sábado, 3 de diciembre de 2016

#hemeroteca #mujeres #bibliotecas | Marisa Mediavilla. Una leyenda de carne y hueso... y papel

Imagen: Diagonal / Marisa Mediavilla
Marisa Mediavilla. Una leyenda de carne y hueso... y papel.
Tres décadas después de empezar a recopilar y catalogar, Marisa Mediavilla sigue peleando para que su Biblioteca de Mujeres, con 30.000 volúmenes, encuentre un espacio propio.
Jose Durán Rodríguez | Diagonal, 2016-12-03
https://www.diagonalperiodico.net/saberes/32463-leyenda-carne-y-hueso-y-papel.html

En 1985 Marisa Mediavilla comenzó a llenar huecos en blanco, los que había dejado sobre ella un sistema educativo en el que el estudio de la literatura realizada por mujeres no era prioritario, ni mucho menos. En ese año, Mediavilla creó un proyecto imprescindible: la Biblioteca de Mujeres. Tres décadas después sigue buscando un espacio propio para los más de 30.000 libros que ha recopilado y catalogado. El Gremio de Libreros acaba de concederle el Premio Leyenda 2016.

¿En qué situación se encuentra ahora la Biblioteca de Mujeres?
En 2006 tuve que donarla al Instituto de la Mujer. Se ha automatizado parte de sus fondos, la mayoría, que se pueden consultar en el Museo del Traje, y otra parte no catalogada también está en depósitos allí. Lo que intento desde la creación de la biblioteca es que tenga su espacio propio. Aunque se donó al Instituto, solicitamos que no la incluyesen en su centro de documentación: allí no hay lugar para obras de Corín Tellado, pero en una biblioteca especializada de mujeres, sí. Ahora mismo la biblioteca no tiene un espacio propio.

¿Con qué idea nació la biblioteca?
Nació porque yo conocí con casi 30 años a las mujeres pioneras de la primera mitad del siglo XX: nunca había oído hablar de Carmen de Burgos, Clara Campoamor o Victoria Kent. Y no quise que otras mujeres tuvieran que esperar a tener 30 años para enterarse. La idea era que la biblioteca fuese la memoria histórica de las mujeres en España, entre otras cosas porque nunca hemos tenido un patrimonio cultural.

¿Cómo fuiste reuniendo el fondo?
Poco a poco. Fui leyendo cosas que me asombraron, como 'La mujer en España. Cien años de su historia', de María Laffitte, condesa de Campo Alange; la biografía de Emilia Pardo Bazán, de Carmen Bravo-Villasante, algunas obras de Lidia Falcón... Empecé a comprar el mayor número de libros sobre el tema que me permitiese mi economía, y quise compartirlos. La documentación sobre mujeres era escasísima y muy difícil de localizar en bibliotecas públicas. Y, sobre todo, yo soy bibliotecaria. Creo que éste fue el motivo principal. Lo que aprendía en mi trabajo lo podía aplicar en la biblioteca de mujeres.

¿Qué evaluación haces de estos 30 años?
Muy positiva, entre otras cosas porque no dependía de ningún organismo oficial. Dentro de nuestro poco dinero y la poquita subvención que teníamos, podíamos hacer la selección y organización que nosotras creíamos conveniente. Los centros de documentación y bibliotecas públicas oficiales se resienten cuando hay cambios de gobierno, recortes o no hay presupuesto salvo para las novelas 'best seller'. Siempre tienes una dependencia, pero que ésta no sea total es muy importante. Si yo fuera una mujer joven hoy, me interesaría mucho que hubiese un espacio donde poder leer y consultar, como la biblioteca.

¿Existe ahora mismo algo similar, un relevo?
No lo conozco, pero esto no quiere decir que no exista. La Biblioteca de Mujeres forma parte de la Red Estatal de Bibliotecas y Centros de Documentación de Mujeres, que es muy diversa. En ella hay centros de documentación, institutos universitarios y una parte del movimiento feminista. No conozco, pero supongo que habrá algo parecido.

Pero sí hay espacios de lectura para mujeres.
Sí, en muchas bibliotecas públicas hay clubes de lectura, o había antes de la crisis. Eran una extensión bibliotecaria muy normal. El proyecto bibliotecario utópico que yo tenía constaba de conservación, préstamo y un espacio grande con talleres, presentaciones de libros, encuentros con autoras.

¿Qué papel juega hoy internet como archivo y encuentro para escritoras y lectoras?

Está bien, pero no es suficiente. Hay muchas autoras que encuentro y de las que no hay nada en internet. Hay mucha información y documentación que no se ha digitalizado. En este sentido, es importante lo que ha hecho Emakumeak, el Centro de Documentación de Mujeres de Bilbao, que ha digitalizado los documentos del movimiento feminista en el País Vasco.

¿Por qué son importantes el archivo y la genealogía feministas?
Para mí fue importante porque me encontré muy desarbolada cuanto tenía veintitantos años... Es necesario conocer la trayectoria anterior. A mí me supuso muchísimo, para mi formación personal, saber de todas esas mujeres que ya en el primer tercio del siglo XX e incluso en el XIX escribían de sus problemáticas. Tenemos mucha más confianza en nosotras mismas cuando conocemos la historia anterior.

¿Qué ha supuesto para ti el Premio Leyenda del Gremio de Libreros?
Si te digo la verdad, me llevé un susto tremendo cuando me enteré (risas). Apabullada por la gente a la que se lo habían dado antes. Contenta por el reconocimiento de mi trabajo. El verdadero premio sería que, a través de esta difusión, la Biblioteca tuviese su espacio propio, con personal especializado y recursos económicos para salir adelante.

¿Cómo lo ves?
La esperanza es lo último que se pierde, si no hubiese tirado la toa­lla muchas veces ya. Espero que antes de morir, la Biblioteca tenga su espacio, entre otras cosas porque tengo mi casa hasta arriba. Lo importante no es tanto la cantidad, la documentación de libros del siglo XVIII y XIX, como la diversidad de material: hay chapas, carteles, tebeos para chicas...

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