischer, y la película del mismo título que ganó el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín en 1999. Lilly Wust murió en 2006 en Berlín, a los 92 años de edad, cumpliendo la promesa de entregar la maleta de Felice al Museo Judío de Berlín.
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