miércoles, 14 de diciembre de 2016

#hemeroteca #transfeminicidio | Lorena: el dramático final de una mujer luchadora

Imagen: Lorena Reyes
Lorena: el dramático final de una mujer luchadora.
El calvario de una transexual. La prostituta muerta en Santa Cruz tras ser agredida por un cliente superó brutales palizas, insultos y vejaciones por cambiar de sexo.
Daniel Millet | La Opinión de Tenerife, 2016-12-12
http://www.laopinion.es/sociedad/2016/12/12/lorena-dramatico-final-mujer-luchadora/731593.html

Lorena había contratado un seguro de defunción hacía poco más de un año y dado instrucciones a su hermano Valdemar de cómo quería que fuese su funeral en Venezuela. Le pidió incluso que durante el entierro cantara un mariachi. Valdemar aclara que eso no significa que su hermana quisiera quitarse la vida: "Ella nunca lo habría hecho. Era una persona alegre, luchadora, con mucha vitalidad, que había superado tantas situaciones dramáticas que ya podía soportarlo todo. La amaba por su fuerza y ganas de vivir", recalca Valdemar, en conversación telefónica, desde Venezuela.

La propia Lorena era consciente de que jugaba con fuego. Sabía que le podía pasar algo en cualquier momento, más grave incluso que las brutales palizas y los insultos que tuvo que aguantar desde que, con apenas 16 años, tuvo claro que le gustaban los hombres y que quería ser mujer. Porque Luis Antonio Reyes Montilla, nacido el 20 de noviembre de 1986 en Ayacucho, municipio del estado de Táchira, en Venezuela, pronto quiso ser Lorena. Y lo fue.

El pasado domingo 23 de octubre, a eso de las 5:30 de la madrugada, Lorena se encontraba con un cliente en el piso de Santa Cruz de Tenerife en el que ella y otras mujeres ejercían la prostitución. Está en un edificio moderno que da tanto a la avenida Tres de Mayo como a la calle Álvaro Rodríguez López. En ese momento había al menos dos personas más en el piso, entre ellas otra ‘escort’. Pocos detalles concretos más se conocen de lo ocurrido aquella madrugada pues la investigación judicial se encuentra bajo secreto de sumario. Pero, por las razones que fueran, el cliente, R. R. L., de 36 años, empezó a agredir a Lorena hasta llegar a clavarle un cuchillo en la mano que le produjo un corte muy grave.

Presa del pánico, acorralada y mientras pedía socorro, Lorena se dirigió a una ventana a la desesperada. Intentó pasar a la del piso de al lado que da al patio interior para escapar del feroz ataque pero perdió el control y cayó al vacío desde el tercer piso. Una ambulancia del Servicio Canario de Urgencias la trasladó de inmediato al Hospital Nuestra Señora de la Candelaria. Pero las heridas eran muy graves. A poco de ingresar, los médicos confirmaban su fallecimiento. El agresor se entregó ese mismo día a la Policía y quedó en libertad con cargos acusado de homicidio.

El seguro de defunción y los planes para su funeral que le transmitió a Valdemar no fueron las únicas señales de los malos presagios que tenía Lorena. El 15 de octubre, apenas unos días antes de la tragedia, escribió en su ‘muro’ de Facebook: "¡Mamá y familia, los quiero mucho. Los llevo en mi corazón". Fue su última entrada en una red social en la que usaba el nombre de Karina Márquez. "Qué lamentable. Escribió esto sin siquiera imaginarse que 8 días después perdería su vida", escribió una amiga en uno de los mensajes de condolencias que empezaron a aparecer el 24 de octubre.

Así se enteró su hermano
Valdemar se enteró precisamente por Facebook el lunes 24 por la mañana. Vio en los comentarios de la entrada de Lorena que alguien escribió: "Por favor, me hace falta el teléfono del hermano de Karina Márquez". Era una transexual que se encontraba en Tenerife y que se había enterado de lo sucedido. "Nadie me llamó el mismo día desde la Isla para avisarme. Todo fue 24 horas después a través de la red social y de unas conocidas de mi hermana. En un primer momento me refugié en que podía ser una broma de mal gusto: una agresión, la caída desde un tercer piso, una cuchillada... Cuando ya intuí que era verdad se me aflojó completamente el cuerpo. ¿Cómo pudo ocurrir? Qué desgracia. Cuánto la quería..".

Valdemar Reyes sabe perfectamente todo lo que sufrió Luis Antonio por convertirse en Lorena. Un poco por eso se llevaban tan bien. Licenciado en Administración de Recursos Humanos y policía provincial, este joven de 32 años admite que "ser gay o transexual es mucho más complicado en países latinoamericanos como Venezuela que en otros más avanzados en asuntos sociales". "Yo mismo soy gay y sé a qué tipo de marginación te pueden llevar tu propia familia y la sociedad en general", asegura, esperanzado de que sus palabras puedan aportar un granito de arena a la normalización de personas que en teoría deberían contar con los mismos derechos y las mismas oportunidades que cualquiera en cualquier lugar del mundo.

Valdemar cuenta que a los 16 años Lorena ya tenía claro que iba a iniciar el proceso de cambio de sexo pero que ya a los 14 comentó a la familia que le gustaban los hombres. Sus allegados no se lo tomaron nada bien. Pero ella siguió a lo suyo, con una perseverancia épica para el grado de hostilidad que se fue encontrando, más acentuado todavía al vivir en una zona rural y muy humilde de Venezuela. Los Reyes vivían en Coloncito, una localidad al norte del estado de Táchira, en el occidente de Venezuela. Coloncito es la capital del municipio Panamericano y cuenta con una población de unos 30.000 habitantes. Tanto este núcleo como los pequeños pueblos que lo rodean viven principalmente de la ganadería y la agricultura.

Siendo niños, Lorena y Valdemar ya descargaban verduras en el mercado municipal de Coloncito y vendían empanadas por las calles que preparaban en casa. Iban juntos a todas partes. Luego vendieron boletos de una lotería desaparecida en Venezuela, llamada El Triple Gordo. Lorena también limpió casas y cuidó niños y ancianos pero le pagaban una miseria. Con solo 17 años, cuando ya empezaba a parecer una mujer, comenzó a dedicarse a la prostitución como única alternativa para conseguir un sustento digno. Lo hizo fuera de Coloncito, huyendo de las susceptibilidades y el ‘qué dirán’, en concreto en San Cristóbal, capital del Estado Táchira. Se ponía en diferentes puntos de la avenida principal. Y ahí empezó la dramática historia de Lorena.

En Venezuela, los prejuicios y la delincuencia no son el único enemigo, ni para un transexual ni para nadie. También lo son las mismas autoridades y los policías. De hecho, algunos de los clientes que la humillaron en El Lido, un edificio tomado por la prostitución en el que también trabajó y situado en la ciudad portuaria de Puerto de la Santa Cruz -estado de Anzoátegui-, eran políticos, militares, agentes y funcionarios. Pero no tenía otro remedio que seguir adelante.

Lorena se movió por todo el país. Llegó a trabajar hasta en la Avenida Libertador de Caracas. Con el dinero que ahorraba se operó los glúteos y los pechos. Invirtió mucho dinero para convertirse en una rubia que llamaba la atención. "Pero también ayudó a mucha gente. Algunas de esas personas llegaron a robarle y a engañarla", cuenta Valdemar, que recuerda que también la habían agredido algunas transexuales que competían con ella. Pero la situación se convirtió en infernal en Carabobo tras ser detenida por la guardia nacional y recibir una salvaje paliza. "Estuvo muy grave en el Hospital de Carabobo. Le dieron un golpe fortísimo en la cabeza y otro en el pecho que le dejaron secuelas. Estuvo tres o cuatro meses con convulsiones y a partir de ahí sufrió problemas respiratorios como consecuencia de aquella paliza", relata su hermano desde Coloncito.

De Venezuela a España
Lorena no podía seguir más en Venezuela y le dijeron que un buen destino podía ser España. Así es que con 20 años decide viajar a Madrid. Al principio durmió en casas de refugio para indigentes. Se le hizo muy difícil abrirse camino en una ciudad como la capital. Un conocido le ofreció irse a Orense, en Galicia, donde tendría más opciones de iniciar un camino en España y obtener la residencia. Y para allá se fue.

En un primer momento intentó conseguir la documentación a través del asilo político, como transexual que huía de un país en el que maltratan a las mujeres como ella. Pero terminó casándose con un joven gallego. El matrimonio le permitió conseguir un permiso de residencia transitorio y quitarse ese gran problema de encima, que amenazaba con ponerla de nuevo en Venezuela. Estableció su residencia en Orense, donde se sentía cómoda y llegó a tener un círculo de amistades. Pero, tal y como había hecho en Venezuela, fue moviéndose por diferentes ciudades españolas ofreciendo sus servicios sexuales. Incluso, también viajó a algunas capitales europeas. Permanecía una semana o dos en cada ciudad y volvía a su casa de Galicia. Una de las ciudades que empezó a frecuentar y en la que le iba especialmente bien era Santa Cruz de Tenerife.

Lorena se cuidaba mucho. Iba al gimnasio, se hacía tratamientos de belleza, es esmeraba en ir siempre elegante, con ropa de calidad... Pero no vivía exenta de problemas. Por ejemplo el que tuvo con una ‘madame’ de un burdel, que la denunció como represalia por diferencias que tuvo con ella. Quería que la expulsaran del país. O el que tuvo también con el joven con el que se casó y del que terminó separando. Lorena se vio fuera de España. Sin embargo, dio con un abogado que encauzó su expediente. Le consiguió un trabajo con contrato en un hotel, como ayudante de cocina. Así fue como logró el permiso de residencia definitivo. A raíz de ahí inició el proceso para conseguir la nacionalidad española. Quería seguir en España hasta conseguir el dinero suficiente para volver a Venezuela.

Una casa en Coloncito
Lorena iba a regresar a su país natal para pasar esta Navidad con su hermano Valdemar. Incluso había comprado ya el billete: partiría el 18 de diciembre y volvería el 8 de enero. Con el dinero que había ido juntando se había comprado una casa en Coloncito y una moto, una Suzuki Best. "Era mi hermana del alma y estaba deseoso de que llegara el 18 de diciembre para volver a verla y pasar la Navidad. Los dos teníamos tanta ilusión... Ella quería ver la casa, hacer arreglos, estar con sus amigos... La casa es hermosa y tiene hasta un patio. Le costó mucho comprarla, tanto sufrimiento, tantas horas de trabajo...".

El pasado 5 de noviembre, a las 18:00 horas, aterrizaba en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, Caracas, el avión que trasladaba el cadáver de Lorena Reyes Mantilla. El cuerpo estaba congelado y embalsamado, como mandan las normas de Aviación Civil. Iba en un féretro de metal introducido a su vez en el de madera con el que la iban a enterrar. "Quiero dar las gracias al personal del Consulado de Venezuela en Tenerife y de la compañía de seguros Mapfre por todo lo que me ayudaron para poder traer el cuerpo de mi hermana. Había que resolver muchos papeles, una situación que se complicó al fallecer Lorena a causa de una agresión que investiga la Justicia", cuenta Valdemar, que estaba en Maiquetía esperando el cadáver.

A eso de las doce de la noche y después de resolver más papeleo, Valdemar recibió el féretro. Un coche fúnebre lo llevó al Hospital Central de Los Peques, en Caracas. A las tres de la madrugada del día 6 de noviembre, domingo, el coche fúnebre partió definitivamente a Coloncito. El cuerpo fue velado desde el día 6 en la casa de la familia hasta el miércoles 9. De allí fue trasladado a la casa que había comprado, tal y como pidió expresamente ella a su hermano. Ese mismo día, el féretro fue conducido a la iglesia San Juan Bautista de Coloncito, donde se ofició una misa. De la iglesia fue a casa de una hermana y de ahí al cementerio municipal, donde recibió cristiana sepultura.

... y tocó un mariachi
En el camposanto había más de 300 personas. El suceso había generado una gran consternación en la ciudad. Todos estuvieron allí, incluso algunos que en vida la habían humillado. Valdemar le cantó ‘Amor eterno’, de Rocío Dúrcal, siguiendo a rajatabla las instrucciones de Lorena de que fuera un entierro alegre, con música, con esperanza... Tan a rajatabla que también contrató un mariachi, que interpretó 12 canciones. El 20 de noviembre, Lorena Reyes habría cumplido 30 años. "Le hice una tarta y lo celebramos con unos amigos. Fuimos también al cementerio a visitarla". La tarta era de chocolate y estaba recubierta de golosinas y galletas.

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