Imagen: El Mundo / San Nicolás y 'Pedro, el negro' |
El líder de la ultraderecha, Geert Wilders, defiende la permanencia de Piet negro mientras el primer ministro, Mark Rutte, insinuó estar en contra.
Imane Rachidi | El Mundo, 2016-12-06
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/12/06/58469a99e5fdeadd7c8b45f6.html
Los Reyes Magos holandeses llegan un mes antes a Holanda. Será porque vienen de España, y no de Oriente Medio. Tampoco son tres, sino dos: San Nicolás, y su ayudante español, Zwarte Piet (en castellano: Pedro, el negro). Los niños le piden regalos a Sinterklaas, pero quien carga el saco y baja por la chimenea es Pedro, un chaval bajito, con la cara pintada de negro, los labios gruesos y rojos, una peluca de rizos y haciendo de fiel paje. Pedro tiene una larga historia, y varias versiones, pero ninguna convence a los más críticos, que consideran que su figura representa la esclavitud y el racismo de la época colonial.
Cuenta la leyenda que Pedro era un malvado demonio que se dedicaba a secuestrar a los niños, pero que San Nicolás de Myra, ese obispo turco de buen corazón, le acabó derrotando y convirtiendo en su asistente personal. Desde entonces, acompaña al señor de los regalos que llega cada año a los puertos de los Países Bajos, navegando en un barco de vapor, y trayendo un detalle a los pequeños. A los que creen en él con un espíritu navideño.
Pero a los que se portan mal, no les trae carbón. Las familias holandeses amenazan a sus niños con que Pedro, el coco negro, se los llevará en su saco a España. Porque una vez fue un malvado. En esta inocente historia, el racismo no aparece en ninguna parte. Tampoco en la versión que tienen muchos defensores de Zwarte Piet: que el paje tiene la cara negra porque se manchó con carbón cuando bajaba por la chimenea a dejar los regalos.
La culpa hay que echársela a Jan Schenkman por escribir el libro ‘San Nicolás y sus sirviente’, que explica que Pedro, quien acompaña las navidades desde 1845, es un chaval de África, negro y vestido de paje. Y esa versión se mantuvo, aunque un siglo después, ya no gusta tanto. Esta tradición surgió en época colonial. Pedro era un simple siervo morisco que Sinterklaas compró como esclavo etíope. Ese sirviente que hace el trabajo sucio, y que los niños relacionarán de por vida con el inferior, el negro, el esclavo, el hombre que nunca será como el blanco y rubio Nicolás. Algunos incluso lo usan como un despectivo.
División social
Y por esto, las navidades en los Países Bajos siempre llegan con polémica sobre este asunto. La sociedad está totalmente dividida: ¿Es un gesto de racismo? ¿Fomenta los estereotipos? Esto se lo preguntan cada mes de diciembre, cuando se acuerda de la cara de Pedro, y cuando las calles se llenan de protestas y los escaparates de muñecos que representan a Zwarte Piet con un saco marrón lleno de regalos.
Este año el tema se ha colado en las esferas más altas de la política: el Parlamento. El líder de la ultraderecha holandesa, Geert Wilders, considera que Holanda debe seguir teniendo a Piet negro porque "lo contrario sería vender la libertad duramente ganada" por los ciudadanos. Es tradición, y como tal debe quedarse, asegura. Mientras, el primer ministro, Mark Rutte, insinuó estar en contra, aunque no del todo. "Una cara pintada de negro puede contribuir a los estereotipos, prejuicios y discriminación", dijo. Pero más tarde, se corrigió: en ningún momento quiso decir que había que despintar a Pedro.
La polémica llega a la ONU
Polémica dentro, pero también fuera de los Países Bajos. El tema ha llegado a oídos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que ha investigado a Zwarte Piet por racismo y ha llamado la atención a Holanda por usar una figura que representa el estereotipo de un esclavo. "Incluso una tradición cultural muy arraigada no justifica las practicas discriminatorias y los estereotipos", sentenció.
Y como manda la tradición, Sinterklaas ha visitado el cinco de diciembre las escuelas del país, acompañado por Zwarte Piet, cuyo color este año ha dependido del "color" del barrio. En cada escuela, han sido los vecinos y padres los que han decidido si mantener a un Pedro negro. Se han formado unas treinta juntas escolares, en diferentes municipios, y correspondientes a mil escuelas, para debatir sobre el racismo. ¡Y qué mejor que preguntarle al vecindario!
Más de la mitad de esos colegios han seguido las consejos del Colegio de Derechos Humanos, que ha pedido cambiar a Pedro de forma progresiva en los próximos tres años para que sea "despojado" de sus características estereotipadas, es decir, menos cara maquillada de negro, labios rojos, pelo rizado y pendientes de oro. Así que Piet ha aparecido en algunos colegios con la cara manchada de polvo, imitando a un chaval que se ha ensuciado en la chimenea. O directamente, en otros casos, sin pintarse el rostro.
Pero San Nicolás se acuerda de todo el mundo, no solo de los niños. Visitó a los soldados holandeses en la misión de la ONU en Malí. Y cómo no, lo hizo acompañado de Pedro, y con las mismas pintas. El Ministerio de Defensa compartió una foto en su Twitter, y las críticas no se hicieron esperar. "Esto es meter el dedo en la llaga. Escandaloso", comentó un usuario. Otro añadió: "¿En un país africano?", refiriéndose a pintarle la cara de negro, en Malí. "Muy colonial. Realmente irresponsable", criticaba otro. Con esto el Gobierno holandés no ha hecho más que añadir leña al fuego en un tema de por sí criticado por Naciones Unidas. Mientras tanto, los más pequeños han salido hoy a jugar con los regalos que Pedro se ha traído en su saco desde España. Se han divertido, ajenos a la polémica que podría hacer que se despidan de su Zwarte Piet, el coco que les trae juguetes cada cinco de diciembre.
Cuenta la leyenda que Pedro era un malvado demonio que se dedicaba a secuestrar a los niños, pero que San Nicolás de Myra, ese obispo turco de buen corazón, le acabó derrotando y convirtiendo en su asistente personal. Desde entonces, acompaña al señor de los regalos que llega cada año a los puertos de los Países Bajos, navegando en un barco de vapor, y trayendo un detalle a los pequeños. A los que creen en él con un espíritu navideño.
Pero a los que se portan mal, no les trae carbón. Las familias holandeses amenazan a sus niños con que Pedro, el coco negro, se los llevará en su saco a España. Porque una vez fue un malvado. En esta inocente historia, el racismo no aparece en ninguna parte. Tampoco en la versión que tienen muchos defensores de Zwarte Piet: que el paje tiene la cara negra porque se manchó con carbón cuando bajaba por la chimenea a dejar los regalos.
La culpa hay que echársela a Jan Schenkman por escribir el libro ‘San Nicolás y sus sirviente’, que explica que Pedro, quien acompaña las navidades desde 1845, es un chaval de África, negro y vestido de paje. Y esa versión se mantuvo, aunque un siglo después, ya no gusta tanto. Esta tradición surgió en época colonial. Pedro era un simple siervo morisco que Sinterklaas compró como esclavo etíope. Ese sirviente que hace el trabajo sucio, y que los niños relacionarán de por vida con el inferior, el negro, el esclavo, el hombre que nunca será como el blanco y rubio Nicolás. Algunos incluso lo usan como un despectivo.
División social
Y por esto, las navidades en los Países Bajos siempre llegan con polémica sobre este asunto. La sociedad está totalmente dividida: ¿Es un gesto de racismo? ¿Fomenta los estereotipos? Esto se lo preguntan cada mes de diciembre, cuando se acuerda de la cara de Pedro, y cuando las calles se llenan de protestas y los escaparates de muñecos que representan a Zwarte Piet con un saco marrón lleno de regalos.
Este año el tema se ha colado en las esferas más altas de la política: el Parlamento. El líder de la ultraderecha holandesa, Geert Wilders, considera que Holanda debe seguir teniendo a Piet negro porque "lo contrario sería vender la libertad duramente ganada" por los ciudadanos. Es tradición, y como tal debe quedarse, asegura. Mientras, el primer ministro, Mark Rutte, insinuó estar en contra, aunque no del todo. "Una cara pintada de negro puede contribuir a los estereotipos, prejuicios y discriminación", dijo. Pero más tarde, se corrigió: en ningún momento quiso decir que había que despintar a Pedro.
La polémica llega a la ONU
Polémica dentro, pero también fuera de los Países Bajos. El tema ha llegado a oídos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que ha investigado a Zwarte Piet por racismo y ha llamado la atención a Holanda por usar una figura que representa el estereotipo de un esclavo. "Incluso una tradición cultural muy arraigada no justifica las practicas discriminatorias y los estereotipos", sentenció.
Y como manda la tradición, Sinterklaas ha visitado el cinco de diciembre las escuelas del país, acompañado por Zwarte Piet, cuyo color este año ha dependido del "color" del barrio. En cada escuela, han sido los vecinos y padres los que han decidido si mantener a un Pedro negro. Se han formado unas treinta juntas escolares, en diferentes municipios, y correspondientes a mil escuelas, para debatir sobre el racismo. ¡Y qué mejor que preguntarle al vecindario!
Más de la mitad de esos colegios han seguido las consejos del Colegio de Derechos Humanos, que ha pedido cambiar a Pedro de forma progresiva en los próximos tres años para que sea "despojado" de sus características estereotipadas, es decir, menos cara maquillada de negro, labios rojos, pelo rizado y pendientes de oro. Así que Piet ha aparecido en algunos colegios con la cara manchada de polvo, imitando a un chaval que se ha ensuciado en la chimenea. O directamente, en otros casos, sin pintarse el rostro.
Pero San Nicolás se acuerda de todo el mundo, no solo de los niños. Visitó a los soldados holandeses en la misión de la ONU en Malí. Y cómo no, lo hizo acompañado de Pedro, y con las mismas pintas. El Ministerio de Defensa compartió una foto en su Twitter, y las críticas no se hicieron esperar. "Esto es meter el dedo en la llaga. Escandaloso", comentó un usuario. Otro añadió: "¿En un país africano?", refiriéndose a pintarle la cara de negro, en Malí. "Muy colonial. Realmente irresponsable", criticaba otro. Con esto el Gobierno holandés no ha hecho más que añadir leña al fuego en un tema de por sí criticado por Naciones Unidas. Mientras tanto, los más pequeños han salido hoy a jugar con los regalos que Pedro se ha traído en su saco desde España. Se han divertido, ajenos a la polémica que podría hacer que se despidan de su Zwarte Piet, el coco que les trae juguetes cada cinco de diciembre.
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